Los reinos cristianos merindedes


1. EXPLICA LAS DIFERENCIAS ENTRE LA ECONOMÍA Y LA ORGANIZACIÓN SOCIAL DEL PALEOLÍTICO Y EL NEOLÍTICO, Y LAS CAUSAS DEL CAMBIO.

El Paleolítico corresponde al período de la piedra «tallada». La economía era cazadora-recolectora muy sencilla. La caza era escasamente importante al principio del Paleolítico, predominando la recolección.

A medida que el ser humano progresa física y culturalmente la caza va ganando importancia. La organización social durante el Paleolítico fue muy rudimentaria, no pasaría más allá de la mera organización tribal con mínimos vínculos sociales y escaso nivel de diferenciación. 

El Neolítico corresponde al período de la piedra «pulida». Carácterísticas de este período son la completa domesticación de algunos animales (el asno, el caballo, el reno y otros), la sustitución de los útiles de piedra tallada por los de piedra pulimentada, la aparición de los primeros poblados sedentarios y el desarrollo de los cultivos. Es decir, desarrollo de la ganadería, agricultura y los poblados estables. 

La organización social durante el Neolítico es mucho más compleja. Existe ya un proceso claro de diferenciación social, que distingue distintos grupos especializados dentro de la sociedad en los que comienza a destacar una élite social que se impone al resto de miembros de la comunidad. 

Las causas del cambio son complejas. Por un lado, el paso del tiempo, los posibles cambios climáticos y desde luego el irreversible proceso de sedentarización vinculado a la aparición de los primeros poblados estables en base a la ganadería y la agricultura. 


2. EXPLICA EL DIFERENTE NIVEL DE DESARROLLO DE LAS ÁREAS CELTA E IBÉRICA EN VÍSPERAS DE LA CONQUISTA ROMANA EN RELACIÓN CON LA INFLUENCIA RECIBIDA DE LOS INDOEUROPEOS, EL REINO DE TARTESOS Y LOS COLONIZADORES FENICIOS Y GRIEGOS.

Desde los inicios del siglo V a.C., la Península se dividía en dos zonas culturales diferentes. En las costas este y sur se situaban los íberos, que estaban influidos por el contacto con las colonizaciones púnica y griega, y presentaban carácterísticas comunes, aunque no constituían una unidad étnica o política.
El resto estaba habitado por los celtas, diferentes entre ellos, pero con rasgos culturales comunes aportados por las migraciones indoeuropeas.

Los pueblos íberos desarrollaron una economía de amplio espectro en la que están presentes la minería del oro y la plata, la agricultura y la ganadería, así como la industria del lino (Xátiva). La organización política presenta diferencias entre Andalucía y levante: en el sur tiene carácter monárquico, con reyezuelos locales, y en el este, carácter aristocrático con un Consejo de Ancianos o Senado, de influencia griega. Sus manifestaciones artísticas más significativas son: la cerámica pintada (vaso de Liria), la orfebrería (yacimientos de Jávea y Pozoblanco) y, sobre todo, la escultura en piedra con la Dama de Baza y la Dama de Elche como obras representativas.

Los diferentes grupos de pueblos celtas (vacceos, lusitanos, carpetanos, celtíberos, etc) habitaban las tierras de la Meseta y de la costa atlántica peninsular, y tenían una economía de subsistencia, con un comercio muy escaso. Los habitantes de las llanuras desarrollaron una agricultura basada en el cereal, mientras que los pobladores del Sistema Central e Ibérico eran fundamentalmente ganaderos. Elaboraban cerámica y tejidos, eran expertos metalúrgicos, sobre todo en la producción de objetos de bronce y de hierro. Se asentaban en poblados (castros) situados en zonas elevadas y compuestos de casas circulares distribuidas de manera desordenada. Su organización social era de tipo tribal, hablaban un idioma indoeuropeo y no conocían la escritura.


3. DEFINE EL CONCEPTO DE ROMANIZACIÓN Y DESCRIBE LOS MEDIOS EMPLEADOS PARA LLEVARLA A CABO

Al hablar de romanización nos referimos al proceso de aculturación a través del cual, las ciudades hispanas que habían sido conquistadas por los romanos, comenzaron a adquirir sus costumbres, lengua, religión, moneda, leyes y estructuras políticas.

En este proceso fue especialmente importante la construcción de una red de calzadas que unían las diferentes ciudades de la Hispania romana. Esto permitíó una mayor y más rápida circulación de productos, así como una mejor difusión de la cultura romana por suelo peninsular. A esto hemos de añadir la adopción del urbanismo propio de Roma, así como la construcción de teatros, circos, acueductos, termas…

Además de las obras de ingeniería y arquitectura, el latín también desempeñó un papel clave en la romanización de Hispania. La expansión de la lengua romana por la Península se logró, en gran medida, gracias a la llegada de grandes grupos de población latina. Estos, a su vez, traían sus costumbres y, especialmente, su religión. Si bien Roma respetó las costumbres y los cultos autóctonos, con el tiempo los antiguos íberos terminaron adoptando la cultura y las creencias romanas como propias. Finalmente, a finales del siglo IV d. C., el cristianismo pasó a ser la religión oficial del Imperio, medida que también afectó al territorio peninsular.

En el ámbito jurídico hay que destacar la aprobación del Edicto de Vespasiano en el 72 d. C., por el que se concedía el estatuto de municipio latino a las ciudades hispanas. Posteriormente, en el siglo III d. C., el emperador Caracalla concedíó la ciudadanía romana a todos los habitantes de la Península. El grado de romanización de Hispania fue tan alto que, a lo largo del siglo II d. C. Gobernaron Roma tres emperadores de origen peninsular: Trajano, Adriano y Marco Aurelio.


