La Revolución Francesa (1789-1799): Causas, Desarrollo y Consecuencias

1. La Revolución Francesa (1789-1799)

En 1789 se inició la Revolución Francesa, que acabó con el Antiguo Régimen y abrió las puertas a la nueva sociedad liberal y a nuevas formas de pensar.

Las Causas de la Revolución

Se había producido una subida de los precios y un auge de los negocios y la industria. La burguesía tenía grandes beneficios económicos, pero las reglamentaciones impedían el libre comercio y la libre producción. La sociedad estamental y los privilegios de sangre le impedían acceder al poder político. Las nuevas ideas ilustradas reclamaban cambios políticos que acabasen con el intervencionismo estatal, los privilegios aristocráticos y el absolutismo. La poderosa aristocracia se oponía a cualquier intento de cambio. En este contexto, se produce una grave crisis económica debido a:

  • El aumento de las cargas feudales.
  • Malas cosechas.
  • El alza de los precios agrarios.
  • El paro entre los trabajadores.

Las huelgas y los motines se incrementaron. Las finanzas reales estaban en una situación de déficit debido a que la aristocracia no pagaba impuestos y la participación de Francia en la Guerra de Independencia de EEUU.

La Convocatoria de los Estados Generales

Un ministro de Luis XVI propuso que la nobleza pagara impuestos como única medida para aliviar la situación. La nobleza se opuso radicalmente, alegando que solo los Estados Generales (Asamblea convocada por el monarca e integrada por representantes de los 3 estamentos. En Francia no se reunían desde 1614) podían aprobar nuevas cargas fiscales. La rebelión nobiliaria provocó una grave crisis política y el monarca convocó los Estados Generales para mayo del año siguiente. La situación de descontento general explica la intensa agitación política que se produjo para elegir a los representantes de cada estamento y para elaborar los denominados Cuadernos de Quejas, que recogían las peticiones al rey. Todos los cuadernos mostraban el descontento con la monarquía, pero los del tercer estado incorporaban:

  • La supresión de los derechos feudales.
  • La abolición de privilegios.
  • Propuestas revolucionarias:
    • La soberanía de la nación.
    • Las libertades políticas.

La Ruptura de Julio de 1789

Los Estados Generales se abrieron en Versalles el 5 de mayo de 1789. Las reuniones se hacían de forma separada por estamentos (nobleza, clero y tercer estado) y cada estamento tenía un voto único. La nobleza y el clero estaban seguros de imponer su voluntad, pero los representantes del tercer estado reclamaron la reunión conjunta de los estamentos y el voto por persona. El rey y los privilegiados se negaron. Los representantes del tercer estado desafiaron a Luis XVI y se reunieron el 20 de junio en un pabellón de París, el Jeu de Paume, se constituyeron en Asamblea Nacional y juraron no abandonar el lugar sin haber dotado a la nación de una Constitución. Se les unió una parte del clero y una minoría nobiliaria, llevaron la agitación a la calle y, con el apoyo popular, abrieron paso a la revolución. El monarca cedió a las demandas y los Estados Generales se transformaron en Asamblea Nacional Constituyente el 9 de julio. Los diputados llamaron a la movilización, que culminó el 14 de julio con el asalto a la prisión de la Bastilla, símbolo del absolutismo. En París y en muchos lugares de Francia, los revolucionarios formaron cuerpos armados de defensa, la llamada Guardia Nacional. Estas acciones consagraron la irrupción de las masas en el proceso revolucionario y suponían una ruptura con el absolutismo. Las revueltas se propagaron por toda Francia.

La Asamblea Nacional Constituyente (1789-1791)

La Asamblea Nacional tenía que legislar para abolir el Antiguo Régimen. En primer lugar, se procedió a la abolición jurídica del feudalismo. Los estamentos, la servidumbre personal, los diezmos, las rentas y la justicia señoriales fueron suprimidos. En segundo lugar, se aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que otorgaba a los franceses la condición de ciudadanos libres e iguales ante la ley, dotados de derechos naturales, políticos y de propiedad. Reconocía el derecho a la resistencia contra la opresión y estableció la soberanía nacional. Se inició la redacción de una Constitución, que fue aprobada en septiembre de 1791. Definía una monarquía constitucional basada en la división de poderes: el ejecutivo, en manos del rey; el legislativo, desempeñado por la Asamblea; y el judicial, gratuito y ejercido por jueces electos. Se mantuvo el derecho a veto del rey, que le permitía bloquear leyes, y se estableció el sufragio censitario e indirecto, que limitaba la participación a los ciudadanos activos. Se impuso una nueva división territorial, se abolieron las aduanas interiores y se estableció la libertad de comercio. Se declaró a todos los ciudadanos iguales ante la fiscalidad y se aumentaron los impuestos directos sobre las fortunas y propiedades. Se garantizó la libertad de empresa, se prohibieron los gremios y cualquier asociación de empresarios o de trabajadores. Para resolver el déficit financiero, se llevó a cabo una desamortización y, en contrapartida, el Estado aseguró el mantenimiento del culto y el clero. También se separó la Iglesia del Estado y se autorizó el divorcio.

