La Revolución Liberal
Se denomina Revolución Liberal al conjunto de oleadas revolucionarias iniciadas con la Revolución Francesa (1789) y que posteriormente se extendieron por Europa desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX.
Objetivo principal: Terminar con el Antiguo Régimen, poniendo fin a los privilegios feudales e instaurando un nuevo sistema político y social basado en los principios de libertad e igualdad que permitiese la participación activa de la ciudadanía en la vida política.
Causas principales:
- El desarrollo de la burguesía a lo largo del siglo XVIII.
- La difusión de las ideas de la Ilustración.
- El ejemplo de la Revolución Americana.
La Revolución Francesa
Las Causas de la Revolución
Hacia 1780, muchos sectores sociales en Francia mostraban su descontento con la situación económica y social. El Tercer Estado rechazaba un sistema que lo marginaba y le hacía soportar todas las cargas económicas:
- La mayoría de los campesinos no eran propietarios de las tierras que trabajaban y sus cosechas sólo servían para pagar impuestos y cargas señoriales.
- En las ciudades, los precios aumentaban y los salarios no daban para sobrevivir a gran parte del pueblo llano.
- La burguesía, aunque enriquecida con las manufacturas, el comercio y las finanzas, se sentía marginada social y políticamente.
A esto se sumó una doble crisis económica en 1789:
- Crisis económica: Provocada por casi 30 años de malas cosechas, que llevaron a la subida de precios de los productos de primera necesidad, generando descontento y quejas entre la población.
- Crisis financiera: Provocada por la falta de fondos del Estado.
Consecuencias: La monarquía de Luis XVI se mostraba incapaz de hacer frente a esta realidad. La única solución pasaba por hacer tributar a los privilegiados (nobleza y clero), que eran los más ricos, pero no estaban dispuestos a aportar más recursos; al contrario, deseaban aumentar sus privilegios e ingresos señoriales.
La Convocatoria de los Estados Generales (1789)
Ante la propuesta de una reforma fiscal, la nobleza se rebeló y exigió la convocatoria de los Estados Generales, los únicos con capacidad de aprobar nuevos impuestos.
Luis XVI, su ministro Necker y gran parte de los privilegiados pretendían discutir sólo sobre finanzas y descartaban las propuestas de reforma social que demandaba el Tercer Estado. Para hacer valer su fuerza, los representantes del Tercer Estado exigieron la reunión conjunta de todos los grupos y el voto por cabeza (un voto por diputado) y no por estamento, además de solicitar tener más representantes.
Ante la negativa del rey y de los privilegiados, los diputados del Tercer Estado abandonaron la reunión y se trasladaron a otro salón de Versalles, el Salón del Juego de Pelota. Allí declararon que representaban a la mayoría de la población y se constituyeron en Asamblea Nacional, comprometiéndose a reunirse hasta elaborar una Constitución.
El rey, presionado por la nobleza y el clero, rodeó el palacio de Versalles con su ejército para intentar disolver la Asamblea Nacional. Esto llevó a una revuelta popular y a la irrupción del pueblo llano en la revolución. El 14 de julio de 1789, el pueblo de París asaltó la Bastilla (prisión y símbolo del absolutismo). En el campo, los campesinos protagonizaron revueltas antiseñoriales conocidas como el Gran Miedo. El rey cedió, y la Asamblea quedó legitimada, incluyendo a representantes del clero y la nobleza.
La Monarquía Constitucional (1789-1792)
La Asamblea Nacional Constituyente tomó una serie de medidas para desmantelar el Antiguo Régimen:
- Quedaron abolidos todos los privilegios y los derechos feudales de la nobleza y el clero.
- Se aprobó la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, que establecía una serie de libertades y derechos fundamentales y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.
- Se elaboró una Constitución en 1791, que establecía la separación de poderes: el monarca conservaba el poder ejecutivo, la Asamblea el poder legislativo y los jueces el poder judicial. Establecía también el sufragio censitario (limitado a los ciudadanos más ricos). La aprobación de esta Constitución instauró en Francia una monarquía constitucional.
- Se creó un nuevo ejército: la Guardia Nacional Francesa.
- Se adoptaron medidas financieras ante la crisis: desamortización (expropiación) y venta de bienes eclesiásticos a particulares.
Problemas:
- La monarquía y los privilegiados no aceptaban estos cambios.
- Buscaron el apoyo de monarquías absolutas extranjeras para restablecer el absolutismo. Los nobles, junto con el emperador austriaco, organizaron una intervención armada.
