5. Antecedentes de la revolución
Francia era, en la segunda mitad del S. XVIII, un país con una economía en expansión, una estructura social conflictiva y un Estado monárquico en crisis. Existía una oposición generalizada contra las reglas económicas y sociales que favorecían a los estamentos privilegiados. La alta burguesía veía frenadas sus posibilidades de ascenso social y de acceso al poder; los impuestos feudales eran cada vez más impopulares entre el campesinado, y los trabajadores urbanos soportaban unos precios altos.
El Estado francés padecía una grave crisis financiera: gastaba mucho más de lo que ingresaba y se encontraba muy endeudado. La solución pasaba por una reforma fiscal que eliminara o mitigara los privilegios fiscales de la nobleza y del clero.
En mayo de 1789, los notables exigieron que se reunieran los Estados Generales del Reino, asambleas de origen medieval en las que los estamentos se reunían por separado para dar su consentimiento a las propuestas reales (convocados por última vez en 1614).
6. Las Constituciones de la Revolución Francesa (1791, 1793, 1795)
La Constitución se promulgó el 14 de septiembre de 1791. En ella se estableció una monarquía constitucional fundamentada en la división de poderes. El rey disponía de un poder ejecutivo limitado, y la Asamblea Nacional tenía todo el poder legislativo. El sistema electoral que se estableció era censitario, del modo que solo podían votar aquellos ciudadanos varones que tuviesen un mínimo de riqueza; la mayoría de la población quedaba fuera del derecho al voto. El rey juró la Constitución, con lo que se abría la posibilidad de consolidar una monarquía constitucional estable.
La Asamblea Constituyente suprimió los impuestos indirectos y estableció un sistema de impuestos directos, igual para todos y más justo. Pero las arcas de la nación seguían vacías. La Asamblea Constituyente nacionalizó los bienes del clero para venderlos posteriormente y estableció que los obispos y párrocos fueran elegidos y recibieran sus salarios del Estado; se acordó también la disolución de todos los conventos religiosos.
El papa condenó la nueva situación legal en la que se quedaba el clero y los principios revolucionarios. Este hecho relanzó la agitación contrarrevolucionaria. Los exiliados franceses conspiraban y presionaban a los monarcas y a las cortes europeas para que interviniesen.
Huida de la familia real que acabó dramáticamente: el rey y sus familiares fueron identificados y detenidos. Suspensión temporal de las funciones del Rey.
Aumento de la hostilidad popular contra Luis XVI.
7. El directorio y el ascenso de Napoleón
El régimen del Directorio (1795 – 1799) debía eludir un doble peligro: el retorno a la república democrática jacobina y la reimplantación del Antiguo Régimen. El ejército resultaba indispensable para estabilizar y dirigir las transformaciones del Estado y de la sociedad francesa. Para poder actuar entre la presión de las masas populares y las amenazas contrarrevolucionarias internas, se hizo necesario el ejército que había vencido en Europa. Esta es la significación histórica de Napoleón.
El Directorio puso al general al mando del ejército de Italia. En pocos meses, conquistó el norte de Italia e impuso a Austria la Paz de Campoformio. Tras la campaña de Egipto, retornó a París entre la aclamación de las multitudes. Se apoyó en los sectores moderados del Directorio, que planeaban otorgar una mayor fuerza al poder ejecutivo.
El golpe de Estado del 18 de noviembre del 1799 estableció un poder ejecutivo compuesto por tres cónsules. Napoleón fue elegido primer cónsul. La nueva Constitución del año VIII volvió a conceder el derecho de voto a todos los ciudadanos y los miembros del Senado eran elegidos entre una lista propuesta por el primer cónsul.
El Consulado era casi una dictadura disfrazada. Los éxitos militares y políticos fortalecieron esta concentración de poder. En 1802, Napoleón fue nombrado cónsul vitalicio. Esta nueva situación quedó reflejada en la Constitución del año X (1802). El paso siguiente fue la Constitución del año XII (1904). El 2 de diciembre de 1804, Napoleón I se coronó a sí mismo.
