La Segunda República Española: Un Sueño Interrumpido

La Segunda República Española (1931-1936)

La Niña Bonita

Tras la caída de la monarquía de Alfonso XIII, España se adentró en un periodo de esperanza e incertidumbre con la proclamación de la Segunda República. Los primeros años estuvieron marcados por la euforia y la ilusión de construir un nuevo régimen democrático, pero pronto la situación se complicó.

La crisis económica mundial de 1929 golpeó con fuerza a España, aumentando la tensión social y debilitando al joven régimen republicano. En este contexto, se sucedieron una serie de acontecimientos que marcarían el destino del país.

El Gobierno Provisional

Tras la proclamación de la República, se formó un gobierno provisional que prescindió de la monarquía, considerándola un sistema caduco. Este gobierno estaba formado por figuras políticas destacadas como:

  • Niceto Alcalá-Zamora como presidente.
  • Miguel Maura.
  • Manuel Azaña.
  • Ministros socialistas.

A pesar de la aparente unidad inicial, pronto surgieron discrepancias entre los miembros del gobierno provisional. Las elecciones a Cortes Constituyentes de 1931 dieron la victoria a la izquierda de forma desequilibrada, lo que no reflejaba la realidad social de España en aquel momento.

La Constitución de 1931

La primera tarea de las nuevas Cortes fue la redacción de una nueva Constitución. La Constitución de 1931 fue un documento muy democrático e idealista, de izquierdas pero no socialista. Algunos de sus puntos clave fueron:

  • Definía a la República como una “comunidad de trabajadores de todas clases”.
  • Rechazaba la guerra como instrumento internacional.
  • Prohibía la salida de la Sociedad de Naciones sin el consentimiento de las Cortes.
  • Regulaba los derechos sociales.
  • Establecía el sufragio femenino.

Sin embargo, la mayoría de izquierdas en las Cortes impidió el consenso en cuestiones como la religión, lo que generó una fuerte oposición por parte de la derecha.

La Constitución establecía un Parlamento unicameral y un Tribunal de Garantías Constitucionales. El presidente de la República se elegía cada seis años, sin posibilidad de reelección inmediata, y era elegido por las Cortes.

El Bienio Reformista (1931-1933)

Con Alcalá-Zamora como presidente de la República y Azaña como presidente del gobierno, se inició un periodo de reformas que buscaban modernizar el país. Sin embargo, estas reformas no fueron del agrado de todos los españoles.

Reforma del Ejército

Se ofreció a los oficiales la posibilidad de retirarse con el sueldo íntegro, lo que redujo el número de efectivos. Se sometió al ejército al poder civil, se suprimió el Consejo Supremo de Justicia Militar y se eliminaron los ascensos por méritos de guerra.

Separación Iglesia-Estado

La Iglesia Católica fue uno de los principales focos de conflicto. Se suprimieron las órdenes de enseñanza religiosa, se permitió el divorcio y se secularizaron los cementerios. Estas medidas radicalizaron la lucha política y perjudicaron la estabilidad del régimen.

Cuestión Territorial

Se intentó resolver la cuestión territorial mediante la concesión de estatutos de autonomía. En 1932 se aprobó el Estatuto de Cataluña, pero el Estatuto Vasco no llegó a aprobarse por las Cortes.

Reforma Agraria

La reforma agraria fue una de las más importantes, pero también una de las más complejas. Despertó grandes expectativas entre los campesinos, que veían en la revolución la única salida a su situación. Sin embargo, la reforma se quedó en un intento y no logró satisfacer las demandas del campesinado.

Reformas Laborales

Se redujo la jornada laboral y se establecieron seguros sociales. Sin embargo, no se encontraron alternativas de empleo para los trabajadores afectados por la crisis, aunque las obras públicas paliaron en parte el paro.