- En junio de 1791, el rey Luis XVI y su familia huyeron de París hacia la frontera con Austria para ponerse al frente de las tropas invasoras. Fueron detenidos en Varennes y retornados a París. Esto desprestigió enormemente a la monarquía y demostró que el rey no estaba dispuesto a aceptar las nuevas ideas del liberalismo burgués.
- Las tropas austriacas entraron en París a finales de 1792.
La República Social (1792-1794)
Las clases populares parisinas (los sans-culottes), respaldadas por una parte de los diputados (los jacobinos), protagonizaron una insurrección. En agosto de 1792 asaltaron el palacio de las Tullerías y detuvieron al monarca Luis XVI, a su esposa María Antonieta y al resto de la familia, exigiendo el fin de la monarquía y la proclamación de la República.
El 20 de abril de 1792, la Asamblea Nacional había declarado la guerra a Austria, que amenazaba con invadir Francia. Inicialmente, se sucedieron las derrotas francesas.
La Convención Girondina
Se creó una nueva asamblea constituyente, la Convención Nacional, elegida por sufragio universal masculino, después de que un ejército de voluntarios venciera a la coalición absolutista europea en la batalla de Valmy. Su primera acción fue la abolición de la monarquía y la proclamación de la República (septiembre de 1792).
Dentro de la Convención, se distinguieron dos grupos principales:
- Los girondinos: Dirigidos por Brissot, representaban a la burguesía más moderada y obtuvieron inicialmente la mayoría.
- Los jacobinos (o montañeses): Más radicales, liderados por figuras como Robespierre, Danton o Marat. Se erigieron en portavoces de los sectores populares de París (los sans-culottes), que deseaban una revolución que avanzara en la igualdad social.
La presión popular y jacobina obligó a la Convención a juzgar a Luis XVI por traición. Fue condenado y guillotinado en enero de 1793. La reina María Antonieta fue ejecutada en octubre del mismo año.
Consecuencias de la ejecución del rey:
- En Francia: Inicio de una insurrección campesina contrarrevolucionaria en la región de La Vendée y conspiraciones protagonizadas por los antiguos grupos privilegiados.
- Fuera de Francia: Las potencias absolutistas europeas formaron una Primera Coalición y entraron en guerra contra la Francia revolucionaria.
Los jacobinos acusaban al gobierno girondino de incapacidad para responder a las necesidades populares y de no tomar las decisiones que la situación de guerra y crisis requería. En junio de 1793, respaldados por los sans-culottes y sus líderes más radicales, los jacobinos asaltaron la Convención, detuvieron a los principales diputados girondinos y los ejecutaron. El poder quedó en manos de los jacobinos.
La República Jacobina (El Terror)
Los jacobinos impulsaron la fase más radical de la Revolución:
- Elaboraron una nueva Constitución en 1793 que reflejaba los principios de la democracia social: soberanía popular, sufragio masculino universal directo, eliminación total de los derechos feudales (sin necesidad de pagar rescate a los antiguos señores) y defensa del derecho a la existencia por encima de cualquier otro.
- Impulsaron reformas sociales: redistribución de la propiedad agraria, establecimiento de un precio máximo para los artículos de primera necesidad (Ley del Máximum), enseñanza obligatoria y gratuita, y asistencia social.
- Implementaron medidas de descristianización: establecieron un calendario revolucionario y promovieron un proceso de descristianización, con la pretensión de abrir una nueva etapa y romper con la influencia de la Iglesia.
- Se decretó la leva en masa para formar un ejército popular capaz de defender la Revolución frente a los enemigos internos y externos.
- Para imponer estas reformas y hacer frente a la guerra y la contrarrevolución, se estableció un gobierno revolucionario, el Comité de Salvación Pública, al frente del cual se situó Robespierre, el principal líder jacobino. Este gobierno suspendió las garantías constitucionales, gobernó de forma autoritaria e inició una política conocida como el Terror, mediante la cual los sospechosos de acciones contrarrevolucionarias eran detenidos, juzgados por tribunales populares revolucionarios y, a menudo, ajusticiados (Ley de Sospechosos).
Consecuencias de la política del Terror: Robespierre y sus fieles eliminaron a sus adversarios (tanto moderados como radicales dentro del propio movimiento revolucionario) y llevaron a cabo una sangrienta represión. Finalmente, todos sus enemigos (moderados, antiguos girondinos, jacobinos críticos) se unieron contra ellos y un golpe de Estado en la Convención (julio de 1794, 9 de Termidor según el calendario revolucionario) detuvo a Robespierre, quien fue guillotinado junto a sus seguidores.