4. RESUME LAS CarácterÍSTICAS DE LA MONARQUÍA VISIGODA Y EXPLICA POR QUÉ ALCANZÓ TANTO PODER LA IGLESIA Y LA NOBLEZA.

La monarquía visigoda se debate entre su inicial carácter hereditario y su configuración electiva a partir del III Concilio de Toledo. Junto al monarca, asesorándole en la gestión del gobierno, se encuentra el Aula Regia, formada por la nobleza visigótica, los gardingos (la guardia personal del rey)
Y numerosos comités que hacen frente a la gestión de los diversos ámbitos de la administración. Al frente de las provincias se sitúa el dux (duque) como jefe militar y político que sustituye a la figura del anterior gobernador romano. El aparato funcionarial está representado por los cómite civitatis, a los que progresivamente se incorpora la Iglesia y que regulan la administración de la justicia y las finanzas y efectúan labores de policía local. El ejército real está formado por mesnadas procedentes de las arcas reales, aunque se advierte la dependencia de la monarquía respecto a los ejércitos privados de la nobleza eclesiástica y civil. Por lo tanto la nobleza, dueña de grandes extensiones de terreno y con mucha presencia y capacidad de decisión dentro de las instituciones políticas, consiguió un gran poder.

Recaredo (581-601) inicia un nuevo periodo en la historia de la presencia visigótica en la Península. Su abandono del arrianismo y su acercamiento al cristianismo ortodoxo señala la importante influencia que ha alcanzado la Iglesia católica en la población hispanorromana-visigótica y puede interpretarse como una respuesta a la necesidad de establecer una alianza entre la monarquía y la Iglesia ante la amenaza de una nobleza arriana díscola y la posible colaboración de la población católica con los bizantinos. A partir de este momento, la Iglesia católica ocupa importantes bastiones de poder en la esfera económica (grandes propiedades agrarias, recaudación de impuestos) y educativa (escuelas episcopales); paralelamente, desarrolla una importante obra jurídica en los diferentes concilios. El rey, por su parte, se reserva la potestad de nombrar a los obispos.


 Estándares Bloques 1 y 2

  1. EXPLICA LAS DIFERENCIAS ENTRE LA ECONOMÍA Y LA ORGANIZACIÓN SOCIAL DEL PALEOLÍTICO Y EL NEOLÍTICO, Y LAS CAUSAS DEL CAMBIO.

El Paleolítico corresponde al período de la piedra «tallada». La economía era cazadora-recolectora muy sencilla. La caza era escasamente importante al principio del Paleolítico, predominando la recolección.

A medida que el ser humano progresa física y culturalmente la caza va ganando importancia. La organización social durante el Paleolítico fue muy rudimentaria, no pasaría más allá de la mera organización tribal con mínimos vínculos sociales y escaso nivel de diferenciación. 

El Neolítico corresponde al período de la piedra «pulida». Carácterísticas de este período son la completa domesticación de algunos animales (el asno, el caballo, el reno y otros), la sustitución de los útiles de piedra tallada por los de piedra pulimentada, la aparición de los primeros poblados sedentarios y el desarrollo de los cultivos. Es decir, desarrollo de la ganadería, agricultura y los poblados estables. 

La organización social durante el Neolítico es mucho más compleja. Existe ya un proceso claro de diferenciación social, que distingue distintos grupos especializados dentro de la sociedad en los que comienza a destacar una élite social que se impone al resto de miembros de la comunidad. 

Las causas del cambio son complejas. Por un lado, el paso del tiempo, los posibles cambios climáticos y desde luego el irreversible proceso de sedentarización vinculado a la aparición de los primeros poblados estables en base a la ganadería y la agricultura. 

  1. EXPLICA EL DIFERENTE NIVEL DE DESARROLLO DE LAS ÁREAS CELTA E IBÉRICA EN VÍSPERAS DE LA CONQUISTA ROMANA EN RELACIÓN CON LA INFLUENCIA RECIBIDA DE LOS INDOEUROPEOS, EL REINO DE TARTESOS Y LOS COLONIZADORES FENICIOS Y GRIEGOS.

Desde los inicios del siglo V a.C., la Península se dividía en dos zonas culturales diferentes. En las costas este y sur se situaban los íberos, que estaban influidos por el contacto con las colonizaciones púnica y griega, y presentaban carácterísticas comunes, aunque no constituían una unidad étnica o política. El resto estaba habitado por los celtas, diferentes entre ellos, pero con rasgos culturales comunes aportados por las migraciones indoeuropeas.

Los pueblos íberos desarrollaron una economía de amplio espectro en la que están presentes la minería del oro y la plata, la agricultura y la ganadería, así como la industria del lino (Xátiva). La organización política presenta diferencias entre Andalucía y levante: en el sur tiene carácter monárquico, con reyezuelos locales, y en el este, carácter aristocrático con un Consejo de Ancianos o Senado, de influencia griega. Sus manifestaciones artísticas más significativas son: la cerámica pintada (vaso de Liria), la orfebrería (yacimientos de Jávea y Pozoblanco) y, sobre todo, la escultura en piedra con la Dama de Baza y la Dama de Elche como obras representativas.

Los diferentes grupos de pueblos celtas (vacceos, lusitanos, carpetanos, celtíberos, etc) habitaban las tierras de la Meseta y de la costa atlántica peninsular, y tenían una economía de subsistencia, con un comercio muy escaso. Los habitantes de las llanuras desarrollaron una agricultura basada en el cereal, mientras que los pobladores del Sistema Central e Ibérico eran fundamentalmente ganaderos. Elaboraban cerámica y tejidos, eran expertos metalúrgicos, sobre todo en la producción de objetos de bronce y de hierro. Se asentaban en poblados (castros) situados en zonas elevadas y compuestos de casas circulares distribuidas de manera desordenada. Su organización social era de tipo tribal, hablaban un idioma indoeuropeo y no conocían la escritura.

  1. DEFINE EL CONCEPTO DE ROMANIZACIÓN Y DESCRIBE LOS MEDIOS EMPLEADOS PARA LLEVARLA A CABO.

Al hablar de romanización nos referimos al proceso de aculturación a través del cual, las ciudades hispanas que habían sido conquistadas por los romanos, comenzaron a adquirir sus costumbres, lengua, religión, moneda, leyes y estructuras políticas.

En este proceso fue especialmente importante la construcción de una red de calzadas que unían las diferentes ciudades de la Hispania romana. Esto permitíó una mayor y más rápida circulación de productos, así como una mejor difusión de la cultura romana por suelo peninsular. A esto hemos de añadir la adopción del urbanismo propio de Roma, así como la construcción de teatros, circos, acueductos, termas…

Además de las obras de ingeniería y arquitectura, el latín también desempeñó un papel clave en la romanización de Hispania. La expansión de la lengua romana por la Península se logró, en gran medida, gracias a la llegada de grandes grupos de población latina. Estos, a su vez, traían sus costumbres y, especialmente, su religión. Si bien Roma respetó las costumbres y los cultos autóctonos, con el tiempo los antiguos íberos terminaron adoptando la cultura y las creencias romanas como propias. Finalmente, a finales del siglo IV d. C., el cristianismo pasó a ser la religión oficial del Imperio, medida que también afectó al territorio peninsular.

En el ámbito jurídico hay que destacar la aprobación del Edicto de Vespasiano en el 72 d. C., por el que se concedía el estatuto de municipio latino a las ciudades hispanas. Posteriormente, en el siglo III d. C., el emperador Caracalla concedíó la ciudadanía romana a todos los habitantes de la Península. El grado de romanización de Hispania fue tan alto que, a lo largo del siglo II d. C. Gobernaron Roma tres emperadores de origen peninsular: Trajano, Adriano y Marco Aurelio.

  1. RESUME LAS CarácterÍSTICAS DE LA MONARQUÍA VISIGODA Y EXPLICA POR QUÉ ALCANZÓ TANTO PODER LA IGLESIA Y LA NOBLEZA.

La monarquía visigoda se debate entre su inicial carácter hereditario y su configuración electiva a partir del III Concilio de Toledo. Junto al monarca, asesorándole en la gestión del gobierno, se encuentra el Aula Regia, formada por la nobleza visigótica, los gardingos (la guardia personal del rey) y numerosos comités que hacen frente a la gestión de los diversos ámbitos de la administración. Al frente de las provincias se sitúa el dux (duque) como jefe militar y político que sustituye a la figura del anterior gobernador romano. El aparato funcionarial está representado por los cómite civitatis, a los que progresivamente se incorpora la Iglesia y que regulan la administración de la justicia y las finanzas y efectúan labores de policía local. El ejército real está formado por mesnadas procedentes de las arcas reales, aunque se advierte la dependencia de la monarquía respecto a los ejércitos privados de la nobleza eclesiástica y civil. Por lo tanto la nobleza, dueña de grandes extensiones de terreno y con mucha presencia y capacidad de decisión dentro de las instituciones políticas, consiguió un gran poder.

Recaredo (581-601) inicia un nuevo periodo en la historia de la presencia visigótica en la Península. Su abandono del arrianismo y su acercamiento al cristianismo ortodoxo señala la importante influencia que ha alcanzado la Iglesia católica en la población hispanorromana-visigótica y puede interpretarse como una respuesta a la necesidad de establecer una alianza entre la monarquía y la Iglesia ante la amenaza de una nobleza arriana díscola y la posible colaboración de la población católica con los bizantinos. A partir de este momento, la Iglesia católica ocupa importantes bastiones de poder en la esfera económica (grandes propiedades agrarias, recaudación de impuestos) y educativa (escuelas episcopales); paralelamente, desarrolla una importante obra jurídica en los diferentes concilios. El rey, por su parte, se reserva la potestad de nombrar a los obispos.

  1. DESCRIBE LA EVOLUCIÓN POLÍTICA DE Al-Ándalus

La conquista musulmana (711): Las represiones contra los judíos derivaron en una profunda crisis en el reino visigótico tras la separación de la nobleza visigoda. Un sector pacta con los musulmanes y facilita su entrada a la península en el año 711, tras su victoria en la batalla de Guadalete. El pueblo mantuvo una postura indiferente a esta invasión y los poderes visigodos negociaron su rendición. La derrota en Poitiers (732) frenó la conquista musulmana. 

El emirato dependiente del califato omeya de Damasco (711-756): Durante esta etapa, el Al-Ándalus se gobierna a través de emires dependientes del poder central de Damasco. Se trata de una etapa de inestabilidad política debido al constante cambio de gobernadores, los conflictos derivados por la diversidad étnica de los invasores y las tensiones producidas por el reparto de las tierras.

El emirato independiente de córdoba (756-929): Tras la rebelión abasida en Damasco, donde se traslada la capital de Imperio árabe a Bagdad, un miembro de la familia Omeya huye a Al-Ándalus, proclamándose emir independiente del Califato de Bagdad (solo desde el punto de vista político) adoptando el nombre de Abderramán I. Son importantes monarcas sus hijos Al-Hakam I y Abderramán II, refuerzan la administración, aunque el emirato de Córdoba está sometido a continuas tensiones: La actuación franca en territorios situados al norte del Ebro, la resistencia de los diversos grupos étnicos culturales a someterse al poder central omeya, las rebeliones de la población indígena muladí o cristiana por la presión fiscal o la intransigencia religiosa, etc. El poder central cordobés, cuestionado y debilitado gravemente durante la crisis 890-920 es consolidado con el emir Abderramán III.

El califato de Córdoba (929-1031): Abderramán III acabó con las rebeliones internas y frenó el avance cristiano por la Meseta norte, consiguiendo autoridad absoluta en el año 929, cuando rompíó los vínculos con Bagdad. Se proclamó califa, es decir, aúna poder jurídico, político, militar, religioso y espiritual inaugurando el califato de Córdoba. Destaca su hijo Al-Hakam II quien fomenta la enseñanza. En lo militar, destaca la toma de San Esteban de Gormaz ante una coalición cristiana castellano-Navarra-leonesa (963).

