Reformas Borbónicas
Las Reformas Borbónicas perseguían el objetivo de devolver a España al menos una parte de su glorioso pasado como potencia imperial. Realizaron reformas económicas que impulsaron la expansión de regiones como Cataluña y Andalucía. En el ámbito político, los Borbones pudieron concretar un antiguo objetivo de los Austrias: unificar una España que comprendía sus posesiones peninsulares y sus territorios americanos. Las reformas implementadas en Hispanoamérica tuvieron consecuencias económicas, sociales y políticas que generaron el rechazo de amplios sectores de la población, que en muchos casos se plasmó en revueltas contra ellas.
Reformas en las colonias americanas
Estas reformas fueron iniciadas por Felipe V (1700-1746), continuadas por Fernando VI (1746-1759) y desarrolladas principalmente por Carlos III (1759-1788). Los objetivos fueron, básicamente, recuperar la hegemonía comercial y militar de España, y explotar y defender mejor los ingentes recursos coloniales.
El proyecto borbón contempló la renovación del sistema mercantil para que sus colonias sean proveedoras eficientes de materias primas y consumidoras de las manufacturas españolas. La Corona apoyó a la burguesía peninsular favoreciendo la industria y protegiendo sus mercados. En este contexto se fue liberalizando el comercio entre los puertos españoles y americanos, lo que se consagró cuando Carlos III dio el decreto de Libre Comercio en 1778. Esta política debía complementarse combatiendo el contrabando y mejorando la recaudación fiscal a favor de la metrópoli española. Esto provocó fuertes tensiones y guerras principalmente contra los poderosos ingleses y portugueses.
Baltasar Hidalgo de Cisneros
(1809) Con el objetivo de poner fin a la crisis política en el Río de la Plata y evitar cualquier intento separatista se designó a Cisneros nuevo virrey en reemplazo de Liniers. Salvada esta primera crisis, Cisneros intentó desactivar las pujas por el poder entre criollos y españoles pero la llegada de las noticias sobre la pérdida de Andalucía y el reemplazo de la Junta Central por un Consejo de Regencia abrió un nuevo escenario del cual predominaba la sensación de la caída total de España en manos francesas. El 18 de mayo de 1810 Cisneros emitió una proclama, en la cual daba cuenta de la situación de España y convocaba a los americanos a mantener lealtad y conservar la libertad de la monarquía española.
Revolución de Mayo
La propuesta de Cisneros fue discutida en una serie de reuniones que los criollos realizaron en la jabonería de Hipólito Vieytes y en la casa de Nicolás Rodríguez. De esas reuniones tomaron parte, entre otros, Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Juan José Paso y Antonio Beruti. El grupo entrevistó a Cisneros y le solicitó que convocara a un Cabildo Abierto (22 de mayo de 1810). El virrey aceptó debido a la presión ejercida por los jefes de las milicias criollas, entre ellos Cornelio Saavedra. Se invitaron 450 vecinos de los que participaron aproximadamente la mitad. Entre ellos se encontraban funcionarios, sacerdotes, oficiales del ejército y vecinos de la ciudad.
En los debates se explicitaban las diferentes posiciones. El obispo Benito Lué sostuvo que mientras existiera en España un organismo político, este tenía legítimo derecho para seguir gobernando los territorios americanos. La posición de los criollos fue expresada por Castelli. Este señaló que los americanos tenían los mismos derechos que los peninsulares para formar sus juntas de gobierno en ausencia del rey Fernando.
Formación de la Primera Junta de Gobierno
Fue conformada por nueve miembros: Saavedra era su presidente, y por ello se le dio el mando militar; sus secretarios fueron Mariano Moreno y Juan José Paso; sus vocales, Manuel Belgrano, José Castelli, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu y Juan Larrea. Fue el primer gobierno provisional del Río de la Plata y se legitimó en el principio jurídico de “retroversión de la soberanía a los pueblos en ausencia del monarca”. Este principio, que reconocía a los pueblos como entidades políticas, condujo a la Junta al envío de la Circular del 27 de mayo a las ciudades del interior para que por medio de elecciones eligieran y enviaran sus representantes a Buenos Aires.
Conflicto entre Saavedra y Moreno
La facción morenista planteó que estos debían formar un congreso destinado a proclamar la independencia y sancionar una constitución, y la saavedrista propuso ampliar la Junta existente con los nuevos diputados.
Gobierno de Martín Rodríguez
(1820-1824) Martín Rodríguez (1771-1845) fue un político y militar argentino. Tuvo actuación destacada en la lucha contra las Invasiones Inglesas, en el proceso político de la Revolución de Mayo y en la Guerra de Independencia de la Argentina. Ocupó durante cuatro años el cargo de Gobernador de Buenos Aires.
