El Carlismo y las Guerras Carlistas en la España del Siglo XIX
Introducción
El carlismo, como opción dinástica, apoyó las pretensiones al trono del hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro, y de sus descendientes, en contra de la línea sucesoria femenina de Isabel II. Pero el problema sucesorio no fue más que un pretexto que encubrió en realidad la verdadera naturaleza del carlismo: la defensa del Antiguo Régimen frente a los cambios que conllevaba la revolución liberal. Las aspiraciones de estos grupos absolutistas desembocaron en tres conflictos: las guerras carlistas, que representaron un grave problema para la estabilidad política de España.
Las dos primeras guerras carlistas fueron las más duras, siendo la primera la más intensa, y se desarrollaron durante el reinado de Isabel II. La tercera tendría lugar durante el Sexenio Democrático y el comienzo de la Restauración. La primera guerra carlista fue una guerra civil de 6 años. No fue solo una disputa dinástica, sino un enfrentamiento entre los partidarios de modernizar España (los liberales) y los que querían seguir con el Antiguo Régimen (los carlistas o absolutistas).
Los carlistas tenían su base social en parte de la nobleza rural, gran parte del clero (por la defensa que hacían de la Iglesia), campesinos y pequeños propietarios empobrecidos, y artesanos. Su zona geográfica principal era el País Vasco, Navarra y los antiguos territorios de la Corona de Aragón, porque los carlistas defendían los fueros. Veían con desconfianza la igualdad jurídica, los impuestos, la separación Iglesia-Estado y la abolición de los fueros tradicionales. Su lema era “Dios, Patria y Rey”.
- Dios: la Iglesia y el Estado deben ir juntos. Los gobiernos deben apoyar a la Iglesia Católica y la vida cristiana.
- Patria: la invocan para acusar a los liberales de extranjerizantes.
- Rey: la monarquía era sagrada y ninguna constitución podía limitar sus poderes. Decían mucho: “Dios y Carlos V”.
Defendían lo siguiente:
- Monarquía absoluta.
- Preeminencia de la Iglesia (Inquisición).
- Conservación de los fueros.
- Sociedad arcaica y conservadora.
- Unión Corona-Cruz.
- Añoran el pasado.
Criticaban el liberalismo, considerándolo el culpable de lo malo que pasaba en la sociedad, y criticaban la industrialización.
Los isabelinos tenían su base social en la alta nobleza, los funcionarios, las clases urbanas y populares, el ejército y los liberales (moderados y progresistas). Su zona geográfica era casi toda España.
Desarrollo de la Primera Guerra Carlista
La guerra se puede dividir en tres fases:
Primera Fase
Se inicia con el levantamiento carlista del País Vasco y Navarra, y pronto controlan el ámbito rural. Las capitales de provincia eran fieles a Isabel II. Los carlistas tenían como sistema de guerra la guerrilla, dirigida por Cabrera, y el ejército regular, dirigido por Zumalacárregui. Los isabelinos pudieron vencerlos con facilidad, pero no reaccionaron a tiempo (el ejército cambió frecuentemente de jefatura).
Apoyo internacional:
- Rusia, Prusia y Austria (absolutistas) apoyaron a Don Carlos, enviando dinero y armas.
- Inglaterra, Francia y Portugal apoyaron a Isabel II.
En 1835 muere Zumalacárregui en el sitio de Bilbao y empieza la segunda fase.
Segunda Fase
El conflicto se extiende del ámbito regional al nacional. Los carlistas desean la victoria total y salen del norte en varias expediciones que fracasan (como la de Gómez). El ejército carlista aterrorizó el país, cruzó Cataluña y Valencia, llegando hasta las murallas de Madrid, para luego tener que retroceder. Mientras tanto, Espartero liberaba Bilbao y ganaba posiciones.
Tercera Fase
Se produce una división ideológica del carlismo en transaccionistas e intransigentes. A partir de esta fase, el equilibrio militar se vuelve en contra de los carlistas. El ejército isabelino contaba con 100.000 hombres y 700 cañones, contra los 32.000 hombres y 52 cañones de los carlistas. El ejército carlista estaba mandado por Maroto, a quien los carlistas le echaron las culpas de todas las derrotas y conjuran contra él. Maroto decide eliminar a los generales que conspiraban. Carlos lo declara traidor, y a Maroto le quedan dos salidas: ser fusilado o llegar a un acuerdo con el enemigo. Mientras tanto, Espartero lo destroza todo avanzando.
Conclusión
El 29 de agosto de 1839, Maroto abandona todos los intentos de salvar los derechos de Carlos y firma el Convenio de Vergara, que reconocía a Isabel II como reina legítima de España. Quedaban a salvo la paga y ascenso de oficiales y los fueros de las provincias.
Posteriormente hubo otras dos guerras:
- La Segunda Guerra Carlista se formó al no celebrarse la boda entre Isabel II y el pretendiente carlista, Carlos VI. Se desarrolló especialmente en Cataluña.
- La Tercera Guerra Carlista (1872-76) tuvo como pretexto la elección de Amadeo I de Saboya como rey de España (1871) y el fracaso del carlismo en las elecciones de 1872. Se desarrolló bajo la dirección de Carlos VII y su hermano Alfonso Carlos, en Cataluña, Valencia y Aragón. Terminó con los fracasos carlistas de Montejurra y Estella (1876).