La convocatoria de Cortes
La Junta Suprema Central decidió disolverse en enero de 1810, pero no sin hacer antes una convocatoria de Cortes. Tenían una regencia y se organizó una consulta al país sobre la reforma y esa convocatoria. Se pedían garantías contra el poder absoluto del monarca. El proceso de elección de diputados a Cortes y las reuniones en Cádiz fueron difíciles debido al estado de guerra. El ambiente liberal de la ciudad influyó en gran parte de que los elegidos tuvieran simpatía ante estas ideas. Las Cortes se abrieron en septiembre de 1810, y el sector liberal tuvo su primer triunfo al forzar la creación de una cámara única. Se aprobó el principio de soberanía nacional.
La Constitución de 1812
Se promulgó el 19 de marzo de 1812, el día de San José, conocido como ‘la Pepa’. La Constitución tiene una declaración de derechos humanos: la libertad de pensamiento y opinión, la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, libertad civil, derecho de petición, derecho de propiedad y el reconocimiento de los derechos legítimos. La nación se definía como el conjunto de todos los ciudadanos de ambos hemisferios: el territorio peninsular y las colonias americanas. La estructura del Estado correspondía con una monarquía limitada, basada en la división de poderes y no en el derecho divino. El poder legislativo, las Cortes unicamerales, representaba la voluntad nacional y tenía amplios poderes: elaboración de leyes, aprobación de los territorios y tratados internacionales. El mandato de los diputados duró dos años y era inviolable en el ejercicio de sus funciones. El sufragio universal era masculino e indirecto. El monarca era la cabeza del poder ejecutivo, poseía la dirección del gobierno e intervenía en la elaboración de leyes a través de la iniciativa y la sanción. Las decisiones de los monarcas debían ser refrendadas por los ministros. La administración de justicia era competencia exclusiva de los tribunales y se establecían principios básicos para un Estado de derecho: inmovilización de los jueces, códigos únicos en materia civil, criminal y comercial. También planteaba reformas de los impuestos y hacienda, la creación de un ejército nacional, el servicio militar obligatorio y la implantación de enseñanza primaria pública y obligatoria. El territorio se dividía en provincias, se creaban las diputaciones provinciales, se establecía la formación de ayuntamientos con cargos electivos para el gobierno de los pueblos y se creaba la Milicia Nacional.
La acción legislativa de las Cortes
Las Cortes de Cádiz aprobaron una serie de leyes y decretos destinados a la eliminación del Antiguo Régimen y a ordenar el Estado con un régimen liberal. Procediendo con la supresión de los señoríos, distinguiéndoles de los territoriales, que eran propiedad privada de los señores. Se decretó la eliminación de los mayorazgos y la desamortización de tierras comunales. Se votó la abolición de la Inquisición y la libertad de imprenta. Finalmente la libertad de trabajo, la anulación de gremios y la unificación del mercado. Sería la modernización de España. La obra de Cádiz no tuvo gran incidencia práctica. La vuelta de Fernando VII frustró la experiencia liberal y condujo al retorno al absolutismo.
La Guerra de la Independencia
La revuelta popular y la formación de Juntas
El 2 de mayo de 1808, la familia real, que aún permanecía en el palacio, se preparaba para dirigirse a Bayona, donde se creían que tenían secuestrado a Fernando VII. Una multitud se congregó ante el palacio para impedir su partida y se alzó de forma espontánea contra la presencia francesa. Las revueltas fueron reprimidas por las tropas al mando del general Murat. La población se alzó en contra de las invasiones francesas y se crearon así las Juntas de Armamentos y Defensa, con el vacío de poder creado por las abdicaciones de Bayona. Las Juntas fueron primero locales, que pretendían canalizar las agitaciones populares y luego se crearon las Juntas Provinciales, que asumieron la soberanía. Aprovechando la retirada de los franceses de Madrid, se creó la Junta Central Suprema, para que coordinase las guerras y dirigiese el país. Era una nueva forma de gobierno. Reconoció a Fernando VII como legítimo rey de España y que asumiera la autoridad hasta su retorno. Ante el avance francés, las Juntas huyeron a Sevilla y luego a Cádiz.
La resistencia: sitios y guerrillas
Se confirmaron que las previsiones de Napoleón ante la invasión serían fáciles y rápidas. Sin embargo, la resistencia de ciudades como Girona, Zaragoza o Tarragona, sometidas a los sitios de las tropas francesas, inmovilizó gran parte del ejército francés e impidió el avance hacia el Levante. Tuvieron un impacto inmediato: impidieron la conquista de Andalucía, obligaron a José I a abandonar Madrid y gran parte de los soldados imperialistas se fueron hacia el norte del Ebro. Napoleón se desplazó a España y su avance fue imparable. La resistencia de la invasión a Cádiz fue de forma espontánea; las guerrillas, pequeños grupos locales, hostilizaban al enemigo por sorpresa y destruían sus instalaciones, interferían sus movimientos y asaltaban a los convoyes de avituallamiento. En 1812, quedó afectada frente a la campaña que hizo Napoleón en Rusia y obligó a retirar a miles de afectados de la Península. Ante ello, las tropas españolas, aliadas con las guerrillas y con las tropas británicas al mando del general Wellington, consiguieron la victoria de Arapiles. Incapaz de mantener los dos frentes, Napoleón quiso pactar para poner fin a este conflicto y permitir el retorno de Fernando VII con el Tratado de Valençay.
Actitudes, sociales, políticas e ideológicas
Los afrancesados colaboraron con la monarquía de José I. Procedentes en su mayoría del despotismo ilustrado se sentían vinculados con su programa reformista. El frente patriótico, son los que se opusieron a la invasión. La mayor parte del clero y la nobleza deseaban la vuelta del absolutismo, bajo la monarquía de Fernando VII. Los Ilustrados creían que con la vuelta de Fernando VII se podría emprender un programa de reformas y modernización. Finalmente, los liberales veían en la guerra la oportunidad de realizar un cambio en el sistema político. Era la ocasión para implantar en España un sistema político liberal, basado en la soberanía nacional, división de poderes, abolición de los privilegios. Gran parte de la población afrontó la guerra como un movimiento de defensa y resistencia contra el invasor.