La sociedad española del siglo XIX
Evolución demográfica
El siglo XIX se caracterizó por un lento crecimiento demográfico comparado con otros países europeos occidentales. España estaba anclada a un modelo demográfico antiguo con alta mortalidad y baja natalidad. La población española pasó de tener 11.5 millones de habitantes en 1800 a 18,6 millones en 1900. El crecimiento fue lento hasta 1820, aceleró a partir de 1860 y frenó desde entonces. Esto se debe a que la mortalidad se mantuvo alta y la natalidad era bastante moderada, la tasa de mortalidad infantil duplicaba la europea. Las causas de la alta mortalidad y baja esperanza de vida (< 35 años) son económicas y sociales como guerras civiles y crecimiento tardío de la industria, malas condiciones de vida de la población, crisis de subsistencia como las de 1847 o 1857. Otra causa fueron las enfermedades epidémicas como la fiebre amarilla o la tuberculosis.
Estructura laboral
Otra característica de la población fue la estructura laboral, se dividía en sectores: un 70% pertenecía al sector primario, un 12% al secundario y un 18% al terciario. Se produce también una importante emigración debido a los escasos recursos del sector primario, principalmente emigraban a América: Argentina, Brasil, Chile, etc. En 1882 y 1889 salió casi 1 millón de personas, esta era la forma que tenía el gobierno de descongestionar la sobrepoblación del medio rural, esto fue estimulado por la crisis agraria de finales de siglo.
Evolución de las ciudades
Se produjo un aumento de la población urbana española sin alcanzar los niveles de otros países europeos. El éxodo rural se incrementó por el estancamiento agrario y las expectativas laborales que ofrecían las ciudades, esto tuvo como consecuencia el crecimiento urbano, con mayor intensidad en Madrid, Barcelona y Bilbao. En 1900 Madrid y Barcelona superaban los 500 mil habitantes.
El aumento de población urbana provocó el surgimiento de suburbios periféricos de barrios obreros sin servicios ni infraestructuras. Se crearon áreas burguesas de urbanismo planificado, ensanches, crecieron alrededor de los centros históricos y se derribaron murallas para construirlos. Con la creación de los ensanches se pretendía facilitar la construcción de viviendas, el crecimiento de la ciudad y el aumento de rentas de suelo. Se caracterizó por sus calles ortogonales, y manzanas con patios centrales, destinados a la burguesía, los ensanches eran zonas de calidad medioambiental alta. Se crearon planes de ordenación urbana como la ciudad lineal de Arturo Soria o el barrio de Salamanca en Madrid.
De la sociedad estamental a la sociedad de clases
Durante el reinado de Isabel II se pasó de una sociedad estamental a una sociedad de clases liberal con características como la igualdad de todos ante la ley, nuevas categorías sociales (clase alta, media y baja) según su capacidad económica y por último la capacidad de pasar de una clase social a otra libremente.
Los principales grupos eran:
- La clase alta, formada por la aristocracia que perdió sus privilegios pero mantuvo su prestigio social, y por la alta burguesía.
- La clase media urbana, que estaba formada por profesionales y pequeños comerciantes y artesanos.
- Las clases populares, con la mayor parte de la población, empeoró con las desamortizaciones, aumentando el número de jornaleros. A las clases populares urbanas se sumó el proletariado.
La iglesia fue la institución más afectada, perdió parte de su patrimonio, pero mantuvo su influencia social. El ejército adquirió un poder muy importante en la política, sus efectivos aumentaron con las guerras.
La economía española durante el siglo XIX
Durante el reinado de Isabel II se cambia del absolutismo al liberalismo, esto tuvo grandes consecuencias económicas. España no llegó a industrializarse del todo y hasta pleno S.XX el sector agrario contaba con escasa industria y no era capaz de competir en el mercado exterior.
Las desamortizaciones
Los políticos liberales realizaron desamortizaciones (apropiación del Estado de parte de los bienes de la Iglesia – tierras y edificios- y de las tierras comunales de los municipios, que fueron declarados bienes nacionales y vendidos a los particulares en subasta pública). Los objetivos de las desamortizaciones fueron aumentar las rentas del Estado, asegurar el apoyo social al régimen liberal y modernizar la agricultura.
Etapas de las desamortizaciones:
- Godoy (1789) y siguió con José I (1809) y con las Cortes de Cádiz (1813) hasta llegar al Trienio Liberal (1820-1823).
- Desamortización eclesiástica de Juan Álvarez Mendizábal (1836). Se centró en los bienes del clero regular. Buscaba sanear la Hacienda Pública, financiar la primera guerra carlista, reforzar el ejército y crear una clase de propietarios seguidores del liberalismo. Debido a la necesidad de venta rápida se malvendieron. Espartero más tarde, la completó con otra que afectó a los bienes del clero secular en 1841. Se deterioran las relaciones con la iglesia.
