La Revolución de 1868 y el Sexenio Democrático en España

1868, UNA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA

La salida de España de Isabel II significó el triunfo de la revolución y el nombramiento del general Serrano para la presidencia de un gobierno provisional. La declaración suponía el triunfo de los principales demócratas. Las nuevas autoridades también acometieron una abierta política antirreligiosa que provocaría el conflicto con la jerarquía eclesiástica. El nombramiento de un gobierno provisional dio lugar a una situación de dualidad de poderes que no se resolvió hasta que la Junta Superior Revolucionaria decidió disolverse.

–Monarquía o república

Era una tarea complicada articular un sistema de convivencia política. Tanto los moderados como los progresistas habían hecho imposible la viabilidad de la monarquía liberal. Por otra parte, los planteamientos conciliadores de algunos sectores moderados, que habían creado la Unión Liberal de O’Donnell, terminarían por ser desbordados en los años finales del reinado. Tampoco ayudaba el hecho de la falta de consistencia de la sociedad española. El sufragio universal sería establecido por un decreto del mes de noviembre que concedió el derecho de voto a casi 4 millones de españoles. La cuestión sería la de decidir entre monarquía y república en la futura constitución.

–Comienzo de la sublevación cubana.

La tensión política que se vivía en la Península avivó los problemas que se experimentaban en Cuba y animó a los sectores independentistas a iniciar una rebelión. Los sublevados protestaban contra el sistema fiscal y reclamaban la libertad de comercio. En el plano político, prometían un régimen democrático y la emancipación de los esclavos. Los sublevados contaron con el apoyo de los EEUU, interesados en incorporar la isla a su área de influencia económica.

LA CONSTITUCIÓN DE 1869

Las Cortes Constituyentes terminaron su trabajo a primeros de junio de 1869 y fue promulgada la nueva Constitución que recogía 112 artículos. La Constitución proclamaba la soberanía nacional y perfilaba una monarquía en convivencia con un sistema parlamentario bicameral. Se trataba de un texto acusadamente liberal en el que se aseguraba la libertad de cultos. También se esbozaba una cierta descentralización. En el ámbito de la administración de justicia, la innovación más significativa fue la introducción del jurado.

–Programa revolucionario del gobierno.

La promulgación del texto constitucional de 1869 exigió el nombramiento de un regente, el general Serrano, presidente del Poder Ejecutivo hasta entonces. Este, nombró al general Juan Prim y Prats, que se encargó de formar un nuevo gobierno. Prim formó un gobierno que trató de integrar a personalidades de todos los partidos. Prim se encargó de llevar a cabo el desarrollo del programa revolucionario en el que se incluían varias leyes. Por otra parte, la decepción de los republicanos frente a la opción monárquica adoptada por los constituyentes provocó levantamientos.

EL REINADO DE AMADEO I

–Una monarquía democrática.

Amadeo I comenzó su reinado con muy escasos apoyos sociales. Lo peor fue la desaparición de Prim. Al frente del gobierno se puso de nuevo el general Serrano que consiguió agrupar a grandes personalidades del momento, pero la inestabilidad de los gobiernos fue un claro indicio de la fragilidad del ensayo monárquico. Las primeras elecciones proporcionaron una clara mayoría a la coalición gubernamental, pero también fue considerable la presencia de republicanos y carlistas. El resultado hizo que se exacerbaran las divisiones. Sagasta encabezó el Partido Constitucionalista (conservadores) mientras que Ruiz Zorrilla encabezó el Partido Radical (progresista).

La responsabilidad de gobierno recayó primero en Ruiz Zorrilla, para dar paso a diversas situaciones controladas por Sagasta. Éste convocaría nuevas elecciones que ganaría aunque se viera obligado a dimitir por un escándalo financiero. El retorno de Serrano, tenía toda la apariencia de una operación de salvamento que no se produciría. Un último gobierno de Ruiz Zorrilla resucitó todas las tensiones y llevó al definitivo fracaso del ensayo monárquico, que como también era de esperar obtuviese el triunfo en las elecciones.

–La tercera guerra carlista

Los republicanos pusieron sus esperanzas en un cambio de régimen, mientras que los carlistas empezaron a optar por la vía de la insurrección. El pretendiente carlista Carlos VII, entró en España pero el gobierno restableció rápidamente la situación y las partidas carlistas no volverían a aparecer hasta finales del año. Desde ese momento, la guerra carlista tuvo como escenarios principales el País Vasco-Navarro y Cataluña, así como Galicia y Andalucía. Los carlistas organizaron un pequeño estado cuya capital era Estella, donde residió la corte del pretendiente de Carlos VII. Este clima de guerra civil, terminó por descorazonar al rey Amadeo I.

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