La Primera Guerra Mundial
Causas y Consecuencias de la Guerra
La Primera Guerra Mundial, llamada por sus contemporáneos «La Gran Guerra» debido a su magnitud sin precedentes, marcó un punto de inflexión en la historia. Este conflicto destruyó los valores establecidos, generando un sentimiento de deshumanización que permeó el arte de principios del siglo XX. Este nuevo arte, deshumanizado y en ruptura con los cánones tradicionales de armonía y equilibrio, reflejaba la pérdida de la fe en el progreso y la razón.
La ciencia, antes símbolo de progreso, se vio cuestionada, ya que sus avances tecnológicos fueron utilizados para la destrucción. Durante cinco años, la dignidad humana fue pisoteada en las trincheras, donde la muerte absurda se convirtió en la norma. El heroísmo y el valor se desvanecieron en una guerra sin sentido.
La Primera Guerra Mundial vio el uso de nuevas estrategias, como las trincheras, y armas innovadoras, como la ametralladora, el submarino, el radar, la aviación y el gas. Estos avances tecnológicos, muchos de los cuales se desarrollaron en tiempos de paz, impulsaron el progreso técnico del siglo XX. La guerra también trajo consigo cambios sociales significativos, como la incorporación de la mujer al trabajo.
El Camino hacia la Guerra: Rivalidades y Alianzas
Desde finales del siglo XIX, la rivalidad entre las potencias europeas era palpable, haciendo de la guerra una posibilidad cada vez más real. La unificación alemana y su rápido ascenso como potencia alteraron el equilibrio de poder en Europa. Bismarck, el canciller alemán, había intentado mantener un sistema de alianzas complejo, conocido como «Sistemas Bismarquianos», para contener las tensiones y mantener a Alemania en una posición dominante.
Sin embargo, con la ascensión de Guillermo II al trono alemán, la política exterior de Bismarck fue abandonada. Rusia se alió con Francia, abandonando su amistad con Alemania, y Gran Bretaña salió de su aislamiento para unirse a la alianza franco-rusa. Este era el escenario que Bismarck siempre había temido: Francia, buscando revancha por la humillación de 1870, y Alemania, atrapada en un sistema de alianzas que la conducía a la guerra.
A principios del siglo XX, dos bloques enfrentados dominaban el escenario europeo:
- La Triple Alianza: formada por Alemania, Austria-Hungría e Italia.
- La Triple Entente: formada por Gran Bretaña, Rusia y Francia.
En este contexto, la guerra parecía inevitable. Las potencias se embarcaron en una carrera armamentística, acumulando armas y ejércitos desproporcionados para tiempos de paz. Este período, conocido como la «Paz Armada», estuvo marcado por un creciente sentimiento belicista avivado por la prensa.
La Conferencia de Berlín
El Reparto de África
A pesar de su proximidad a Europa, África permaneció como un continente en gran parte inexplorado hasta finales del siglo XIX. Solo la costa mediterránea era conocida en profundidad, mientras que el interior, con sus densas selvas, desiertos y ríos no navegables, representaba un desafío para la exploración.
Sin embargo, los avances del siglo XIX, como el barco de vapor y los descubrimientos médicos para combatir la malaria, permitieron la exploración del interior de África. Las potencias europeas, viendo la oportunidad de expandir sus imperios, se prepararon para colonizar el continente.
Con el fin de evitar conflictos y organizar el reparto de África, las grandes potencias se reunieron en Berlín en 1884. Bismarck, el canciller alemán, inicialmente reacio a participar en la empresa colonial, vio la conferencia como una oportunidad para mantener el equilibrio de poder en Europa y evitar tensiones entre las potencias.
La Conferencia de Berlín estableció las siguientes reglas para la colonización de África:
- Libre navegación por los ríos Níger y Congo.
- Control del interior del continente para la potencia que controlara dos puntos en la costa.
- Creación del Estado Libre del Congo en el corazón de África, bajo la administración personal del rey Leopoldo II de Bélgica.
El Estado Libre del Congo, presentado como un territorio de libre comercio, se convirtió en una colonia personal del rey Leopoldo II, quien lo explotó brutalmente para su beneficio personal.
A finales del siglo XIX, la mayor parte de África había sido colonizada siguiendo las directrices de la Conferencia de Berlín. El resultado fue la creación de fronteras artificiales que dividieron grupos étnicos y culturales, sentando las bases para futuros conflictos en el continente.