La Segunda República Española y Canarias
El fin de la monarquía de Alfonso XIII
En enero de 1930, Alfonso XIII acogió de buen grado la dimisión de Primo de Rivera (el dictador perdió la confianza del monarca y de importantes sectores militares y económicos). Con el gobierno del general Dámaso Berenguer que le sucede (Dictablanda), el rey pretendió el retorno a la normalidad constitucional anterior al golpe de 1923. Pero el deterioro de la monarquía era tal que los planes para recuperar popularidad resultaron fallidos.
Las elecciones de abril de 1931
Las elecciones municipales convocadas por el gobierno del almirante Aznar (12 abril 1931) tenían para el régimen un carácter de plebiscito en el que se decidiría la continuidad o la caída de la monarquía.
El triunfo de las candidaturas republicano-socialistas dio lugar a la Segunda República Española; con un Gobierno provisional (presidido por Niceto Alcalá Zamora) y el rey camino del exilio.
Al igual que ocurriera en muchas zonas rurales de la Península, en nuestras islas la derrota de la conjunción republicano-socialista fue contundente (salvo en Santa Cruz de Tenerife y Guía de Isora donde vencieron los republicanos y en el Puerto de la Cruz los socialistas), lo que demostraba que los caciques seguían controlando el sufragio de las gentes del campo en Canarias.
La Constitución republicana de 1931
La República supuso la pérdida de poder político por parte de los sectores que lo habían detentado tradicionalmente. El grupo oligárquico tardaría en adaptarse a la nueva situación política, por lo que los diputados de izquierda lograron ocupar la mayoría de la Cámara en las Cortes Constituyentes.
En Las Palmas se votó al Partido Republicano Federal y a los socialistas, mientras que en las islas occidentales el Partido Republicano Tinerfeño (vinculado a Alejandro Lerroux) arrancó el mayor número de sufragios.
Aquellas Cortes elaboraron la Constitución de 1931:
- República democrática de trabajadores de toda clase.
- Bandera roja, amarilla y morada.
- No confesionalidad del Estado.
- Divorcio y, por primera vez, voto a la mujer.
Además, existía la posibilidad de organizar regiones autónomas o expropiar e indemnizar por utilidad común.
Las restricciones a las órdenes religiosas con supresión del presupuesto del clero del artículo 26 provocó una resistencia católica contra las leyes republicanas. Los obispos españoles harán pública su disconformidad, aunque ordenaban su acatamiento. Esta actuación hostil a la República provocaría una reacción anticlerical, que se saldó con la quema en mayo de 1931 de un centenar de edificios eclesiásticos en toda España (ninguno en Canarias) y con muchos sectores católicos volviendo hacia los partidos conservadores.
El Bienio Reformista de Manuel Azaña
Los gobiernos de izquierda
Llamamos Bienio Reformista a los dos años en que Manuel Azaña presidió los gobiernos integrados por ministros republicanos de izquierda y del PSOE. El Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux está en la oposición ganándose a los estratos sociales más modernos.
La actividad política se centró en solucionar problemas heredados; pero, por ejemplo, la Ley de Reforma Agraria solo afectará a territorios deprimidos por el latifundismo (Andalucía, Extremadura, Castilla) donde las expropiaciones se harán lentamente.
En Canarias no llegó a aplicarse pues «en estas provincias insulares no existe la acumulación viciosa de la propiedad». Quizá la desmovilización campesina contribuyera a mantener intactas las viejas formas de propiedad, sin que la reforma agraria se acercara a nosotros.
Otras medidas adoptadas por Azaña fueron la remodelación del Ejército, la separación de la Iglesia católica y el Estado y la concesión de un régimen autonómico para Cataluña.
Un año antes había sido aprobado el primer proyecto de «Estatuto Regional Canario», pero la escasa representatividad de los asistentes y el problema de la ubicación de la capital lo abortaron. Por su parte, las Cortes españolas rechazarán, en más de una ocasión, las propuestas autonómicas presentadas por los diputados canarios.
Educación y cultura
Desde los comienzos, la República abordó la labor de extender la educación y la cultura a las clases populares, en un país con elevado número de analfabetos (60%). La multiplicación de construcciones escolares, paralela a la creación de miles de plazas de maestros, se combinó con las «Misiones Pedagógicas», encargadas de hacer llegar a las zonas rurales de toda España bibliotecas.
Las Federaciones Obreras dotaron de libros y de frecuentes conferencias y mítines en Canarias. En concreto, la Agrupación Octubre (Federación de La Palma) dio vida a una misión pedagógica comprometida expresamente con la «cultura proletaria».
Conflictos sociales
La tarea reformadora republicana se vio contestada no solo por la reacción derechista (golpe militar fracasado del general Sanjurjo en 1932), sino también por amplios sectores de la clase obrera con huelgas para exigir mejoras laborales. La lucha de clases llegó a exteriorizarse de forma violenta (acontecimiento de Casas Viejas, donde la represión que siguió al levantamiento anarquista de enero de 1933 adquirió un alto grado de crueldad).
En nuestras islas, los sucesos de Hermigua en La Gomera, donde una huelga dejó tres muertos, alcanzará resonancia estatal. Se impuso la pena máxima a cinco encausados, aunque amnistiados más tarde, serían «desaparecidos» cuando se inició la Guerra Civil.