La Restauración Borbónica (1875-1902): Alternancia Política y Crisis del Sistema

La Desamortización en España (1836-1855)

En el Antiguo Régimen, las propiedades de la Iglesia y de los municipios estaban en “manos muertas” (amortizadas), es decir, no se podían vender ni poner en cultivo. Para liberalizar el mercado de la tierra, en 1836 se adoptaron medidas planteadas en anteriores intentos de revolución liberal: Las Cortes de Cádiz, el Trienio Liberal o el gobierno de Carlos III.

Medidas Desamortizadoras

Se pensaba que la primera medida para poner fin al atraso del campo español era eliminar los restos del régimen señorial para modernizar el país. Por ello, era necesario erradicar el sistema de propiedad de manos muertas y vender las tierras para que los nuevos propietarios modernizasen el campo. Se adoptaron las siguientes medidas:

  • Supresión de los mayorazgos (1836): Transformó los bienes vinculados a ellos en propiedades plenas y libres en poder del titular de la familia. De este modo, se podía: vender, donar o perder si se embargaba por deudas. Desaparecía la protección de los patrimonios nobiliarios.
  • Abolición del régimen señorial (1837): Se anularon los derechos señoriales de carácter jurisdiccional y se transformaron las tierras de los señoríos en propiedades plenas y libres de sus legítimos dueños.
  • Desamortizaciones: Expropiación, por parte del Estado, de las tierras eclesiásticas y municipales para su posterior venta en subasta pública.

Desamortización Eclesiástica de Mendizábal (1836)

Esta desamortización se inició durante el gobierno progresista de la Regencia de María Cristina y consistió en la venta por subasta pública de las tierras expropiadas a la Iglesia del clero regular. Sus objetivos, determinados por la crítica situación que atravesaba el país fueron:

  • Sanear la hacienda.
  • Dar movilidad a la propiedad de la tierra.
  • Financiar la guerra civil contra los carlistas.
  • Crear una clase de nuevos propietarios agrícolas: propietarios liberales.
  • Quitar el poder económico de la iglesia, castigarla por su apoyo al carlismo.

Los propietarios y los burgueses acapararon las compras (tenían liquidez). El pago se podía efectuar de dos formas:

  1. Un primer plazo de la quinta parte de la propiedad y el resto en quince años.
  2. Pagando una parte con títulos de deuda pública y el resto en ocho años.

Desamortización General de Madoz (1855)

Se inició durante el gobierno progresista de Isabel II e incluye todo tipo de tierras amortizadas:

  • Tierras de la Iglesia no vendidas.
  • Tierras municipales de bienes propios y bienes comunes.

En esta época, existía una mejor situación política y económica que en la etapa de la desamortización anterior, ya que se redujo la deuda pública y se permitió la construcción de infraestructuras para modernizar la economía. Solo se aceptaba pago en metálico. La reina ofreció resistencia a la aprobación de la ley por el perjuicio que ocasionaba a la iglesia e infringir lo establecido en el Concordato de 1851.

Consecuencias de las Desamortizaciones

Las principales consecuencias económicas y sociales de ambas desamortizaciones fueron:

  • Se pusieron en cultivo grandes extensiones de tierra.
  • No hubo concentración ni dispersión de tierras, sino tan sólo cambio de propietarios.
  • No se creó una clase de pequeños y medianos propietarios, y se reafirmó la gran propiedad (latifundio).
  • Se sacrificaron los intereses de un sector importante de campesinos que pasaron a ser jornaleros.
  • Cambio hacia una sociedad burguesa con nueva élite terrateniente.
  • La desamortización supuso un desvío de capitales hacia el mundo agrario que podrían haber sido empleados en la industrialización.

Conclusión

Las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz afectaron al 20% del suelo español, mostrando su gran alcance. Sin embargo, a pesar de esto, no impulsaron el desarrollo industrial ni la modernización económica de España, ya que no se concibieron como reformas agrarias, sino como medidas para salvar la Hacienda. Fueron consideradas un fracaso social, ya que concentraron los bienes nacionales en manos de la burguesía y la nobleza, consolidando la gran propiedad. Además, perjudicaron a los vecinos más pobres al privarlos del acceso a los terrenos comunales, lo que impulsó la emigración rural a las ciudades. A pesar de todo, las desamortizaciones fueron decisivas para la consolidación del régimen liberal y el triunfo de la propiedad capitalista.

El Sexenio Democrático (1868-1874): Inestabilidad y Crisis Política

El descrédito de Isabel II en 1866 provocó una crisis económica y política que abrió el camino a la Revolución de 1868:

  • Crisis económica: financiera, debida a la quiebra de las compañías ferroviarias; industrial, en Cataluña, debido a la interrupción de las exportaciones de algodón de EEUU; agraria, por la subida del precio del trigo.
  • Crisis política: El régimen isabelino se había vuelto más reaccionario en manos de los moderados.

