Los RC establecieron una política de unidad religiosa como medio para consolidar su poder real, ya que se consideraba que la fe cristiana era el fundamento espiritual y político de la unidad de los reinos, así como se consideraba un elemento de paz interior a la homogeneidad.
Como consecuencia de ello se decretó la expulsión de los judíos en 1492 y la conversión o exilio de los musulmanes de los reinos de Granada y Castilla entre 1600-1602. A este nuevo grupo social se les llamó moriscos y pervivieron en Granada hasta 1571 y en el resto de los reinos de la monarquía hasta 1609, con su definitiva expulsión.
Unión Dinástica
La «unión dinástica» es la unión de varios reinos o territorios bajo un mismo gobernante, manteniendo sus propias leyes e instituciones.
La monarquía hispánica se constituyó sobre la unión personal de Isabel II de Castilla y Fernando II de Aragón, quedando estipulado en 1475 mediante la Concordia de Segovia el reparto de poder entre estos. En esta unión dinástica solo se pusieron en marcha la diplomacia, la política exterior y el ejército.
En el nuevo estado, la unión no fue igualitaria. Castilla se convirtió en el centro político, dando lugar a una monarquía autoritaria que configuraría el primer estado moderno. Asimismo, se convirtió al Consejo Real de Castilla en el principal órgano de gobierno, se redujo el papel de las cortes y se creó la Santa Hermandad y un ejército permanente. En Aragón se mantuvo la tradición federalista y pactista, se nombraron virreyes, se instituyó un Consejo de Aragón y se impuso la Sentencia arbitral de Guadalupe. Cabe destacar la política de unidad religiosa que reforzó el poder real con instituciones como el Santo Oficio de la Inquisición o el Patronato Regio, así como la expulsión de los judíos en 1492 y el exilio de las mudéjares.
Características de la Hegemonía Española en el Mundo durante el Siglo XVI
Esta se inicia con el reinado de los RC y se consolida en el siglo XVI bajo las reinadas de Carlos I y Felipe II. Gobernar los imperios acarreó grandes problemas a los dos monarcas, que se debieron a tener como primer objetivo la defensa del patrimonio heredado, así como por intentar mantener la unidad religiosa en torno al catolicismo. Carlos V se enfrentó principalmente a Francia por la disputa del título imperial, destacando la Guerra de Pavia (1525) y el saqueo de Roma por las tropas españolas. También tuvo que hacer frente a los turcos, ganando en Túnez y siendo derrotado en Argel, y a los protestantes por la reforma de Lutero, venciéndolos en Mühlberg (1547) y firmando la Paz de Augsburgo (1555) por falta de recursos, que frenaron el protestantismo en el Imperio. Este fracaso le llevó a abdicar, dividiendo el Imperio entre su hermano Fernando y su hijo Felipe II. Felipe II también tuvo que hacer frente a los franceses, a los que derrotó en la Batalla de San Quintín. Asimismo se encontró con diversos ataques: de los turcos en el Mediterráneo, a quienes venció con la «Liga Santa» en la Batalla de Lepanto en 1571, de los holandeses, con la rebelión en Flandes que no pudo ser frenada a pesar de los esfuerzos del duque de Alba y don Juan de Austria, y de Inglaterra, que obstaculizaba el comercio entre España y América, destacando el fracaso de la «Armada Invencible» en 1588. Finalmente la monarquía no pudo soportar este enorme esfuerzo, entrando en bancarrota y crisis en el XVII.
Conflictos Políticos más Relevantes de los Austrias Mayores en la Península
Entre los principales conflictos políticos a los que tuvieron que hacer frente los Austrias Mayores en la Península Ibérica podemos destacar las sublevaciones de las Comunidades y las Germanías, al principio del reinado de Carlos I, y la rebelión de los moriscos del Reino de Granada, durante el reinado de Felipe II. La revuelta de las Comunidades (1520-1521) fue una sublevación de las ciudades castellanas ante la llegada de un rey al que consideraban extranjero y otorgaba grandes cargos a sus nobles flamencos. Fue liderada por los comuneros Padilla, Maldonado y Bravo, y fueron derrotados en Villalar. La revuelta de las Germanías (1519-1524) surgió en Valencia y Mallorca, y tuvo carácter de lucha social y reivindicaciones contra el feudalismo. Esta fue reprimida violentamente. Por otro lado, Felipe II tuvo que hacer frente a la sublevación de los moriscos (1568-1571), además del caso de Antonio Pérez y la abolición del Justicia de Aragón, y la sospechosa muerte de su hijo Carlos. En estos conflictos venció la Corona, lo que unido a la unificación con Portugal, supuso un fortalecimiento de su poder.
Figura del Valido y la Importancia que Tuvieron en el Siglo XVI
El valido fue una figura política propia de la Antigua Región en la Monarquía Hispánica, que alcanzó su plenitud bajo los llamados Austrias Menores en el siglo XVII (Felipe II, Felipe IV y Carlos I). Se trataba del cargo de la mayor confianza del rey, a pesar de no ser un nombramiento oficial. Estos controlaron y coordinaron la Administración del Estado en función de sus intereses particulares, por lo que predominó la corrupción y el nepotismo. De hecho, se considera que sus actuaciones son una de las causas de la crisis de la Monarquía Hispánica en ese siglo. Los validos de Felipe III fueron el duque de Lerma y el duque de Uceda. El más importante del reinado de Felipe IV fue el conde-duque de Olivares, Gaspar de Guzmán. Las ideas y proyectos políticos de este último quedaron plasmados en el Gran Memorial entregado al monarca en 1624. Entre sus objetivos estaba el de mantener la monarquía hispánica y lograr la uniformidad legal. Para ello, proponía un plan de reformas encaminadas a reforzar el poder real y la unidad de sus territorios, y sustituyó el sistema tradicional de consejos por el de juntas, destacando la Junta Grande de Reformación. Uno de los proyectos más ambiciosos fue la Unión de Armas en 1625, cuyo resultado fue la formación de un ejército de 140.000 soldados provenientes de todos los reinos. Esta medida encontró resistencia en Aragón y Valencia, y sublevaciones en Cataluña y Portugal, lo que terminó por provocar la crisis de 1640.