Los Primeros Pobladores de la Península Ibérica: Hallazgos en Extremadura

Los primeros pobladores de la península ibérica: nuevos hallazgos en Extremadura. La Prehistoria es la etapa de la evolución humana anterior a la invención de la escritura. Su cronología se inicia con la llegada de los primeros grupos humanos y finaliza con la aparición de la escritura. Paleolítico (hasta 9.000 a.C.). Destacan las representaciones pictóricas de «arte rupestre» al final del Paleolítico con un naturalismo extraordinario. Fueron obra del Homo sapiens y se concentran en el suroeste de Francia y en la región cantábrica, destacando las cuevas de Altamira en Cantabria. Los motivos predominantes son animales, figuras humanas y signos abstractos de difícil interpretación. Emplean abundante color, con preferencia del rojo y el negro. Su objetivo era propiciar la fertilidad y la caza de los animales representados.

En Extremadura, la Cueva de Maltravieso en Cáceres destaca por las representaciones de unas 70 manos hechas en negativo. Mesolítico (9.000-5.000 a.C.) – Neolítico (5.000-2.500 a.C.). En la península ibérica se inicia una fase, impulsada por la presión demográfica y la disminución de la caza, que origina sociedades sedentarias, siendo capaces de producir sus alimentos, tanto agrícolas como ganaderos. Aparecen nuevos útiles de piedra pulimentada y de cerámica. El ser humano deja de ser un mero depredador de su entorno y produce sus propios alimentos gracias al cultivo de plantas y la domesticación de animales: agricultura y ganadería. Los grupos, más numerosos por el crecimiento demográfico, fueron adquiriendo una mayor complejidad, dando lugar a una división social.


Las primeras manifestaciones neolíticas se producen en el Próximo Oriente hacia el 8.000 a.C. y la difusión de sus descubrimientos se realizó a lo largo de los milenios siguientes por Europa y el norte de África. En la península ibérica, el primer asentamiento neolítico lo encontramos en las sierras paralelas al litoral mediterráneo en torno al V milenio a.C. Las pinturas rupestres descubiertas se encuentran al aire libre. Es un arte esquemático en donde se reducen los detalles explicativos y donde las composiciones se realizan en base a figuras esquemáticas y una utilización muy escasa de colores. El Parque Natural de Monfragüe cuenta con la mayor concentración de pinturas rupestres del Neolítico dentro de Extremadura. La Edad de los Metales (2500 – 700 a.C.). El inicio aparece asociado a nuevos emigrantes, buscadores de cobre y estaño.

La metalurgia se orientó en principio a la fabricación de armas; después se elaboraron joyas, adornos e instrumentos de trabajo. Encontramos tres periodos: III milenio a.C. Calcolítico. Destaca el poblado de Los Millares. II milenio a.C. Bronce. Destaca el sudeste peninsular con el núcleo urbano de El Argar en Almería y las construcciones megalíticas de las Islas Baleares. I milenio a.C. Edad del Hierro. Comienza en torno al 750 a.C., aplicándose en armas y herramientas y constituyendo un material más duro y abundante con tecnología más avanzada. En España coincide con la protohistoria. En Extremadura adopta la forma de dolmen de corredor. Las primitivas poblaciones extremeñas construyeron dólmenes como muestra de sus creencias religiosas.


Características básicas de los pueblos prerromanos en el primer milenio a.C. Reino de Tartessos y oleadas indoeuropeas. El Reino de Tartessos es el primer estado de la península ibérica de cuya existencia histórica se tiene noticia, extendiéndose desde Huelva hasta la región de Cartagena. Basaban su poder en las minas y fundiciones de metal, así como en sus riquezas ganaderas y agrícolas y su activo comercio. La influencia de la cultura tartésica llega hasta Extremadura con muestras en conjuntos de orfebrería y un santuario-palacio, Cancho Roano, en Zalamea de la Serena. En Aliseda, Cáceres, fue encontrado uno de los más importantes tesoros del mundo tartésico, con casi 300 piezas de oro, dentro de la tumba de un personaje que debió tener cierta relevancia social.

Los pueblos indoeuropeos entraron en la península a través de los Pirineos, procedentes del centro y noroeste europeos, siendo muy diferentes entre ellos. Colonizaciones fenicia, griega y cartaginesa. Los fenicios fueron los primeros en llegar con un fin exclusivamente comercial en la ruta de los metales (estaño y cobre). Se establecieron a ambos lados del estrecho de Gibraltar, destacando Gadir (800 a.C.), Malaka (Málaga), Sexi (Almuñécar) y Abdera (Adra). Introdujeron la escritura alfabética. Después llegaron los griegos por la vertiente septentrional del Mediterráneo: Rhode (Rosas) y Emporion (Ampurias).