En agosto de 1866, se firmó el Pacto de Ostende (progresistas y demócratas), para derrocar a la reina y establecer un nuevo sistema político. Al año siguiente se añadió la Unión Liberal, tras la muerte de su líder, O’Donnell. Isabel II y el Partido Moderado estaban políticamente aislados.

El 17 de septiembre de 1868 estalla la “Revolución Gloriosa”, con la sublevación del almirante Topete en Cádiz. El movimiento provocó levantamientos populares y la organización de juntas revolucionarias. Días después, Serrano vencía al ejército gubernamental en Alcolea e Isabel II huía a Francia. Se formó un gobierno provisional presidido por Serrano, que convocó elecciones a Cortes Constituyentes, por sufragio universal.

La Constitución de 1869 y el Reinado de Amadeo I

El gobierno provisional implantó el sufragio universal masculino a partir de los 25 años. La mayoría de los diputados elegidos fueron progresistas, unionistas y demócratas, que elaboraron la Constitución de 1869. Entre sus características principales destacan:

  • Avanzada declaración de derechos individuales: libertad de imprenta, culto…
  • Soberanía nacional.
  • Monarquía constitucional que ejercía el poder con sus ministros.
  • Independencia del poder judicial.
  • Mayor protagonismo a las Cortes.

El general Serrano (unionista) fue nombrado regente y el general Prim (progresista) jefe de gobierno. La tarea inmediata era encontrar un candidato para ocupar el trono español. Prim puso las condiciones: debía ser un rey demócrata y no Borbón. Finalmente, propuso a Amadeo de Saboya, duque de Aosta e hijo de Víctor Manuel, rey de Italia; las Cortes lo proclamaron rey en noviembre de 1870.

El reinado de Amadeo de Saboya estuvo marcado por una permanente inestabilidad social y política:

  • El asesinato del general Prim (principal valedor del rey), víctima de un atentado poco antes de que Amadeo llegara.
  • El escaso apoyo de los partidos políticos.
  • División interna de la coalición monárquico-democrática (Unión Liberal, progresistas y demócratas), que dio lugar a: Partido Constitucionalista (Sagasta) y Partido Radical (Ruiz Zorrilla).
  • La agitación social, ligada al desarrollo del movimiento obrero.
  • El desencadenamiento de la tercera guerra carlista, que se inició en 1872.
  • La guerra de los Diez Años (1868-1878) en Cuba, escenario exterior del conflicto permanente durante todo el Sexenio.

Por todos estos motivos, después de dos años, Amadeo abdicó y abandonó España en febrero de 1873.

La Primera República (1873-1874)

Ante la abdicación del rey, las Cortes proclamaron la República en 1873, pero esta tampoco logró estabilizar el sistema político debido al conflicto entre republicanos unitarios y federalistas. Durante la Primera República, en menos de un año, hubo cuatro presidentes sucesivos:

  • Figueras, el primero, dimitió debido al desorden creciente en el país.
  • Pi i Margall asumió la presidencia con la intención de instaurar la República federal, pero su gobierno enfrentó levantamientos cantonales que buscaban la autonomía regional. La constitución federal no llegó a publicarse debido al golpe de Estado del general Pavía.
  • Salmerón, el tercer presidente, intentó restablecer el orden, pero dimitió por objeciones de conciencia.
  • Castelar, el último presidente, representaba la República conservadora y trató de gobernar por decreto para restaurar el orden público, pero su gobierno fue derrocado por un golpe de estado liderado por Pavía.

Tras el golpe de Pavía, el general Serrano fue nombrado jefe del gobierno, manteniendo las formas republicanas pero aplicando una política represiva con protagonismo del ejército. Su mandato de un año marcó el fracaso del proyecto republicano y señaló la restauración borbónica como solución para una burguesía preocupada por la radicalización política y social.

Alfonso XII, hijo de Isabel II, se convirtió en el mejor candidato al trono, como indicaba el Manifiesto de Sandhurst, prometiendo una monarquía liberal sin preferencias políticas. El 29 de diciembre de 1874, el general Martínez Campos proclamó a Alfonso XII rey de España en Sagunto.

Conclusión del Sexenio Democrático

La Revolución de 1868, de carácter popular, derrocó a la reina y marcó el inicio del Sexenio Democrático o Revolucionario, un período de inestabilidad política y social en España. Durante este tiempo, se enfrentaron conflictos como la guerra de Cuba, el movimiento obrero, la tercera guerra carlista y la insurrección cantonal, que el sistema político no pudo resolver. Desde un gobierno provisional hasta una regencia (Serrano), luego una breve monarquía (Amadeo I) y finalmente una República Federal con cuatro presidentes en un año. La experiencia democrática terminó con un golpe de Estado y una dictadura (Serrano), preparando el camino para la restauración de la monarquía borbónica con Alfonso XII.

