Los Problemas de la Coalición Republicano-Socialista

Los problemas de la coalición republicano-socialista

Una coyuntura económica desfavorable

El cambio del régimen coincidió con la fase de la depresión económica mundial (29 bolsa NY), imposibilitando el crecimiento económico. Además, provocó el aumento del paro y también agravó más los problemas internos ya existentes y los derivados de la política económica de la República. Así, el gobierno optó por la reducción del gasto público, pero esto tuvo repercusiones desastrosas.

La conflictividad social

En muchas zonas, la reforma agraria era la única esperanza de mejorar su nivel de vida, pero eran lentos en hacerla. La CNT vio la ocasión idónea para su proyecto revolucionario y fomentó la conflictividad laboral y la insurrección campesina. En 1933, se sumaron los sectores más radicales del socialismo (Largo Caballero) a través de la Federación de Trabajadores de la Tierra. Las huelgas, las insurrecciones y las ocupaciones de tierras fueron en progresivo aumento, produciendo un enorme desgaste del gobierno. Los conflictos aumentaron la desconfianza empresarial, provocando un empeoramiento de la situación económica. Se aprovechó la crisis para quitar la coalición republicano-socialista por todos los sectores contrarios a ella.

La reorganización de las derechas

Todos los grupos en contra de los republicanos se fueron organizando alrededor de los tradicionales partidos conservadores o de las nuevas organizaciones fascistas para oponerse al gobierno. El centro-derecha se reestructuró alrededor del Partido Radical de Lerroux. La derecha monárquica, católica y conservadora consiguió importantes progresos e impulsó campañas como la oposición a la reforma religiosa, la agraria, etc. Renovación Española, la Comunión Tradicionalista y los grupos fascistas realizaron una intensa actividad de agitación contra el avance del marxismo y el peligro de una revolución bolchevique, acabando por arrastrar al conjunto de la derecha. El general Sanjurjo protagonizó un golpe de Estado (1932), pero fracasó. Se creó la Unión Militar Española (1933), que tendría participación en el golpe de Estado de julio de 1936.

El Bienio conservador (1933-1935)

Las elecciones de 1933: el gobierno de derechas

Fueron las primeras en las que votaron las mujeres. La izquierda se presentó a los comicios desunida, mientras que la derecha se presentó unida y organizada. La victoria fue para el centro-derecha, que inauguró dos años de gobierno conservador (Bienio Negro). El presidente del gobierno republicano confió la formación del gobierno al Partido Radical, que contaba con el apoyo parlamentario de la CEDA, bajo la promesa de realizar las reformas del bienio de izquierdas.

La paralización de las reformas

El nuevo gobierno (Alejandro Lerroux) inició su mandato paralizando una buena parte del proyecto reformista anterior. Se frenó la reforma agraria, a lo que los campesinos respondieron con huelgas. Enfrentó también al gobierno central con la Generalitat de Cataluña. La Ley de Contratos de Cultivo permitía a los campesinos arrendatarios de las viñas acceder a la propiedad de las tierras que trabajaban, pagando unos precios. También intentó contrarrestar la reforma religiosa aprobando un presupuesto de culto y clero. Para el ejército, se aprobó una amnistía para los sublevados y, en la educación, solo se redujo el presupuesto. Todo esto tuvo como consecuencia una radicalización del PSOE y de la UGT (huelgas y conflictos). La CEDA endureció su posición, exigiendo participar en el gobierno bajo la amenaza de retirar su apoyo parlamentario, lo que Lerroux aceptó.

La revolución de octubre de 1934

Se produjeron huelgas y manifestaciones en algunas grandes ciudades para defender las reformas sociales. El movimiento fracasó a nivel nacional por la falta de coordinación, y el gobierno decretó el estado de guerra. En Asturias, los mineros protagonizaron una revolución social y situaron Oviedo dispuestos a defender la revolución, enfrentándose con las fuerzas del orden. Esto se prolongó días, pero fue derrotado. La represión fue durísima y desencadenó una campaña de solidaridad internacional con las víctimas. En Cataluña, contó con el respaldo del presidente Campanys, que pretendía evitar la entrada de la CEDA al gobierno y proclamó el 6 de octubre la República Catalana, organizando una huelga general. La negativa de la CNT y el escaso apoyo ciudadano hicieron fracasar la insurrección. Se declaró el estado de guerra.

La crisis del segundo bienio

La CEDA aumentó su influencia en el gobierno. Se suspendió el Estatuto de Autonomía de Cataluña y se anuló la Ley de Contratos de Cultivo. Se nombró a Gil Robles ministro de la guerra y a Francisco Franco jefe de Estado Mayor. La CEDA presentó un anteproyecto para modificar la constitución, pero no llegó a ser votado. Una fuerte crisis de gobierno estalló en otoño de 1935 y se hacía imprescindible un relevo en el poder. Así, a finales de diciembre, se convocaron elecciones para febrero de 1936.

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