La Restauración Borbónica en España: Características y Consecuencias

La Restauración Borbónica en España

Introducción

Por “Restaurar” se entendía estrictamente restablecer la dinastía borbónica y crear las condiciones necesarias para mantenerla. Para entender el restablecimiento de la dinastía borbónica al trono español es necesario tener en cuenta varios factores:

  1. La fragilidad y la incapacidad de la I República para resolver tres guerras simultáneas (colonial, cantonalista y carlista).
  2. La debilidad de la oposición social a la Restauración. Ni los obreros ni los campesinos opusieron resistencia, pues jamás se identificaron con la Democracia surgida de la Revolución del 68.
  3. La gran fuerza de los grupos sociales favorables a un cambio político y al regreso de los Borbones:
  • La Alta burguesía necesitaba estabilidad para sus actividades económicas (no se la proporcionaban ni los gobiernos del sexenio ni las continuas guerras).
  • Los intereses coloniales, que temían los proyectos republicanos tendentes a conceder autonomía política y a suprimir la esclavitud en las colonias.
  • Los grandes terratenientes, querían seguridad y orden. Para ellos, democracia y república eran sinónimos de reparto de tierras, revolución, etc.
  • Los mandos del ejército que, aunque liberales, pensaban que la revolución del 68 había ido demasiado lejos.
  • La Iglesia católica: la mayoría del clero era de ideas antidemócratas y antisocialistas.

La creación de las condiciones necesarias para el mantenimiento de la Monarquía Borbónica fue obra de Antonio Cánovas del Castillo, creador del sistema político que funcionó sin variaciones durante toda la época de la Restauración. Cánovas, nacido en Málaga, era profundamente conservador, y partidario de mantener la disciplina frente a las ambiciones de la clase obrera (“Las desigualdades proceden de Dios”). Era contrario al Sufragio Universal y a la Democracia, pues pensaba que ambas traerían la anarquía y el socialismo, que para él encarnaban el mal; por ello, justificaba el uso de la fuerza contra el socialismo. Para lograr restaurar la monarquía borbónica, Cánovas introdujo las siguientes modificaciones en el viejo sistema liberal:

  • Alfonso XII reemplazaría a Isabel, pues la conducta personal y política de la reina estaba bajo sospecha.
  • El partido Conservador, fundado y dirigido por Cánovas, sustituiría al partido liberal moderado, y el Partido Liberal, dirigido por Mateo Sagasta, al partido liberal progresista.
  • Se terminarían las intervenciones del ejército en política.

La Constitución de 1876

Fue la formulación legal del sistema político Canovista. En lo fundamental, suponía un retorno a la Constitución del 45. Es la Constitución de más larga vigencia en la historia española, y su inspirador fue Cánovas. Sus características más destacadas son:

  • Soberanía Compartida por las Cortes con el Rey.
  • Cortes bicamerales:
    • Congreso de los diputados elegido por sufragio restringido hasta 1890, y desde entonces por sufragio universal masculino.
    • Senado, compuesto por tres categorías de miembros y controlado por los grupos sociales más poderosos.
  • Ampliación del poder del Rey:
    • Designación de ministros.
    • Poder legislativo compartido con las cámaras y derecho de veto absoluto.
    • Capacidad para convocar o disolver las Cortes.
    • Mando supremo del ejército.
  • Reconocimiento formal de los derechos y libertades individuales, aunque de hecho estaban muy limitados.
  • Recorte de la libertad religiosa y reconocimiento de la religión católica como religión oficial del Estado.