La Restauración Borbónica (1875-1902): El Sistema Político de Cánovas

La inestabilidad del Sexenio Democrático despertó el anhelo de una restauración monárquica. Antonio Cánovas del Castillo preparó la vuelta de Alfonso XII, hijo de Isabel II. En el Manifiesto de Sandhurst, el rey expuso al pueblo español sus ideales religiosos y sus propósitos conciliadores. Tras el pronunciamiento en Sagunto (1874), el general Martínez Campos proclamó rey de España a Alfonso XII. El nuevo sistema político sería configurado por Antonio Cánovas.

El Sistema Canovista

El sistema político de la Restauración, liderado por Cánovas, era conservador y se basaba en un sistema parlamentario liberal poco democrático. Sus pilares eran:

  • La monarquía como institución incuestionable.
  • La alternancia pacífica entre los partidos dinásticos conservador y liberal.
  • El alejamiento del ejército de la vida política.

Estas bases se establecieron en la Constitución de 1876, flexible y estable. Sus principales características eran:

  • Compartía la soberanía entre el rey y las Cortes.
  • Declaraba el catolicismo como religión oficial.
  • Aumentaba las prerrogativas del rey, limitando el poder de las Cortes, que eran bicamerales.

Además, se logró la pacificación del país derrotando a los carlistas y poniendo fin a la guerra de Cuba en 1878.

El Bipartidismo y la Alternancia en el Poder

Cánovas estableció un modelo bipartidista en España, donde el gobierno se alternaba entre dos principales partidos: el conservador y el liberal. Ambos compartían ideales fundamentales como la defensa de la monarquía y la Constitución. Aunque liderados por Cánovas y Sagasta respectivamente, en la práctica, sus políticas no diferían mucho.

La alternancia pacífica en el poder se convirtió en un acuerdo tácito entre los partidos, donde pactaban los cambios de gobierno y se comprometían a mantener las políticas del partido en el poder. Este sistema, aunque estable, era corrupto y antidemocrático, y se basaba en la adulteración de elecciones mediante el “encasillado”. Aunque garantizaba la paz política, excluía a fuerzas como la izquierda, el movimiento obrero y los regionalismos.

La Corrupción Electoral y el Caciquismo

La farsa política en España se expresaba mediante el sufragio, pero estaba marcada por la corrupción y el control de los resultados electorales por parte de caciques locales. En Madrid, la oligarquía política dirigente supervisaba este proceso, transmitiendo instrucciones a los gobernadores civiles provinciales, quienes elaboraban listas de candidatos “encasillados”. Los caciques locales, personas con poder e influencias, manipulaban directamente los resultados electorales mediante diversos métodos fraudulentos, como el pucherazo, la intimidación y la falsificación del censo electoral. Esta corrupción se sustentaba en la indiferencia electoral de parte de la población y el desencanto de la oposición con respecto a participar en las elecciones.

La Regencia de María Cristina y la Crisis del 98

En 1885, tras la muerte de Alfonso XII, los conservadores y liberales firman el Pacto del Pardo para evitar la desestabilización del sistema de la restauración. Este acuerdo permite la continuidad del sistema político y da paso a un gobierno liberal liderado por Sagasta, quien implementa reformas como la ley de asociaciones, la ley del sufragio universal y la abolición de la esclavitud. María Cristina, viuda de Alfonso XII, asume la regencia hasta 1902, cuando su hijo Alfonso XIII alcanza la mayoría de edad. Durante este período, España enfrenta adversidades como el asesinato de Cánovas del Castillo en 1897 y la crisis de 1898, que resulta en la pérdida de las colonias de Cuba, Filipinas y Puerto Rico, exponiendo las carencias del país. Estas pérdidas y el descontento con el sistema político conducen al surgimiento del movimiento regeneracionista liderado por Joaquín Costa y la generación del 98.

Conclusión de la Restauración Borbónica

Durante el reinado de Alfonso XII (1875-1885), liderado por Cánovas del Castillo, se estableció y consolidó el sistema político de la Restauración en España. Se restauró la monarquía borbónica y se promulgó la Constitución de 1876, asegurando una estabilidad duradera. Se eliminó el protagonismo militar y se resolvieron las guerras carlistas y la guerra de Cuba. A pesar de estos logros, el sistema encubría el control del poder por parte de la oligarquía, lo que llevó a su crisis a partir de 1898 con la pérdida de las colonias y el surgimiento del movimiento regeneracionista.

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