Las Cortes de Cádiz y el Reinado de Fernando VII: Liberalismo vs Absolutismo en la España del Siglo XIX

Las Cortes de Cádiz

La celebración de las elecciones en situación de guerra propició que se reunieran unas Cortes con preponderancia de elementos burgueses y cultos procedentes de las ciudades comerciales del litoral. Las sesiones de Cortes comenzaron en septiembre de 1810 y muy pronto se formaron dos grupos de diputados enfrentados:

  • Liberales: partidarios de reformas revolucionarias, inspiradas en los principios de la Revolución Francesa.

  • Absolutistas: partidarios del mantenimiento del Antiguo Régimen.

La mayoría liberal, aprovechándose de la ausencia del rey, inició la primera revolución liberal burguesa en España, con dos objetivos: adoptar reformas que acabaran las estructuras del Antiguo Régimen y aprobar una Constitución que cambiara el régimen político del país. Estas fueron las principales reformas políticas, económicas, sociales y jurídicas adoptadas por las Cortes de Cádiz:

  • Libertad de imprenta (1810).
  • Abolición del régimen señorial: supresión de los señoríos jurisdiccionales, reminiscencia feudal. La nobleza mantuvo la propiedad casi todas sus tierras.
  • Supresión de la Inquisición (1813).
  • Abolición de los gremios. Libertad económica, comercial, de trabajo y fabricación (1813).
  • Tímida desamortización de algunos bienes de la Iglesia.

La Constitución de 1812

Aprobada el 19 de marzo de 1812 y popularmente conocida como “La Pepa”, este texto legal fue la primera constitución liberal del país. La Constitución de 1812 es uno de los grandes textos liberales de la historia, siendo muy célebre en su tiempo. Los diputados liberales Agustín Argüelles, Diego Muñoz Torrero y Pérez de Castro son las figuras más destacadas en su elaboración. Estos son los rasgos principales de la Constitución:

  • Soberanía nacional: El poder reside en la nación, idea opuesta a la soberanía monárquica.

  • Nuevo derecho de representación: La nación ejerce su soberanía mediante sus representantes en Cortes.

  • Complicado procedimiento electoral por sufragio universal masculino indirecto en cuarto grado: Derecho de voto: todos los hombres mayores de 25 años, que elegían a unos compromisarios que a su vez elegían a los diputados.

  • Igualdad de los ciudadanos ante la ley: Esto supuso el fin de los privilegios estamentales.

  • Se omite toda referencia a los territorios con fueros, lo que equivalía a su no reconocimiento. No obstante, los regímenes forales de las provincias vascas y de Navarra no se derogaron explícitamente.

  • Reconocimiento de derechos individuales: a la educación, libertad de imprenta, inviolabilidad del domicilio, a la libertad y a la propiedad.

  • El catolicismo es la única confesión religiosa permitida: La necesidad de contar con la colaboración del clero en la lucha contra los franceses explica este rasgo intolerante que choca con el espíritu avanzado de la constitución.

  • División de Poderes:
    + Poder legislativo: Cortes Unicamerales
    + Poder judicial: tribunales.
    + Poder ejecutivo: Rey

Reinado de Fernando VII

Las tropas francesas abandonan la península y Fernando VII recupera el trono de España y restaura el absolutismo.

La Restauración Absolutista

Fernando VII entra en España en 1814 con un gran apoyo popular. El corto periodo que estuvo vigente la Constitución de 1812 no había conseguido que se afianzara un sentimiento liberal. Además, la idea de implantar un sistema político nacido en Francia no era bien recibida. El rey se impuso como autoridad absoluta. Disolvió las cortes, suspendió la constitución y los decretos liberales y reinició una época de represión política. Los intentos reformistas fracasaron por la ineptitud de los ministros, la reducción de las rentas del estado y el hecho de que la nobleza y el clero dejaron de pagar impuestos tras la recuperación de sus privilegios. La lucha por la independencia de las colonias americanas originó grandes gastos militares que favoreció los pronunciamientos dirigidos por militares de ideología militar, para volver al viejo sistema, que frenó el desarrollo político y estancó el país.

Trienio Liberal (1820-1823)

Los pronunciamientos del reinado de Fernando VII fracasaron hasta que Rafael de Riego y Antonio de Quiroga proclamaron la Constitución del 12. Fernando VII se vio obligado a jurar la constitución y convocar a las Cortes. Se recuperó parte de la legislación liberal de Cádiz y se organizó la milicia nacional. El Trienio Liberal fracasó debido a que:

  • La minoría liberal no tenía apoyo popular y se dividieron en moderados y exaltados.
  • El funcionamiento del sistema era muy complejo. La oposición absolutista fue constante y la política liberal había reducido su poder económico y su control de la educación.
  • La oposición de los campesinos fue intensa.