Reforma Educativa

Se crearon 10.000 escuelas y se subió el sueldo a los profesores un 50%. Sin embargo, la retirada de la enseñanza religiosa generó un fuerte rechazo por parte de la Iglesia y sus seguidores.

A pesar de las buenas intenciones, las reformas del Bienio Reformista no lograron solucionar los problemas de fondo de España. La extrema derecha y la extrema izquierda conspiraron contra el régimen, dando lugar a sucesos violentos como el de Casas Viejas, donde fueron fusilados varios anarquistas.

El Segundo Bienio (1933-1936)

Las elecciones de 1933 dieron la victoria a la derecha católica, mientras que los republicanos perdieron gran parte de su apoyo. Las principales fuerzas políticas de este periodo fueron la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) y los radicales.

La CEDA era una coalición heterogénea que agrupaba desde católicos a socialistas y republicanos moderados. Esta falta de cohesión interna dificultó la labor de gobierno. Los gobiernos del Segundo Bienio fueron exclusivamente radicales.

La Revolución de Octubre de 1934

En octubre de 1934, la entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno provocó la protesta de la oposición de izquierdas. La izquierda republicana acusó a la CEDA de no creer en la República, aunque lo cierto es que eran un partido democrático. La situación se radicalizó y se produjo una sublevación armada.

En Cataluña, el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, proclamó la República Catalana, pero el intento fue rápidamente sofocado. En Asturias, la sublevación tuvo un carácter más social y contó con la participación de la UGT y la CNT. La revuelta fue brutalmente reprimida por el ejército, con un saldo de 1.500 muertos. La Revolución de Octubre de 1934 dejó profundas heridas en la sociedad española y anticipó la violencia que se desataría con la Guerra Civil.

Inestabilidad y Errores Políticos

El Segundo Bienio estuvo marcado por la inestabilidad política y los errores de gestión. La derecha no logró consensuar un programa de gobierno y la izquierda se radicalizó aún más tras la represión de la Revolución de Octubre. La extrema derecha aprovechó la situación para fomentar la violencia y el caos.

Las Elecciones del Frente Popular (1936)

En un contexto de creciente polarización política, se convocaron elecciones generales para febrero de 1936. La izquierda se presentó unida bajo la bandera del Frente Popular, una coalición que agrupaba a socialistas, comunistas, republicanos de izquierda y otros grupos antifascistas. El Frente Popular prometía restablecer la legalidad republicana, llevar a cabo reformas sociales y hacer frente a la amenaza fascista.

Las elecciones fueron muy reñidas, con un resultado muy ajustado a favor del Frente Popular. La victoria de la izquierda despertó una gran esperanza entre los sectores populares, pero también desató la alarma entre la derecha y la extrema derecha. La derecha, temerosa de que el Frente Popular llevara a cabo una revolución social, comenzó a conspirar para derrocar al gobierno legítimo.

La Pendiente Hacia la Guerra Civil

Tras la victoria electoral del Frente Popular, la situación política se deterioró rápidamente. La derecha se negó a aceptar el resultado de las elecciones y comenzó a conspirar abiertamente contra el gobierno. Se produjeron actos de violencia política, huelgas generales y un clima de inseguridad ciudadana. El gobierno del Frente Popular, débil y dividido internamente, se mostró incapaz de controlar la situación.

El asesinato del teniente Castillo, miembro de la Guardia de Asalto y próximo al Frente Popular, a manos de pistoleros de derechas, desencadenó una espiral de violencia. En represalia, un grupo de guardias de asalto y militantes socialistas asesinaron al líder de la derecha José Calvo Sotelo. Este crimen político fue el detonante definitivo de la Guerra Civil Española.

Conclusión

La Segunda República Española fue un intento fallido de construir un régimen democrático en un país profundamente dividido. La crisis económica, la polarización ideológica, la violencia política y la falta de consenso entre las fuerzas políticas fueron los principales factores que condujeron al fracaso de la República y al estallido de la Guerra Civil.

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