- Desamortización civil de Pascual Madoz (1855): De los bienes de municipios y, en menor medida, de la Iglesia. Buena parte de los ingresos sirvió para financiar la construcción del ferrocarril
Consecuencias de las desamortizaciones:
- Económicas: disminuyó la deuda estatal
- Agrarias: la producción creció poco.
- Sociales: incrementó el número de terratenientes, la venta de latifundios dificultó su adquisición por parte del campesinado, además el número de jornaleros aumentó.
La agricultura
La agricultura constituía durante el siglo XIX la base de la economía española. La productividad era escasa debido a que no se invertía en mejoras técnicas. Además, se produjo un éxodo rural masivo.
La industria
El proceso de industrialización afectó principalmente a las zonas de Cataluña y el País Vasco. España era aún un país atrasado industrialmente respecto a Europa.
Esto se explica, debido a la falta de poder adquisitivo de la población, proteccionismo excesivo, falta de inversión en el sector industrial, malas comunicaciones terrestres, dependencia exterior y escasez de materias primas y fuentes de energía, falta de buenas redes comerciales para llevar los bienes al consumidor potencial, inestabilidad política por los constantes cambios de partido, pronunciamientos, guerras o la pérdida de las colonias. Algunos de estos problemas se fueron resolviendo, pero la industrialización española fue muy lenta. Los sectores más importantes fueron la textil algodonera y siderurgia.
– La industria textil
Se daba principalmente en Cataluña, el sector más dinámico era el algodonero, pero las empresas eran demasiado pequeñas para competir fuera. En cuanto al sector lanero los centros tradicionales de Castilla se desplazaron a la periferia de Barcelona (Sabadell, Tarrasa).
– La siderurgia
Situada en torno a Málaga, se trasladó a Asturias, por su abundancia de carbón, y después a Vizcaya debido a sus minas de hierro, esto favoreció el desarrollo industrial del País Vasco y se creó el eje Bilbao-Cardiff. Se impulsó el desarrollo de esta industria debido a la gran cantidad de hierro.
– La minería
El país era rico en materias primas minerales. Sin embargo, no había en España ni capitales, ni conocimientos técnicos, ni demanda para explotarlos. Se aprobó de la Ley de Minas de 1868, para atraer al capital extranjero dando facilidades para la adjudicación de concesiones. Los principales yacimientos quedaron en manos de compañías extranjeras, por lo que España se convirtió en proveedora de materias primas sin que llegara a crearse una industria transformadora.
El comercio
Carecía de un mercado interior único y homologado. A las trabas legales heredadas del Antiguo Régimen, se unían una gran disparidad de pesos y medidas a nivel regional y distintas unidades monetarias.
El volumen del comercio exterior se centró en Europa, Francia y Gran Bretaña fueron los principales clientes y proveedores. España exportaba materias primas (plomo, cobre, mercurio, hierro) e importaba productos industriales lo que provocó que la balanza comercial fuese deficitaria. Para equilibrar ese déficit se recurrió a políticas proteccionistas imponiendo fuertes aranceles a los productos procedentes del exterior. Frente al proteccionismo se posicionaron los librecambistas que defendían que el Estado debía intervenir lo menos posible en la economía. Su influencia se manifestó en la Ley de Ferrocarriles y en la de Minas, con las que se pretendía atraer capital extranjero y en la reducción de aranceles impulsado por Laureano Figuerola en 1869, conocido como Arancel Figuerola.
Las comunicaciones
Se emprendieron programas de construcción de caminos y carreteras. Para el transporte de viajeros se crearon servicios de diligencias y postas, y se mejoraron los medios de transporte. España se sumó a la iniciativa del ferrocarril, puesto que todas las reformas no eran lo suficientemente eficaces. La primera línea construida en España fue la de Barcelona-Mataró en 1848, seguida de la de Madrid a Aranjuez (1851). Sin embargo, el auténtico impulso se desencadenó tras aprobarse la Ley General de Ferrocarriles de 1855, que fomentaba la creación de compañías privadas de construcción y explotación. El gobierno destinó fondos económicos procedentes de la desamortización de Pascual Madoz, aunque la mayor parte del capital era de origen belga y francés. Se creó una red radial en torno Madrid. Sin embargo, fracasó pues las principales concesiones se otorgaron a compañías extranjeras que importaban de sus países de origen el material ferroviario; además de una complicada orografía y de su distribución radial tampoco ayudaba a las conexiones regionales. Por último, la rentabilidad fue muy escasa por lo que cada vez se hacían menos inversiones lo que desembocó en su quiebra.