El principal motivo del fin del trienio liberal fue la intervención militar extranjera. Fue un ejército francés el que derrotó al régimen liberal y restauró el absolutismo.

Independencia de las Colonias Americanas

El vacío de poder provocado por la invasión francesa de la península determinó el inicio del proceso de independencia de las colonias americanas. Las reformas ilustradas no habían mejorado una gestión política marcada por la corrupción y la marginación de los criollos en las decisiones políticas y los cargos de la Administración. La obsoleta política comercial afectaba de forma negativa a la burguesía. La independencia de las colonias británicas de Norteamérica y las ideas liberales europeas influyeron en las élites criollas ilustradas que tomaron la iniciativa independentista. Se divide en dos etapas:

  • (1810-1814) Insurrecciones de las Juntas de Gobierno.
  • (1815-1824) Campañas militares.

Los nuevos países americanos se organizaron condicionados por la profunda división entre las élites criollas y la población indígena. Para España la independencia de las colonias significó el fin de su estatus de potencia internacional, la pérdida de un mercado de materias primas baratas y la desaparición de una fuente de ingresos.

Década Ominosa (1823-1833)

Fue un periodo de depuración política. El rey se vio obligado a hacer ciertas concesiones para mantenerse en el poder y llevó a cabo una política de reformas administrativas para recuperar el despotismo ilustrado. Este absolutismo provocó la oposición de los liberales y de los realistas, que empezaban a reclamar la corona para Carlos de Borbón ante la falta de descendencia de Fernando VII, situación que cambió con el nacimiento de su hija Isabel II. El rey eliminó la Ley Sálica, la que impedía reinar a las mujeres. La fuerte oposición de los Carlistas empujó a Fernando VII a apoyarse en los reformistas y en los liberales. Se inició un enfrentamiento entre carlistas e isabelinos. La muerte de Fernando VII desembocó en la primera guerra carlista, que supuso el fin del sistema absolutista.

La Regencia de María Cristina (1833-1840)

Tras la muerte de Fernando VII asumieron la regencia María Cristina y el general Espartero. En este periodo se pasó al sistema liberal. Isabel II heredó la corona con tres años y su madre actuó como regente hasta 1840. El primer gobierno de regencia representaba el absolutismo más moderado y conservador e impulsó la nueva división provincial. Se disolvió la jurisdicción gremial.

Se impuso la libertad de fabricación y comercio. El objetivo de los liberales era limitar el poder de la iglesia. En 1834 se proclamó el Estatuto Real, una carta otorgada que olvidaba los cambios propuestos por la Constitución del 12 y establecía unas cortes compuestas con dos estamentos, Próceres y Procuradores, que se elegían por sufragio censitario. La situación del país estaba marcada por la guerra carlista. En 1835 asumió la presidencia del gobierno el líder de la oposición liberal, que reorganizó la milicia nacional, creó las diputaciones, suprimió la Mesta y promulgó el decreto de desamortización de los bienes eclesiásticos. El objetivo era iniciar una reforma agraria y conseguir dinero para las arcas del Estado, para sostener la guerra civil y crear una capa social de nuevos propietarios. El intento de reforma no logró los objetivos:

  • La deuda del estado no disminuyó.
  • Se consiguió que aumentara el malestar de los campesinos.

La regente sustituyó al gobierno. Algunos progresistas encabezaron un pronunciamiento militar que obligó a la regente a restablecer la Constitución del 12 y a nombrar un gobierno progresista presidido por Calatrava. Los progresistas elaboraron la Constitución de 1837 que recuperaba la monarquía constitucional y establecía la soberanía compartida del rey y las cortes. Los ayuntamientos son elegidos por los ciudadanos, pero después los moderados intentaron recortar su poder en las ciudades con alcaldes progresistas. Esto ocasionó levantamientos, que llevaron a la reina a buscar una solución con Espartero, que se negó a utilizar el ejército por lo que la regente renunció.

Carlismo

Después de la muerte de Fernando VII, estalló la primera guerra carlista, un enfrentamiento entre los isabelinos y los carlistas, donde afloró la división entre liberales y absolutistas. Duró de 1833 a 1839, siendo larga y destructiva. La muerte del general carlista y la división interna entre carlistas condujeron a la rendición de estos. Carlos marchó exiliado a Francia. Los carlistas reaparecieron como expresión de tradicionalismo y el pensamiento reaccionario. Hubo una segunda guerra carlista en 1846 y la tercera en 1872.

