El Inicio de la República (1931)
La Segunda República, nacida en 1931, pretendía construir una sociedad moderna y democrática. Sin embargo, ni la impaciencia de las masas ni los representantes del viejo orden, ansiosos de recuperar su protagonismo, habrían de permitírselo. Se animaba a la Iglesia a colaborar con la República.
Las elecciones para las Cortes Constituyentes, celebradas el 28 de junio, dieron una aplastante mayoría a la conjunción republicano-socialista en casi todas las provincias, con excepción del País Vasco y Navarra. El Congreso, inclinado a la izquierda, incluía numerosos diputados sin experiencia política.
La Constitución de 1931
La redacción de una nueva Constitución fue la primera tarea de los diputados. Los debates alcanzaron su punto álgido al afrontar las relaciones Iglesia-Estado, provocando la primera crisis de gobierno. La nueva legalidad impuso la disolución de las órdenes religiosas consideradas peligrosas para el Estado y el fin del presupuesto del clero, en un escenario de separación entre el poder civil y el eclesiástico.
El Gobierno de Azaña
Con Manuel Azaña al frente, España se convirtió en un estado democrático, laico, con una única cámara, sufragio universal (incluidas las mujeres) y subordinación del derecho de propiedad.
Reformas del Gobierno de Azaña
El gobierno de Azaña se entregó a la tarea de sustituir los métodos y profesores religiosos por otros progresistas. Muchas de las medidas secularizadoras aprobadas se alineaban con la legislación de los países avanzados. A principios de 1933, cerca de 10.000 nuevas escuelas primarias manifestaban la apuesta del gobierno por la educación. Se aumentó el sueldo a los maestros y se buscó mejorar su preparación.
El gobierno republicano abordó la modernización del ejército, que adolecía de escasa formación y material anticuado. Azaña ofreció la jubilación anticipada a numerosos oficiales, disminuyó la jurisdicción militar en beneficio de la civil y cerró la Academia General de Zaragoza. Se limitó la primacía de los militares africanistas y se prestigiaron artillería e ingenieros. Se creó la Guardia de Asalto, una fuerza leal, entrenada como policía urbana.
Reforma Agraria
Buscando una distribución más justa de la propiedad y una mayor atención a sus rendimientos, el gobierno fortaleció a Azaña y aprovechó para aprobar la Ley de Bases de la Reforma Agraria, que autorizaba la expropiación con indemnización.
Política Laboral
Bajo la dirección del ministerio socialista, se llevaron a cabo reformas laborales como la extensión al campo de la jornada de 8 horas, la prolongación de los contratos de arrendamiento y el laboreo forzoso de tierras con braceros en paro. Esto supuso un incremento de las rentas del trabajo y del nivel de salarios, además de un descenso en la conflictividad.
Conflictos Regionales
Azaña forzó la aprobación del Estatuto de Cataluña. En el País Vasco, la división ciudadana respecto a la autonomía regional ofrecía un panorama distinto al de Cataluña, con nacionalistas y tradicionalistas presentando el Estatuto de Estella.
Crisis y Cambio de Rumbo (1933-1936)
Los vínculos de España con Europa se limitaban a la exportación de minerales y productos agrícolas. La depresión económica afectó a las clases medias, originando una caída de las exportaciones y una disminución de las compras que frenó la mecanización del país. El paro crecía y los emigrantes retornaban en masa. Se reformó el Banco de España.
La izquierda realizó numerosas huelgas y ocupaciones de tierras, provocando a la República y obligándola a responder con medidas policiales. Uno de los graves enfrentamientos tuvo lugar en Casas Viejas.
La derecha explotó el anticlericalismo de la República para organizar un poderoso movimiento de masas. Nació la CEDA, con la finalidad de reformar la Constitución, sobre todo en religión y enseñanza. Surgieron grupos fascistas contrarios al liberalismo y al marxismo.
Con la abstención de los anarquistas y una elevada participación católica, las elecciones se celebraron en plena crisis económica. La agitación social, la miseria, el desencanto con el reformismo de Azaña y la división de las izquierdas dieron un giro a la República. La derecha obtuvo un triunfo indiscutible.
Los sucesivos gobiernos revisaron en sentido conservador las reformas de Azaña, suspendiéndolas o rebajando las mejoras logradas por los trabajadores. Las Cortes dieron un respiro a la Iglesia, asegurando su actividad docente y la financiación pública. Los militares recuperaron protagonismo, lo que generó una respuesta violenta en la calle. La CNT declaró una huelga general.
En el País Vasco, cualquier oportunidad podía desatar el enfrentamiento. Ante lo que consideraban una agresión contra la República, las ejecutivas socialistas y ugetistas desataron una huelga general revolucionaria. Asturias, donde los trabajadores estaban unidos y preparados, se convirtió en el centro de la lucha armada. Las organizaciones proletarias asaltaron las casas cuartel de la Guardia Civil, y las represalias se extendieron por toda España.
Los gobiernos radical-cedistas acentuaron su política moderada, mientras en Europa crecían los fascismos. El comunismo internacional cambió de estrategia, formando el Frente Popular, una alianza del proletariado con las clases medias para frenar el fascismo.
El gobierno republicano se vio envuelto en escándalos financieros, lo que provocó la convocatoria de elecciones en 1936. El programa del Frente Popular, socialdemócrata y reformista, les otorgó la mayoría absoluta necesaria para gobernar.