La Restauración en España: Del Nuevo Modelo de Estado a la Oposición al Sistema

Las Reformas Institucionales y el Nuevo Modelo de Estado

Al acabar la Guerra de Sucesión Española, comenzó la implantación de un nuevo modelo de Estado siguiendo el modelo centralista y absolutista de influencia francesa. Felipe V, Fernando VI y Carlos III siguieron una política reformista de tipo absolutista (“despotismo ilustrado”) con los objetivos de recuperar la economía y el prestigio internacional de España.

Con los Decretos de Nueva Planta, promulgados entre 1707 y 1716, se trató de unificar y reorganizar los reinos peninsulares. Los primeros se publican en junio de 1707 sobre Aragón y Valencia, justificados por la “traición” y el “derecho de conquista” de unos territorios que habían apoyado al otro bando en la guerra. Además, se promulgan los Decretos para Mallorca y Cataluña.

En estos decretos se eliminan fueros, leyes propias y las Cortes de los reinos de la antigua Corona de Aragón (sustituidos por la organización político-administrativa de Castilla). Cataluña sigue gozando de la exención a quintas y todos siguieron manteniendo su derecho privado propio (menos Valencia). También se eliminan instituciones como las Diputaciones forales, la Generalitat catalana, la figura del virrey, el cargo de Justicia Mayor aragonés, las aduanas interiores y los “privilegios de extranjería”. Los vascos y navarros, al haber sido fieles al rey, no se vieron afectados.

Las reformas afectaron a todos los ámbitos de la Administración:

  • Las Cortes de España, ahora únicas, pasaron a tener poca importancia.
  • Las Secretarías de Estado y del Despacho (creadas a partir de 1714) dirigirán la Administración, sustituyendo a los Consejos, quedando solo el Consejo de Castilla (consejo de gobierno y tribunal supremo).
  • Los virreinatos desaparecieron excepto en Navarra (temporalmente) y América, creándose nuevas limitaciones provinciales gobernadas por capitanes generales con atribuciones militares y administrativas.
  • Se implantaron Reales Audiencias de carácter jurídico, dirigidas por capitanes generales.
  • Aparecen las intendencias (creadas en 1718 e implantadas en 1749). Los intendentes serían los representantes reales en las provincias, encargados de recaudar impuestos, realizar censos, reclutar tropas…
  • El corregidor sigue siendo el representante real en los ayuntamientos, dirigiendo su funcionamiento.

Se trató de reorganizar el Ejército y la Marina:

  • Se establecen las quintas y levas forzosas de vagos y maleantes para completar el reclutamiento, recurriendo a extranjeros si fuese necesario.
  • Se creó el cuerpo de Ingenieros.
  • El regimiento sustituyó al Tercio como unidad de combate.
  • Se incrementó el número de barcos de guerra, astilleros y arsenales marítimos.
  • La bandera de combate de la Armada se acaba convirtiendo en la bandera de España (1785).

Destacar las regalías (derechos de la Corona sobre sus bienes y la elección de cargos eclesiásticos), enfrentando a los Borbones con la Iglesia católica. El Estado impuso sus exigencias, sobre todo tras el Concordato de 1753, que dio a los reyes el derecho de patronato universal y las rentas de los obispados vacantes. Se dieron disputas violentas, sobre todo con los jesuitas, que acaban siendo expulsados de España y sus colonias en 1767 por Carlos III.

La Oposición al Sistema Canovista

Una vez establecida la Constitución de 1876, Cánovas del Castillo estableció distinción entre los partidos que estaban dentro o fuera del sistema según aceptaran la Monarquía o no. A esto se sumó la falta de democracia del sistema y de resolución de problemas sociales, dando lugar a una oposición al sistema.

Carlistas y Tradicionalistas

Entraron en decadencia por su derrota en 1876 y por su división entre los que querían participar en la vida política (los cuales formaron la Unión Católica, que participó en algunos gobiernos conservadores de Cánovas hasta su fusión con este en 1884) y los que no.

Los Republicanos

Están muy divididos tras el fracaso de la I República. La diferencia entre centralistas y federalistas y las disputas personales entre sus líderes, separaron las distintas tendencias. Estas se unificaron con la Unión Republicana (1903). Más adelante, surgieron otros movimientos republicanos como el Partido Radical en Barcelona y el “blasquismo” en Valencia.

El Movimiento Obrero: Anarquismo, Marxismo y Movimientos Católicos

El movimiento obrero tenía pocas posibilidades de acción durante la Restauración ya que sus libertades estaban limitadas y el régimen no se preocupó por integrarlo en el sistema. A esto, añadir la división interna entre anarquistas y marxistas.

