La Restauración Borbónica: Estabilidad y Fraude Electoral

La Restauración Borbónica

El Manifiesto de Sandhurst y la Constitución de 1876

El 1 de diciembre de 1874, el príncipe Alfonso firmó el Manifiesto de Sandhurst, que abogaba por el restablecimiento de la monarquía constitucional conservadora y católica. La restauración de Alfonso XII atrajo a las élites políticas y sociales contrarias a la república.

La Constitución de 1876 fue la norma jurídica fundamental que permaneció en vigor hasta 1931. Combinaba valores tradicionales con principios democráticos, estableciendo la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes. El monarca tenía amplios poderes, como el derecho de veto y la capacidad de convocar, suspender o disolver las Cortes.

El Sistema Político de la Restauración

El sistema político de la Restauración se basaba en dos grandes partidos: el conservador y el liberal. Ambos defendían la monarquía, la Constitución de 1876, la propiedad privada y el Estado unitario y centralista.

El sistema se caracterizaba por el **turno de partidos**, en el que el rey podía llamar al otro partido, disolver el parlamento y convocar elecciones cuando la oposición consideraba que se habían incumplido las reglas.

El Fraude Electoral

La estabilidad institucional se aseguraba mediante un sistema electoral corrupto conocido como **pucherazo**. El Ministerio de la Gobernación manipulaba los resultados electorales a través del encasillado, elaborando listas de candidatos que debían salir elegidos.

El caciquismo, una red de relaciones clientelares, apoyaba a los partidos a cambio de favores. El fraude era posible gracias a la abstención de una gran parte de la población, que no se sentía representada o estaba desencantada con la oposición.

Conclusión

La Restauración Borbónica estableció un sistema político estable pero no democrático. El régimen era excesivamente cerrado y autoritario, basado en el fraude electoral y apoyado por sectores oligárquicos restringidos. Careció de espíritu reformista y no pudo integrar las aspiraciones de grupos descontentos como el movimiento obrero y los nacionalismos periféricos. La crisis de la Restauración radicó en su incapacidad para evolucionar hacia un sistema constitucional y parlamentario verdaderamente democrático.

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