La Regencia de Espartero (1840-1843)

Los progresistas criticaron su forma militar de gobernar y solucionar los problemas y los moderados le negaron su apoyo, preparando un pronunciamiento para sustituirlo por la reina María Cristina. Espartero puso en práctica una política librecambista, lo que le hizo ganarse la oposición de la burguesía. Entonces Espartero bombardeó Barcelona. Se puso a Ramón María Narváez en el gobierno.

Isabel II (1843-1868)

Reinado de Isabel II: Bases

Isabel II fue coronada a los trece años y su reinado estuvo marcado por las agitaciones sociales, los escándalos en la corte y la inestabilidad de los gobiernos que la sucedieron. No pudieron evitar el afianzamiento del sistema liberal del país y la consolidación de una nueva estructura del Estado. Las principales tendencias entre liberales siguieron siendo la moderada y la progresista, convirtiéndose en partidos políticos más organizados:

  • Partido Moderado: Su líder era Narváez. Defendían la soberanía compartida, el sufragio censitario y el mantenimiento del orden público. La corona tenía derecho al veto.

  • Partido Progresista: Su líder era Espartero. Defendían la soberanía nacional, el sufragio censitario, la milicia nacional y la libertad de imprenta. Limitaban los poderes del monarca.

  • Unión Liberal: Liderada por O’Donnell. Aglutinó sectores moderados y progresistas, se propuso armonizar la libertad y el orden, renovó el sistema político y su partido se moderó.

  • Partido Demócrata: Germen del republicanismo, defendía el sufragio universal, la soberanía popular y la educación pública.

Década Moderada (1844-1854)

Narváez estableció un régimen autoritario que frenó la oposición de las clases sociales desfavorecidas y proporcionó la estabilidad necesaria para que la burguesía pudiera seguir enriqueciéndose. La Constitución de 1845 suprimió la soberanía nacional, redujo la participación electoral y limitó la libertad de expresión y reunión. Las Cortes tan solo podían ser convocadas por el monarca. Los moderados emprendieron reformas:

  • La organización territorial del Estado.
  • La reorganización de la instrucción pública. Se obligó a la Iglesia a dejar el control de la enseñanza y se distinguió entre escuela primaria y secundaria.
  • Intentos de independizar la administración de la política.
  • La reforma fiscal. Se reformó el sistema tributario, se crearon nuevos impuestos y un sistema que controlara los ingresos y gastos del Estado.

Elaboraron un nuevo código penal y crearon la Guardia Civil. Iniciaron una importante política de obras públicas. Se aprobó la Ley de Ferrocarriles y se promulgó la Ley de Puertos.

La desamortización había provocado la ruptura de relaciones entre la Iglesia y el estado y el restablecimiento de relaciones quedó fijado en el Concordato de 1851.

Bienio Progresista (1854-1856)

La situación económica alentó el clima de tensión social. Los progresistas utilizaron el pronunciamiento militar como vía para acceder al poder y el resultado fue la sublevación. El Manifiesto de Manzanares recogía algunas propuestas de los progresistas. Los levantamientos populares forzaron a la reina a recurrir a Espartero, que asumió la presidencia del Consejo de Ministros y compartió el poder con O’Donnell. Entre las medidas destacó la restauración de la Constitución de 1837, la redacción de la Constitución de 1856, que proclamaba la soberanía nacional y ampliaba los derechos individuales, y la Ley de Desamortización, que reflejaba los intereses burgueses y de los terratenientes. También se aprobó una nueva Ley de Ferrocarriles.

Vuelta de los Moderados

El estallido de una huelga general y la propagación de una nueva epidemia contribuyeron a inestabilizar la situación política. O’Donnell abolió la milicia nacional y volvió a proclamar la Constitución de 1845, pero la reina lo sustituyó por Narváez. La crisis económica y las revueltas campesinas provocaron varios cambios de gobierno. Narváez dimitió y O’Donnell formó un gobierno en 1858.

El Gobierno de la Unión Liberal (1858-1863)

El gobierno de O’Donnell y la Unión Liberal tuvieron como finalidad garantizar el orden y las libertades para contentar a moderados y progresistas.

Supusieron una etapa de mayor estabilidad política y de un cierto crecimiento económico. Se mantuvo la Constitución de 1845, se paralizó la desamortización eclesiástica y no se llegó a aprobar la prometida ley de prensa. En Granada y Sevilla tuvo lugar una serie de revueltas campesinas protagonizadas por los jornaleros sin tierras. A partir de 1863 se sucedieron gobiernos de moderados y unionistas que se iban radicalizando. Las muertes de O’Donnell y Narváez hicieron evidente el agotamiento del modelo político moderado y facilitaron la aparición de nuevos políticos. Isabel II y la corte estaban desprestigiadas y eran constante motivo de denuncia y mofa en la prensa. Fue la crisis financiera y de subsistencia la que llevó al final de la monarquía.

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