La Península Ibérica en la Edad Media: Conquista Musulmana y Pueblos Invasores

La Península Ibérica en la Edad Media: La Conquista Musulmana y Pueblos Invasores: En el año 711, la batalla de Guadalete y la derrota de Don Rodrigo significan el fin de la monarquía visigoda.

La debilidad de la monarquía visigoda provocó que, a la muerte del rey Witiza, quien había designado sucesor a su hijo Akhila, surgieran dos facciones enfrentadas: la facción de Roderico (Don Rodrigo), duque de la Bética, y los Witizianos, que llaman en su auxilio al gobernador musulmán del Norte de África, Musa. Musa envió a su lugarteniente Tariq, que desembarcó en Gibraltar con 7,000 bereberes. Aunque D. Rodrigo acudió a detener la invasión, en el enfrentamiento del 19 de julio de 711 fue derrotado. Tariq persiguió a los partidarios de D. Rodrigo, ocupando Écija, Córdoba y Toledo con rapidez. En el año 712, Musa desembarcó junto a su hijo Abd el Aziz, decidiendo consolidar el dominio musulmán en Andalucía. La conquista fue fácil, puesto que muchos nobles visigodos pactaron o capitularon a fin de mantener sus propiedades a cambio del pago de rentas. Incluso fue bien vista por la población judía y grupos hispano-visigodos. Entre los años 711-714, a excepción de la resistencia de los pueblos del norte, que anteriormente también habían resistido a romanos y visigodos, se consolida el control del territorio, estableciéndose los límites fronterizos entre el valle del Duero y el Ebro. La derrota que sufrieron los musulmanes en el año 732 en Poitiers les disuadió de avanzar hacia Francia. El Califa de Damasco convirtió a Al-Ándalus en un Emirato Dependiente, con capital en Córdoba, gobernado por delegados del califa como jefes políticos y espirituales. Los pueblos invasores son de religión musulmana, aunque con diferentes orígenes: bereberes del Norte de África: ocupan las tierras altas de la Submeseta Norte y de la Bética, dedicados a una ganadería trashumante; y árabes y sirios: ocupan las tierras más fértiles del sur y Levante, siendo las clases dirigentes en el ámbito político y militar. Se denominan muladíes a los cristianos convertidos al Islam. Junto con los conquistadores, llegan numerosos esclavos, bien de origen eslavo o negros de Sudán y centro de África. Además, conviven con los no musulmanes: judíos y mozárabes.

El Emirato y Califato de Córdoba: Desde la conquista (711) y hasta el inicio de la decadencia política de Al-Ándalus, se diferencian tres etapas políticas: Emirato Dependiente: la península fue una provincia del Califato de Damasco y es la etapa de formación y consolidación de la conquista, periodo de gran inestabilidad con enfrentamientos entre árabes y bereberes y fijación de marcas. En el norte de la península, Don Pelayo, caballero de Don Rodrigo, obtiene la victoria en Covadonga (722) y forma el primer reino cristiano de Asturias. Emirato Independiente: en el año 750, la familia de los Abasíes ocupó el Califato de Damasco, expulsando a la familia Omeya. Abd-el-Rahmán se hizo con el control de la península, creando el Emirato Independiente. Es la etapa de consolidación y reorganización, aunque también existen graves tensiones sociales entre las distintas etnias musulmanas y entre estos y cristianos y judíos. En el año 912, uno de sus sucesores, Abd-el-Rahmán III, se autoproclamó califa y emir. Califato de Córdoba: Al-Ándalus llegó a ser el estado más poderoso de Occidente y Córdoba rivalizaba con Bizancio y Bagdad. Demostró su fortaleza contra los fatimíes del norte de África, estableciendo un protectorado sobre Marruecos.

Primeros Reinos Taifas (1031-1145): Los Reinos de Taifas son reinos independientes cuyos dirigentes son de orígenes étnicos diferentes. Entre ellos crean facciones y luchan por aumentar su poder. Entre los Reinos de Taifas, los más significativos fueron Sevilla y Zaragoza. La conquista de Toledo en el año 1085 por Alfonso VI tuvo como consecuencia la petición de ayuda a los Almorávides. A lo largo del siglo XI, habían ocupado el Magreb, Ceuta, Melilla, Tánger, y cuando llegan a España, derrotan a Alfonso VI en Sagrajas (Badajoz). Su fanatismo provocó la emigración de mozárabes y judíos a tierras cristianas, con consecuencias negativas en la agricultura.

Segundos Reinos Taifas (1145-1170): La llegada de otro pueblo procedente del norte de África y contrario al fanatismo de los almorávides marca el inicio de los segundos Taifas; los almohades dominaron la submeseta sur y Andalucía, derrotando a Alfonso VIII en Alarcos (1195). La capital estaba en Marrakech, pero Sevilla era el centro cultural, artístico y administrativo.


