Las Oleadas Revolucionarias del Siglo XIX y la Revolución Francesa

Las Oleadas Revolucionarias del Siglo XIX

Primera Oleada Revolucionaria (1820-1822)

La primera oleada revolucionaria se desarrolló entre 1820 y 1822 y afectó a España, Portugal, Grecia y las regiones italianas de Nápoles y el Piamonte. El objetivo de la mayoría de los grupos revolucionarios era sancionar constituciones que, a imitación de la francesa de 1791, limitaran el poder de los monarcas. En Italia, este objetivo liberal iba acompañado por un reclamo nacionalista, porque para llevarlo a cabo era necesario independizarse de la dominación austriaca.

El triunfo griego se debió a que la revolución fue protagonizada por amplios sectores de la población y, sobre todo, porque contó con el apoyo de Gran Bretaña y Rusia, que buscaban debilitar al Imperio Turco.

Segunda Oleada Revolucionaria (1830)

La segunda oleada revolucionaria de 1830 contó con el apoyo de varios sectores de la población. Se inició en Francia y rápidamente se expandió a Bélgica, Italia y Polonia. El objetivo fue recuperar las libertades civiles. La revolución triunfó en los países bajos del sur, donde los liberales proclamaron la independencia de Bélgica y establecieron una monarquía constitucional.

Tercera Oleada Revolucionaria (1848)

La tercera oleada revolucionaria se inició nuevamente en Francia y desde allí se extendió a la Confederación Germánica, el Imperio Austríaco y la península Itálica. A excepción de la francesa, estas revoluciones fueron derrotadas rápidamente. El objetivo político era la reivindicación liberal y reclamos nacionales a favor de la independencia nacional. Y el objetivo social era el reclamo de los trabajadores por mejores condiciones y salarios. Las demandas de los trabajadores alarmaron a los grupos liberales, que se apresuraron a abandonar las revoluciones por temor a que se produjera una revolución social que confiscara sus propiedades.

La Revolución Francesa

La Toma de la Bastilla

El intento de Luis XVI de disolver la Asamblea por la fuerza produjo la reacción de los sectores populares de París.

El 14 de julio de 1789 esos sectores tomaron por asalto la prisión de la Bastilla para apoderarse de las armas que se almacenaban en ese lugar. Este día se recuerda como el comienzo de la Revolución Francesa. El rey debió permitir que la Asamblea siguiera funcionando y en pocas semanas la estructura del absolutismo se deshizo: los campesinos saquearon los castillos, atacaron a los recaudadores de impuestos y ocuparon las tierras de muchos nobles. Bajo esta presión, la Asamblea Nacional decretó el 4 de agosto la abolición de los privilegios que gozaba la nobleza.

Unos días después la Asamblea aprobó «La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano», inspirada en la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos y en los principios enunciados por los pensadores de la Ilustración.

En julio de 1790 la Asamblea sancionó la «Constitución Civil del Clero», que confiscó los bienes del clero (sus tierras fueron vendidas) y puso a los sacerdotes bajo la autoridad del Estado. Los que no aceptaron las nuevas leyes, junto a los nobles, se exiliaron en los países limítrofes. Todas estas medidas pusieron fin al antiguo régimen.

Primera República Francesa

Tras el intento de huida del rey y la amenaza de Austria y Prusia de pasar por las armas a quienes violaran los derechos de Luis XVI, la Asamblea les declaró la guerra en 1792. Tras las primeras derrotas del ejército francés hubo un levantamiento popular que produjo la caída de la monarquía y la instalación de una república. El rey quedó prisionero y luego fue ejecutado en la guillotina en 1793.

La Convención

La Asamblea Legislativa fue reemplazada por la Convención que en un principio estaba dominada por los Girondinos. Pero una serie de derrotas en la guerra y el avance de los austriacos y prusianos sobre territorio francés, hicieron que los Jacobinos, apoyados por los sectores populares, tomaran el poder liderados por Maximiliano Robespierre, quien suspendió la Constitución republicana y gobernó a través de un «Comité de Salvación Pública», mediante el cual tomó medidas de emergencia, organizó el ejército con todos los ciudadanos aptos para la guerra, estableció un control de precios y salarios y un rígido control político por el cual todo aquel que se sospechaba que actuaba en contra del gobierno era acusado de traidor y ejecutado en la guillotina, instalando una «República del Terror».

El Directorio

Los recortes de los derechos individuales y la perduración de la crisis económica hicieron que la dictadura jacobina perdiera el apoyo de los sectores populares que lo habían llevado al poder. En julio de 1794 los sectores moderados de la Convención tomaron el poder y los principales líderes jacobinos fueron ejecutados en la guillotina. En 1795 la Convención sancionó una nueva Constitución que creó un poder ejecutivo de 5 miembros: el Directorio.

El nuevo gobierno se propuso restablecer los principios de la Revolución pero, como se trataba de un gobierno débil, el ejército debió sostenerlo en el poder, lo que originaría su propia caída y reemplazo por otro gobierno.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *