La proclamación de la República y el periodo constituyente
Las elecciones y el gobierno provisional
El 12 de abril de 1931 se celebraron elecciones municipales en España, mediante sufragio universal masculino. La participación fue muy alta y las candidaturas republicano-socialistas triunfaron en las grandes ciudades, en 41 de las 50 capitales de provincias. El 14 de abril por la mañana, los concejales electos de la localidad guipuzcoana de Eibar proclamaron la República. Ante la nueva situación, el rey Alfonso XIII decidió renunciar a la postetad real y ese mismo día abandonó el país, partiendo hacia el exilio. En Madrid, los representantes de los partidos firmantes del Pacto de San Sebastián constituyeron un gobierno provisional, que el mismo día 14 se presentó en el Ministerio de Gobernación, en la Puerta del Sol, y proclamó oficialmente la Segunda República Española. El gobierno provisional convocó inmediatamente elecciones a Cortes Constituyentes para el día 28 de junio. Paralelamente, el gobierno decretó una serie de medidas de extrema urgencia. Las elecciones generales del 28 de junio tuvieron una alta participación 70-114%. La victoria fue para la coalición republicano-socialista, que obtuvo 250 diputados sobre los 464 que componían la Cámara Baja.
La Constitución de 1931
El jefe del gobierno, Niceto Alcalá Zamora y los ministros del gobierno provisional. La Constitución de 1931 fue muy avanzada para su tiempo. Agrupaba los siguientes principios: el Estado y el poder legislativo. La Constitución incluía también una amplia declaración de derechos y libertades.
Las reformas del bienio de izquierdas (1931-1933)
La cuestión religiosa
Uno de los primeros objetivos de la República fue limitar la influencia de la Iglesia y secularizar la sociedad española. El proceso se completó con la Ley de Congregaciones de mayo de 1933, que limitó la posesión de bienes a las órdenes religiosas y previó la posibilidad de su disolución en caso de peligro para el Estado. El resurgimiento de los viejos movimientos populares anticlericales, que entre los días 11 y 12 de mayo de 1931 incendiaron conventos y edificios religiosos en varias ciudades.
La modernización del ejército
El gobierno republicano estaba convencido de que el ejército necesitaba una profunda transformación. Manuel Azaña, que desde la presidencia del gobierno asumió la cartera de Defensa, impulsó una reforma que pretendía crear un ejército profesional y democrático. Con esta finalidad se promulgó la Ley de Retiro de la Oficialidad de 1931, que establecía que todos los oficiales en activo debían prometer su adhesión a la República.
La reforma agraria
Una serie de primeros decretos, que perseguían proteger a los campesinos sin tierra y a los arrendatarios, establecieron la prohibición de rescindir los contratos de arrendamiento. Ley de Reforma Agraria aprobada por las Cortes en septiembre de 1932. La ley permitía la expropiación sin indemnización de las tierras de una parte de la nobleza.
La reforma del Estado centralista
En Cataluña el 14 de abril de 1931 Francesc Macià, presidente de Esquerra Republicana de Catalunya, había proclamado la República Catalana. A cambio de la formación de un gobierno autonómico provisional, Generalitat, cuya primera tarea sería la elaboración de un Estatuto de Autonomía. Una comisión quedó encargada de redactar el Estatuto, Estatuto de Nuria.
La obra educativa y cultural
El objetivo primordial era promover una educación liberal y laica y hacer del Estado el garante del derecho a la educación extendido, por primera vez en nuestra historia, a toda la población. Los dirigentes republicanos estaban convencidos de la necesidad de mejorar el nivel cultural de la población y hacer de la cultura un derecho para la mayoría. Las llamadas de Misiones Pedagógicas, formadas por grupos ambulantes de estudiantes, profesores e intelectuales, llevaban a las zonas rurales bibliotecas, coros, conferencias, cines y grupos de teatro como La Barraca, organizado por Federico García Lorca.
Las reformas laborales
El socialista Francisco Largo Caballero inició desde el Ministerio de Trabajo una serie de reformas para mejorar las condiciones laborales. Se aprobó la Ley de Contratos de Trabajo que regulaba la negociación colectiva y la Ley de Jurados Mixtos con el poder de arbitraje vinculante en caso de desacuerdo.
Los problemas de la coalición republicano-socialista
Una coyuntura económica desfavorable
El cambio de régimen coincidió con la fase más grave de la depresión económica mundial, iniciada con el hundimiento de la Bolsa de Nueva York, en octubre de 1929. La crisis mundial paralizó la emigración a América, que constituía una válvula de escape para el paro crónico de regiones como Galicia o Andalucía.