La República Burguesa Moderada (1794-1799): El Directorio
Tras la caída de Robespierre (reacción termidoriana), la Convención pasó a estar controlada por los sectores burgueses más moderados, que iniciaron un proceso de:
- Desmantelamiento de las medidas de la etapa jacobina (supresión de la Ley del Máximum, depuración de jacobinos).
- Toma de medidas drásticas contra los jacobinos y los sans-culottes.
- Promoción del retorno de los exiliados moderados.
- Aprobación de una nueva Constitución (1795) que restableció el sufragio censitario y creó un nuevo poder ejecutivo, el Directorio (gobierno colegiado de cinco miembros), y un poder legislativo bicameral.
Grupos contrarios al Directorio: El nuevo régimen tuvo que hacer frente a la oposición tanto de:
- Los monárquicos, que no cesaban en su empeño de restaurar el absolutismo (o una monarquía constitucional).
- Los sectores populares (sans-culottes) y los jacobinos supervivientes, que exigían el retorno a la Constitución de 1793 y medidas sociales (ej. Conspiración de los Iguales de Babeuf).
En este contexto de inestabilidad política y social, el ejército ganó prestigio como garante del orden y de las conquistas revolucionarias frente al exterior. Napoleón Bonaparte, un joven y victorioso general, apareció como la figura capaz de garantizar la revolución liberal en su versión moderada y evitar tanto el retorno del absolutismo como los excesos democráticos de los sectores populares. Protagonizó un golpe de Estado el 9 de noviembre de 1799 (18 de Brumario) que puso fin al Directorio e inició la etapa del Consulado.
La Restauración en Europa (1815-1830)
Tras la derrota definitiva de Napoleón en Waterloo (1815), los monarcas vencedores (Austria, Rusia, Prusia y Gran Bretaña) mostraron su decisión de restaurar las monarquías tradicionales e impedir la expansión de las ideas liberales nacidas con la Revolución Francesa.
Objetivo principal: Restaurar el absolutismo en Europa y el equilibrio entre las potencias.
Decisiones del Congreso de Viena
Para imponer estos principios, los representantes de las potencias vencedoras, junto con Francia (ya con los Borbones restaurados), se reunieron en el Congreso de Viena (1814-1815), bajo la dirección del canciller austriaco Metternich. El Congreso estableció cuatro principios por los que debía regirse la política europea:
- Legitimidad: Retorno a sus tronos de todos los monarcas legítimos que habían perdido el poder durante la era napoleónica (ej.: los Borbones en Francia y España).
- Equilibrio: Búsqueda de un balance de poder entre las grandes potencias para evitar la hegemonía de una sola.
- Responsabilidad internacional: Compromiso de las grandes potencias de trabajar juntas para mantener el orden establecido y evitar cambios revolucionarios.
- Derecho de intervención: Atribución del derecho a intervenir militarmente (a través de alianzas como la Santa Alianza – Prusia, Rusia, Austria – o la Cuádruple Alianza – las anteriores más Gran Bretaña) en aquellos países donde estallaran movimientos revolucionarios que amenazaran el orden absolutista.
Se procedió a la reestructuración del mapa de Europa en beneficio de las grandes potencias, con el objetivo de buscar un equilibrio entre ellas y controlar los territorios que pudieran ser origen de movimientos revolucionarios, sin tener en cuenta las aspiraciones nacionales de los pueblos.
Causas de las Revoluciones Posteriores: Liberalismo y Nacionalismo
Pese a los intentos de la Restauración, las ideas surgidas de la Revolución Francesa continuaron influyendo.
Liberalismo
La Revolución Francesa y las guerras napoleónicas habían difundido por Europa una serie de principios que conformaron las bases ideológicas del liberalismo:
- Libertades individuales (expresión, reunión, religión, económica, etc.).
- Abolición de los privilegios estamentales e igualdad legal.
- Separación de poderes (ejecutivo, legislativo, judicial).
- Soberanía nacional (el poder reside en la nación), ejercida normalmente a través de representantes elegidos por sufragio (inicialmente censitario).
- Existencia de una Constitución que limita el poder del monarca y garantiza los derechos y libertades.
Nacionalismo
La defensa de la creación de Estados nacionales, basados en la idea de que cada nación (comunidad con vínculos históricos, culturales, lingüísticos) tiene derecho a autogobernarse, animó a muchos pueblos sometidos a imperios o fragmentados en diversos estados a reivindicar su derecho a constituirse como naciones independientes. Se distinguen principalmente dos concepciones:
- Origen francés (liberal): Inspirado en la Revolución Francesa, define la nación como el conjunto de ciudadanos que deciden voluntariamente vivir bajo las mismas leyes y compartir un proyecto político común (concepto de «nación-contrato»).