A la muerte de Al Hakam II, le sucede su hijo de once años Hisham II que gobierna bajo la tutela del visir Almanzor, quien asume temporalmente el puesto de califa. Éste azota durante años a los cristianos y organiza numerosas razzias en diferentes puntos del territorio peninsular: Barcelona, León Santiago de Compostela, etc. Con ellas logra el pago de impuestos por parte de los reinos cristianos y mantiene la hegemonía militar musulmana hasta su muerte en el año 1002. Le sucede su hijo Abd-Al Malik, y a su muerte en 1008, su otro hijo, Abderramán Sanyul el Sanchuelo logra ser nombrado sucesor del califa Hisham II rompiendo la tradición legitimista musulmana, situación que provoca el enfrentamiento entre diversos sectores étnico-tribales y acaba con el califato (1031).

Los reinos de Taifas (1031-1086): En el año 1031 se consolidan en el territorio musulmán peninsular diferentes reinos de taifas como consecuencia de la agudización de los conflictos entre un emergente poder autónomo de familias y tribus musulmanas hostiles a la línea de sucesión marcada desde la muerte de Almanzor, considerada como ilegítima. Desaparece así el Califato de Córdoba.

A frente de estos reinos se sitúan monarcas representantes de las diversas etnias establecidas en territorio peninsular desde la invasión, que ejercen el poder, generalmente de una forma inestable, ante las acometidas de los reinos cristianos, de los que son generalmente tributarios. La expansión de los reinos cristianos, reforzados por una progresiva superioridad militar que resulta especialmente visible tras la toma de Toledo por parte de Alfonso VI en 1085, obliga a los reinos de taifas a demandar protección de las tribus magrebíes dominantes en el territorio africano (almorávides y almohades) que, en sucesivas oleadas, penetran en territorio peninsular.

Almorávides (1086-1195) Los orígenes del Imperio almorávide se encuentran en la obra reformadora islamista de Ibn Yasin, quien logra aglutinar en el norte de África a un conjunto de tribus a las que sus sucesores dotan de un programa político antiherético y expansivo, imponiéndose en el conjunto del territorio magrebí, y estableciendo su capital en la ciudad de Marrakech.

Ante las llamadas de las diferentes taifas peninsulares, alarmadas por las pérdidas territoriales sufridas ante los cristianos, los almorávides cruzan el Estrecho de Gibraltar, derrotan a los cristianos en las batallas de Sagrajas (1086) y Uclés (1108) y absorben al conjunto de reinos de taifas.

Almohades (1195-1212) La decadencia almorávide se inicia tras la emergencia en el noroeste del Atlas de una nueva hegemonía tribal y religiosa representante de la pureza doctrinal islamista, protagonizada por los almohades. Hacia el año 1170 los almohades cruzan el Estrecho de Gibraltar con el doble objetivo de arrebatar el poder a los almorávides y proteger las fronteras musulmanas de ataques cristianos. Durante su estancia en la Península, combinan los esfuerzos bélicos (como la batalla de Alarcos, 1195) con periodos de tregua.

La falta de apoyos populares entre la población andalusí, el deterioro de la convivencia con los judíos y el hostigamiento de las familias almorávides logran deteriorar la hegemonía de los almohades, que sufren una estrepitosa derrota en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) ante una coalición de reinos cristianos. La posterior toma de Córdoba por Fernando III en 1236 constituye el preludio de su derrota final en territorio magrebí a cargo de una nueva fuerza religioso-tribal: los benimerines.

Reino de Granada (1232-1492) Estas derrotas determinan la reducción del ámbito territorial de Al-Ándalus al reino taifa de Granada, a cuyo mando se encuentra Mamad-Yusuf, de la dinastía nazarí (protegida por los benimerines). Los nazaríes conocen largos periodos de paz hasta Enero de 1492, fecha en la que, tras la entrega de Granada por Boabdil a los Reyes Católicos, finaliza la presencia musulmana en la Península.

  1. RESUME LOS CAMBIOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES INTRODUCIDOS POR LOS MUSULMANES EN AL ÁNDALUS.

ORGANIZACIÓN ECONÓMICA: AGRICULTURA, GANADERÍA Y COMERCIO.

Tres fueron las principales fuentes de riqueza de Al-Ándalus: 

  • Una agricultura triguero-olivarera de secano en grandes latifundios y de regadío en las huertas cercanas a las grandes ciudades, donde se introdujeron técnicas nuevas, como las norias y las acequias. La agricultura de secano permitíó, salvo hambres esporádicas, el autoabastecimiento de trigo y la exportación de aceite. Las amplias huertas cercanas a las ciudades proporcionaron una rica variedad de productos, algunos introducidos por los musulmanes desde Oriente (caña de azúcar, el arroz). De esta forma, adquirieron también gran importancia los frutales (naranjas, limones) y las plantas industriales como el lino, el algodón o la morera. Fue una agricultura intensiva muy desarrollada, que generó excedentes orientados hacia el mercado.

  • Una industria basada en la producción mercantil-artesanal en las ciudades, donde la producción de vidrio, cuero, cerámica y una pujante industria textil (algodón, seda, lino, lana) fueron las actividades básicas.  Pero junto a estos establecimientos más pequeños también se desarrollaron grandes talleres estatales orientados a la exportación.

  • Un comercio dinámico desarrollado sobre todo en el zoco dentro de la medina de la ciudad, donde se hallaban grandes almacenes-depósito de mercancías

LA ORGANIZACIÓN SOCIAL EN Al-Ándalus.

El islam introduce en los territorios en los que se asienta una cohesión nueva, basada en la fe, que iguala a todos los creyentes, miembros de la Comunidad o Umma, rompiendo en teoría con las anteriores barreras tribales o de cualquier otro tipo.  Pero estos principios no consiguieron borrar muchos de los rasgos de tribalismo y además las grandes conquistas introdujeron diferencias entre musulmanes y no musulmanes, hechos que complicaron el mapa de etnias y culturas que convivían en el islam. Esta misma situación se dio también en el territorio hispano, pudiendo organizarse la sociedad desde 4 puntos de vista diferentes: étnico, confesional o religioso, jurídico y finalmente económico, el más importante.

