3.2. El significado de 1492. La guerra de Granada y el descubrimiento de América
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En 1492 se produjo el descubrimiento de América.
A partir de este momento España y Portugal y luego otros países europeos ocupan, para su explotación, un nuevo, vasto y riquísimo continente. Ello implicó la integración de América en las dinámicas históricas de Europa, así como la transformación de las estructuras económicas y sociales europeas, lo que permitirá a largo plaza su dominio del resto del mundo.
En la Península Ibérica en 1492 coincidieron además otros hechos trascendentales: la expulsión de los judíos y la conquista del reino nazarí de Granada.
El reino de Granada fue conquistado tras una larga guerra entre 1482 y 1492 y aprovechando sus graves problemas internos (Guerra Civil). Al finalizar la guerra los Reyes Católicos acordaron con Boabdil, el rey de Granada, respetar la libertad, leyes, bienes muebles y prácticas religiosas de los musulmanes granadinos, pacto que luego incumplieron.
El origen del descubrimiento de América se encuentra en el empeño personal del navegante Cristóbal Colón en buscar una ruta occidental hacia las Indias, apoyado en unos cálculos erróneos sobre el tamaño de la Tierra, los avances en navegación y el apoyo económico y político de los Reyes Católicos. La empresa se organizó sobre la base de las Capitulaciones de Santa Fe, por las que se daban a Colón una serie de cargos sobre las tierras que ocupase y una parte de los beneficios obtenidos de ellas. El viaje partíó de Palos de Frontera en Agosto y, tras una escala en Canarias, llega el 12 de Octubre a la isla de San Salvador en las Bahamas. El tratado de Tordesillas (1494)
reconocíó la posesión de Castilla de las tierras descubiertas.
3.7. La Guerra de los Treinta Años y la pérdida de la hegemonía española en Europa
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La Guerra de los Treinta Años (1618-1648)
fue el principal conflicto del Siglo XVII. La guerra comenzó con la rebelión de los checos protestantes contra el emperador Fernando II de Habsburgo.
El emperador pidió ayuda a sus familiares españoles pero el conflicto se agravó cuando los checos obtuvieron el apoyo de los alemanes protestantes y de países protestantescomo Suecia, Dinamarca, Países Bajos, Inglaterra e incluso la católica Francia. De este modo, el conflicto de inicial carácter religioso se convirtió también en un conflicto político al dirimirse la hegemonía europea, en ese momento en manos de la casa de Habsburgo. La mayor parte de los países europeos se alinearon en uno de los bandos:
los Habsburgo (austriacos y españoles) y la coalición anti-Habsburgo.
La guerra concluyó con la paz de Westfalia (1648)
, que tendría para la Monarquía Hispánica dos consecuencias importantes: el reconocimiento de la independencia de las Provincias Unidas (Países Bajos) y la pérdida de la hegemonía en Europa, convirtiéndose Francia en la nueva gran potencia europea.
España continuará su guerra en solitario contra Francia hasta la paz de los Pirineos (1659)
, por la cual España entregó Rosellón, la Cerdaña y algunas ciudades de Flandes. Otro conflicto con Francia unos años después llevó a la pérdida del Franco Condado.
El reinado de Carlos II (1665-1700) confirmará la posición de España como potencia de segunda fila. Además, la falta de descendencia de este rey creará un vacío sucesorio que aprovechará Francia.
3.8. Principales factores de la crisis demográfica y económica del Siglo XVII y sus consecuencias
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El siglo XVII fue un siglo de crisis tanto en España como en el resto de Europa. En el caso de España, contaba a principios del siglo con 8 millones de personas y a finales de siglo con 7 millones. Las causas de esta crisis demográfica serían las siguientes: la existencia de grandes epidemias, la sucesión de malas cosechas, la expulsión de los moriscos, la influencia de las guerras, la emigración a América y el descenso de la natalidad vinculado al elevado número de eclesiásticos.
Debido a la crisis demográfica la disminución de la mano de obra campesina causaría la caída de producción agraria. Otras causas de la crisis económica son la escasa inversión en artesanía y comercio y el arruinamiento de la Hacienda debido a las continuas guerras y a la disminución de la cantidad de metales preciosos procedentes de América, producíéndose varias bancarrotas.
Para hacer frente a este último problema los Austrias optaron por elevar los impuestos de manera excesiva, medida que agravó la situación, y por manipular el valor de la moneda de vellón, lo que originó inflación.
Las consecuencias de la crisis económica fueron muy importantes: la población en general y el campesinado en particular, se empobrecería, empeorando su nivel de vida; la monarquía de los Austrias se endeudaría con los banqueros europeos y la falta de recursos dificultaría el mantenimiento de la hegemonía europea de la Monarquía Hispánica, cuya pérdida se hacía cada vez más evidente a medida que avanzaba el siglo.
3.9. Crisis de la Monarquía Hispánica: el reinado de Carlos II y el problema sucesorio. *16*
Cuando Felipe
IV murió en 1665, dejó como heredero a su hijo Carlos II, un niño de cuatro años de edad. Por ello dispuso en su testamento que su viuda, Mariana de Austria, gobernase como regente.
El reinado de Carlos II se caracterizó por su incapacidad para gobernar y a la existencia de continuas luchas por el poder entre facciones nobiliarias rivales. En consecuencia, los validos y hombres fuertes se sucedieron en el poder: Nithard, Valenzuela, don Juan José de Austria, el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa.
Otro rasgo del reinado fue la desastrosa situación económica, que influyó en la existencia de frecuentes motines o sublevaciones populares. Con respecto a la política exterior, se aceleró la pérdida de influencia internacional española con acontecimientos como el reconocimiento de la independencia de Portugal (1668) y la participación de España en las coaliciones contra la Francia de Luis XIV que concluyó con la pérdida del Franco Condado y parte de Flandes.
La inestabilidad política propia de este reinado se agravó al surgir el problema sucesorio: Carlos II no pudo tener hijos. Debido a ello, al finalizar el siglo se fueron perfilando dos posibles herederos:
El archiduque Carlos de Austria, de la línea austriaca de la Casa de Habsburgo; y Felipe de Anjou, de la Casa de Borbón y nieto del rey francés Luis XIV.
Carlos II nombró como heredero a Felipe de Anjou poco antes de su muerte. Sin embargo, el temor de algunos países europeos- en especial Inglaterra y Austria- a la creación de un fuerte bloque hispano-francés provocó, tras la muerte de Carlos II, la Guerra de Sucesión Española.