Fueron los primeros en hablar del “país de los iberos”. Fenicios y griegos introdujeron nuevos cultivos como la vid y el olivo y la difusión del arado. Cuando desaparece Tiro en el siglo VI a.C., los establecimientos fenicios caen bajo la dependencia de Cartago, ciudad fundada por Tiro en el norte de África, que controla el comercio del Mediterráneo occidental. Fundan Ebusus (Ibiza) y Cartago Nova (Cartagena), donde establecieron su capital. En vísperas de la conquista romana, en el siglo III a.C., los pueblos prerromanos de la península ibérica se agrupan en dos áreas:

1ª.- Área ibérica (sur y levante): los iberos son resultado de la influencia ejercida por las colonizaciones sobre los indígenas prehistóricos: turdetanos, edetanos, laietanos, etc., básicamente agricultores y ganaderos con intenso comercio con griegos y cartagineses. Tuvieron moneda propia y crearon su propia escritura. 2ª.- Área celta (norte, centro y oeste): pueblos indoeuropeos que entraron por los Pirineos. El área celta era más atrasada. Su economía se basaba en una agricultura y ganadería poco evolucionada, el comercio era escaso y sin moneda. En el área extremeña se asientan diversos pueblos: vettones, lusitanos, turdetanos y túrdulos.


Hispania romana: la romanización en la actual Extremadura. A.- La conquista de Hispania por Roma: causas y etapas. El inicio de la conquista de la península ibérica se enmarca en el contexto de la Segunda Guerra Púnica (218-197 a.C.). Fueron guerras que enfrentaron a Roma y Cartago por la hegemonía en el Mediterráneo occidental. Roma aprovecha el pretexto del ataque de Cartago a Sagunto para iniciar la Segunda Guerra Púnica (218-201 a.C.) e iniciar así la ocupación de la península. La conquista se realizará en varias etapas: 1ª.- Segunda Guerra Púnica (218-197 a.C.). La península se convierte en escenario del enfrentamiento entre el ejército de Aníbal y las legiones romanas. Roma elige a los pretores, poderes militares y administrativos, para hacerse cargo de cada una de las provincias. Desde el 197 al 154 a.C., Roma consolida su dominio mediante el uso de la fuerza sobre las zonas ya ocupadas.

En Extremadura, los turdetanos establecieron acuerdos con los romanos, pero vettones y lusitanos ofrecieron una dura resistencia a la conquista romana. 2ª.- Las guerras celtíbero-lusitanas (154-133 a.C.) en las zonas centro y oeste producen durísimas guerras, como con el jefe lusitano Viriato. La victoria romana supuso acabar con esta amenaza y facilitar el acceso a los recursos metalíferos del noroeste peninsular. 3ª.- 29-19 a.C. Dirigida por el emperador Augusto, se culmina la conquista con la sumisión de los últimos reductos. El año 19 a.C., Hispania se convierte en zona pacificada y se integra como un territorio más del Imperio romano hasta su destrucción en el siglo V d.C. En los primeros siglos, Hispania aporta tres emperadores: Trajano, Adriano y Marco Aurelio.


B.- El proceso de romanización: la huella de Roma en Extremadura. Respecto a la administración territorial, Hispania fue dividida en provincias: – En el siglo II a.C., Roma creó en Hispania dos provincias: Hispania Citerior al norte e Hispania Ulterior al sur. – En el siglo I a.C., Augusto establece dos tipos de provincias: provincias senatoriales y provincias imperiales. Las células básicas y fundamentales de la administración territorial romana eran las ciudades, con mayor grado de autonomía y privilegios a mayor grado de romanización. Aunque no se produjo una total desaparición de las formas culturales iberas y celtas, sí se produjo un proceso de romanización. En Extremadura, los romanos fundaron numerosas ciudades. Destaca Mérida (Emerita Augusta), fundada el año 25 a.C. por el gobernador Publio Carisio.

Presencia del ejército romano y recluta de tropas auxiliares entre los pueblos indígenas. Implantación del sistema administrativo de Roma. – Para la comunicación entre los asentamientos, establecieron una gran red de calzadas para el desarrollo del comercio, entre las que destaca la Vía de la Plata. Uso del latín como lengua oficial y vehículo de comunicación. Derecho romano. El proceso de romanización destaca en la zona levantina y meridional, donde el latín se fue imponiendo y donde resalta la aportación de la figura hispana de Séneca. El arte romano es marcadamente utilitario y funcional. Los romanos destacaron en las obras de ingeniería: – Vías militares, puentes, termas, alcantarillado, embalses y acueductos para conducciones de agua. En Mérida se conservan los restos del acueducto de Los Milagros.


C.- La crisis del Bajo Imperio Romano y su repercusión en Hispania. La crisis se inicia en el siglo III, durante el cual se producen fuertes presiones de los pueblos exteriores al Imperio. La vida económica se verá marcada por la incertidumbre de la producción, la dificultad de los transportes, la ruina de la moneda, etc. El ejército romano se convierte en pieza básica no sólo militar sino también política ante la necesidad de defender el territorio romano de la amenaza de los pueblos bárbaros. Esta situación origina una fase de anarquía militar. A finales del siglo III y principios del IV, los emperadores Diocleciano (284-305) y Constantino (324-337) terminaron con la situación de anarquía militar, pero no evitaron el proceso anterior.

