La Revolución Industrial
Inglaterra, promotora de la revolución
Una Revolución es un cambio significativo e irremediable que transforma definitivamente aspectos relevantes de la sociedad. La Revolución Industrial fue muy importante, ya que a partir de ella las sociedades fueron capaces de multiplicarse de manera constante, rápida e ilimitada.
El proceso industrializador que se produjo en Inglaterra a partir del siglo XVIII necesitó la movilización de muchas personas y recursos materiales. Para el desarrollo de la economía industrial hacía falta un gran número de trabajadores, enormes cantidades de materias primas y grandes mercados. A su vez, el desarrollo industrial implicó una gran disminución de la población rural y el aumento de la población urbana.
Para poder lograr esto, Inglaterra implementó muchos cambios en la producción agropecuaria y en la economía monetaria, y utilizó dos recursos naturales en abundancia: el carbón y el hierro. Sin estos recursos, el proceso habría sido muy lento y dificultoso.
Revolución agrícola del siglo XVIII
La propiedad de la tierra en las zonas rurales se dividía en dos formas: la tenencia individual y la tenencia colectiva. Las tierras comunales o colectivas eran bosques, aguadas y terrenos sin uso. Todos los jefes de familia tenían derecho a trabajar en ellas. Sin embargo, esto trajo varios conflictos.
Mientras las comunidades buscaban defender sus derechos sobre las tierras colectivas, los terratenientes pretendían apropiarse de ellas para aumentar sus riquezas y obligar a los campesinos a trabajar para ellos.
Este conflicto se definió a favor de los propietarios gracias a las leyes de cercamientos. Estas leyes establecían que las tierras debían ser cercadas, y si no lo hacían, los propietarios eran obligados a desprenderse de ellas. Entonces, algunos fueron obligados a vender sus posesiones. Como consecuencia de esto, la producción comunal casi desapareció. Así, los terratenientes lograron aumentar sus propiedades, asegurándose de ser los únicos que podían decidir sobre ellas. De esta manera, muchos pobladores fueron desalojados. La expulsión significó perder la capacidad de producir, y la gran mayoría debió migrar.
Otro cambio importante fue la forma de organizar la producción. Comenzaron a difundirse técnicas que mejoraban la productividad de la tierra. Una de ellas fue la rotación de cultivos, en la que se alternaban los cultivos para que se aireara la tierra y no se agotara, evitando tener que dejarla durante un año en barbecho.
Por último, luego de un tiempo comenzaron a incorporarse las primeras sembradoras, segadoras y trilladoras mecánicas, y se mejoraron los arados al reemplazar los de madera por los de hierro. Estas innovaciones en la maquinaria agrícola permitieron ampliar la capacidad productiva con menor cantidad de trabajo.
Aumento de población y crecimiento de las ciudades
La revolución agrícola permitió el desarrollo de varias cuestiones serias. Primero, estuvo el aumento de la productividad del trabajo agrícola, permitiendo mayor disponibilidad de alimentos y materias primas. Gracias a esto, Inglaterra vivió un enorme crecimiento poblacional. La tasa de natalidad aumentó y la mortalidad disminuyó. Los cambios en el campo provocaron la expulsión de miles de campesinos que emigraron a las ciudades y se emplearon en las fábricas. Se avanzó en la mecanización de las relaciones laborales.
Esto trajo consecuencias, ya que los trabajadores urbanos debieron recurrir al mercado para conseguir alimentos y bienes, por lo tanto, surgió el mercado interno.
Junto con el crecimiento de las ciudades inglesas, se desarrolló una infraestructura para el transporte, como caminos, canales fluviales y rutas marítimas, que conectaba las ciudades portuarias y facilitaba los intercambios de mercancía.
La economía monetaria y el espíritu emprendedor
En Gran Bretaña, el uso de la moneda estaba muy difundido, lo que facilitaba las actividades comerciales, ya que se podían obtener importantes dividendos.
Los ingleses no consideraban que las tareas manuales fueran importantes para los sectores altos. Además, el racionalismo y la ilustración habían tenido un fuerte impacto, ya que fomentaron el estudio de la naturaleza y la resolución de los problemas mediante la incorporación de tecnología e innovaciones basadas en la experiencia práctica y el estudio sistemático. Algunos sectores, incentivados por el espíritu de empresa, se vieron motivados a arriesgar sus riquezas en las actividades con mayor margen de rentabilidad.
