La Segunda República Española (1931-1936): Triunfos y Crisis

La Segunda República Española (1931-1936)

9.1. La Proclamación de la Segunda República, el Gobierno Provisional y la Constitución de 1931. El Sufragio Femenino

En 1931, un año después de la dimisión de Primo de Rivera, la monarquía de Alfonso XIII cayó. La dictadura militar no logró establecer una alternativa política a la Restauración, fortaleciendo la oposición, especialmente entre las facciones republicanas. Figuras destacadas como Niceto Alcalá Zamora y Miguel Maura, previamente vinculados a los partidos liberales, se unieron a las filas republicanas debido al descontento con el sistema monárquico.

Las elecciones municipales de abril de 1931 se convirtieron en un referéndum contra la Monarquía. El éxito de las candidaturas republicanas y socialistas, especialmente en zonas urbanas, llevó a la abdicación de Alfonso XIII y a la proclamación de la II República el 14 de abril de 1931. El Comité del Pacto de San Sebastián se convirtió en el Gobierno Provisional dirigido por Niceto Alcalá Zamora como presidente de la República y Miguel Maura como Ministro de Gobernación.

El Gobierno Provisional buscó reformar el sistema socioeconómico y político, comprometiéndose a formar unas Cortes Constituyentes para elaborar una nueva Constitución. Se abordaron cuestiones como:

  • La regulación de la jornada laboral en la agricultura.
  • La reforma electoral para limitar el caciquismo.
  • La reducción del poder militar en el ámbito civil.
  • La supresión de la obligatoriedad de la enseñanza religiosa.

La instalación de la República no fue fácil, enfrentándose a problemas heredados, como los nacionalismos periféricos, destacando la proclamación de la República Catalana independiente por Francesc Maciá. Además, la Iglesia, ligada a la monarquía conservadora, y el anarquismo a través de la CNT, generaron tensiones. Desde el inicio de la República, la sociedad se polarizó, dando lugar a conflictos entre diferentes sectores.

En las elecciones a Cortes Constituyentes del 28 de junio se eligió un diputado por cada 50.000 habitantes y se redujo la edad de voto a 23 años. Aunque las mujeres podían ser elegidas, no tenían derecho a voto. La participación fue del 70%, siendo más baja en áreas anarquistas. El gobierno provisional de izquierdas obtuvo una clara victoria con 279 escaños frente a los 160 del centro-derecha.

Las nuevas Cortes Constituyentes elaboraron una nueva constitución aprobada el 9 de diciembre de 1931. Destacan aspectos como:

  • La definición de España como una república democrática y de trabajadores.
  • El poder ampliado de las Cortes.
  • La separación de la jefatura del Estado y Gobierno.
  • La posibilidad de autonomías regionales.
  • Amplias declaraciones de derechos ciudadanos.
  • La subordinación de la propiedad privada a los intereses de la economía nacional.

También otorgó importancia a la educación como función primordial del Estado, declaró la laicidad del Estado, prohibió a la Iglesia ejercer la industria, el comercio y la enseñanza, y estableció la posibilidad de nacionalizar empresas o sectores económicos.

Con la llegada de la República en 1931 destaca la participación política de las mujeres, un derecho demandado por el movimiento sufragista. En las elecciones a Cortes Constituyentes de 1931, se produce un avance inicial: aunque las mujeres no pueden votar, sí tienen la posibilidad de ser elegidas. Este hito se refleja con la presencia de dos diputadas en el Congreso, Clara Campoamor y Victoria Kent, representantes de partidos radicales y socialistas. Durante el debate constitucional, Campoamor abogó por el voto femenino, mientras que Kent sugirió retrasarlo, argumentando la supuesta falta de preparación de las mujeres, lo cual, según ella, beneficiaría electoralmente a la derecha. Finalmente, el 1 de octubre de 1931, los partidarios del voto femenino prevalecieron con 161 votos a favor y 121 en contra. Dos meses después, en una segunda votación, el sufragio femenino se consolidó definitivamente con solo 4 votos de diferencia, quedando registrado en el artículo 36.

Los eventos en Asturias deterioraron la convivencia nacional y llevaron a la declaración del Estado de guerra, represión, censura y suspensión de autonomía en Cataluña. La izquierda se unió, y el gobierno se volvió más conservador con la incorporación de la CEDA. En la etapa cedista, se revirtieron las reformas del bienio anterior, destacando la Ley de Amnistía, limitaciones en la ley sobre congregaciones religiosas, restablecimiento parcial del pago a sacerdotes y modificaciones en la Ley Agraria.