El nuevo sistema político tuvo en el turno de partidos y en el caciquismo dos de sus características más esenciales:

El Turno de partidos

Consistía en que los dos grupos políticos existentes se turnarían ordenadamente en el poder, actuando alternativamente y de manera pactada como gobierno y oposición; entre estos partidos había escasas diferencias, ambos eran monárquicos y defendían el capitalismo. Mediante el turnismo ninguno de los dos partidos quedaba excluido del poder, por lo que no recurrieron al apoyo del Ejército o a golpes de Estado. El Turnismo fue un engaño, una falsificación permanente, una manipulación continua de los resultados electorales, cuyo objetivo era impedir que los partidos obreros y republicanos alcanzaran el poder. El sistema parlamentario y las elecciones eran pura ficción. El rey encargaba alternativamente la formación de gobierno a los dos partidos, que convocaban elecciones y las “ganaban”, relevándose en el poder.

Oligarquía y Caciquismo en Andalucía

Para garantizar el falseamiento de las elecciones, el partido en el gobierno elaboraba, pactándolo con el partido en la oposición, la lista de los distritos electorales, situando junto a ella el nombre del diputado que debía salir para ganar las elecciones. Esta práctica se llamaba el “encasillado”. Para asegurar el resultado, era imprescindible el papel de los caciques: eran individuos muy poderosos e influyentes en la vida local, que controlaban las elecciones en los pueblos para garantizar los resultados fraudulentos. Los caciques, tanto liberales como conservadores, utilizaban distintos procedimientos para controlar las elecciones en su localidad, contando con el apoyo de jueces y de la Guardia Civil:

  • Utilizaban la violencia y las amenazas sobre los votantes.
  • Realizaban trampas el día de las elecciones.
  • Cambiaban votos por favores: dar trabajo, bajar impuestos, influencia en decisiones variadas, etc (“Para los enemigos, la ley, para los amigos, el favor”).

El caciquismo fue un hecho sociopolítico característico del mundo rural, aislado y mal comunicado. Sin duda, el caciquismo no fue el mismo en todas las regiones: más persuasivo en la Castilla y Galicia, más coactivo y amenazador en Andalucía, Castilla la Mancha y Extremadura. La corrupción fue utilizada por el caciquismo en forma de compra de votos en toda la geografía española. La manipulación electoral era menos fácil en las grandes ciudades donde empezaba a despertar la conciencia ciudadana. En Madrid, la candidatura republicana obtuvo la mayoría en las primeras elecciones legislativas tras la implantación del sufragio universal («masculino») en 1891; y en Barcelona, la candidatura catalanista de la Lliga arrasó en las elecciones de 1901. Pero estos resultados en las grandes ciudades no alteraban el panorama político general ya que la ley concedía una proporción mucho mayor a los representantes de los distritos rurales. La oligarquía dominante seguía así manteniendo el bloque de poder.

Caciquismo en Andalucía

Aunque el caciquismo se dio en toda España, fue en Andalucía donde tuvo mayor arraigo, significación y violencia. Andaluz era Romero Robledo, el cacique conservador más importante, ministro de Cánovas y gran amañador de elecciones. Ejerció una gran influencia en Antequera, su pueblo natal, y en toda la provincia de Málaga. También en esta provincia, pero en el campo liberal, destacó la familia Larios. El sistema político de la Restauración, pues, se basaba en la oligarquía articulada a través de la alianza de los grupos políticos provinciales bajo el control de sus jefes. En Andalucía la oligarquía se centraba en unas cuantas familias de la alta burguesía que controlaban los aparatos de los partidos a nivel provincial, y que estaban fuertemente imbricados con la red de caciques locales. Aunque se ha repetido constantemente la expresión “oligarquía y caciquismo” para referirse a la forma de gobierno de la Restauración, la realidad fue más compleja, pues por entonces se constituye ya un verdadero sistema de partidos políticos en España.

