La Revolución Francesa
Causas de la Revolución
- Ideas de los filósofos ilustrados: El pensamiento ilustrado, que promovía la razón, la libertad y la igualdad, influyó profundamente en la crítica al absolutismo monárquico y la sociedad estamental.
- Problemas de la hacienda real: La crisis financiera de la década de 1780, agravada por la guerra de Independencia de Estados Unidos, el descenso de los precios agrícolas y los elevados gastos de la corte, generó un gran malestar social.
- Malas cosechas (1781-1788): Una serie de malas cosechas provocó escasez de alimentos y un aumento del precio del pan, lo que agudizó la pobreza y el descontento popular.
Fases de la Revolución
Asamblea de Notables (1787)
Ante la crisis financiera, el rey Luis XVI convocó a la Asamblea de Notables, buscando el apoyo de la nobleza y el clero para implementar nuevas medidas fiscales. Sin embargo, estos se negaron a renunciar a sus privilegios, lo que aumentó la tensión social.
Estados Generales y la Asamblea Nacional Constituyente (1789)
La negativa de los privilegiados a compartir la carga fiscal llevó a la convocatoria de los Estados Generales, una asamblea que representaba a los tres estamentos: nobleza, clero y estado llano. El tercer estado, consciente de su mayoría numérica, exigió el voto por cabeza, lo que fue rechazado por el rey. En respuesta, se constituyeron en Asamblea Nacional y juraron no disolverse hasta redactar una Constitución (Juramento del Juego de Pelota). Este acto marcó el inicio de la Revolución Francesa.
Revuelta popular en París (14 de julio de 1789)
La toma de la Bastilla, símbolo del poder real, por parte del pueblo de París, en apoyo a la Asamblea Nacional, marcó un punto de inflexión en la Revolución. El rey se vio obligado a reconocer a la Asamblea y a retirar las tropas que había concentrado en Versalles.
Asamblea Nacional Constituyente (1789-1791)
Durante este periodo, la Asamblea Nacional Constituyente abolió el feudalismo, aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y redactó la Constitución de 1791, que establecía una monarquía constitucional con soberanía nacional, separación de poderes y sufragio censitario.
Asamblea Legislativa (1791-1792)
La Asamblea Legislativa se caracterizó por la radicalización del proceso revolucionario y el enfrentamiento entre los diferentes grupos políticos: monárquicos, girondinos y jacobinos. La guerra contra Austria y Prusia, iniciada en 1792, agudizó las tensiones internas y llevó a la caída de la monarquía.
Convención Nacional y el Terror (1792-1794)
Tras la abolición de la monarquía, se instauró la República y se convocó a la Convención Nacional. Los jacobinos, liderados por Robespierre, tomaron el poder e instauraron el Terror, un periodo de represión política que buscaba eliminar a los enemigos de la Revolución. La violencia desatada durante este periodo llevó a la caída de Robespierre y al fin del Terror.
El Directorio (1795-1799)
Tras la caída de Robespierre, se estableció el Directorio, un régimen más moderado que intentó estabilizar el país. Sin embargo, la inestabilidad política y la crisis económica continuaron, lo que allanó el camino para el ascenso de Napoleón Bonaparte.
Napoleón Bonaparte
El Consulado (1799-1804)
Napoleón Bonaparte, un joven general que se había destacado en las guerras revolucionarias, dio un golpe de estado en 1799 y estableció el Consulado. Como Primer Cónsul, concentró el poder en sus manos e inició una serie de reformas para consolidar su poder y modernizar Francia. Firmó la paz con Austria y Gran Bretaña, promulgó el Código Civil, reformó la administración y la educación, y se autoproclamó emperador en 1804.
El Imperio (1804-1814/1815)
Como emperador, Napoleón extendió su dominio sobre gran parte de Europa a través de una serie de guerras. Sin embargo, su ambición expansionista lo llevó a enfrentarse a una coalición de países europeos que finalmente lo derrotaron en la batalla de Waterloo en 1815. La derrota de Napoleón marcó el fin de la Revolución Francesa y el inicio de la Restauración.