- Origen alemán (cultural o esencialista): Proveniente de filósofos como Herder o Fichte, define la nación como un «alma» o «espíritu» colectivo (Volksgeist) que se manifiesta en la lengua, la cultura, las tradiciones y la historia compartidas, y que existe independientemente de la voluntad individual de los ciudadanos (concepto de «nación cultural»).
Consecuencias: El Congreso de Viena rechazaba ambos principios (liberalismo y nacionalismo), al restaurar el absolutismo y reorganizar el mapa sin atender a las nacionalidades. Sin embargo, estas aspiraciones continuaron difundiéndose y fueron el motor de las sucesivas oleadas revolucionarias que sacudieron Europa en las décadas siguientes.
Las Aspiraciones de Libertad (1820-1830)
La Oleada Revolucionaria de 1820
Durante la década de 1820, la represión ejercida por las autoridades absolutistas obligó a los partidarios del liberalismo y el nacionalismo a organizarse en sociedades clandestinas (como los carbonarios en Italia o los decembristas en Rusia) que promovían la insurrección armada contra el absolutismo, a menudo mediante pronunciamientos militares.
Esta estrategia triunfó temporalmente en España (Trienio Liberal, 1820-1823), Portugal, Nápoles y el Piamonte, abriendo cortos periodos de gobiernos liberales que fueron suprimidos rápidamente por la intervención de las fuerzas absolutistas de la Santa Alianza (ej. intervención francesa en España con los «Cien Mil Hijos de San Luis»).
Sólo en Grecia una insurrección nacional contra el dominio turco-otomano, iniciada en 1821, consiguió, tras una larga y cruenta guerra que despertó la simpatía de los liberales europeos (filohelenismo), la independencia (reconocida en 1829-1830) y la constitución de un gobierno liberal (aunque finalmente se impuso una monarquía).
La Oleada Revolucionaria de 1830
Una segunda oleada revolucionaria, de mayor alcance y con mayor participación popular, se originó en la década de 1830. Se abandonó en parte la estrategia minoritaria insurreccional para conformar movimientos más amplios, con participación de la burguesía, intelectuales y sectores populares urbanos. Sus principales reivindicaciones eran:
- Implantación del liberalismo (generalmente moderado) frente al absolutismo.
- Soberanía nacional ejercida mediante sufragio censitario.
- Establecimiento de una Constitución.
- Acceso de la alta burguesía al poder político.
Principales focos:
- Francia: El epicentro fue París. Las «Tres Gloriosas Jornadas» de julio de 1830 derrocaron al último monarca Borbón (Carlos X, que había intentado restaurar el absolutismo) y se implantó una monarquía constitucional de carácter liberal-moderado, que proclamó rey a Luis Felipe de Orleans («el rey burgués»).
- Bélgica: Consiguió la independencia del Reino de los Países Bajos (al que había sido unida artificialmente en el Congreso de Viena) y estableció una monarquía liberal.
- Polonia: Surgió una revuelta nacionalista contra el dominio del Imperio Ruso, que fue duramente sofocada por el ejército zarista.
- Otros estallidos liberales y/o nacionalistas se produjeron en algunos estados italianos y alemanes, pero fracasaron.
Como resultado de estas revueltas, en la mayoría de los países de Europa occidental desaparecieron los regímenes absolutistas y se impusieron gobiernos liberales moderados, cuyo referente era la Constitución francesa de 1791 (monarquía constitucional, sufragio censitario, libertades limitadas).
La Revolución de 1848: La «Primavera de los Pueblos»
La oleada revolucionaria de 1848 fue la más extensa y profunda del ciclo.
Causas principales:
- Insatisfacción con las limitaciones del liberalismo moderado (sufragio censitario, escasas reformas sociales).
- Aspiraciones democráticas (sufragio universal masculino, soberanía popular plena, república como forma de gobierno).
- Persistencia de las reivindicaciones nacionalistas en los imperios multinacionales y en las naciones fragmentadas.
- Una grave crisis económica desde 1846 (malas cosechas, crisis industrial y financiera) que aumentó el malestar social.
Consecuencias generales:
- Afectó a casi todo el continente europeo (con excepciones como Gran Bretaña o Rusia).
- Expandió las demandas de libertad y, sobre todo, de democracia.
- Supuso el fin de la mayoría de las monarquías absolutas que aún quedaban en Europa central (excepto en el Imperio Ruso).
- Significó un importante avance del movimiento nacionalista contra los grandes imperios (especialmente el Austriaco).
- Marcó la aparición del movimiento obrero organizado como un nuevo actor político con demandas propias, diferenciadas de las de la burguesía.