La Radicalización de la Revolución: La Caída de la Monarquía (1791-1792)

El proceso revolucionario tuvo la oposición de los antiguos privilegiados. Los nobles emigrados al extranjero y los eclesiásticos presionaron a las potencias europeas, especialmente Austria, para restablecer el Antiguo Régimen. La Asamblea Nacional empezó a dividirse. Un grupo formado por los monárquicos liberales y la burguesía propietaria intentaba frenar las conspiraciones de los absolutistas. Para ellos, la revolución había conseguido con las reformas de 1791 todos sus objetivos. Otros grupos reclamaban una organización más democrática de la vida política y reformas de tipo económico que beneficiasen a los más desfavorecidos. En 1791, la familia real intentó fugarse de Francia para reunirse con las tropas austriacas e iniciar la invasión del país. La noticia desprestigió a la monarquía ante el pueblo y radicalizó a los sectores más revolucionarios. En octubre de 1791, una vez elaborada la Constitución, se eligió a los diputados del nuevo parlamento o Asamblea Legislativa. Ante la actitud reacia de la monarquía, los grupos más radicales empezaron a reclamar la república. En 1792, la Asamblea decidió declarar la guerra a Austria. La amenaza de las tropas austriacas y la complicidad del monarca con el enemigo exasperaron los ánimos y los batallones de ciudadanos armados acudieron a defender la capital, exigiendo la abolición de la monarquía. La insurrección estalló el 10 de agosto de 1792 con el asalto a las Tullerías, donde estaba refugiada la familia real. El arresto del rey y la convocatoria de elecciones por sufragio universal masculino dieron paso a la Convención Nacional.

La Convención Nacional: Una República Democrática (1792-1795)

La nueva asamblea, ahora llamada Convención Nacional, se formó el 20 de septiembre de 1792, el día de la batalla de Valmy, que supuso la primera victoria del nuevo ejército republicano contra los absolutistas europeos. Su primera medida fue la abolición de la monarquía y la proclamación de la república.

a) La Convención Girondina

El gobierno estaba en manos de los girondinos, que adoptaron posiciones moderadas que disgustaron a las masas populares. Una serie de problemas fueron enfrentando a los girondinos con los montañeses. En medio, numerosos diputados apoyaban a una y otra opción. El primer problema era qué hacer con el rey Luis XVI. Los girondinos eran partidarios de castigarlo por traición, pero no querían procesarlo hasta que no acabara la guerra, temerosos de que su condena a muerte diera un carácter muy radical a la revolución. Los jacobinos querían procesarlo. La ejecución del monarca acentuó las divisiones en la Convención y dio impulso a una coalición europea antirrevolucionaria. Para frenar a los ejércitos coaligados, la Convención realizó nuevas levas obligatorias. La situación se agravó con la insurrección campesina provocada por el hambre y las nuevas levas. Iniciada durante la primavera, fue animada por los curas refractarios, que impulsaron la formación de un ejército realista. Los sans-culottes reclamaban reformas sociales y económicas igualitarias ante la falta de alimentos, el acaparamiento y la especulación. Pero el gobierno girondino se negaba a tomar medidas. Los jacobinos creyeron que había llegado el momento de dar un golpe de timón y de llevar a cabo una experiencia nueva de gobierno social y democrático.

b) La Convención Jacobina: El Terror

Los jacobinos arrestaron y ejecutaron a algunos de los principales dirigentes girondinos e inauguraron la etapa de la Convención jacobina, la más radical de la revolución. Aprobaron una nueva Constitución (1793) que estableció la soberanía popular y el sufragio universal masculino. Amparándose en la excepcionalidad de las circunstancias, establecieron un gobierno revolucionario, que suspendió las garantías constitucionales e inició una política conocida como el Terror. El Comité de Salvación Pública, controlado por Robespierre, concentró todos los poderes y tomó medidas excepcionales: detenciones, juicios expeditivos y ejecución de numerosos sospechosos de actitudes contrarias al proceso revolucionario; reorganización del ejército y segunda leva en masa. También se implantaron una serie de reformas sociales pedidas por los sans-culottes: redistribución de la propiedad agraria, precio máximo de los artículos de primera necesidad, castigo a los especuladores, abolición de la feudalidad y salarios mínimos. Además, se tomaron una serie de medidas para cambiar la sociedad francesa: se estableció la educación primaria con carácter gratuito y obligatorio; se inició un proceso de descristianización. A principios de 1794, parecía que la república se había salvado: el ejército vencía al enemigo exterior y la población era auxiliada en sus necesidades. Los más radicales reclamaban todavía mayor igualdad, mientras que amplias capas de la burguesía moderada deseaban poner fin a las reformas jacobinas. Todos sus enemigos se unieron y consiguieron detenerlos y ejecutarlos el 10 de Termidor del año II (28 de julio de 1794).

La República Burguesa (1795-1799)

Tras la caída de los jacobinos, se inició la tercera etapa de la Convención. Se aprobó una nueva Constitución (1795) que restableció el sufragio censitario, definió un nuevo poder ejecutivo, el Directorio, y estableció un legislativo dividido en dos cámaras: el Consejo de Ancianos y el Consejo de los Quinientos, de carácter muy conservador. El Directorio reprimió con dureza las revueltas populares dirigidas por los sans-culottes y jacobinos, que defendían la continuidad de la revolución. Adquirió relevancia la Conspiración de los Iguales. El Directorio también tuvo que enfrentarse a la reorganización del movimiento realista. El mayor éxito de esta etapa fue la política exterior. La guerra contra las coaliciones europeas era favorable a Francia. Un joven general, Napoleón Bonaparte, protagonizó un golpe de estado y accedió al poder, clausurando definitivamente la revolución e iniciando el Consulado.

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