Los mercados coloniales
Gracias a la expansión colonial, Gran Bretaña contaba con mercados coloniales en todas partes del mundo, como en la India. A su vez, poseía vínculos entre sí. De sus colonias lograba obtener las materias primas para elaborar productos manufacturados que luego vendía en sus posesiones coloniales.
Gran Bretaña no solo contaba con un mercado interno, sino que también podía vender productos en su imperio colonial. Esto generó un aumento de la demanda de bienes manufacturados y una importante acumulación de capital que fue invertido en las primeras industrias.
Crisis y cambios
La Revolución Industrial provocó el paso de las sociedades basadas en la producción agraria y artesanal. Las sociedades resolvieron el problema de las principales causas de escasez de alimentos, pero ahora las crisis eran provocadas por la abundancia de mercados que generaron la saturación de estos.
La Revolución Industrial fue el proceso de cambio más importante desde el desarrollo de la agricultura y la ganadería. El proceso de industrialización tuvo un resultado paradójico, ya que la humanidad pasó a vivir en abundancia de bienes, pero grandes masas de la población vieron cómo su situación socioeconómica se deterioraba.
La industria textil
La producción textil fue la gran protagonista y el sector puntero de la Revolución Industrial. Fue la primera industria que atrajo grandes capitales e incorporó los nuevos inventos, ya que la revolución comenzó con esta industria. Los productos textiles son requeridos por toda la población, entonces de esta manera las mercancías textiles encontraban mercados fácilmente. Además, los productos se pueden almacenar y transportar con facilidad.
Uno de los primeros inventos que modificó esta industria fue la lanzadera volante (John Kay en 1733), que permitió tejer tejidos más anchos y acelerar el proceso de elaboración de la trama de tela.
La producción textil también implicaba el hilado, entonces la lanzadera generó una importante demanda de hilo. Este seguía siendo producido por los campesinos en sus casas con tornos de hilar. En 1760, James Hargreaves desarrolló la *Spinning Jenny*, una máquina que incorporaba varios husos, permitiendo confeccionar muchos hilos a la vez, sin embargo, seguía usando la fuerza del hilandero para funcionar.
Luego, Richard Arkwright creó la *Water Frame*, la cual no era accionada mediante la energía humana, sino por la fuerza hidráulica, y podía hilar varios husos a la vez. Pero el hilo era muy grueso para los telares y se necesitaba mucha agua, entonces Samuel Crompton mejoró la *Jenny* con dos innovaciones: incorporó una serie de rodillos que afinaban el hilo, y para moverla usó una máquina de vapor. La *Mule Jenny* permitía producir muchísimos hilos finos y de una calidad superior. Estos eran más compatibles con el algodón, entonces este reemplazó a la lana.
Pero ahora había abundancia de hilos frente a la capacidad de los telares. Entonces, el telar fue mejorado nuevamente por Edmund Cartwright en 1785, quien incorporó la máquina de vapor y otras pequeñas innovaciones, y así los telares mecánicos reemplazaron la tarea del tejedor.
El desarrollo técnico y tecnológico
Tecnologías que permitieron aumentar la productividad del trabajo humano.
Esa tecnología sencilla permite ahorrar mucho tiempo y esfuerzo, producir en serie y estandarizar los productos. Le posibilitó a la humanidad la capacidad de producir de forma casi ilimitada y en continuo crecimiento.
La máquina de vapor
Sin la máquina de vapor, la Revolución Industrial hubiera sido imposible. Gracias a este invento se pudo desarrollar un mecanismo que permitió mover las máquinas sin el uso de la tracción animal o humana.
La energía del vapor resultaba más fácil de producir y controlar. Entonces, en 1712, Thomas Newcomen realizó algunas mejoras en las máquinas de vapor utilizadas para extraer el agua que se acumulaba en las minas de carbón. Luego, en 1769, James Watt perfeccionó la máquina y la hizo más eficiente, ahora ahorraba mucha energía y se adaptaba fácilmente a distintas tareas.
Esto funcionaba debido a que el vapor se generaba calentando con carbón una caldera llena de agua. El vapor ejercía presión a partir de una serie de conductos que permitían mover ruedas, poleas y engranajes, dándoles movilidad a distintos tipos de maquinarias antes impensadas.
Esta no necesitaba descansar y podía estar en funcionamiento durante muchas horas y soportar diversos tipos de climas.
Esta fue incorporada a la industria textil y usada para mover vagones sobre rieles cargados de carbón y otros productos. Robert Fulton y otros ingenieros la aplicaron y crearon los primeros barcos de vapor y locomotoras. De esta manera, se revolucionó el transporte y la economía mundial.