La corriente anarquista fue mayoritaria entre los obreros españoles. Por haber recurrido a la violencia, fueron reprimidos por distintos gobiernos, lo que les acabaría debilitando. A finales de 1910, los anarquistas fundan su sindicato, la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), y en 1927 la Federación Anarquista Ibérica (FAI).

Los marxistas contaban con menores apoyos. Pablo Iglesias fundó el PSOE en 1879 junto con otros compañeros tipógrafos. Su sindicato sería la Unión General de Trabajadores (UGT), fundado en agosto de 1888 para mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los obreros.

A finales de siglo se organizaron los movimientos obreros de inspiración católica a partir de la encíclica Rerum Novarum (1891), con la que se intenta mejorar la situación de la clase obrera mediante los Evangelios. En España tuvieron poca aceptación.

Nacionalismo y/o Regionalismo Periférico

Con el centralismo del sistema político de la Restauración, se comienzan a desarrollar el nacionalismo y/o regionalismo periférico en algunas zonas del país, defendiendo sus particularidades.

Nacionalismo Catalán

Surge del movimiento cultural de la Renaixença (a partir de 1830 se trata de recuperar la lengua y otras actividades culturales) y se consolida como movimiento político con el apoyo de la burguesía industrial catalana con el Memorial de Agravios (1885) de Valentí Almirall y las Bases de Manresa de Enric Prat de la Riba (objetivos para establecer una autonomía en Cataluña: el catalán como lengua oficial, parlamento propio, cargos políticos en Cataluña sólo para catalanes, etc. No se plantea la secesión). Con el Desastre del 98 se fundó la Lliga Regionalista, partido dirigido por Prat de la Riba y Cambó, con el que se reivindicaría la autonomía catalana. El catalanismo de izquierdas se organizó a partir de 1922 con Esquerra Republicana, que termina desplazando a la Lliga.

Nacionalismo Vasco

Surgió de las ideas carlistas y la recuperación de los fueros suprimidos en 1876, defendiendo el catolicismo, la “pureza vasca”, la recuperación del euskera, y posteriormente la independencia del Euskal Herria (las provincias vascas más Navarra y el País Vasco francés). Todo esto se reunió en el Partido Nacionalista Vasco (PNV, en 1895), fundado por Sabino Arana junto con su hermano Luis.

Nacionalismo Gallego

Se inició con el Rexurdimento cultural. Sus ideas autonomistas quedan recogidas en la obra “El regionalismo” de Alfredo Brañas. En 1891, se fundó la Liga Regionalista Gallega, que planteaba la descentralización para Galicia. El galleguismo será continuado por personajes como Castelao.

Nacionalismo Valenciano

Estuvo relacionado con una Reinaxença cultural. En 1904 se fundó la asociación Valencia Nova, promotora de la primera asamblea regionalista en Valencia.

Nacionalismo Andaluz

Su principal ideólogo fue Blas Infante. El primer acto andalucista de importancia fue la Constitución Federalista Andaluza (1883) donde se planteaba el autogobierno para la región. Luego, sus doctrinas quedaron plasmadas en el Manifiesto de Córdoba de 1919: reparto de tierras y obtención de autonomía. Nunca se formó un partido andalucista burgués por la vinculación de la burguesía con el poder central y por el apoyo del movimiento obrero andaluz hacia el anarquismo.

El Regeneracionismo

Tras terminar la Guerra de la Independencia (en 1898) que origina el Desastre del 98, los españoles comenzaron a darse cuenta de todos los defectos y carencias de un país basado en la corrupción, atrasado económicamente e internacionalmente aislado. Esta profunda crisis daría lugar a una fuente de deseo de renovación, el “regeneracionismo”, que marcará al país en los años siguientes.

Las consecuencias que se derivaron de la pérdida de las colonias fueron:

  • Pérdidas humanas: más de 55.000 muertos entre las tropas españolas. Los daños psicológicos y morales de los heridos y sus familias fueron enormes.
  • Pérdidas económicas: fueron poco importantes, al fin y al cabo, pues se repartieron capitales y se fomentó el cultivo de la remolacha. La vuelta del proteccionismo permitiría incluso cuadrar las cuentas del Estado por primera vez.
  • Crisis políticas: se produjo un desgaste de los dos partidos dinásticos, apareciendo una nueva generación de dirigentes.
  • Desprestigio militar: el Ejército fue señalado como culpable de la derrota, cuando la responsabilidad era política. Por ello, el Ejército volverá a entrometerse en la vida política.

