1. La Primera Guerra Carlista: Dos Opciones Enfrentadas
1.1 Dos Opciones Enfrentadas
Los insurrectos proclamaron rey a Carlos María Isidro, iniciándose una guerra civil que enfrentaba a los defensores del antiguo régimen con los partidarios del reformismo. El carlismo era una idea tradicional y antiliberal. Se reunía bajo el lema de Dios, Patria y Rey, recogiendo una herencia de movimientos similares. El clero y la pequeña nobleza estaban a favor de la causa carlista, contando también con una amplia base social campesina. Los carlistas se identificaban con los valores de la Iglesia, ya que la apoyaban incondicionalmente.
La causa isabelina contó con una parte de la alta nobleza y de los funcionarios, así como la jerarquía eclesiástica. De este modo, la regente tuvo que atender a las demandas de los liberales, como el fin del absolutismo y del Antiguo Régimen.
1.2 Desarrollo del Conflicto Armado
Los carlistas no pudieron contar inicialmente con un ejército regular y se organizaron en grupos armados que actuaban en guerrillas. Los primeros partidos carlistas se levantaron en 1833, donde recibieron apoyo de las potencias absolutistas como Rusia, Prusia y Austria, mientras que Isabel recibió apoyo de Francia y Portugal. El conflicto tuvo dos fases:
- Primera fase (1833-1835): Observamos la estabilización de la guerra en el norte y el triunfo carlista. Tomó impulso en 1834, donde el pretendiente abandonó Gran Bretaña para instalarse en Navarra. Tras esto, el general Zumalacárregui conquistó gran parte del territorio y, cuando llegó a Bilbao, murió, dejando sin estrategia a los carlistas.
- Segunda fase (1836-1840): Se decantó hacia el bando liberal del general Espartero, que puso fin al asedio de Bilbao. Los insurrectos, faltos de recursos, comenzaron a iniciar expediciones a otras regiones para ampliar su territorio y con ellos su ideología política.
Debido a la debilidad del carlismo, se produjeron discrepancias entre transaccionalistas e intransigentes que querían continuar con la guerra. El general Moroto acordó la firma del Convenio de Vergara con Espartero. Este acuerdo establecía el mantenimiento de los fueros, la integración de la oficialidad carlista en el ejército real.
2. Regencias de María Cristina y Espartero
2.1 Regencia de María Cristina
Fernando VII, en su testamento, establecía la creación de un consejo de gobierno para asesorar a la regente María Cristina, compuesto por absolutistas moderados. La única reforma emprendida por el gabinete fue la división provincial, quedando España dividida en 49 provincias. La regente es convencida para crear un nuevo gobierno debido al miedo de la extensión carlista. Este nuevo gobierno fue presidido por Francisco Martínez de la Rosa, que llevó a cabo las primeras reformas. Pero ante la inestabilidad de estas reformas, los liberales se dividieron en doceañistas y exaltados. La corona y los antiguos privilegiados apoyaron a los moderados, pero ante la situación inestable, la monarquía tuvo que aceptar el gobierno progresista, que contaba con el movimiento popular y tenía dominio en las juntas revolucionarias.
En 1835, se produjeron una serie de motines donde se expresaban las ideas principales de estos: reunión de las Cortes, libertad de prensa, etc. En septiembre de este mismo año, María llamó a Mendizabal para formar un gobierno. Este tomó medidas y recaudó dinero para luchar contra el carlismo, pero cuando decretó la desamortización del clero y de sus bienes, los privilegiados pidieron a María que lo destituyese en verano de 1836.
A partir de esto, las revueltas a favor del retorno de la Constitución de 1812 estallaron, produciéndose el Levantamiento de la Granja. En agosto de 1836, María restablece la Constitución del 12 y entregó el poder al progresista Calatrava.
2.3 Desmantelamiento del Antiguo Régimen
Entre 1836 y 1837, los progresistas desmantelaron las instituciones del antiguo régimen e implantaron un sistema liberal. Se produjo una reforma agraria liberal que se llevó a cabo en tres grandes medidas:
- Disolución del régimen señorial: Impidió la pérdida de las atribuciones jurisdiccionales de los señores, aunque se mantuvieron las tierras que los campesinos no pudieron acreditar como propias.
- La desvinculación: Fin de los patrimonios unidos y a la perpetuidad familiar. Las tierras se compraban y se vendían sin problema, ya que desaparecen los mayorazgos.
- Desamortización: El estado compra o expropia tierras que no se utilizan para sacarles el máximo beneficio.
Los bienes desamortizados fueron puestos a subasta. Las tierras se adquirían en metálico, los compradores ayudaban así al triunfo del liberalismo.
2.4 Constitución de 1837
El gobierno progresista convocó unas Cortes extraordinarias para adaptar la Constitución del 12 a los nuevos tiempos. Esta Constitución proclamaba la soberanía nacional, una amplia declaración de los derechos del ciudadano, división de poderes, etc., principios básicos del progresismo claramente, pero también recogía otras leyes moderadas como las dos cámaras, y se recogió el compromiso de financiación del culto católico. Otras leyes fueron la de la imprenta.
2.5 Alternancia de Poder
A partir de este momento, quedó configurado un sistema de partidos que alternaron el poder durante el reinado de Isabel II. Los moderados, durante 1837 y 1840 en su gobierno, intentaron desvirtuar la legislación de 1837. En 1840, se preparó una ley electoral y una ley de ayuntamientos que dio lugar a que la corona podía nombrar a los alcaldes de las capitales de provincia. Se devolvieron los bienes expropiados del clero y se preparó un proyecto de reimplantación del diezmo. Todo esto enfrentó a progresistas contra moderados, lo que hizo que la regente dimitiera y subiera al poder Espartero, que se convierte en regente en 1840.
2.6 Regencia de Espartero
Espartero disolvió las juntas revolucionarias y convocó elecciones que dieron el voto a los progresistas, pero este perdió la popularidad que lo había llevado al poder. En su regencia, se aprobó en 1842 un arancel que abría al mercado español al algodón inglés. En este periodo, Narváez y O’Donnell conspiraron contra Espartero, y este abandonó el trono nombrando a Isabel II reina con solo 13 años.