LA II REPUBLICA: El último gobierno de la monarquía, del almirante Aznar, convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Republicanos y socialistas las plantearon como un plebiscito a favor o en contra de la monarquía. El triunfo en las grandes ciudades, menos influidas por el caciquismo, se interpretó como un rechazo a la monarquía. El 14 de abril Niceto Alcalá-Zamora proclamaba la República española, exigiendo al Rey el abandono del país. Se formó un gobierno provisional basado en el comité revolucionario del Pacto de San Sebastián con representantes de la derecha republicana (Alcalá Zamora, Maura), de centro (Lerroux), republicanos de izquierda (Azaña), socialistas (Fernando de los Ríos, Indalecio Prieto, Largo Caballero) y un republicano gallego y otro catalán. Este gobierno realizó una serie de reformas inmediatas que se concretarían en el bienio progresista acerca del debate territorial, la miseria agraria, la educación, el ejército y el orden público, creando la guardia de asalto. En estos primeros meses la República tuvo que enfrentarse a una caída de la bolsa y a un sector de la Iglesia. Los graves incidentes provocados por grupos de extrema izquierda trajeron consecuencias desastrosas al deteriorar las relaciones con la Iglesia además de ensuciar la imagen de la república. LA CONSTITUCION: El gobierno provisional también convocó elecciones a cortes constituyentes el 28 de junio. El triunfo fue para la coalición republicano-socialista. Las Cortes elaboraron la primera constitución republicana de España, que la definía como “República democrática y laica”. Contenía una amplia declaración de derechos y libertades: derecho de voto de mujeres, matrimonio civil, divorcio, educación primaria obligatoria y gratuita. También posibilitaba la expropiación forzosa por utilidad social y las autonomías de territorios. Los temas más conflictivos fueron el debate sobre la organización territorial del estado, aceptando en la Constitución estatutos de autonomía para las regiones y la separación Estado-Iglesia. Se estableció una radical división de poderes: el Congreso de los Diputados, una sola cámara tenía el poder legislativo; el ejecutivo recaía sobre el gobierno, nombrado por un presidente de la República (Alcalá Zamora hasta el 36); y la justicia se basaba en la autonomía e independencia. El problema fue que esta Constitución nació un 9 de diciembre de 1931 sin consenso de todas las fuerzas políticas. EL BIENIO REFORMISTA: Alcalá Zamora fue nombrado presidente y encargó a Manuel Azaña formar gobierno, que optó por la alianza de republicanos de izquierda y socialistas. La instauración de la república coincidió con la crisis mundial del crack del 29 y dificultó la realización de las reformas, intensificando la conflictividad social. Estas reformas sucedieron en diferentes ámbitos: -Reforma del ejército, que trató de conseguir un ejército moderno, eficaz y profesional, reduciendo la macrocefalia y estableciendo la primacía del poder civil. – Reforma religiosa: para establecer la separación Iglesia-Estado y reducir la influencia de ésta sobre la sociedad desarrollo leyes como la del divorcio, dejaba de realizar aportaciones a la Iglesia y cerraba centros docentes religiosos. – Reforma educativa: se trató de hacer una educación gratuita y laica, creando escuelas y dotándolas de maestros formados y extender la cultura popular mediante Misiones pedagógicas. – Reformas laborales: Largo Caballero se encargó de la política social y laboral, mediante las leyes de contratos de trabajo, de jurados mixtos y la Ley de Asociaciones obreras, para mejorar condiciones de vida y trabajo. – Estatutos de autonomía, mediante una organización territorial que satisficiera las aspiraciones de los nacionalistas. En Cataluña, la presión de éstos logró crear un gobierno propio, la Generalitat, que redactó el Estatuto de Nuria y fue aprobado a raíz del golpe fracasado de Sanjurjo. Otras regiones también aspiraban a la creación de sus propios Estatutos de autonomía.
