La oposición a las reformas
Los conservadores
Se oponían a las reformas:
Jerarquía de la Iglesia Católica.
Grandes propietarios
Parte del ejército
Amplios sectores de las clases altas y medias
En 1932, un golpe de Estado del general Sanjurjo fue frenado por el gobierno. Las fuerzas de derechas se agruparon en la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), con José María Gil Robles al frente.
Además surge un grupo de carácter fascista, Falange Española (FE), dirigido por José Antonio Primo de Rivera. Los monárquicos (Calvo Sotelo) y los carlistas también se unieron a la oposición.
Los obreros
La lentitud de las reformas adoptadas, sobre todo la reforma agraria, incomodaron a jornaleros y obreros que querían reformas rápidas y efectivas.
La UGT se radicalizó y los anarquistas de la FAI apostaron por la insurrección armada para el establecimiento de la revolución social. Así se producirán levantamientos como el del Alto Llobregat en 1932 y Casas Viejas en 1933, que fueron duramente reprimidos por la Guardia Civil.
El bienio conservador o radical-cedista y el Frente Popular (1933-1936)
Los gobiernos de derechas
La represión del levantamiento de Casas Viejas, donde hubo una matanza de campesinos por parte de la Guardia Civil, provocó la dimisión del gobierno de Azaña y Alcalá Zamora disolvió las cortes y convocó nuevas elecciones para noviembre de 1933.
Las elecciones las ganaron los partidos de derechas (40%) y de centro (21%) y fue elegido Alejandro Lerroux , del Partido Radical, para formar gobierno con el apoyo parlamentario de la CEDA.
El nuevo gobierno inició un proceso de desmantelamiento de la obra reformista del bienio anterior:
Paralizó la Reforma Agraria.
Modificó la política religiosa con un acercamiento al vaticano
Amnistió a los sublevados del golpe del general Sanjurjo.
Está situación provocó una radicalización de los partidos de la izquierda
Las revueltas de 1934
En 1934 se produjo la entrada en el gobierno de tres ministros de la CEDA. Esto provocó un estallido de revueltas que afecto principalmente a Asturias y Cataluña.
En Asturias, la revolución tuvo un carácter más social. Anarquistas, socialistas y comunistas, unidos, ocuparon la cuenca minera y proclamaron la revolución social. Intervino el ejército y la represión fue sangrienta,
En Cataluña, fue el propio presidente de la Generalitat, Lluís Company, el que proclamó un Estado Catalán dentro de la República Española. La rebelión fue también sofocada y Lluís Company encarcelado, junto con otros líderes políticos, suspendiéndose el estatuto de autonomía.
El Frente Popular (1936)
Las desavenencias entre el Partido Radical y la CEDA, y sobre todo, los escándalos por corrupción (caso del estraperlo) llevaron a la convocatoria de nuevas elecciones en febrero de 1936.
Esta vez las fuerzas de izquierda se presentaron unidas, formando el Frente Popular. Su programa consistía, esencialmente, en recuperar las grandes reformas propuestas en el primer bienio republicano y conseguir la amnistía para los represaliados de 1934.
La CNT, aunque no participó en las elecciones, recomendó el voto.
La derecha acudió dividida a las elecciones entre el Bloque Nacional de Calvo Sotelo (monárquicos y tradicionalistas) la CEDA y Falange Española. Pretendían rechazar todas las reformas e imprimir un carácter conservador al gobierno.
Las elecciones dieron la victoria, muy ajustada, al Frente Popular. En mayo, Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República y Santiago Casares Quiroga, jefe de gobierno. La coalición de izquierdas continuó las reformas, se reinstauró la Generalitat y se retomó el proceso autonómico del País Vasco.
La preparación del golpe de Estado
La gran división entre izquierdas y derechas, se dejó sentir en la calle. Los sectores más radicales de izquierdas, propugnaban por el establecimiento de la revolución social. Los extremistas de derechas, que contaban con el apoyo de parte del ejército, defendían la necesidad de un golpe de Estado que pusiese fin a la República y que estableciera una dictadura de corte fascista (Falange Española).
Las tensiones entre los bloques desencadenaron un clima de violencia social que culminó con el asesinato de Calvo Sotelo (diputado de derechas), en represalia por el asesinato del teniente Castillo, militante socialista. Este clima de violencia fue el pretexto para que las fuerzas conservadoras decidieran que había que cortar el proceso democrático mediante la intervención del ejército.
El estallido de la guerra civil
Del golpe de Estado a la guerra civil
El 17 de julio de 1936 en Ceuta, Melilla y Tetuán y el 18 de julio en la Península, un sector importante del ejército (Queipo de Llano, Mola, Franco…) al que se unieron tradicionalistas y falangistas, protagonizaron un golpe de Estado.
Los golpistas se apoderaron de los órganos de gobierno de algunas ciudades e intentaron acabar con el gobierno del Frente Popular.
El gobierno tardó en responder y en dos días, los sublevados se habían hecho fuertes en Canarias, el norte de África, Pamplona, Sevilla, Castilla y León y parte de Aragón.
El 19 de julio, y ante la insistencia de la población, José Giral, nuevo jefe de gobierno, se decidió a entregar las armas a las milicias de los sindicatos y de los partidos del Frente Popular, para frenar el golpe y defender la legalidad republicana.
Así mismo, parte del ejército, de las fuerzas de seguridad republicanas y amplios sectores comprometidos con la República se mantuvieron fieles al gobierno. En consecuencia, el levantamiento fue sofocado en Madrid, Cataluña, las zonas industriales del País Vasco, Asturias, Santander, Levante y parte de Castilla, Extremadura y Andalucía.
España quedó dividida en dos zonas, lo que supuso el desencadenamiento de una Guerra Civil.
La internacionalización del conflicto
Debido al ambiente internacional (expansionismo del fascismo italiano y el nazismo alemán), la Guerra Civil Española alcanzó gran repercusión internacional. Para muchos, la GCE fue vista como un enfrentamiento entre la democracia y los fascismos, convirtiéndose en una especie de ensayo de la 2ª G.M.
Los militares sublevados recibieron desde el primer momento, ayuda de Alemania e Italia. Alemania contribuyó con la Legión Cóndor (aviación), artillería, carros de combate, equipos de transmisión etc. Italia mandó un gran número de combatientes.
Francia y Gran Bretaña, junto con el resto de las democracias, no quisieron ayudar a las fuerzas democráticas españolas (Comité de no intervención) por temor a tensar aún más la situación en Europa y además, se temía la instauración de una revolución social por parte de la extrema izquierda.
La no intervención perjudicó a la República . Francia cerró sus fronteras y Gran Bretaña decretó un embargo total a la república. Solo la URSS colaboró con armas y asesores.
La no intervención no impidió la expansión de una enorme oleada internacional de solidaridad con la República. Así se organizaron las Brigadas Internacionales, miles de voluntarios llegados de todos los rincones del mundo.