La Revolución Francesa y el Nuevo Orden Mundial

La Revolución Francesa

a) Revuelta de los privilegiados

La subida de los precios a finales del siglo XVIII en Francia tuvo un impacto significativo en la sociedad. Mientras la burguesía conseguía elevados beneficios, las clases populares veían disminuir su poder adquisitivo. Animados por las nuevas ideas ilustradas, los burgueses reclamaban cambios políticos que les permitieran tener mayor participación en el gobierno. Sin embargo, una poderosa aristocracia se aferraba al viejo modelo feudal, lo que generaba tensiones sociales.

Una grave crisis económica acabó de complicar la situación. La hambruna y el malestar del pueblo se extendieron por todo el país. Las finanzas reales estaban en una situación de déficit crónico debido, sobre todo, a que la aristocracia no pagaba impuestos. Como consecuencia, la hacienda francesa entró en bancarrota.

b) Asamblea Nacional Constituyente

Ante la crisis, Calonne, ministro de Luis XVI, propuso a la nobleza el pago de impuestos. La nobleza se opuso, alegando que sólo los Estados Generales podían aprobar dicha medida. La grave crisis política obligó a convocar los Estados Generales para elaborar Cuadernos de Quejas. En este contexto, la burguesía obtuvo su primera reivindicación: contar en los Estados Generales.

Los Estados Generales se abrieron en Versalles en 1789. El Tercer Estado, que representaba a la burguesía y al pueblo llano, reclamó la reunión conjunta de los estamentos y el voto por persona. El rey y los privilegiados se negaron, y los Estados Generales se suspendieron. En respuesta, el Tercer Estado se reunió por su cuenta y se constituyó en Asamblea Nacional. El monarca cedió, y los Estados Generales se transformaron en Asamblea Nacional Constituyente.

La llegada de soldados a París para acabar con la Asamblea provocó la reacción popular. El 14 de julio de 1789, la multitud asaltó la prisión de la Bastilla, símbolo del absolutismo. Lo sucedido en París se propagó por el campo francés, desencadenando el Gran Miedo, una ola de revueltas campesinas.

La Asamblea Nacional procedió a la abolición del feudalismo y aprobó la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano. Se inició la redacción de una Constitución que definía una monarquía constitucional, basada en la división de poderes. Una Constitución Civil impuso el juramento constitucional a los eclesiásticos, lo que provocó la división entre los sacerdotes juramentados y los refractarios.

c) Asamblea Legislativa

En 1791, la familia real intentó fugarse de Francia para reunirse con las tropas austriacas e iniciar la invasión del país, pero fue descubierta en Varennes. Este hecho aumentó la desconfianza hacia la monarquía.

Una vez elaborada la Constitución, se eligió a los diputados del nuevo parlamento o Asamblea Legislativa. En este periodo, aparecieron los primeros partidos políticos: jacobinos y girondinos. Ante la noticia de la invasión de las potencias europeas, se produjo una radicalización del pueblo y se produjeron asaltos al Palacio de las Tullerías, residencia real en París.

d) Convención o Terror

La nueva asamblea, la Convención Nacional, proclamó la república en 1792.

La Convención girondina

Inicialmente, el gobierno estuvo en manos de los girondinos, más moderados que los jacobinos. El primer problema que enfrentaron fue qué hacer con el rey Luis XVI. Finalmente, fue juzgado y condenado a muerte en la guillotina en 1793. La ejecución del monarca acentuó las divisiones en la Convención y dio impulso a una coalición europea antirrevolucionaria.

Los jacobinos, liderados por Robespierre, reclamaban reformas sociales y económicas igualitarias. Sin embargo, el gobierno girondino se negaba a aplicar medidas tan radicales. Los jacobinos creyeron que había llegado el momento de tomar el poder.

La Convención jacobina: el Terror

En junio de 1793, los jacobinos arrestaron y ejecutaron a algunos de los principales dirigentes girondinos e inauguraron la etapa de la Convención jacobina. Aprobaron una nueva Constitución y el sufragio universal masculino. Se estableció un gobierno revolucionario e inició una política conocida como el Terror.

Robespierre, líder de los jacobinos, concentró todos los poderes y tomó medidas excepcionales para eliminar a sus adversarios políticos. Se crearon tribunales revolucionarios que condenaron a muerte a miles de personas acusadas de traición o contrarrevolución. También se implantaron una serie de reformas sociales, como la abolición de la esclavitud en las colonias francesas y la redistribución de tierras.

e) Reacción termidoriana

A mediados de 1794, la situación comenzó a cambiar. El ejército francés vencía al enemigo exterior y la población empezaba a recuperarse de la crisis. Sin embargo, los más radicales, liderados por Robespierre, se aislaron y eliminaron a sus adversarios dentro del propio bando jacobino.

En julio de 1794, los enemigos de Robespierre se unieron y consiguieron detenerlo y ejecutarlo. Este golpe de estado se conoce como la Reacción Termidoriana. Se inició la tercera etapa de la Convención, marcada por un giro hacia la derecha. Se aprobó una nueva Constitución que restableció el sufragio censitario y creó un nuevo poder ejecutivo, el Directorio.

Unificación de Alemania

En 1815, tras la derrota de Napoleón, el territorio alemán estaba dividido en 39 estados. El Congreso de Viena los agrupó en la denominada Confederación Germánica, presidida por Austria.