Muchos intelectuales reaccionaron de manera muy crítica con la situación del país. Los miembros de la llamada “generación del 98” se unieron en una reflexión sobre “el problema de España”: su definición como nación, la búsqueda de sus señas de identidad, el alejamiento entre la España oficial y la real, el papel de España en Europa y su retraso respecto a esta, etc. Con los escritos trataban de buscar la solución para los problemas del país, lo que siempre pasa por su modernización y su “europeización”.

Destacan también las críticas de los llamados “regeneracionistas” que defendían la necesidad de una profunda renovación de la política española, pero también de las bases sociales, económicas, culturales, etc., sobresaliendo autores como Joaquín Costa. Este fue autor de Oligarquía y caciquismo y desde fuera, trataba de sustituir el régimen oligárquico por uno nuevo que invirtiera en obras públicas, que limpiara el sistema electoral y la vida parlamentaria, en el que se repartieran las tierras, y se desarrollara la educación para combatir el analfabetismo. Él fue el único autor que se implicó en la vida parlamentaria, fundando en 1900 la Unión Nacional, partido que duró unos tres años, ya que nunca logró posicionarse como tercera fuerza política.

Los nacionalismos periféricos se desarrollan a partir de 1898 al presentarse como una alternativa del ineficaz Estado Liberal tachado de “caciquista”. La burguesía catalana propuso un “regeneracionismo regionalista” según el cual la renovación de España pasaba por otorgar mayor libertad a las regiones que la formaban. La Lliga Regionalista apoyada por la burguesía catalana era un ejemplo de la implicación de la región en buscar una solución para el país. Los nacionalistas del PNV defendían lo mismo. La insuficiencia de las reformas, el recelo de muchos políticos sobre el nacionalismo, y la postura del Ejército contra cualquier idea que pusiese en peligro la unidad del país, hicieron que estos nacionalismos acabaran por radicalizarse, defraudados por ser vistos como un problema más que como una solución para el país.

Otra consecuencia fue el aumento de las actividades del mundo obrero, que vieron el aumento del número de afiliados por las malas condiciones de vida. Esto provocó un deterioro del orden público (con ejemplos como los asesinatos de Canalejas y Dato, o los intentos de atentado sufridos por Alfonso XIII). También fue importante el proceso de secularización por la campaña de desprestigio que las izquierdas inician contra la Iglesia, a la que acusaban de una influencia excesiva en la sociedad y en la educación. Esto generará situaciones dramáticas en el futuro (“Semana Trágica” de Barcelona de 1909 por ejemplo).

Por último, destacar que también existió un regeneracionismo desde dentro del propio sistema de la restauración. Políticos como Silvela (con su breve gobierno entre 1899 y 1900), Maura o Canalejas quienes intentaron poner en marcha una serie de cambios, fracasados en la mayoría de los casos por la oposición interna de los partidos o por la de los sectores oligárquicos del país. Estos no podrán evitar la descomposición de un sistema que desembocará en la dictadura de Primo de Rivera y en la caída de la monarquía tras la proclamación de la II República en marzo de 1931.

Fundamentos del Sistema de Restauración y Constitución de 1876

Los fundamentos del sistema de la Restauración quedaron recogidos en la Constitución de 1876. Aprobada por la mayoría conservadora en las Cortes, mezcla elementos de la moderada de 1845 y de la revolucionaria de 1869. Con 89 artículos distribuidos en 13 títulos, establece la soberanía compartida entre el rey y las Cortes. Su primer título está dedicado brevemente a los derechos individuales (tenían que ser desarrollado posteriormente mediante leyes concretas). El rey recibe amplias capacidades: sanciona leyes, disuelve las Cortes y tiene derecho a veto por una legislatura. En cuanto a los poderes del Estado, el legislativo recae en unas Cortes bicamerales (Congreso y Senado): el ejecutivo lo ostenta la Corona (que elige al jefe de Gobierno), a través de los ministros, que son los responsables ante las Cortes; el judicial es independiente. Se establece un régimen muy centralista en el que, aparte de la supresión de los fueros vascos, ayuntamientos y diputaciones pasan a estar controlados directamente por el gobierno. En lo religioso, se reconoció la confesionalidad católica del país y el mantenimiento del culto y clero, aunque se permitirían otros cultos sin manifestación pública de su fe. Todo se complementa con la Ley Electoral de 1878.

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