Las Reformas Borbónicas en España durante el Siglo XVIII

Reformas Administrativas y Políticas

Un hito clave en las reformas administrativas fueron los Decretos de Nueva Planta (1707-1716). A través de ellos se suprimieron los fueros y las instituciones de los reinos de la Corona de Aragón (Valencia, Cataluña, Aragón y Baleares). De esta manera, todo el territorio de la monarquía española pasaba a tener una administración centralizada, a excepción de Navarra y el País Vasco, que por su apoyo a Felipe V conservaron sus fueros.

Otra característica de la política de los Borbones españoles en el siglo XVIII fue el regalismo, que consistió fundamentalmente en el derecho de los monarcas a intervenir en algunos aspectos de la vida de la Iglesia.

Respecto a la política exterior, los Borbones españoles firmaron una serie de tratados que provocaron la intervención de España en varios conflictos internacionales. No obstante, se recuperaron algunas posesiones perdidas con el Tratado de Utrecht. A lo largo del siglo XVIII España firmó con Francia los llamados Pactos de Familia, que desembocaron en la participación española en dos conflictos muy importantes: la Guerra de los Siete Años y la Guerra de la Independencia Americana. En esta última, España recuperó Florida, Menorca y otras posesiones, aunque no consiguió Gibraltar. Con el estallido de la Revolución Francesa, Carlos IV rompió temporalmente la política de amistad con Francia. Sin embargo, esta política se restableció con la subida de Napoleón al poder, lo que provocó el enfrentamiento de España con el Reino Unido en la derrota de Trafalgar (1805), cuando España perdió su potencial naval.

Reformas Económicas

Gran parte de las medidas adoptadas por los reformistas ilustrados se dirigieron a intentar sacar al país del atraso económico en el que se encontraba. La actividad económica más importante seguía siendo la agricultura, que mantenía unas estructuras de propiedad características del Antiguo Régimen. Los déspotas ilustrados realizaron una serie de medidas reformistas influidos por una nueva teoría económica, la fisiocracia, que consideraba la agricultura como principal fuente de riqueza de un país.

Un problema que tenía la agricultura española eran las llamadas propiedades en manos muertas, vinculadas al mayorazgo, a los eclesiásticos, al realengo y a los municipales. Los rendimientos agrícolas seguían siendo bajos, tanto por la meteorología como por las deficiencias técnicas. Además, la mala situación agraria se veía agravada por la pervivencia de numerosos privilegios, como los de la Mesta. Aparecieron frecuentes crisis de subsistencias. La mayor parte de los cultivos se dedicaban a los cereales, aunque también se cultivaban la patata y el maíz.

La monarquía se preocupó por mejorar la situación y aplicó una serie de reformas. Unas fueron leyes, como la libertad de comercio para algunos productos agrícolas, algunas desamortizaciones eclesiásticas y la supresión de privilegios de la Mesta. También se realizaron obras de irrigación y se promovieron repoblaciones, como las nuevas poblaciones de Sierra Morena mediante la asociación Sociedad Económica Amigos del País, organizadas por el intendente Pablo de Olavide con el objetivo de repoblar y poner en cultivo tierras del interior.

La política económica de tipo mercantilista de los Borbones pretendió lograr un mayor autoconsumo industrial, para lo que establecieron diversas estrategias: por un lado, la aplicación de medidas proteccionistas y, por otro, la creación de grandes manufacturas públicas, denominadas reales fábricas, que eran grandes talleres controlados por la Corona. También se desarrolló el sector textil, surgiendo las primeras manufacturas algodoneras.

Respecto a las actividades comerciales, estas crecieron considerablemente durante el siglo XVIII. Se realizaron una serie de obras públicas, se suprimieron las aduanas y los peajes y, por último, se intentó revitalizar el comercio americano a través de compañías comerciales.

Sociedad

Socialmente, España tenía características propias del Antiguo Régimen. La demografía presentaba una mortalidad y natalidad altas, habiendo una esperanza de vida de 35 años. La población aumentó considerablemente, como así lo registran los censos como el de Ensenada, Aranda y Floridablanca. Los factores que provocaron esto fueron el descenso de las mortalidades catastróficas, como la peste, y la disminución de las crisis de subsistencias. También influyeron las mejores condiciones higiénicas y sanitarias, y un menor número de guerras. Este crecimiento fue mayor en la periferia.

La estructura social era de tipo estamental, con los privilegiados y los no privilegiados. La nobleza y el clero tenían tribunales propios, no pagaban impuestos y accedían a los mejores cargos de la administración. El pueblo llano tenía que pagar impuestos y trabajar. Se produjeron pequeños cambios sociales, como el ascenso de la burguesía. Por otro lado, algunos ilustrados criticaron el orden social, destacando Feijoo, Floridablanca, Campomanes, Jovellanos y Olavide.

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