La Primera Guerra Mundial
2.1. La Formación de las Alianzas Internacionales
Los países europeos formaban parte de un complejo sistema de alianzas entre estados. Estas alianzas, que desembocaron en la Primera Guerra Mundial, se empezaron a forjar a instancias de Alemania en la época del canciller Bismarck. Bismarck promovió un sistema de alianzas internacionales que obedecía a los siguientes principios: la búsqueda del predominio alemán en la política continental europea.
Bismarck primero negoció la Liga de los Tres Emperadores, una alianza entre los tres grandes imperios conservadores (Austria, Rusia y Alemania). Alemania y Austria firmaron la Doble Alianza y, finalmente, en el año 1882 se firmó la Triple Alianza entre Alemania, Austria-Hungría e Italia.
Mientras Francia y Rusia reforzaban sus lazos, Gran Bretaña y Francia, con sus rivalidades coloniales, llegaron a un acuerdo que se llamó Entente Cordiale.
Frente a la vieja Triple Alianza entre Alemania, Austria-Hungría e Italia, aunque de forma difusa, se formó la Triple Entente entre Gran Bretaña, Francia y Rusia.
2.2. Los Enfrentamientos Coloniales
La Conferencia de Berlín de 1885 había intentado establecer medidas de acuerdo y arbitraje entre los imperios, pero cuando aparecieron nuevos países en la escena se desencadenaron nuevos conflictos. Las hostilidades entre imperialismos rivales tuvieron entonces como escenario el norte de África, concretamente la zona de Marruecos, uno de los últimos puntos africanos todavía por repartir, donde se enfrentaron sobre todo alemanes y franceses. Alemania estaba dispuesta a no dejar perder la ocasión de aumentar su imperio, ya que había llegado relativamente tarde al reparto colonial.
La primera crisis marroquí tuvo lugar en 1905. El gobierno alemán ofreció su apoyo al sultán de Marruecos para que pudiese resistir las presiones francesas para establecer un protectorado en la zona. Con el fin de resolver el conflicto, se convocó la Conferencia de Algeciras, que frustró las aspiraciones alemanas al establecer un protectorado franco-español sobre Marruecos. Alemania no se resignó a ser excluida y protagonizó una segunda crisis marroquí.
La Paz de los Vencedores
4.1. Los Tratados de Paz
El presidente estadounidense, Wilson, quería imponer una paz fundada en el derecho y el respeto a las nacionalidades, la libertad de comercio y el desarme, la destrucción de los imperios y la consolidación de la democracia.
El más importante de los tratados fue el de Versalles, en el que se estipulaba la suerte de Alemania. Este acuerdo se elaboró partiendo de la base de que Alemania era responsable del conflicto, y por tanto no fue resultado de unas negociaciones, sino de una imposición. En el tratado, el Imperio alemán entregaba Alsacia y Lorena a Francia, la Posnania a Polonia y separaba la Prusia Oriental del resto del territorio. Se impuso a Alemania el pago de fuertes reparaciones de guerra. Debía entregar las minas de carbón del Sarre a Francia, se obligó a abolir el servicio militar y a restringir los efectivos de su ejército.
Otros tratados se ocuparon del resto de los vencidos: así, por el de Saint-Germain, Austria perdía todos los territorios eslavos y se convertía en república. Por el Tratado de Trianon, Hungría perdía la salida al mar y una parte de sus antiguos territorios. Por el Tratado de Neuilly, Bulgaria cedía parte de sus territorios a Grecia. Por último, el Tratado de Sèvres imponía al Imperio turco la cesión de territorios a árabes y griegos.
4.2. La Sociedad de Naciones
Por el Tratado de Versalles se crearon las bases de una nueva organización, la Sociedad de Naciones, que había de garantizar la paz en el futuro y fomentar la colaboración y la cooperación internacionales. La sede de esta institución se fijó en Ginebra, y quedó establecida en los organismos: la Asamblea General, y un Consejo integrado por las potencias ganadoras de la guerra.
Pero a pesar de que el impulsor de la Sociedad de Naciones había sido el presidente de Estados Unidos, este país no se integró en la organización.
4.3. Una Paz Inestable
Por un lado, al acabar la guerra, la mayoría de la población trabajadora europea, que había sufrido mucho durante el conflicto, volvió a una realidad cotidiana de enormes penurias. En 1919 se produjo la insurrección de los espartaquistas alemanes, dirigidos por Rosa Luxemburg. Por otro lado, ese clima de crispación unido a la humillación, la presión y la asfixia económica a la que fueron sometidos los vencidos, contribuyó, entre otros factores, al ascenso de los fascismos. Así, importantes minorías nacionales fueron englobadas en estados donde no se sentían representadas.