Diferencias étnicas, religiosas y jurídicas

Desde un punto de vista Étnico podemos distinguir entre:

  1. población indígena, integrada por los hispanovisigodos.

  2. población foránea, mucho más heterogénea que la anterior, ya que los musulmanes que llegaron a la Península Ibérica pertenecían a diferentes grupos tribales: los árabes, los sirios y los bereberes, principalmente, a los que hay que sumar los esclavos, fundamentalmente negros sudaneses y eslavos.

Desde un punto de vista Religioso también es posible establecer diferencias entre:

  1. musulmanes. Dentro de éstos se encuentran los muladíes, antiguos cristianos que se habían convertido al islam.

  2. no musulmanes, fundamentalmente judíos y mozárabes, siendo éstos últimos los cristianos que decidieron permanecer en territorio musulmán conservando su culto y su religión.

Pero la civilización islámica establecía también diferencias Jurídicas entre: 

  1. hombres libres

  2. esclavos. Éstos eran propiedad del dueño, transmisibles como tal y sin derecho a poseer nada. La liberación de un esclavo sólo era posible previa conversión al islam, ya que ningún creyente podía estar sujeto a servidumbre.

  DIFERENCIAS SOCIOECONÓMICAS

La complejidad anteriormente apuntada abríó paso en la práctica a una variedad creciente de situaciones socioeconómicas, especialmente acentuadas en los medios urbanos.

La Nobleza Andalusí (Hassa) estaba constituida tanto por el soberano, como por su parentela. La aristocracia de origen real, junto con la procedente de las rancias alcurnias árabes constituían la armadura de la Hassa y el núcleo fundamental del que se nutrían. El emir, el califa o el rey estaban rodeados de una nobleza funcional formada por las grandes jefaturas administrativas, palaciegas y militares en las que hubo, con ritmo creciente, bereberes, eslavos y aún libertos.

Los Notables Andalusíes constituían la segunda categoría social, configurada por letrados, excepcionales artesanos y ricos comerciantes, pero también por poderosos terratenientes como los Banu Qasy. Estos notables lo eran en el medio urbano, en el que generalmente vivían, pero constituían una especie de nobleza en el medio rural. Muchos de ellos pasarían a la consideración de nobles al establecerse los Reinos de Taifas o al constituirse posteriormente la monarquía Nazarí de Granada.

La Hassa y los Notables eran muy refinados en su cuidado personal, con un enorme gusto por las joyas y vestidos de seda. Poseían casas de campo o almunias, donde practicaban deportes como el Polo, el tiro al blanco, las carreras de caballos o las muy extendidas peleas de gallos.

La Hamma o Masa era la categoría inferior de la sociedad islámica andalusí. Estaba formada por artesanos, vendedores, servidores y empleados de los notables. En el campo formaban parte de este grupo los colonos, casi todos de origen muladí. Las duras condiciones pactadas con los propietarios de las tierras, y la inseguridad de las cosechas, hacían que su trabajo apenas valiese para el sustento de sus familias. También existían jornaleros o amires que acudían a un lugar determinado en busca de trabajo.

LA CULTURA

La cultura andalusí, recuperó la tradición clásica (filosofía griega) a través de pensadores como Averroes. En literatura destacamos la figura de Ibn Hazm. También fueron importantes los avances en la ciencia (arquitectura, agricultura, navegación, astronomía), así como en el arte: Edificaciones tan importantes como la Mezquita de Córdoba, Medina Al-Zahra, Aljafería. Almoárabe: La Giralda, La Torre del oro.

  1. EXPLICA EL ORIGEN DE LAS CORTES EN LOS REINOS CRISTIANOS Y SUS PRINCIPALES FUNCIONES.

Las Cortes tienen su origen 1188 cuando el rey de León Alfonso IX convocó, junto a los magnates de la nobleza y de la Iglesia, a representantes de las ciudades que habían protestado por la manipulación de la moneda. Rápidamente se establecíó la costumbre de que las reuniones se repitieran con frecuencia y sirvieran para aprobar los subsidios a la Corona, a cambio del compromiso de ésta de mantener el valor de la moneda y también de escuchar las peticiones de las Cortes.

A partir de la muerte de Alfonso X, la sucesión de reyes en minoría de edad dio un protagonismo importante a las reuniones de cortes, porque las ciudades eran el principal apoyo de la Corona frente a los nobles. En 1301 se unificaron las cortes de León y de Castilla y aunque, su papel es importante, siempre tuvieron un carácter consultivo. En ellas participaban los procuradores de muchas ciudades, tratándose no sólo quejas y peticiones sino también otros asuntos políticos de interés. Sin embargo, su protagonismo disminuyó en el Siglo XV, ya que muchas ciudades perdieron su representación, al ser entregadas a la nobleza durante el proceso de señorialización. Aún así hasta finales de la Edad Media tuvieron cierto peso político, sobre todo durante los años conflictivos de los reinados de Juan II y Enrique IV.

En Aragón, a diferencia del modelo castellano, la fortaleza de la nobleza y de la Iglesia otorgó a las Cortes un poder legislativo importante, ya que el rey no podía legislar sin ellas; además, el rey, al ser investido, se comprometía a respetar las leyes (fueros) y costumbres.  La gran independencia con la que contaban cada uno de los territorios de la Corona de Aragón hizo que se fundaran Cortes en Aragón, Cataluña y Valencia a lo largo del Siglo XIII.

En Navarra, el rey debía jurar los fueros del reino ante las Cortes, en cuyas reuniones se promulgaron leyes de gran importancia.

  1. COMENTA EL ÁMBITO TERRITORIAL Y CarácterÍSTICAS DE CADA SISTEMA DE REPOBLACIÓN, ASÍ COMO SUS CAUSAS Y CONSECUENCIAS.

Se denomina repoblación al proceso de ocupación del territorio conquistado a los musulmanes por los reinos cristianos del Norte, y su puesta en explotación por población cristiana, proveniente del norte peninsular y, en menor medida, de Europa. La amplitud del fenómeno repoblador, tanto en su extensión espacial como en su duración temporal, provocó formas distintas de ocupación y reparto de la propiedad, dependiendo del espacio y del momento en el que se efectuó, y tendrá importantes consecuencias sociales y económicas en los reinos cristianos peninsulares.

