Introducción:
Desde el s.X los reinos cristianos han afirmado su poder en el territorio y su objetivo era expulsar a los musulmanes y extenderse al exterior.
En ambos reinos, los reyes intentaban consolidar su poder contra la nobleza. Esta fase histórica comienza con la batalla de las Navas de Tolosa (1212) en la cual se vence a los almohades y la presencia musulmana se reduce al reino nazarí.
Corona de Castilla:
Durante la baja Edad Media, la Corona de Castilla conquistó diversas zonas de la península ibérica y el Atlántico. Tras el parón acontecido después de la victoria de las Navas de Tolosa y la unión definitiva del reino de Castilla y el de León, Fernando III ocupó los valles del Guadiana y del Guadalquivir, Extremadura y Andalucía; Alfonso X conquistó el reino de Murcia (Tratado de Almizra-1244) y ocupó Cádiz y Huelva. En 1385 fracasó en el intento de anexión de Portugal en Aljubarrota. Entre los siglos XIV y XV destaca la conquista del reino de Granada, la salida hacia el Atlántico, conquistando las Islas Canarias, y la firma del Tratado de Alcacovas con Portugal.
En cuanto a su organización política, era una monarquía autoritaria. A partir del siglo XIV se fue rompiendo la estructura jurídica feudal y se aplicaron las mismas leyes a todos los deudos. La base teórica del autoritarismo en Castilla era el origen divino del poder (vicarius Dei). Dentro de las bases jurídicas tenemos, por un lado, el Código de las Siete Partidas, aprobado por Alfonso X, y el ordenamiento de Alcalá (1348).
En la administración central, destacan las siguientes instituciones: el consejo real, que estaba formado por nobleza, clero y juristas; las audiencias o chancillerías, que eran los tribunales de justicia con sede en Valladolid; la corte, empleada para asuntos militares; la Hacienda, utilizada para el cobro de impuestos y contaduría mayor; y las cortes, que decidían sobre impuestos y podían presentar peticiones del rey.
En cuanto a la administración territorial, el territorio estaba dividido en concejos, cuyo gobierno recaía sobre los regidores. Más adelante apareció el corregidor, representante del rey.
En lo que respecta a los conflictos político-sociales, la tendencia a reforzar el poder real marcó las relaciones entre la nobleza y el rey. Destacan las guerras entre Pedro I de Castilla y su hermano Bastardo Enrique II de Trastámara (1366 y 1369), con la victoria de este último y el fortalecimiento del poder nobiliario; y los conflictos con Juan II y Enrique IV, hasta la firma del Tratado de Alcacovas, por el cual se reconocía a Isabel I como reina de Castilla. Los conflictos sociales se vieron marcados por movimientos antiseñoriales por parte del campesinado, a consecuencia de ‘los malos usos’.
Corona de Aragón
La expansión de la corona de Aragón se orientó hacia el Mediterráneo. Con Jaime I el Conquistador se incorporó Valencia y Mallorca. Posteriormente, Aragón conquistó hacia 1390 Sicilia, Cerdeña, Bugía, Túnez y los ducados de Atenas y Neopatria, y en 1443 Nápoles, con Alfonso V. Estas conquistas supusieron el enfrentamiento con Génova, el papado y Francia, generando una política antifrancesa.
Respecto a su organización política, era una monarquía pactista. La Corona de Aragón era una Confederación de reinos con diferentes leyes donde se impuso el pactismo, acordado en el Privilegio General de Aragón (1283), respetando los fueros y privilegios de cada reino y estableciendo un virrey en cada uno de ellos.
En la administración central, destacamos las siguientes instituciones: el Consejo Real, un órgano consultivo; la corte, formada por un camarero real y mayordomo de cada reino. La Audiencia, el alto tribunal de justicia; las Cortes, cuya función era consultiva, legislativa y para la aprobación de servicios; las Diputaciones, que con el tiempo se transformaron en permanentes; y la Justicia de Aragón, que interpretaba el derecho del reino.
En cuanto a la administración territorial, el territorio se distribuía en merindades (Aragón), veguerías (Cataluña) y bailías (Valencia y Mallorca).
Acerca de los conflictos político-sociales, las crisis políticas en la Corona de Aragón vinieron marcadas por la feudalización de Cataluña, la participación en conflictos internacionales y la expansión por el Mediterráneo. Son destacables: el problema sucesorio de Martín I el Humano, que acabó con el Compromiso de Caspe (1412) y la llegada de los Trastámara a Aragón con Fernando I; las guerras civiles durante el reinado de Juan II contra la nobleza y clero catalanes (1462-1472); el conflicto con los pardales de remensa, cuya solución fue la Sentencia arbitral de Guadalupe, por la cual los campesinos podían liberarse de los ‘malos usos’; y los enfrentamientos urbanos en Barcelona entre la Biga (nobles que dominaban los cargos municipales) y la Busca (mercaderes y artesanos).
Conclusión: Se produjeron diferencias entre Castilla y Aragón. En Castilla se avanza más hacia el autoritarismo regio. Además, la lucha para avanzar era muy dura contra la nobleza y el clero. Cabe destacar que los diversos conflictos sociales se utilizaron en provecho de la monarquía para fortalecer su posición. Y por último, en el exterior tenían diversos intereses. Con esta base llegan a la base Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, los futuros Reyes Católicos. Con ellos se creará la monarquía autoritaria.