La gobernación de Martín Rodríguez fue el intento más exitoso de institución de un estado provincial en la década de 1820. Sus primeros apoyos provinieron del llamado “Partido del Orden” que estaba integrado por un grupo de la élite de Buenos Aires. El lema de esa administración fue “paz, civilización y progreso”. Y para alcanzar ese objetivo se estableció un ambicioso plan de reformas administrativas, eclesiásticas, sociales, culturales, económicas y urbanas, del que fue responsable su primer ministro, Bernardino Rivadavia.
Congreso de Tucumán
(1816) Los sucesos de 1814 pusieron a prueba a los partidarios de la revolución. Las sesiones del Congreso se iniciaron el 24 de marzo de 1816 y el 9 de julio se declaró la independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica de la dominación española y de toda otra dominación extranjera. Días después se adoptó como símbolo patrio la bandera celeste y blanca que Manuel Belgrano había creado en 1812, luego de regresar de la expedición al Paraguay.
La Independencia de los Estados Unidos
(Siglo XVIII) Las trece colonias inglesas en América del Norte lograron mayor autonomía frente a la corona como consecuencia de su desarrollo comercial. El gobierno inglés controlaba el comercio exterior y podía tomar decisiones en las asambleas locales para lograr la cooperación económica de los colonos. Luego, después del triunfo británico en la Guerra de los Siete Años (1756-1763), la corona obtuvo la colonia francesa de Canadá, la península de Florida y amplias regiones al este del río Mississippi. El rey intentó imponer nuevos impuestos a los colonos pero estos se opusieron porque consideraban que esa contribución debía cubrirse con los tributos del comercio exterior. En 1764 el Parlamento inglés sancionó el cobro de impuestos sobre el consumo de azúcar, vinos, sedas, té y papel.
La reacción de los colonos
Estos nuevos impuestos generaron el rechazo de los sectores más poderosos de las colonias que veían afectados sus intereses. Para frenar la situación llevaron a cabo un boicot que paralizó el comercio de la metrópoli. La Corona y el Parlamento se radicalizaron cuando en 1770 se produjo la denominada Matanza de Boston, que se originó cuando un grupo de colonos lanzó bolas de nieve sobre los soldados ingleses, quienes respondieron disparando sobre la multitud. A fines de 1773 un grupo de independentistas disfrazados de indígenas abordó en el puerto de Boston tres barcos de té y arrojó su carga al mar. Como castigo por esta iniciativa, el rey Jorge III y el Parlamento inglés aprobaron una ley que cerraba el puerto hasta que se pagaran los daños ocasionados. Para oponerse a esta medida, Massachusetts organizó una resistencia armada que los británicos intentaron reprimir enviando un ejército. Se había iniciado la Guerra de la Independencia.
Revolución Francesa
(Siglo XVIII) Francia era la monarquía absoluta más poderosa de Europa. Inglaterra era su primer rival en la política internacional. Mientras Inglaterra avanzaba en su proceso de industrialización, la economía francesa se basaba en la producción agrícola de tipo tradicional, sumada a una rígida organización mercantilista y a la aplicación de altos impuestos y aranceles aduaneros. La sociedad francesa se dividía en tres estados: los más altos eran el clero y la nobleza, que no pagaban impuestos y tenían amplios privilegios judiciales y económicos. El Tercer Estado estaba compuesto por campesinos, artesanos urbanos, comerciantes, financistas y profesionales. No gozaban de privilegios y el peso de los altos impuestos lo cargaban ellos.
En 1787 y 1789 hubo una crisis económica debido a las malas cosechas, lo cual produjo escasez de alimentos y el aumento de precios. La crisis afectó sobre todo a los sectores populares urbanos, ya que aumentó el precio del pan. Debido a esto, el monarca Luis XVI intentó implementar el cobro general de impuestos a todas las clases propietarias. Esto afectaba los antiguos privilegios de la nobleza y el clero, y estos se opusieron a ella. Frente a esta situación, el rey convocó a los Estados Generales, que eran una institución compuesta por representantes de los diferentes estamentos cuya función era deliberar y decidir respecto de los pedidos del rey.
Monarquía Constitucional
Los representantes del Tercer Estado en la Asamblea Nacional, que se había declarado constituyente, proclamaron la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Se inspiró en la Declaración de la Independencia norteamericana y en los principios de libertad, igualdad y fraternidad. A fines de 1789 se nacionalizaron los bienes eclesiásticos, cuyas tierras fueron vendidas para dar respaldo económico a la nación, y se sancionó la Constitución Civil del Clero, que subordinaba la Iglesia al Estado. La nueva Constitución fue sancionada en 1791 y en ella se estableció una monarquía constitucional.
El Directorio
(1795-1799) En 1794 los jacobinos fueron desalojados del poder y sus líderes, como Robespierre, guillotinados. Se estableció un nuevo gobierno, el Directorio, cuyo objetivo era restablecer los principios del antiguo régimen. Por eso, en 1795 se sancionó un texto constitucional que reimplementó el voto censitario. El Directorio construyó una alianza con los grupos militares de modo tal que el ejército se convirtió en el soporte del poder político.