Desde que Colón el 12 de octubre de 1492 llegó al continente americano, surgieron inmediatamente ansias de conquista para apropiarse de un territorio, que a juicio de los europeos estaba habitado por salvajes incultos, poseedores de enormes riquezas desaprovechadas. Para ello, se organizaron empresas de conquista y colonización durante los siglos XVI y XVII, por parte de España, Portugal, Inglaterra, Francia y Holanda.
Para organizar una expedición de conquista se debía lograr la autorización a los reyes españoles, que constaba en un acuerdo denominado Capitulación, donde se establecían los derechos y deberes de los conquistadores con respecto a las tierras conquistadas. Se les otorgaba el título de Adelantado que les posibilitaba convertirse en gobernadores de las tierras que conquistaran, y finalmente lograr la financiación del viaje.
Los españoles llegaron primero a las islas Antillas donde se asentaron. Cristóbal Colón fundó La Española (actual Santo Domingo y Haití) y desde allí, una vez dominados los nativos, comenzaron la expansión de la conquista, primero a las islas aledañas y luego al continente próximo). En 1502. Fray Nicolás Ovando llegó a La Española enviado por los Reyes católicos y en 1509, arribó al lugar en calidad gobernador, Diego Colón. En 1510, la base de operaciones se trasladó de La Española a Santiago de Cuba, conquistada y pacificada por Diego Velásquez.
En 1512 se reconoció la Península de Florida por parte de Juan Ponce de León. Un año más tarde el Océano Pacífico fue hallado por Vasco Núñez de Balboa, bautizándolo como Mar del Sur. En 1516,se produjo el descubrimiento del Río de la Plata, por Juan Díaz de Solís.
Desde Cuba, partió Hernán Cortés en el mes de febrero de 1519 para la conquista de México. En 1520 Magallanes descubrió el estrecho que lleva su nombre, encontrando una vía de comunicación entre los océanos Atlántico y Pacífico. Entre 1526 y 1530, Sebastián Caboto remontó el río de la Plata. En 1532, Francisco Pizarro organizó la conquista de Perú, y desde allí procedieron a la conquista de Chile, primero a cargo de Diego de Almagro, en 1535, y luego, en 1541, de Pedro de Valdivia, que logró fundar la ciudad de Santiago, a pesar de la resistencia de los araucanos. Luego de 20 años pudieron dominar el territorio chileno, para dirigirse a la zona de Cuyo (corriente de Chile) fundando las ciudades de Mendoza (1561), San Juan (1562) y San Luis (1594), en el actual territorio argentino.
En 1536, el adelantado Pedro de Mendoza llegó al Río de la Plata con el objetivo de detener a los portugueses, y fundó el Puerto de Santa María de los Buenos Aires, pero la hostilidad de los aborígenes querandíes sitió a los españoles que padecieron sed y hambre, y finalmente, destruyeron la fortaleza. La expedición de Mendoza se dirigió a Asunción. En 1580, Juan de Garay fundó por segunda vez la ciudad de Buenos Aires, luego de fundar Santa Fe en 1573, bajo el nombre de Santísima Trinidad y puerto de Santa María de los Buenos Aires.
Los españoles también fundaron algunas de las trece colonias estadounidenses, como la de Veracruz en el año 1518, la de San Agustín, Florida, que data del año 1565, la fundada en el año 1609: Santa Fe (Nuevo México) y la del año 1769, llamada San Diego, ubicada en California.
Los ingleses realizaron la colonización del actual territorio de Estados Unidos, a partir del año 1606, extendiéndose hasta principios del siglo XVIII, y fue realizada a través de compañías de colonización, autorizadas por el rey. Fundaron trece colonias sobre la costa atlántica, estando los grupos constituidos, algunos por comerciantes, otros por religiosos, y otros por particulares.
No contaban con muchos aborígenes para someter ni dinero para invertir, ni demasiados recursos naturales, todo lo contrario de lo que había deparado la suerte a los españoles.
En Portugal sucedió algo similar, escasos nativos y escasas riquezas, aunque no hallaron resistencia de los nativos.
Sobre la conquista de América las opiniones se dividen. Algunos aceptan la leyenda negra de la conquista, donde se relata la historia de un choque de culturas, con aborígenes exterminados, o expuestos a trabajos agobiantes, como la mita o las encomiendas, que los conducían a la enfermedad, y la muerte. Poblaciones enteras diezmadas, a las que se les quitó la cultura, las ideas, la libre expresión, sometiéndolos a trabajos forzados y a aceptar una religión ajena. El suelo del territorio, tan amado por los nativos y cuidado por ellos, fue sometido a prácticas agrícolas extractivas que agotaron su productividad. La riqueza minera fue llevada a Europa, dejando en América un territorio a merced de las necesidades foráneas.
La leyenda rosa nos cuenta de un grupo de hombres que trajeron a las tierras americanas una religión de amor, caridad y respeto, que se impuso a los hombres de estas tierras para educarlos, ya que su religión les exigía la adoración de dioses malignos, que les obligaban a realizar sacrificios humanos. Se sostuvo que no poseían una cultura real, ya que era disvaliosa para ellos, y para los demás, y que los europeos trajeron la civilización y el progreso. Aún hoy los aborígenes americanos reclaman por los derechos que les quitaron en miras a ese objetivo.