Prusia, con un creciente poderío económico y militar, se convirtió en el eje de la unificación. En 1834, organizó una unión aduanera en la que no participaba Austria. El avance del nacionalismo quedó patente en la revolución de 1848, cuando un parlamento reunido en la ciudad de Frankfurt le ofreció la corona de una Alemania unificada al rey de Prusia, pero este no aceptó.

El nacimiento de una gran potencia

A partir de 1862, el rey de Prusia Guillermo I y su canciller Otto von Bismarck aceleraron el proceso de unificación, que se realizó por la vía militar. En 1866, tras la victoria sobre Austria en la batalla de Sadowa, Prusia creó la Confederación de la Alemania del Norte.

En 1870, tras la victoria sobre Francia en la batalla de Sedán, los estados alemanes del sur se unieron a la Confederación. En 1871, nacía el Imperio Alemán (el Segundo Reich), cuyo emperador fue Guillermo I. Alemania se convertía así en una gran potencia europea.

Unificación de Italia

Situación inicial: Un mosaico de estados

En el siglo XIX, la península italiana estaba dividida en diversos estados. Algunas zonas de Italia estaban incluso bajo la dominación extranjera. La existencia de una lengua común era la base de las peticiones de unidad. En todas las revoluciones de la primera mitad del siglo XIX se produjeron revueltas nacionalistas, pero no tuvieron éxito.

Finalmente, la iniciativa de la unificación partió del reino de Piamonte, gobernado por el rey Víctor Manuel II. Su primer ministro, Camillo Benso di Cavour, logró que el emperador francés Napoleón III apoyara las demandas italianas.

Proceso de Unificación

El proceso de unificación de Italia fue principalmente militar. En 1859, la armada franco-piamontesa derrotó a los austriacos en las batallas de Magenta y Solferino. Una vez alcanzada la paz en el norte, el republicano Giuseppe Garibaldi, encabezando un ejército de voluntarios conocido como los»Camisas Roja», conquistó los estados del sur.

Las tropas de Piamonte ocuparon la Italia central para impedir que Garibaldi entrara en Roma. En 1861, se proclamó el reino de Italia, cuyo primer rey fue Víctor Manuel II. Solo Venecia y los Estados Pontificios quedaron fuera del reino, al que se incorporaron en 1866 y 1870, respectivamente.

Expansionismo Japonés

Tras la revolución Meiji de 1868, Japón puso fin al feudalismo e inició un proceso de modernización económica. El Estado se convirtió en el impulsor del desarrollo económico con el objetivo de convertir a Japón en una potencia industrial.

A finales del siglo XIX, Japón se había convertido en una potencia imperialista, que rivalizaba con las europeas por el control de Asia. El expansionismo exterior japonés tenía como objetivos:

  • Abastecerse de materias primas y alimentos.
  • Defenderse del avance de otras potencias como China y Rusia.
  • Expandir su influencia política y económica en la región.

Corea y Manchuria se convirtieron en los principales objetivos del expansionismo japonés. En 1894, Japón intervino en Corea para contrarrestar la influencia china, lo que provocó la guerra chino-japonesa. La victoria de Japón le permitió obtener la isla de Formosa (Taiwán) y la península de Liaodong (en Manchuria), aunque la presión internacional le obligó a renunciar a esta última.

El expansionismo nipón se enfrentó también a los rusos en Manchuria. En 1904, Japón declaró la guerra a Rusia y derrotó a su ejército en la guerra ruso-japonesa. Tras esta victoria, Japón se consolidó como una potencia imperialista en Asia.

Desembarcamiento de África

A finales del siglo XIX, las potencias europeas, sobre todo Gran Bretaña y Francia, se lanzaron a conquistar y colonizar el continente africano.

El proyecto británico trató de conectar el norte con el sur de África mediante el ferrocarril El Cairo-El Cabo, con el objetivo de dominar la fachada oriental del continente y controlar el océano Índico. Gran Bretaña obtuvo en esta carrera algunos de los mejores territorios, ricos en productos minerales (diamantes, oro…) o de gran valor estratégico (territorio de Suez, donde se construyó el canal).

El proyecto francés pretendía ejercer el dominio de una franja que se extendía en sentido este-oeste. Desde sus posesiones en Argelia, dominó el norte de África (Marruecos y Túnez) y se extendió hacia Sudán, donde acabaría enfrentándose con los británicos.

A la rivalidad entre Francia y Gran Bretaña se añadió la acción del rey de Bélgica, Leopoldo II, que encargó la exploración de la zona del Congo. Por último, los comerciantes alemanes se instalaron en África central y esa área se convirtió en una zona de conflicto entre las potencias europeas.

Ante esta situación, en 1885, el canciller alemán Bismarck convocó una Conferencia Internacional en Berlín, a la que asistieron 14 países europeos. Como resultado, se elaboró un acta que estipulaba algunas condiciones para la expansión colonial en África: garantizaba la libre navegación por los ríos Níger y Congo, y establecía los principios para ocupar los territorios africanos.

A los imperios francés e inglés se añadieron los intereses alemanes y los portugueses. Italia y España consiguieron pequeños territorios. Los enfrentamientos entre las potencias coloniales se sucedieron.

El primer conflicto importante fue la guerra de los bóers, que se desarrolló en dos fases (1880-1881 y 1899-1902). Ambas enfrentaron al Reino Unido con los colonos holandeses, llamados bóers, que se habían instalado en Sudáfrica en el siglo XVII y que huyendo de la ocupación británica se habían desplazado hacia el interior. El descubrimiento de importantes minas de oro en el territorio bóer impulsó a los británicos a invadir la región. Tras varios años de guerra, los británicos vencieron y se anexionaron las repúblicas bóers.

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