La Revolución Rusa y la Unión Soviética (1917-1941)
La Rusia de los Zares
El Imperio Ruso, gobernado por el zar Nicolás II, era un vasto territorio con una economía agraria atrasada. El zar ejercía un poder absoluto, apoyado por una burocracia, un ejército y la Iglesia Ortodoxa.
El Crecimiento de la Oposición
La industrialización y la difusión de ideas liberales y obreristas llevaron al crecimiento de la oposición al zarismo. Surgieron movimientos populistas, anarquistas y marxistas, como el Partido Socialdemócrata Ruso liderado por Lenin.
La Revolución de 1905 y los Intentos de Reforma
La derrota en la guerra ruso-japonesa y las malas condiciones de vida provocaron la Revolución de 1905. El zar reprimió la revolución, pero emprendió algunas reformas, como la convocatoria de una Duma y una reforma agraria.
La Revolución de Febrero de 1917
La participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial agravó las dificultades económicas y sociales. En febrero de 1917, estallaron protestas populares que llevaron a la abdicación del zar y al establecimiento de un gobierno provisional.
El Doble Poder
El gobierno provisional mantuvo a Rusia en la guerra y no abordó las demandas de los soviets, controlados por los bolcheviques. Esto creó un»doble pode» entre el gobierno y los soviets.
La Revolución de Octubre de 1917
En octubre de 1917, los bolcheviques liderados por Lenin tomaron el poder en la Revolución de Octubre. Establecieron un nuevo estado basado en el poder de los soviets: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
La Era de Lenin y Stalin
Tras la muerte de Lenin en 1924, Stalin asumió el poder y gobernó la URSS con mano de hierro. Colectivizó la economía, implementó planes quinquenales para fomentar la industrialización y desarrolló un culto a su personalidad.
La URSS se convirtió en una gran potencia económica y militar, pero también en una dictadura opresiva. La Unión Soviética existió hasta 1991, cuando se disolvió tras una serie de reformas políticas y económicas.