PRESURA. (S. VIII- X). Es el modelo que se utiliza en los primeros momentos para repoblar las tierras abandonadas del “desierto del Duero”. Consiste en la ocupación de tierras por campesinos libres que se convierten en propietarios de las mismas. En teoría todas las tierras que se repoblaban pertenecían al rey, por lo que se necesitaba su autorización para ocuparlas, pero en la práctica, la misma ocupación legitimaba la propiedad. Surgieron así numerosas aldeas formadas por pequeños propietarios que, reunidos en asamblea, discutían y tomaban decisiones sobre cuestiones comunes. Sin embargo, algunas zonas fueron repobladas por nobles o monasterios que, en ocasiones, terminaron absorbiendo a los pequeños propietarios.

REPOBLACIÓN CONCEJIL. (S. XI-XII) Surge tras la desintegración del califato. Es obra directa de los reyes que, en las tierras conquistadas, reorganizan o crean grandes municipios a los que otorgan un fuero o carta puebla, donde especifican los derechos y deberes de los que pertenecen al municipio. Estos municipios organizan sus propias milicias para la defensa del territorio y los monarcas se apoyan en estos municipios para hacer frente a las pretensiones de los nobles. La repoblación concejil predominó en las tierras meridionales del Duero y al norte del Tajo.

REPARTIMIENTOS. (S. XIII principalmente). La escasez de repobladores impone un sistema nuevo para repoblar la mitad sur de la Península. El rey entrega a los nobles y a las Órdenes Militares enormes extensiones de terreno como premio a los servicios prestados en las campañas de reconquista. De aquí arranca la estructura latifundista que se ha mantenido hasta nuestros días.

  1. EXPLICA EL ORIGEN Y CarácterÍSTICAS DEL RÉGIMEN SEÑORIAL Y LA SOCIEDAD ESTAMENTAL EN EL ÁMBITO CRISTIANO.

El régimen señorial es un sistema de propiedad y de poder, que tiene su base en el dominio de un señorío por parte de un noble o un eclesiástico. El señorío supone el dominio hereditario sobre tierras y las personas que allí habitan, dado por el rey a nobles o clérigos como pagos o recompensas por servicios prestados. Similar al feudo, el señor acumula jurisdicción, rentas y propiedades.

Es un proceso que comenzó en los siglos IX y X, y triunfó plenamente en los siglos XI y XII. A pesar de la variedad de situaciones, el proceso de feudalización comenzó por una serie de causas comunes en todos los territorios:

1. Erosión del poder monárquico. El rey no dispónía de poder para ofrecer seguridad y justicia en todos sus dominios.

2. Fortalecimiento, por tanto, de la nobleza, tanto laica como eclesiástica, que fue consolidando las concesiones reales y logró convertirlas en hereditarias.

3. Inexistencia de un poder centralizado del Estado sustentado en una fuerza coercitiva (ejército propio) y en un código legal público y único.

Rasgos de la sociedad estamental.

La sociedad estamental se originó en la Alta Edad Media y se dio en toda Europa hasta la desaparición del Antiguo Régimen en los siglos XVIII y XIX. La sociedad estamental caracteriza a la Edad Media peninsular. Los estamentos, grupos sociales cerrados a los que se pertenecía por circunstancias ligadas al nacimiento, eran tres: el clero, la nobleza y el tercer estado. Los dos primeros constituían los estamentos privilegiados, porque no pagaban impuestos (con lo que eran sostenidos económicamente por el tercer estado) y porque poseían otras prerrogativas como la de cobrar el diezmo (iglesia) o la de llevar espada. El tercero era el estamento no privilegiado, el único que pagaba impuestos, formado por campesinos, artesanos, comerciantes, etc.

Estándares Bloques 3-4.

  1. DEFINE EL CONCEPTO DE UníÓN DINÁSTICA APLICADO A Castilla Y ARAGÓN EN TIEMPOS DE LOS REYES CATÓLICOS Y DESCRIBE LAS CarácterÍSTICAS DEL NUEVO ESTADO

“Uníón dinástica” es la uníón de varios reinos, Estados, dominios… bajo un mismo soberano o gobernante por derecho dinástico. Como consecuencia de tal tipo de uníón, estos reinos o Estados que han sido fusionados, no han sido integrados, sino que la misma persona posee cada uno de ellos de forma independiente, y, por lo general cada territorio mantiene sus propias instituciones y legislación (particularismo).

En 1469 no se podía pronosticar aún cuál sería la configuración del hipotético Estado hispánico, pues la Península Ibérica se hallaba dividida políticamente en los cinco reinos, sin que existiera entre ellos alianza alguna o pacto preliminar. Sin embargo, Castilla, con sus más de 350.000 Km cuadrados y con unos seis millones de habitantes, ocupaba una posición clave. Esto explica las rivalidades y el interés de los reinos de Aragón, Portugal e incluso Francia por los asuntos internos de Castilla. Buscaban la amistad y la alianza del más fuerte. 

Aragón necesitaba de la alianza de Castilla para hacer frente a Francia en su tradicional rivalidad por el dominio de territorios italianos. Por su parte Isabel buscaba el apoyo de Aragón para hacer valer sus derechos al trono de Castilla. 