8. Europa contra Napoleón (Guerras napoleónicas)
La etapa napoleónica puede ser considerada como un esfuerzo por extender los ideales de libertad y progreso a todos los países de Europa.
Allá donde las estructuras feudales se encontraban más debilitadas, la imposición de los principios napoleónicos fue más fácil. Con su sistema se garantizaba el fin del feudalismo, el libre ejercicio de las actividades económicas, la libre circulación de bienes y el pleno derecho a la propiedad privada.
Encontró más dificultades donde las estructuras del Antiguo Régimen eran más consistentes. Este fue el caso de España y de Rusia, países cuya ocupación exigió un mayor esfuerzo militar. Fue en estas dos naciones donde comenzó a gestarse la caída de Napoleón.
Una nueva coalición de las potencias europeas derrotó a los ejércitos imperiales en la batalla de las Naciones, con lo que los ejércitos aliados se adentraron en suelo francés. El imperio se desmoronaba. Napoleón fue recluido en la isla de Elba. Su retorno al poder acabó cuando las tropas inglesas, prusianas, austriacas y rusas lo derrotaron en Waterloo (junio de 1815). Deportado al islote atlántico de Santa Elena por los británicos, el emperador fallecía el 5 de mayo de 1821.
9. La protoindustrialización
En el S. XVIII, en algunas regiones europeas, era frecuente que las familias campesinas simultanearan el trabajo agrícola con la elaboración de productos textiles, que los comerciantes vendían en mercados lejanos. Para definir este hecho, observado por primera vez en Flandes, se acuñó el concepto de proindustralización.
Tejedores e hiladores hacían uso de sus sencillos instrumentos de trabajo, y hasta tres cuartas partes de las familias campesinas se ocupaban de esta producción manufacturera, que proporcionaba unos ingresos complementarios. Con este sistema se producía más, aumentaron los ingresos y también se incrementó la población.
En esta primera fase se trataba de un proceso autónomo, y por ello la actividad productiva se reducía en las épocas de la siembra y la recolección, cuando aumentaba el trabajo en el campo. Los campesinos dedicados a estas actividades artesanas eran dueños de sus instrumentos de trabajo, y ellos mismos llevaban parte de sus manufacturas a los mercados más próximos, donde las intercambiaban por un precio acordado con los comerciantes. Es lo que se conoce como domestic system.
En una segunda fase, el campesino fue perdiendo su autonomía para decidir cómo y cuánto debía producir. El comerciante terminó controlando este proceso productivo tan disperso: suministraba materias primas, distribuía por los domicilios de los campesinos los instrumentos para hilar y tejer, y fijaba los precios. Los campesinos recibían una especie de salario fijado de forma casi unilateral por el comerciante.
Hacia las últimas décadas del S.XVIII, esta actividad era cada vez más rentable, y se fue extendiendo por muchas zonas. Los problemas de suministrar materias primas y controlar la producción de las familias campesinas en territorios dispersos, así como las contradicciones de este sistema protoindustrial, se resolvieron con la concentración del capital de los comerciantes o de las empresas comerciales, y reuniendo en un mismo local a los trabajadores y a las máquinas y herramientas. Es el llamado factory system.
10. La Revolución Industrial en Gran Bretaña
* Crecimiento demográfico
En Gran Bretaña, durante el S.XVIII, se inició un crecimiento de la población en el que influyeron diferentes factores. El más importante fue la disminución de la mortalidad, cuyas tasas se redujeron de 27 a 18 defunciones por cada mil habitantes, mientras que la natalidad seguía creciendo en torno a 30 nacimientos por mil habitantes. La consecuencia fue un espectacular crecimiento de la población.