Terceros Reinos de Taifas (1224-1492): Con un territorio cada vez más limitado, las Taifas de Baeza, Sevilla, Valencia, Murcia, Niebla y Arjona sucumbirán, dando lugar a la formación del Reino Nazarí de Granada (1238-1492), sometido a vasallaje de Fernando III, rey de Castilla y León. Periodo de esplendor cultural, pero condicionado por la presión cristiana, con enfrentamientos entre distintos linajes y también religiosos. Finalmente, en 1492, la conquista de Granada por los Reyes Católicos puso fin al dominio musulmán en la península.

Economía: La llegada de los musulmanes significa el fin de la economía autárquica de siglos anteriores; se revitaliza el modo de vida urbano y se reanuda el comercio interior y a larga distancia. Agricultura: las tierras conquistadas se distribuyeron. Las tierras “pacíficas” quedaron en manos de sus antiguos propietarios a cambio de la renta. Las tierras de conquista se distribuyeron entre los conquistadores o se convirtieron en tierras comunales. Los musulmanes introdujeron nuevas técnicas de regadío. Predominó la gran propiedad latifundista explotada a través de la aparcería. Se desarrolló la ganadería lanar y cría de caballos, practicando la trashumancia. Artesanía: se desarrollaron todo tipo de manufacturas y otros artículos de lujo. Comercio: para facilitar las transacciones comerciales, se acuñó moneda de oro y plata y se empleó la red de calzadas con herencia romana. Es importante el comercio a larga distancia, tanto con Oriente como con la Europa cristiana.

Estructura Social: Regida por criterios religiosos y estratificada socialmente en Jassa (aristocracia árabe) y Amma (el grueso de la población rural y urbana). Muchos musulmanes se fusionaron por matrimonio con linajes hispanos. Musulmanes: Aristocracia árabe y siria: reducido grupo que ocupó las tierras más fértiles del Valle del Ebro, Andalucía y Levante. Bereberes: que ocupan las tierras de la Meseta, maltratados por los árabes y que protagonizan sucesivas rebeliones. Muladíes: hispanos convertidos al Islam, que no pagan tantos impuestos como los cristianos. No musulmanes: Mozárabes: cristianos que viven en tierras de Al-Ándalus, que pagan fuertes tributos. Judíos: disfrutaban de buen nivel de vida, prestamistas, médicos, recaudadores de impuestos, consejeros reales, con activa participación en la vida y actividades musulmanas.

Organización Política: El califa es la máxima autoridad política y militar en el mundo islámico. En Al-Ándalus, el primer califa fue Abd-el-Rahmán III. El primer ministro es el hachib y los visires son ministros secundarios. El estado se mantiene de los impuestos: limosna obligatoria entre los musulmanes (parecido a un diezmo), tributos sobre mozárabes y judíos, personales y territoriales, y tasas extraordinarias. Los cadíes administraban justicia en nombre del califa. El ejército se engrosaba con tropas mercenarias y era fundamental la caballería. El territorio se organizó en coras o provincias gobernadas por walíes o en marcas fronterizas.

Al-Ándalus: El Legado Cultural: Al-Ándalus mantuvo estrecho contacto con el resto del mundo musulmán, sobre todo desde el siglo IX. En las etapas de rigor religioso, se limitó el desarrollo del pensamiento. Entre los siglos X y XI, se produce el mayor desarrollo cultural en torno a la ciudad de Córdoba. Es importante destacar la difusión del sistema de numeración de origen indio que sustituyó al romano. Destacan Abulcasis (enciclopedia médica y quirúrgica); Averroes y Abentofail, filósofos que contribuyeron a la difusión del pensamiento aristotélico.

La Mezquita y el Palacio en el Arte Hispano-Musulmán: La Mezquita: es el edificio más significativo de la arquitectura musulmana. Se organiza en varias partes: un patio de entrada o sahn, en el cual se dispone una fuente para realizar abluciones. La sala de oración tiene un número variable de naves orientadas al muro de la quibla. La mezquita más importante fue la de Córdoba, pero también merecen mención la del Cristo de la Luz en Toledo y la gran mezquita almohade en Sevilla. El Palacio: suele concebirse como una ciudad completa, con un recinto fortificado, salas para el uso público del califa y de los miembros de la corte, y otras para la residencia privada del rey y su familia, que se conocen con el nombre de harem. Ejemplos de estos palacios son Madinat Al Zahra, en Córdoba, y el palacio de la Aljafería de Zaragoza, de época taifa, y la Alhambra de Granada dentro del periodo nazarí.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *