12.1.- El reinado de Isabel II. La oposición al liberalismo. Carlismo y Guerra civil. La cuestión foral. Construcción y evolución del Estado Liberal
En 1829 moría la tercera esposa de Fernando y en 1830 casaba con la que habría de darle finalmente una heredera, Isabel, nacida en octubre de 1830 y su hermana Luisa Fernanda, en enero de 1832.En 1832 una grave enfermedad del rey llevó a un grupo de políticos apostólicos a atemorizar a la reina con la idea de que si se intentaba arrebatar la corona a Carlos, la vida de la reina y sus hijas correría peligro.. El rey convocó a las cortes tradicionales para que juraran a Isabel como heredera de la corona el 20 de junio de 1833, tres meses después moría Fernando VII dejando de regente y gobernadora a la reina María Cristina asesorada por un Consejo de Gobierno . El ministro Cea Bermúdez, marginó al Consejo y mantuvo una política inmovilista que se demostraría desacertada una vez que estalló la insurrección Carlista.El inmovilismo de Cea aconsejó a la Regente, para atraerse a los liberales que eran los únicos defensores de un régimen amenazado por las partidas carlistas, el nombramiento en enero de 1834 del moderado Martínez de la Rosa, a quien se le encomendó la tarea de diseñar un cuerpo legal que diera apariencia de representatividad sin variar en nada las formas de gobierno. El Estatuto Real que diseñó Martínez de la Rosa no era una Constitución sino más bien una Carta Otorgada..El Estatuto Real era muy tímido para los liberales y revolucionario para los carlistas quienes tras un primer año de combates erráticos lograron formar un ejército.
El Pretendiente recibió ayuda internacional de las potencias absolutistas, Rusia, Prusia o Austria, mientras los liberales contaron con el apoyo de los ingleses, los franceses y los portugueses. Ante el levantamiento de las partidas carlistas la reina Gobernadora tuvo que pactar con los sectores moderados del liberalismo, lo que a la postre supuso la victoria definitiva de las tesis liberales.El carlismo fue un movimiento tradicionalista y antiliberal entroncado con el absolutismo ultra de las corrientes apostólicas que tanta influencia tuvieron durante el reinado de Fernando VII, y evidentemente relacionado con las tesis de la restauración encarnadas en la Santa Alianza. Los carlistas lograron el apoyo de los campesinos de las zonas rurales del País Vasco, Navarra, el norte de Cataluña, el Bajo Aragón y Valencia, además de algunas zonas de Castilla. Para los carlistas el estado liberal era una amenaza para la constitución tradicional del reino. Veían con recelo las reformas tributarias, la igualdad jurídica la desvinculación del poder político de la Iglesia así como la supresión de los fueron tradicionales. Por ello los carlistas se agruparon bajo el lema “Dios, Patria y Fueros”, convirtiéndose en los defensores de una legitimidad absolutista de raíz religiosa, foralista y arcaica.Tras la llegada en julio de 1834 del pretendiente
Carlos y la dirección del coronel Tomás Zumalacárregui quien lograría estabilizar la guerra en el País Vasco. El ejército carlista dirigido por Zumalacárregui, consiguió conquistar Éibar, Tolosa, Vergara, y Duranga además de amenazar Vitoria y organizar planes que pretendían adentrarse en Castilla camino de Madrid. Si embargo el Pretendiente y su camarilla le forzaron a intentar tomar la ciudad de Bilbao, una villa fuertemente amurallada, donde el ejército carlista, que carecía de una artillería adecuada, fracasaría rotundamente perdiendo en este sitio al propio Zumalacárregui en junio de 1835. Los carlistas no lograron tomar ninguna de las grandes ciudades vascas y su causa se debilitó militarmente tras la muerte de Zumalacárregui. En 1836 el general Espartero venció a las tropas dcarlistas en Luchana poniendo fin al sitio de Bilbao y tras el levantamiento de este la guerra entró en una fase menos combativa. Entre 1837 y 1839 el carlismo se dividió a causa del fracaso de la guerra. Por un lado los “Transaccionistas” intentaron llegar a un acuerdo con los liberales, mientras los “Intransigentes”, más cercanos al pretendiente, planteaban continuar la guerra. En 1839 el general Maroto, acordó en nombre de parte del ejército carlista el Convenio de Vergara (1839) (sellado con el famoso abrazo con el general Espartero). El acuerdo suponía negociar el mantenimiento de los fueros en las provincias vascas y Navarra y la integración de los oficiales carlistas en el ejército real.
En Cataluña el levantamiento carlista no logró mantener más que partidas de guerrilleros que hostigaban desde el Pirineo, el Maestrazgo y el Bajo Aragón, a los liberales. Fueron precisamente las fuerzas carlistas del Maestrazgo, bajo la dirección de Cabrera quienes resistirían incluso después de la Paz de Vergara hasta que fueron derrotadas completamente en 1840..El carlismo volvería a surgir como factor desestabilizador entre los años 1849 y 1860 (Segunda Guerra Carlista) y entre los años 1872 y 1876 (Tercera Guerra Carlista), aunque en ninguno caso alcanzó la violencia y la turbación que provocó la primera.