Objetivo: Construir nuevos gobiernos y Estados basados en principios liberales y democráticos, y/o lograr la independencia o unificación nacional.
Revolución Liberal y Democrática
La Revolución de Febrero de 1848 en Francia
En 1848, la «Primavera de los Pueblos» sacudió Europa. La revolución se inició de nuevo en Francia. La restricción de libertades y la corrupción del gobierno liberal-conservador de Luis Felipe de Orleans (monarquía de Julio) fueron el detonante de un movimiento insurreccional en París en febrero de 1848, que culminó con la huida del rey y la proclamación de la II República.
- Se formó un Gobierno provisional (con republicanos moderados, radicales y socialistas) que impulsó un programa de reformas políticas y sociales avanzadas: sufragio universal masculino, abolición de la esclavitud en las colonias, abolición de la pena de muerte por delitos políticos, libertad de prensa y reunión, intervención del Estado en la economía y garantía del derecho al trabajo (creación de los Talleres Nacionales para dar empleo a los parados).
- Sin embargo, tras las elecciones a la Asamblea Constituyente (abril 1848), un nuevo gobierno más moderado eliminó gran parte de esas medidas sociales, incluyendo el cierre de los Talleres Nacionales.
Consecuencias: Esto provocó una nueva insurrección de los sectores populares y obreros en París en junio de 1848, que fue duramente reprimida por el ejército al mando del general Cavaignac. Este episodio se considera uno de los primeros enfrentamientos claros entre la burguesía (que temía una revolución social) y el nuevo proletariado industrial organizado.
Aunque la República continuó, el miedo a la revolución social llevó a la burguesía a apoyar soluciones autoritarias. Luis Napoleón Bonaparte (sobrino de Napoleón) fue elegido presidente de la República y en 1851 daría un golpe de Estado, proclamándose Emperador en 1852 (inicio del Segundo Imperio).
Expansión de la Revolución de 1848
El impacto de la Revolución de Febrero en Francia fue inmediato y se extendió rápidamente por gran parte de Europa:
- Imperio Austriaco: Una revolución en Viena (marzo 1848) obligó al Canciller Metternich (símbolo de la Restauración) a dimitir y huir. El Emperador Fernando I tuvo que prometer una constitución liberal y abolir la servidumbre. Simultáneamente, estallaron potentes movimientos nacionalistas dentro del Imperio: húngaros (que llegaron a proclamar la independencia), checos, italianos (en Lombardía-Véneto), etc. Aunque fueron reprimidos militarmente (con ayuda rusa en Hungría), dejaron una profunda huella.
- Estados Alemanes: Hubo revueltas liberales en varios estados. En Prusia, el rey Federico Guillermo IV se vio forzado a prometer una Constitución liberal. Se convocó un Parlamento en Frankfurt, elegido por sufragio universal, con el objetivo de redactar una constitución para una Alemania unificada. Sin embargo, fracasó por las divisiones internas y la negativa del rey de Prusia a aceptar la corona imperial ofrecida por el Parlamento.
- Península Italiana: Estallaron revueltas liberales y nacionalistas en diversos Estados contra la dominación austriaca (Milán, Venecia) y contra los monarcas absolutos. En el Reino de Piamonte-Cerdeña, el rey Carlos Alberto concedió una constitución liberal (el Estatuto Albertino, que luego sería la constitución de la Italia unificada) y declaró la guerra a Austria, aunque fue derrotado. En Roma se llegó a proclamar una República liderada por Mazzini. Todas estas tentativas fracasaron a corto plazo.
Aunque la mayoría de las revoluciones de 1848 fueron finalmente sofocadas, marcaron el fin del sistema de la Restauración, consolidaron el liberalismo (aunque fuera en versiones moderadas) en gran parte de Europa occidental y central, abrieron paso a las demandas democráticas y fortalecieron enormemente los movimientos nacionalistas que triunfarían en las décadas siguientes (unificaciones de Italia y Alemania).
El Nacionalismo en el Siglo XIX
- El nacionalismo es la ideología que defiende el derecho de las naciones a ejercer su soberanía y a crear su propio Estado.
- Defiende la necesidad de hacer coincidir Estado y Nación, es decir, de reagrupar en el interior de unas determinadas fronteras a los miembros de una misma comunidad nacional.
- Los movimientos nacionalistas se expandieron por la Europa del siglo XIX. Tuvieron un carácter disgregador en los Imperios plurinacionales (como el Austriaco, Ruso u Otomano), buscando la independencia de las diversas nacionalidades sometidas. Tuvieron también un carácter unificador en las naciones fragmentadas en múltiples Estados (como Italia o Alemania), buscando la creación de un único Estado-nación.