La conflictividad social
La voluntad revolucionaria de los partidos y sindicatos de izquierda agudizó los enfrentamientos. La CNT vio la ocasión idónea para su proyecto revolucionario y fomentó la conflictividad laboral y la insurrección campesina con la finalidad de destruir el orden burgués existente. A partir de 1933, cuando a los intentos revolucionarios de la CNT se sumó la UGT encabezados por Largo Caballero, organizó la Federación de Trabajadores de la Tierra. Las huelgas, las insurrecciones y las ocupaciones de tierras fueron en progresivo aumento. En 1932, los anarquistas propiciaron una sublevación de mineros en Cataluña y en 1933 de campesinos en Andalucía. Estos hechos produjeron un enorme desgaste del gobierno que se vio desacreditado como consecuencia de las duras medidas policiales adoptadas para establecer el orden público.
La reorganización de las derechas
El centro-derecha se reestructuró alrededor del Partido Radical de Lerroux que atrajo a grupos de empresarios, comerciantes y propietarios agrícolas, no tan opuestos a la República como a su carácter izquierda. La CEDA, surgida en 1933, contó rápidamente con un buen número de afiliados y con un líder indiscutible, José María Gil Robles. Renovación Española, José Calvo Sotelo, la Comunión Tradicionalista Carlista y muy especialmente los grupos fascistas de las JONS y Falange. Haciéndose eco de este malestar, el general Sanjurjo protagonizó un golpe de estado en agosto de 1931, con la pretensión de forzar el viraje de la República a la derecha, pero fracasó estrepitosamente. En 1933 se creó la Unión Militar Española (UMA) como una organización clandestina de militares derechistas y antirreformistas.
El bienio conservador (1933-1935)
Las elecciones de 1933: El gobierno de derechas
La izquierda se presentó a los comicios desnuda. La derecha se presentó unida y organizada. El resultado fue la victoria de los partidos de centro-derecha, lo cual inauguró dos años de gobierno conservador, también conocido como Bienio Negro. Dos fuerzas políticas obtuvieron los mejores resultados: el Partido Radical de Alejandro Lerrouz y la CEDA de Gil Robles.
La paralización de las reformas
El nuevo gobierno presidido por Alejandro Lerroux inició su mandato paralizando una buena parte del proyecto reformista anterior. En el campo se frenó la reforma agraria. La cuestión agrícola enfrentó también al gobierno central como la Generalitat de Cataluña, en manos de los republicanos de izquierda, a raíz de la promulgación en 1934 de la Ley de Contratos de Cultivo. Los propietarios catalanes, organizados alrededor de la conservadora Lliga Catalana, buscaron el apoyo de la mayoría conservadora en las Cortes. El gobierno central también se enemistó con los nacionalistas vascos al paralizar en las Cortes la discusión del proyecto de Estatuto Vasco impulsado por el PNV.
La revolución de octubre de 1934
Se produjeron huelgas y manifestaciones en algunas grandes ciudades para defender las reformas sociales, amenazadas por la acción del nuevo gobierno. En Asturias, los mineros protagonizaron una revolución social fruto del acuerdo previo entre anarquistas, socialistas y comunistas. En Cataluña, la revuelta tuvo un carácter más político que en Asturias. Contó con el respaldo del presidente de la Generalitat, Lluís Companys, sucesor de Francesc Macià muerto en 1933. Proclamó el 6 de octubre la República Catalana dentro de la República Federal Española al mismo tiempo que una alianza de partidos y sindicatos de izquierda organizaba una huelga general. Se declaró el estado de guerra y el ejército al mando del general Batet ocupó el Palacio de la Generalitat.
La crisis del segundo bienio
Se devolvieron las propiedades a los jesuitas y se nombró a Gil Robles ministro de la Guerra y a Francisco Franco jefe de Estado Mayor. Una fuerte crisis de gobierno estalló en el otoño de 1935. El Partido Radical se vio afectado por una serie de escándalos de corrupción como el caso del Estraperlo.
El triunfo del Frente Popular
Las elecciones de febrero de 1936
Para presentarse a las elecciones, los partidos de izquierda se agruparon en el Frente Popular, una coalición electoral basada en un programa común que defendía la concesión de una amnistía para los encarcelados por la revolución de octubre de 1934. Los partidos de derecha formaron distintas coaliciones constituidas por la CEDA, los monárquicos y los tradicionalistas (Bloque Nacional). Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República con gran oposición de la derecha y de buena parte del ejército, y Casares Quiroga jefe del gobierno.