El crecimiento de la población fue un factor esencial en el progreso económico e industrial, ya que, a mayor población, mayor demanda de productos; si la población no aumenta, el crecimiento industrial puede frenarse o paralizarse.
* Las transformaciones agrarias
Cuando empezó a desarrollarse la gran industria, ya se practicaba una agricultura avanzada: una elevada productividad, que permitía comercializar los excedentes un avanzado grado de mecanización, y unos propietarios que no se planteaban esa actividad como rentistas, sino como empresarios que querían obtener el máximo rendimiento de sus tierras. Esta revolución agrícola se puso de manifiesto en las numerosas transformaciones técnicas, y en las reformas de la estructura y la distribución de la propiedad.
Se estableció la rotación de cultivos (plantas forrajeras, maíz, patatas, nabos, lúpulo, etc.).
La tecnología agrícola se transformó lentamente: desde el arado, mejorado en su forma y con un uso más adecuado del hierro, hasta los herrajes de los caballos y los primeros modelos de sembradoras o trilladoras mecánicas. Todos estos cambios explican que la productividad del trabajo agrícola aumentara en un 90% entre 1700 y 1800. La producción de excedentes permitió exportar cereales, junto con otros productos agrarios y ganaderos, a mercados especializados.
Las transformaciones en la estructura de la propiedad no fueron menos intensas. Al proceso de concentración de la propiedad contribuyeron las Leyes de Cercamiento. Se estableció “la división, el reparto y el cercamiento de los campos, praderas y dehesas abiertas y comunes, y de las tierras baldías y comunes” situados en cada parroquia.
Los perjudicados por estos cambios fueron los campesinos, sobre todo jornaleros y pequeños propietarios. Los primeros no podían competir con las máquinas y se quedaban sin trabajo o con salarias muy bajos, que ni siquiera cubrían la subsistencia; los pequeños propietarios no disponían de capital para cercar sus campos; la mayoría tuvo que vender sus tierras a los grandes propietarios y emigrar a los nuevos barrios industriales de los centros urbanos.
Las transformaciones agrarias contribuyeron de tres formas a que se hiciera realidad la primera industrialización británica: alimentando a una población creciente; permitiendo un aumento de la capacidad de demanda y el poder de compra de los nuevos productos industriales y suministrando parte del capital necesario para financiar la industrialización y para mantenerla en marcha.
* El comercio internacional
Aumento de la demanda interior y demanda exterior de la Europa continental y de sus posesiones de ultramar. La exportación de tejidos de lana a Europa y América aumentó notablemente. Desarrollo del comercio exterior y demanda de productos industriales.
Nació una gran industria de consumo sobre la base de una materia prima, el algodón.
Este desarrollo del comercio exterior contribuyó a acelerar la Primera Revolución Industrial mediante estos mecanismos: proporcionó a la nueva industria materias primas que aumentaron y abarataron la gama de productos industriales; amplió la demanda de productos industriales en las colonias o en los países; creó un excedente económico y una acumulación de capital.
* Los transportes
El transporte y las comunicaciones eran fáciles y baratos. Durante el S. XVIII se desarrolló un sistema de canales interiores. Asimismo, se mejoraron los procedimientos de construcción y mantenimiento de los caminos. Esto contribuyó a la formación de un mercado interior.
Gran Bretaña fue pionera en la construcción del ferrocarril.
11. La difusión de la industrialización en la Europa continental
Gran Bretaña, primer país industrial del mundo
* Causas:
* Recursos naturales (lana, hierro, carbón, algodón).
* Crecimiento demográfico.
* Transformaciones agrarias.
* Crecimiento de la demanda,
* Comercio internacional.
* Capital.
* Innovaciones tecnologías.
Difusión de la industrialización
* Hacia 1830, Bélgica y norte de Francia (textiles, carbón, hierro).
* Región industrial del Ruhr (carbón y hierro).
* Otros focos: norte de Italia, Cataluña, Alsacia, Sajonia, Silesia, País Vasco y Moravia.