 Ambos reinos, además, vivían inmersos en graves problemas económicos y sociales. Por eso, a pesar del matrimonio celebrado casi en secreto, en 1469, la uníón dinástica de las Coronas de Castilla y Aragón no sería definitiva hasta 1479, cuando Isabel se consolide como reina de Castilla y Fernando herede la Corona de Aragón

La uníón de las dos Coronas fue personal o dinástica, pero no institucional. Los RR. CC. Decidieron gobernar conjuntamente en todos sus territorios. Así lo acordaron en la Concordia de Segovia. Sin embargo, cada reino conservó sus leyes, sus fueros y sus principales instituciones. Sólo la Inquisición era común a ambos reinos. Así pues, la falta de unidad institucional era evidente. A la muerte de Isabel, Fernando tuvo que retirarse a sus dominios de Aragón y contrajo nuevo matrimonio. De haber tenido descendencia de este segundo matrimonio, las dos coronas hubieran vuelto a separarse. En realidad, los RR. CC. No se denominaban reyes de España, sino reyes de los diferentes reinos que la formaban. 

Sin embargo, se debe reconocer que la uníón dinástica constituyó una pieza básica en el proceso de unificación territorial; que, en política, sobre todo en política exterior, hizo posible y necesaria la unificación de objetivos y estrategias, y que también supuso, dado el desequilibrio de fuerzas, la consolidación de la hegemonía de Castilla y un proceso de castellanización en todo el territorio español. 

Organización política y las instituciones de gobierno.

Un territorio unido no era suficiente. Los monarcas coincidían también en la necesidad de imponer su autoridad a la nobleza y a parte del clero, que durante la Baja Edad Media se habían levantado repetidamente contra el poder real. Primero vencieron por las armas a la nobleza y a los grandes eclesiásticos (Toro, 1476) e impusieron su autoridad. Después, recuperaron parte del patrimonio real en manos de los señores, aunque aceptaron garantizar a la aristocracia y a la Iglesia su poder e influencia a cambio de su sumisión política. Así consolidaron los privilegios jurisdiccionales (señoríos) de nobles y eclesiásticos, o su poder dentro de la Mesta. Por otro lado, las Leyes de Toro (1505) generalizaron la institución del mayorazgo.

Dominados la nobleza y el clero, los reyes organizaron una serie de instituciones eficaces para afirmar su autoridad real. Crearon un ejército permanente, en el que la nobleza, apartada de la política, conservó cargos y prerrogativas. Para reforzar la política exterior, 

también crearon un cuerpo permanente de diplomáticos.

Otra figura importante en este progresivo aumento del poder real en Castilla fue la de los corregidores, que presidían los ayuntamientos y tenían funciones judiciales y de orden público. También se creó la Santa Hermandad (1476), con atribuciones policiales, judiciales y de recaudación de impuestos. Asimismo, los reyes reorganizaron el Consejo Real, apartando a la gran nobleza e introduciendo letrados y secretarios procedentes de la baja nobleza y de la burguésía. Tanto este Consejo como otros que se fueron creando, cada uno de ellos con funciones específicas: el de Aragón, el de la Inquisición, el de las Órdenes Militares… Cobraron cada vez más importancia. Mientras, las Cortes, sobre todo las de Castilla, perdían protagonismo y casi únicamente se reunían cuando los monarcas necesitaban más recursos financieros o cuando tenían que confirmar al nuevo rey. Por último, se reorganizó la Audiencia o Chancillería de Valladolid y se crearon otras nuevas, en Granada y Galicia, para la administración de justicia.

En la Corona de Aragón para evitar que las mismas familias siguieran controlando el gobierno municipal, el rey impuso el sistema de sorteo (insaculación) para elegir a los principales cargos públicos. Por lo demás se mantuvieron las instituciones tradicionales, así como el mayor peso político de las Cortes. En Aragón se había instituido la figura del virrey. El virrey representaba al monarca en los dominios apartados de la residencia del rey y ejercía en plenitud todas las atribuciones reales. En Cataluña y en Valencia siguieron funcionando las mismas instituciones que hemos visto en el tema anterior. La corte seguía sin tener una capital.

La unificación religiosa

La monarquía de los Reyes Católicos presentaba un gran pluralismo religioso en el que cristianos, judíos y musulmanes convivían con dificultad. Los monarcas encontraron en la imposición de la fe católica el mecanismo para integrar y unificar a la totalidad de los habitantes de sus reinos. La denominación de Reyes Católicos deriva precisamente de su empeño en preservar y difundir el catolicismo de forma sistemática a quienes pertenecían a otras creencias.

El instrumento esencial de la ortodoxia católica fue el Santo Tribunal de la Inquisición, creado por la autoridad pontificia en el Siglo XIII para reprimir la herejía, la superstición y la brujería. Los primeros inquisidores llegaron en 1480 a Sevilla e iniciaron rápidamente las detenciones, los interrogatorios y las sentencias contra los judíos. A partir de 1483 los tribunales se extendieron a toda Castilla y ese mismo año Fernando el Católico inició su implantación en los reinos de la Corona de Aragón. De hecho, el Santo Oficio, se convirtió en la única institución común de los reinos, porque todos los tribunales dependían del Consejo de la Suprema y General Inquisición. Al frente estaba el Inquisidor General, puesto para el que fue nombrado el dominico fray Tomás de Torquemada. 

  1. EXPLICA LAS CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LOS HECHOS MÁS RELEVANTES DE 1492

Los hechos más relevantes de 1492 fueron la finalización de la conquista del Reino nazarí de Granada, la expulsión de los judíos y el descubrimiento de América por Colón.

Para los contemporáneos, la conquista de Granada fue uno de los hechos más valorados. La empresa fue larga (1481 – 1492) y costosa. Castilla empleó en ella importantes recursos militares y económicos. Se trataba de culminar la Reconquista, paralizada desde hacía dos siglos por las crisis internas castellanas y porque Granada venía pagando puntualmente tributos a Castilla. 

Al acabar la Guerra Civil castellana, el reino granadino se encontraba en una profunda crisis por las continuas disputas internas entre grupos nobiliarios y enfrentamientos dinásticos. Era momento propicio para comenzar la conquista. El rey Boabdil se vio obligado a iniciar secretamente las negociaciones de paz. Se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe en Noviembre de 1491, por las que Granada pasa a depender de Castilla. Los términos fueron bastante respetuosos con los musulmanes granadinos. Se les respetaban sus leyes, propiedades, costumbres y religión. Tal vez las autoridades castellanas albergaban el presentimiento de que el contacto con la fe les conduciría a una conversión voluntaria. Pero los escasos resultados obtenidos provocaron un cambio de actitud en 1499. A partir de entonces, el cardenal Cisneros impulsó los bautismos obligatorios, provocando diversas revueltas y dando lugar a la aparición de los moriscos, que terminaron siendo expulsados en el Siglo XVII. 

