La Transición Española: De la Dictadura a la Democracia

Tras la muerte de Franco, Juan Carlos I fue proclamado rey en un contexto político de gran incertidumbre. Se iniciaba un complejo proceso de Transición que llevaría de la dictadura a un sistema democrático. Con los años, este proceso se ha convertido en un modelo para muchos países por el escaso nivel de violencia que la acompañó y el protagonismo del pueblo español.

La Transición, caracterizada por el consenso entre la mayoría de las fuerzas políticas, permitió pasar de un Estado autoritario, sin libertades, a otro democrático; y de un Estado centralista a otro descentralizado y articulado en comunidades autónomas. Todo ello quedó sellado en la Constitución de 1978.

La Transición Política

1.1. Factores de la crisis del régimen franquista

Era evidente que el sistema político establecido por el general Franco no podía sostenerse después de su muerte, y las más significativas fuerzas políticas y la mayoría de la población pedían un cambio. Las causas y factores que hicieron entrar en crisis el sistema franquista fueron:

  • Políticas: Juan Carlos I no era continuista, y desaparecido Carrero Blanco como continuador del franquismo, no había una personalidad capaz de imponerse al rey y mantener el Régimen.
  • Socio-económicas: las características de la España de 1975 se habían equiparado a las de los países europeos de regímenes democráticos. Era necesario también salir del subdesarrollo político.
  • Exteriores: las presiones de la Comunidad Europea, de los Estados Unidos y de la Iglesia Católica del Concilio Vaticano II, dificultaban la pervivencia del franquismo sin Franco.

1.2. Opciones políticas a la muerte de Franco

A la muerte de Franco se presentaban cuatro alternativas políticas:

  • Continuidad del sistema franquista: Era defendida por el “búnker” o los sectores más inmovilistas del franquismo: principales dirigentes políticos del régimen, la mayor parte de los mandos militares, y los grupos oligárquicos y falangistas. Blas Piñar, Carrero Blanco y Arias Navarro eran figuras importantes.
  • Reforma a través de la propia legalidad del sistema: Los “aperturistas” estaban compuestos por políticos veteranos de la dictadura que estaban convencidos de la necesidad de cambio (Fraga), y por jóvenes que no habían vivido la Guerra Civil y que iban a desempeñar un papel clave en la transición (Adolfo Suárez). El rey Juan Carlos I encabezaba esta vía.
  • Ruptura pactada con los poderes fácticos: Era defendida por la oposición al franquismo integrada en la Plataforma de Convergencia Democrática. Estaba encabezada por un nuevo PSOE, liderado por un grupo de jóvenes entre los que se encontraban Felipe González y Alfonso Guerra.
    Su idea era acabar con el franquismo, pero a partir de acuerdos pactados, ya que recordaban el caso de Allende en Chile como ejemplo de que no se podía presionar demasiado a los militares. A esta plataforma se unirán las principales fuerzas nacionalistas (Convergencia Democrática de Cataluña y Partido Nacionalista Vasco).
  • Ruptura y desaparición brusca del sistema: Defendida por otra parte de la oposición, la integrada en la Junta Democrática, y liderada por el Partido Comunista de Santiago Carrillo y su sindicato Comisiones Obreras. Ambas tenían una gran capacidad de movilización.

1.3. El gobierno de Arias Navarro (noviembre de 1975 a julio de 1976)

Los primeros momentos de la monarquía de Juan Carlos I estuvieron caracterizados por la indefinición. La presencia de Arias Navarro como presidente de su primer Gobierno hacía sospechar a muchos que la monarquía sería una continuación del franquismo.

Sin embargo, el rey se rodeó de un grupo de asesores que había diseñado un plan de cambio político: la reforma. Se trataba de aplicar cambios controlados que garantizaran la intangibilidad de los funcionarios y militares franquistas, y que llevaran a un sistema democrático desde las propias leyes franquistas. En esta línea se encontraban Manuel Fraga, Adolfo Suárez, y Martín Villa.

El gobierno de Arias Navarro fracasó a la hora de implementar un proceso de reformas creíble, y respondió con represión a las protestas sociales. Los incidentes de Vitoria (muerte de cinco trabajadores a manos de la policía en marzo de 1976), obligaron al rey a destituir a Arias en julio, y permitió la unión de toda la oposición en torno a la Coordinación Democrática.

1.4. El gobierno de Suárez y la Ley de Reforma Política

El nombramiento de Adolfo Suárez como nuevo presidente del Gobierno fue recibido con decepción entre la opinión democrática. Y es que, aunque el gobierno estaba formado por ministros aperturistas, muchos pensaban que un joven político procedente del Movimiento no podía conducir a España hacia la democracia.

La respuesta fue rápida, y en septiembre de 1976 Suárez presentaba el proyecto de Ley para la Reforma Política. Era la concreción legislativa del proceso de desmantelamiento del franquismo desde el propio régimen. Pese a las conspiraciones golpistas organizadas desde los sectores más inmovilistas del franquismo, y los actos terroristas de ETA y el GRAPO, las Cortes franquistas aprobaron la ley en noviembre, conscientes de que los cambios eran inevitables.

La nueva ley permitió que la oposición democrática saliera de la clandestinidad, y esta aceptó que el fin del franquismo no llegaría a través de una ruptura democrática, sino por un proceso de reforma encabezado por el rey Juan Carlos I y Adolfo Suárez. Y es que el proceso de reformas estuvo siempre amenazado por dos fuerzas opuestas que se alimentaban mutuamente:

  • Las fuerzas de extrema derecha agrupaban los residuos del franquismo más duro: grupos terroristas como los “Guerrilleros de Cristo Rey”; diarios del régimen como “El Alcázar”; o grupos políticos como Fuerza Nueva. Todos centraron sus esfuerzos en alentar un golpe militar que pusiera fin al proceso democrático.
  • Los grupos terroristas, nacionalistas como ETA, o de extrema izquierda como el GRAPO, alimentaban las posibilidades de un golpe militar con sus ataques al ejército y la policía.

La situación llegó a su momento de máxima tensión en enero de 1977, cuando una sucesión de hechos violentos estuvo a punto de dar al traste con la Transición. Al asesinato de un estudiante en una manifestación por los “Guerrilleros de Cristo”, le siguió el secuestro del general Villaescusa por los GRAPO, y a éste la matanza de cinco abogados del PCE en Atocha por la extrema derecha.

Solo la voluntad popular de continuar los cambios de forma pacífica, y el coraje y la habilidad política de Juan Carlos I y Adolfo Suárez, permitieron seguir dando pequeños pasos hacia un régimen democrático. La legalización del PCE y la amnistía de los presos políticos (abril 1977) llevaron a la celebración de las primeras elecciones democráticas desde la Segunda República en junio de 1977.

El partido triunfador fue el creado por Adolfo Suárez, la Unión de Centro Democrático (UCD), en el que se agrupaban los aperturistas del franquismo con elementos moderados de la antigua oposición democrática. Segundo fue el PSOE, y a mucha distancia el PCE, la Alianza Popular de Fraga, y los nacionalistas. El nuevo gobierno de Suárez debía afrontar dos desafíos inmediatos: elaborar una Constitución que articulara políticamente la nueva democracia; y hacer frente al terrorismo de ETA y al peligro golpista.

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