El Surgimiento de los Regionalismos y Nacionalismos

El último tercio del siglo XIX español estuvo marcado por el surgimiento de movimientos políticos periféricos que defendían la particularidad de identidades nacionales distintas a la española: los nacionalismos gallego, catalán y vasco. El nacionalismo, como movimiento político se basaba en la diferenciación cultural y lingüística de sus territorios con respecto al resto del Estado y fue la culminación ideológica de un proceso iniciado con los movimientos regionalistas, que defendían una autonomía administrativa, fundamentaban sus reivindicaciones en sus instituciones tradicionales (La Generalitat en Cataluña o Los Fueros en el País Vasco). La base social difería de un territorio a otro. Los cambios económicos y sociales producidos por la industrialización en el País Vasco entre las décadas de 1860-1880 tuvo como fenómeno anejo la llegada de inmigrantes otras provincias de España, para emplearse como mano de obra industrial. Esta llegada masiva provocó la reacción de sectores más conservadores que veían la llegada de “maquetos”, como una amenaza para la organización social tradicional vasca.

En Cataluña, el dinamismo económico creó una burguesía local poderosa con gran influencia en los círculos políticos de Madrid, sin embargo, parte de la clase media y mediana burguesía no se sentían identificadas con las decisiones políticas y económicas de Madrid. Los primeros se decantarían por un Regionalismo que diese cierta independencia administrativa a Cataluña dentro del Estado y afianzara la influencia política del círculo de empresarios Catalanes en Madrid. Los segundos, influidos por las tendencias federalistas y mezclados con algunos sectores del radicalismo obrero, evolucionarán a un nacionalismo político de tendencia independentista y la creación de L’Etat Catalan. En Galicia, la base del movimiento Regionalista, y posteriormente el nacionalista, está en la defensa de la identidad cultural y políticamente derivaba, fundamentalmente, del liberalismo. El Galleguismo político contó en sus inicios con una bases social mucho más débil que el Catalán y el Vasco.

El Movimiento Obrero durante la Restauración

Tras la ilegalización de la Internacional en 1870 el movimiento obrero había continuado la defensa de los derechos de los trabajadores desde la clandestinidad y apoyando las sublevaciones insurgentes Cantonales. La Restauración y la Constitución de 1876 dan un nuevo marco jurídico para la asociación de trabajadores y la organización de partidos políticos, aunque en la práctica no puedan alcanzar el poder por la adulteración del sistema electoral. El movimiento Internacionalista estaba dividido desde la ruptura de la Iª Internacional en 1872 en dos tendencias, la Marxista y la Anarquista. El 2 de Mayo de 1879 se funda en Madrid el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), de tendencia marxista liderado por Pablo Iglesias, defiende la necesidad de actuar y organizarse para la defensa de los derechos de los trabajadores (como objetivos inmediatos: reducción de la jornada laboral a 8 horas, mejora de las condiciones laborales y de existencia del proletariado, participación en la vida política y como objetivo último la toma del poder por la clase trabajadora). En 1888 se fundará la Unión General de Trabajadores (UGT), sindicato de clase de tendencia Marxista. El movimiento Anarquista se dividía a su vez en dos tendencias, la colectivista: partidaria de la acción colectiva a través de la organización de sindicatos y del uso de la Huelga General como sistema de presión) y la individualista o revolucionaria: partidaria de la acción directa (terrorismo: Liceo, 1893; Atentado del Corpus, 1896; asesinato de Cánovas del Castillo 1897 ) y la sublevación como forma de lucha por el poder. En 1881 se reúnen en Barcelona en un Congreso los Anarquista de tendencia colectivista para organizar la Federación de Trabajadores. Durante todo el período se sucederán hechos violentos que se atribuyen fundamentalmente a grupúsculos clandestinos de tendencia anarquista. En 1882 una sería de acciones contra la propiedad y unos asesinatos en la comarca gaditana de Jeréz fueron atribuidos a una organización denominada La Mano Negra, condenándose a varios campesinos como culpables sin demostrarse, siquiera, la existencia de dicha organización. Sin embargo la conflictividad social fue frecuentes y proporcional al incremento experimentado por los sectores productivos que iban a despuntar en este tiempo: la minería (Huelga en la Cuenca Rio

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