Diocleciano realizó una nueva reforma administrativa que incrementó el número de provincias de Hispania. Su sucesor, Constantino, consiguió la consolidación del poder imperial por medio de la adopción de una nueva religión, el cristianismo, a través del Edicto de Milán de 313. En el año 380, Teodosio, emperador de origen hispano, convirtió el cristianismo en religión oficial del Imperio mediante el Edicto de Tesalónica. A lo largo del siglo V se producen invasiones de diversos pueblos germánicos en Hispania: suevos, vándalos y alanos. El año 476 se produce el derrumbe definitivo del Imperio Romano de Occidente ante la irrupción de los pueblos bárbaros.


D.- Economía y sociedad en Hispania. En la economía, Hispania quedó integrada en el sistema de producción esclavista. Hispania exportaba fundamentalmente materias primas y alimentos (trigo, vino, aceite, hierro, oro, plata y cobre) a Roma e importaba productos manufacturados. Hubo transformaciones técnicas como la rotación trienal, los abonos, el arado y el trillo de ruedas. Organizó una adecuada red de comunicaciones en el territorio. En la estructura social existían dos grandes grupos: sociales libres y esclavos, con una posición intermedia representada por los libertos. LIBRES: hay grandes diferencias según fueran o no ciudadanos romanos. Existían tres órdenes con importantes diferencias: orden senatorial, orden ecuestre y orden decurional. ESCLAVOS: sin derechos políticos ni civiles, eran simplemente una propiedad de sus dueños.

LIBERTOS: eran antiguos esclavos manumitidos y tenían derechos civiles. En el año 212, el emperador Caracalla concede la ciudadanía romana al conjunto de los habitantes de su territorio, aunque en Hispania la casi totalidad de la población ya estaba romanizada. La actividad comercial disminuye ante la creciente inseguridad, las ciudades se empobrecen y pierden población. La mano de obra esclava se reduce ante el menor número de prisioneros de guerra. La economía entra en un proceso continuo de ruralización. Abandono de las ciudades de los poderosos y creación de latifundios que tienden a una economía cerrada, de autosuficiencia agrícola y artesanal. – División social entre los grandes propietarios de tierras, latifundistas, y los colonos.


La monarquía visigoda: el efecto de las invasiones germánicas en el territorio de la actual Extremadura (476 – 711). A.- Organización política e instituciones de la España visigoda. En el año 409, los pueblos germánicos aprovecharon la debilidad del Imperio romano para cruzar los Pirineos y en las demás provincias del desaparecido Imperio Romano de Occidente, pervivió una sólida base romanizada. Este hecho forzó a las autoridades romanas a establecer un pacto con los visigodos. En este acuerdo les ofrecían tierras en territorio peninsular a cambio de combatir y expulsar a esos pueblos germánicos. Tras el hundimiento del Imperio de Roma, en el año 476 y la derrota visigoda en Vouillé ante los francos en 507, se vieron obligados a desplazarse de forma definitiva al sur de los Pirineos.

La Asamblea de los hombres libres residía el poder del reino, que era entregado a un rey. En la práctica política, los reyes visigodos gobernaban a través del Officium y de los Concilios de Toledo, que colaboraron con los reyes en tareas legislativas y asuntos de gobierno. En Extremadura, los alanos conquistan Mérida en el año 411 y establecen en esta ciudad su corte. Posteriormente, Extremadura es conquistada por los suevos y, finalmente, los visigodos vencen a los suevos y todos sus territorios pasan a su poder. Solo Mérida consigue a duras penas mantener parte de sus poderes debido, principalmente, a la influencia de la Iglesia.


B.- Economía y sociedad en la España visigoda. Con los visigodos se acentuaron la ruralización, latifundismo y economía cerrada. La vida se centraba en torno a las grandes propiedades. Este hecho provocó en el plano social un aumento de las relaciones de tipo personal, acercándose a una situación cercana al feudalismo, donde se realizaban vinculaciones a un señor poderoso del que recibían protección y tierras a cambio de un compromiso de fidelidad y obediencia. El hecho de que los visigodos fueran en torno a cien mil personas y los hispanorromanos unos siete millones impulsó a los reyes godos a llevar a cabo un proceso unificador para la fusión de ambas comunidades y el logro de la unidad territorial, política, jurídica y religiosa.

Así, el rey Leovigildo (573 – 586) derogó la ley que prohibía los matrimonios entre godos e hispanorromanos. La unidad religiosa se consigue con Recaredo (586-601), quien en el III Concilio de Toledo del año 589 se convierte al catolicismo. De esta manera, consigue el apoyo tanto de la aristocracia hispanorromana como de la Iglesia Católica. El proceso de acercamiento entre hispanorromanos y visigodos aumentó con la unificación jurídica realizada por Recesvinto. En la cultura destaca la figura de Isidoro de Sevilla. Fue uno de los primeros que formuló la teoría política que anteponía el poder espiritual al temporal y afirmaba el origen divino del poder de los reyes.

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