La predominancia derechista finalizó en septiembre de 1935 con el escándalo del «estraperlo», revelando corrupción en el Partido Radical y llevando a su salida del gobierno. Ante la disyuntiva de formar gobierno con Gil Robles o disolver el Parlamento, el Presidente de la República optó por lo segundo, marcando la segunda vez que disolvía el Parlamento.

En el contexto de la convocatoria de elecciones programadas para el 16 de febrero de 1936 en España, emergieron dos coaliciones políticas fundamentales. Por un lado, se encontraba el Frente Popular, integrado por republicanos, nacionalistas de izquierda, socialistas y comunistas. Los anarquistas no se integraron. Por otro lado, la Derecha se presentó de manera fragmentada, siendo la CEDA el principal partido. Junto con grupos de extrema derecha que abogaban por la eliminación de la República, como:

  • La Falange Española de las JONS.
  • La Comunión Tradicionalista.
  • El Bloque Nacional de Calvo Sotelo.

Las elecciones se llevaron a cabo en un clima de gran tensión y alcanzaron la más alta participación electoral. A pesar de que la suma de votos de la derecha y el centro superaba ligeramente a la del Frente Popular, la distribución de escaños favoreció significativamente a la izquierda, alcanzando la mayoría absoluta con el 59% de los escaños. Manuel Azaña lideró un gobierno republicano, excluyendo la participación de los socialistas. Las medidas acordadas incluyeron la reanudación de la política educativa, el restablecimiento de la autonomía catalana y la promoción de nuevas autonomías como la vasca y la gallega. Además, se implementó una amnistía para los participantes en los sucesos de octubre de 1934 y se continuó con la reforma del ejército. En mayo, las Cortes destituyeron a Alcalá Zamora y nombraron a Azaña presidente. Sin embargo, esto limitó la capacidad de acción del gobierno, ya que Santiago Casares Quiroga carecía de la misma habilidad política.

El nuevo Gobierno se vio enfrentado a diversos desafíos, como la radicalización social con tensiones laborales y más de 200 muertos en luchas callejeras entre militantes de extrema izquierda y derecha. Adicionalmente, se gestaron maniobras golpistas por parte de la derecha, lideradas por el general Mola, quien organizó un plan para liquidar la República. El asesinato de José Calvo Sotelo en julio de 1936 actuó como catalizador, precipitando la sublevación militar del 17 y 18 de julio. A pesar del fracaso inicial del golpe, se desencadenó la Guerra Civil Española.

La Guerra Civil Española (1936-1939)

10.1. La Guerra Civil: Aproximación a la Historiografía sobre el Conflicto. Desarrollo de la Guerra y Consecuencias.

La historiografía de la Guerra Civil española ha evolucionado desde la glorificación nacionalista en la posguerra hasta la crítica del «fracaso» de la Segunda República en los años sesenta y setenta por autores anglosajones como Gabriel Jackson. Durante la transición democrática, hubo un aumento en la producción historiográfica que exploraba nuevos aspectos del conflicto con autores como Paul Preston. En años recientes, se han reeditado obras clásicas y han surgido nuevos enfoques.

La sublevación militar se justificó como respuesta al deterioro del orden público y la amenaza de una revolución bolchevique. La sublevación comenzó a prepararse en marzo de 1936. El general Mola organizó el levantamiento y buscó apoyo económico (Juan March) y político de la extrema derecha (FE de las JONS, Bloque Nacional, Comunión Tradicionalista y la CEDA). Mola defendió la necesidad de un golpe de estado violento a través de la división del ejército y la fuerza de las asociaciones obreras y campesinas, esto generó duda en Franco. Finalmente, los sublevados escogieron como jefe militar al general Sanjurjo, exiliado en Portugal. El golpe fracasó. El asesinato de José Calvo Sotelo desencadenó la rebelión del 17 de julio, liderada por Franco desde Marruecos, que se puso al frente del ejército. El 18 de julio se alzó en Sevilla el general Queipo de Llano y se declaró el estado de guerra en el resto del país. Los sublevados tomaron el control de Marruecos, Canarias, Baleares, Galicia, Álava, Navarra, Castilla-León, y parte de Aragón y Andalucía. Sin embargo, la rebelión fracasó en las grandes ciudades (salvo Sevilla y Zaragoza). El fracaso del golpe de Estado, llevó a la Guerra Civil y dejó a España dividida.

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