La Revolución Industrial y el Auge del Colonialismo
Innovaciones Tecnológicas que Cambiaron el Mundo
El Petróleo y la Electricidad
La electricidad, que a principios del siglo XIX no era más que una curiosidad científica, experimentó una serie de innovaciones que resolvieron los problemas relacionados con su transformación y distribución. Se descubrieron múltiples aplicaciones de la electricidad, como el alumbrado público, los transportes (tranvía y ferrocarriles eléctricos), las comunicaciones (telégrafo y teléfono), el ocio (cinematógrafo), etc. La electricidad impulsó la aparición de grandes empresas como Philips en los Países Bajos, Siemens en Alemania y General Electric en Estados Unidos.
El petróleo fue adquiriendo progresiva importancia, aunque el carbón siguió siendo la principal fuente de energía. El petróleo comenzó a utilizarse como materia prima para obtener subproductos y materiales plásticos, dando origen a la industria petroquímica.
El Ferrocarril y la Navegación
La sustitución del hierro por el acero permitió aumentar la resistencia de los raíles y la capacidad de los vagones. Se incrementó la velocidad y la seguridad, al tiempo que se abarataron las tarifas, lo que generalizó su uso.
La Navegación a Vapor
A partir de 1865, los buques de vapor se impusieron a los barcos de vela (clippers) por dos razones:
- Las innovaciones técnicas.
- La apertura de los canales de Suez a finales del siglo XIX y de Panamá a principios del siglo XX.
El Automóvil y la Aviación
El nacimiento del automóvil está ligado al desarrollo de dos inventos: el motor de explosión movido por gasolina y el neumático. Pronto, el liderazgo en la fabricación de coches de motor de gasolina pasó a manos de Estados Unidos, y sobre todo de Henry Ford, quien utilizó cadenas de montaje, lo que abarató su precio.
El desarrollo de la aviación no llegó hasta la Primera Guerra Mundial, que estimuló su desarrollo por razones militares.
El Reparto Colonial
La Ocupación de África
En el último tercio del siglo XIX se produjo la ocupación total del territorio africano. Esta rápida ocupación provocó frecuentes enfrentamientos entre los países colonizadores.
Francia y Reino Unido iniciaron el proceso colonizador en África. Francia comenzó a principios del siglo XIX la ocupación de Argelia y, a finales del siglo XIX, estableció un protectorado sobre Túnez. En Egipto, los intereses franceses e ingleses chocaron por el dominio de la ruta del canal de Suez. Egipto se convirtió en un protectorado inglés.
Misioneros, exploradores y aventureros abrieron el resto de África a Europa. Durante la segunda mitad del siglo XIX se registraron numerosos viajes de exploración y descubrimiento.
Las rivalidades entre Francia y Bélgica por el Congo y el creciente interés de los comerciantes alemanes por el África central impulsaron al canciller alemán Bismarck a celebrar la Conferencia de Berlín en 1885. En ella se adoptaron acuerdos para la ocupación del territorio africano:
- La libertad de comercio y navegación por los ríos Níger y Congo.
- La prohibición de la esclavitud.
- El reconocimiento del Estado Libre del Congo como colonia personal del rey de Bélgica, Leopoldo II.
- El principio de la ocupación efectiva, es decir, la necesidad de ocupar un territorio para considerarlo propio.
A finales del siglo XIX, nuevas potencias se incorporaron al reparto de África, como Italia y Alemania. Sin embargo, ni la Conferencia de Berlín ni otros acuerdos internacionales posteriores evitaron los conflictos.
El Reino Unido pretendía formar un imperio africano que uniera el norte con el sur del continente mediante una línea de ferrocarril desde El Cairo a El Cabo. Este proyecto chocó con el propósito francés de crear un eje colonial de oeste a este, desde la costa del Sahara y Guinea al mar Rojo. Esta situación provocó el incidente de Fachoda, que se resolvió por la vía diplomática, prevaleciendo los intereses británicos.