La máquina de vapor requirió conocimientos teóricos y sumas de capital para crearla. La desarrollaron ingenieros financiados por grandes comerciantes.
Las industrias del hierro y del carbón
Con la expansión de la máquina de vapor en la industria textil, aumentó la demanda del carbón. La máquina también era utilizada en las minas, donde comenzaron a usarla para subir y bajar las vagonetas repletas de mineral.
Otra industria que se desarrolló fue la metalúrgica. Las maquinarias demandaban muchas cantidades de hierro, y esto le dio impulso a una industria central para el desarrollo de un país capitalista. Más adelante, ambas industrias se expandieron con la creación del ferrocarril, que potenció la demanda de hierro y de carbón. De esta manera, la Revolución Industrial provocó un proceso de retroalimentación de industrias, ya que la demanda de una generaba el desarrollo de otras.
El surgimiento de las fábricas
El aumento de la demanda de productos textiles había impulsado la producción rural a domicilio. Los comerciantes compraban la materia prima para dárselas a campesinos y artesanos. Ellos producían los bienes en sus casas y luego el comerciante retiraba los textiles realizados y los comercializaba.
Más tarde, el aumento de la demanda de bienes manufacturados y las migraciones de trabajadores del campo a la ciudad promovieron el surgimiento de las fábricas. Se llegó a este tipo de establecimiento debido a que la venta de productos textiles se convirtió en un negocio lucrativo y también muy competitivo. Por eso, los comerciantes comenzaron a buscar la manera de disminuir costos, elevar la productividad del trabajo y aumentar sus tasas de ganancia. Así, comenzaron a incorporar grandes y pesadas máquinas y a concentrar trabajadores en grandes talleres. El desarrollo de las fábricas comenzó a dejar fuera del mercado a los viejos artesanos que trabajaban en sus casas, y esto provocó el fin de los gremios de artesanos. Ahora, estas cuestiones pasaban a ser definidas por la oferta y la demanda del mercado y controladas por los dueños de la fábrica. Los trabajadores dejaron de controlar el proceso productivo y se convirtieron en simple mano de obra que se alquilaba a cambio de un salario por un determinado tiempo.
El trabajo en las fábricas
Las condiciones de trabajo en las fábricas eran muy duras. La disciplina laboral y el reloj fueron los primeros enemigos de los trabajadores, quienes al ser migrantes rurales estaban más acostumbrados a los ritmos de la naturaleza.
Sin embargo, ellos trabajaban en pésimas condiciones, entonces para poder cambiarlas los trabajadores comenzaron a formar asociaciones llamadas sindicatos que buscaban defender sus intereses y mejorar las condiciones de vida de los trabajadores.
El ludismo fue una de las primeras formas de protesta obrera. Consistía en manifestaciones muy desorganizadas donde los trabajadores reclamaban fuentes de trabajo para los desocupados y salarios más justos.
Las primeras ciudades industriales
El gran crecimiento demográfico y el desarrollo de las fábricas cambiaron las ciudades para siempre. A medida que las ciudades industriales comenzaron a surgir, aparecieron muchos problemas. Con el desarrollo de la urbanización, se agudizó la separación entre las clases acomodadas y las clases obreras.
Alrededor de las fábricas se establecieron suburbios obreros donde las condiciones de vida eran muy deficientes. El humo y el hollín de las industrias al quemar carbón, los basurales a cielo abierto, entre otros, provocaron serios problemas pulmonares y la difusión de enfermedades como el tifus. Al mismo tiempo, muchos de los que habían migrado a la ciudad no lograron conseguir trabajo y se transformaron en mendigos y vagabundos.
Por el contrario, las familias de los comerciantes fueron creando sus propios barrios residenciales. En estos barrios, las condiciones de higiene y seguridad eran mucho mejores. También la mayoría de las infraestructuras realizadas por el estado eran construidas en los sectores más pudientes.
De este modo, se fueron conformando los dos grandes sectores de la sociedad industrial capitalista. Los burgueses eran los dueños de los medios de producción y tenían capitales para invertir en actividades productivas. Y los obreros que habían sido desposeídos de sus tierras y de sus herramientas, lo único que tenían era su capacidad o fuerza de trabajo que vendían a cambio de un salario.
Entonces, si bien en términos económicos la Revolución Industrial fue un éxito, no fue así a nivel social.