REVOLUCION DE OCTUBRE DEL 34: La entrada de 3 ministros cedistas en el gobierno en octubre del 34 supuso la señal del levantamiento socialista. Largo Caballero convocó una huelga general en las principales ciudades, aunque no obtuvo apoyos. Lluis Companys decretó el Estado Catalán, pero al no ser secundado por sindicatos, fue abortado tras una débil resistencia y se suspendió el estatuto. Solo en Asturias se produjo una auténtica revolución social, iniciada en los centros mineros y defendida por UGT, CNT y comunistas. Para sofocarla, el gobierno declaró el estado de guerra y recurrió al ejército de Marruecos que realizó una fuerte represión. La revolución supuso la crisis del gobierno y Lerroux accedió a formar gobierno en 1935 con mayoría de ministros de la CEDA, desmontando las reformas. Gil Robles reorganizó el ejército con mandos de dudosa fidelidad a la república y se planeó una reforma constitucional. Pero antes de revisar la constitución estalló una crisis en el Partido Radical, a raíz de los escándalos de corrupción del estraperlo y el asunto Nombela. Alcalá Zamora, tras un gobierno sin apoyos parlamentarios, disolvió las cortes y convocó elecciones. FRENTE POPULAR: En las elecciones de febrero de 1936 se mostró un equilibrio entre los dos bloques antagónicos en los que se había dividido España. Ganó la izquierda, que se había presentado en la coalición electoral del Frente Popular (republicanos, socialistas y comunistas) y defendía las reformas y amnistía para los encarcelados, mientras que la derecha se presentó desunida. El gobierno, que estuvo compuesto sólo por republicanos de izquierda, con apoyo socialista en el parlamento, adoptó medidas urgentes de amnistía, se restableció la autonomía catalana y se reanudó el proceso reformista en los ámbitos religioso, social y militar, mientras que la reforma agraria volvía a ser un asunto de confrontación con jornaleros y propietarios. Pero las nuevas cortes destituyeron a Alcalá Zamora, rechazado por izquierda y por derecha, y fue sustituido por Azaña, pasando el gobierno a Casares Quiroga. Este débil gobierno se vio desbordado por la crisis económica, la hostilidad de prensa y sectores católicos, por una oleada de huelgas y los pocos en las Cortes. En la calle aumentaba la tensión social entre militantes de izquierda y de derecha, con asesinatos de dirigentes. Ya desde el triunfo del Frente Popular se venía organizando una doble conspiración militar (Unión Militar Española) y civil (políticos ultraderechistas) que el gobierno trató de desarticular mediante cambios y traslados en los altos mandos del ejército (Mola, Franco, Goded). Pero la conspiración, con el apoyo de alfonsinos, carlistas y falangistas prosiguió, dirigida por el General Mola, que pretendía una sublevación con una violenta represión. El asesinato de Calvo Sotelo, el 13 de julio, como represalia por el asesinato del teniente Castillo aceleró el proceso y el 17 de julio comenzó la sublevación en Marruecos, que derivó en una trágica y sangrienta guerra civil. – Reforma Agraria. Fue la obra de más envergadura. La Ley de Reforma Agraria pretendía la modernización técnica, acabar con el latifundismo y redistribuir la propiedad de una tierra mal repartida mediante la expropiación de tierras. Solo pudo ser aplicada por la reacción republicana tras el intento golpista de 1932, mediante el Instituto de Reforma Agraria. La obra del bienio reformista provocó una fuerte oposición tanto en la izquierda como en la derecha. El anarquismo, organizado en la CNT y la FAI, protagonizó constantemente alteraciones del orden público. El gobierno, mediante la Ley de Defensa de la República podía suspender las garantías constitucionales. Fue usada con dureza en episodios como Castilblanco, Arnedo y sobre todo en 1933 en Casas Viejas, donde la Guardia Civil y la de Asalto se enfrentó a campesinos de la CNT. La matanza de Casas Viejas minó la credibilidad del gobierno y fue motivo de su caída.