En el África austral se enfrentaron los intereses de portugueses, colonos holandeses y alemanes, y el Reino Unido. Las tensiones entre ingleses y colonos holandeses (bóers) se agravaron tras el descubrimiento de yacimientos de oro y diamantes en las repúblicas bóers independientes de Sudáfrica. El conflicto desembocó en la guerra anglo-bóer (1899-1902). Tras la derrota de los bóers, sus repúblicas fueron anexionadas por el Reino Unido.
La Ocupación de Asia
Durante el siglo XIX, las potencias europeas también entraron en Asia. La novedad fue la aparición de potencias extraeuropeas: Rusia, Estados Unidos y Japón.
Reino Unido: La colonización británica se centró en la India desde el siglo XVIII. El primer instrumento de colonización fue la Compañía Inglesa de las Indias Orientales, que controlaba puertos como Madrás, Calcuta y Bombay. A mediados del siglo XIX, tras la revuelta de los cipayos, el gobierno británico asumió el control directo de la India, que se convirtió en la «joya de la corona».
Francia: La expansión francesa se centró en Indochina, lo que provocó conflictos con China, entre otros países.
Potencias extraeuropeas: El Imperio ruso se expandió por Siberia y se enfrentó a China. A principios del siglo XX, estalló la guerra ruso-japonesa, que terminó con la derrota rusa.
El caso de China fue especial. Aunque no fue ocupada totalmente, las principales potencias europeas establecieron canales comerciales desde principios del siglo XX. Los británicos comenzaron a pagar el té y la seda que compraban en China con el opio que cultivaban en la India. La prohibición china de la entrada del opio provocó las guerras del opio.
Las guerras del opio fueron dos conflictos entre China y Gran Bretaña (y Francia en la segunda). La causa fueron los intereses comerciales del contrabando británico de opio y la resistencia china a este comercio.
La derrota china obligó al gobierno a tolerar el comercio del opio. Los británicos impusieron a China los tratados desiguales, abriendo puertas al comercio exterior y anexionándose Hong Kong.
Consecuencias de la Primera Guerra Mundial
Los Catorce Puntos de Wilson y el Tratado de Versalles
En enero de 1918, el presidente estadounidense Wilson expuso los Catorce Puntos para una paz justa y duradera:
- Supresión de la diplomacia secreta.
- Libertad de navegación y comercio internacional.
- Reducción de armamentos.
- Desmembración de los viejos imperios y reconocimiento del derecho a la independencia de las minorías étnicas.
- Creación de una Sociedad de Naciones para evitar nuevas guerras.
Estos principios no se respetaron, ya que los aliados europeos priorizaron sus propios intereses. Francia, la más perjudicada por la guerra, exigía que Alemania pagara reparaciones de guerra e incluso fuera desmembrada. A esta pretensión se oponían las posiciones más conciliadoras de británicos y estadounidenses.
En la Conferencia de Paz de París (1919-1920) se elaboraron cinco tratados que estipulaban las condiciones de la paz y las nuevas fronteras. Los países vencidos no fueron escuchados y solo firmaron los tratados impuestos por el Consejo de los Cuatro (Clemenceau, Lloyd George, Wilson y Orlando).
El Tratado de Versalles, que reguló la paz con Alemania, fue el más importante. Por su dureza, fue considerado por Alemania como un diktat (imposición).
Alemania sufrió fuertes recortes territoriales: cedió Alsacia y Lorena a Francia, parte de su territorio a Polonia (creando el corredor polaco con la ciudad libre de Danzig), y sus colonias pasaron a ser controladas por la Sociedad de Naciones.
Alemania fue considerada responsable de la guerra y tuvo que pagar fuertes reparaciones de guerra. Además, tuvo que ceder a Francia la explotación de las minas de carbón del Sarre durante 15 años. Finalmente, Alemania tuvo que suprimir el servicio militar obligatorio, reducir su ejército, y se prohibió su unión con Austria.