Para la ciencia militar, la guerra de Granada tiene un significado especial. Se considera la última guerra medieval y la primera guerra moderna; la artillería jugó un importante papel, se emplearon unidades especializadas, se movilizaron grandes recursos, se analizaron y planificaron con rigor los movimientos estratégicos y tácticos. En esta guerra destacó el genio militar de D. Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán, principal responsable de la creación de los Tercios Españoles.

La expulsión de los judíos (1492) fue el siguiente paso en el proceso de unificación religiosa emprendido por los Reyes Católicos. Fue el episodio final de una persecución iniciada ya desde los visigodos, pero ahora el argumento principal contra ellos era que su presencia y la práctica de los ritos judíos eran un ejemplo pernicioso que provocaba que muchos conversos se judaizaran. La decisión de expulsarlos fue adoptada en la atmósfera de triunfo y exaltación religiosa que siguió a la caída de Granada. En dos decretos del 31 de Marzo de 1492, uno para Castilla y otro para Aragón, los reyes ordenaron que, en el plazo de tres meses, todos lo judíos de los reinos optaran entre la conversión o el abandono del país. Podían llevarse sus bienes muebles, salvo oro y plata, y debían vender sus bienes raíces. La orden no discriminaba ni edades ni situaciones personales, y era definitiva. 

La mayoría de los judíos optó por el exilio, prefiriendo mantener su fe y su cohesión antes que convertirse. Se calcula que unos 150.000 abandonaron los reinos, en su mayor parte hacia Portugal y el norte de África, pero también hacia los países del norte de Europa. En los años siguientes algunos volvieron, optando por el bautismo, pero la gran mayoría ya nunca retornó a su país de origen. El impacto económico y cultural de esta medida fue importante.

El descubrimiento de América: En los siglos finales de la Edad Media se generaron unas condiciones técnicas, económicas y políticas que fueron decisivas para que se produjeran los descubrimientos geográficos que marcaron la época del Renacimiento.

Entre los factores técnicos hay que mencionar el desarrollo de la cartografía, los instrumentos de navegación y las técnicas náuticas. También se produjo un avance importante en la construcción naval, con la aparición de la nao y la carabela, las naves que permitieron navegar con cierta seguridad por el Atlántico.

Entre las causas económicas la más importante fue el crecimiento del comercio internacional en los siglos XIV y XV, que aportó los capitales necesarios para las empresas de navegación. La falta de metales preciosos también animaba a buscar nuevas minas y yacimientos. Pero sobre todo fue la necesidad de buscar una nueva ruta hacia las Indias la que llevó a los portugueses, primero, y a los castellanos después, a lanzarse a la aventura. Europa necesitaba las especias orientales y la ruta tradicional, que las traía por tierra junto a otros productos de lujo, quedó colapsada con la expansión del Imperio Turco por el Mediterráneo Oriental. Había que buscar nuevos caminos hacia los mercados atlánticos.

Por último, están los factores políticos e ideológicos. Portugal y Castilla estaban en plena expansión en el Siglo XV. El fin de la Reconquista se produjo en un ambiente de euforia que prolongó el espíritu de cruzada más allá de Granada. La hegemonía europea basculaba hacia los países del Atlántico y la rivalidad entre los estados de la Península fomentó la competencia entre ellos y el interés de ambas Coronas en las empresas de descubrimiento. Además, la cultura humanística impulsaba la curiosidad científica, y los intelectuales recomendaban a los reyes las exploraciones geográficas.

El desarrollo de los acontecimientos fue el siguiente: Cristóbal Colón pretendía llegar a la India por la ruta inexplorada del oeste (pensaba que la distancia era más corta de lo que es en realidad). Rechazado su proyecto por varios países europeos fue aceptado por los RRCC, alcanzando un acuerdo con Colón que se plasmó en las Capitulaciones de Santa Fe, donde Colón obtuvo una serie de concesiones. Así el 12 de Octubre de 1492 se descubríó América. Colón realizó en total cuatro viajes a Las Indias sin saber que, en realidad, había llegado a un nuevo continente.

Con el Papa Borgia (Alejandro VI) de su parte, Isabel y Fernando reciben en 1493 las Bulas Alejandrinas (Bula Inter Caetera), que entregaban a Castilla el derecho de soberanía sobre las tierras descubiertas y por descubrir a partir de una línea de meridiano situada a 100 leguas al oeste de las Azores.

Pero los portugueses no aceptaron la decisión pontificia. Para ellos, el viaje colombino había violado el Tratado de Alcaçovas. Tras varios meses de negociación, en Junio de 1494 ambos estados firmaron el Tratado de Tordesillas (1494) en el que se fijaba una nueva línea de demarcación a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. De ahí arrancó el derecho de Portugal al Brasil, situado al este de la línea de demarcación. Con este tratado; Castilla, Aragón y Portugal se repartían el mundo.

  1. COMPARA LOS IMPERIOS TERRITORIALES DE Carlos I Y Felipe II Y EXPLICA LOS DIFERENTES PROBLEMAS QUE ACARREARON.

Con la llegada al trono de Carlos I, la Corona de los reinos españoles pasaba a manos de la casa de Austria o de Habsburgo, que reinará en ellos durante dos siglos. Carlos, hijo de Felipe de Borgoña y Juana de Castilla recibíó una herencia espectacular: de sus abuelos paternos heredaba los Países Bajos y los territorios patrimoniales de la casa de Austria; de los maternos, Castilla y Aragón, y con ellos el dominio de América y de buena parte de Italia. Tanto Carlos como sus sucesores dedicaron todo su esfuerzo a conservar y, en su caso, ampliar los territorios recibidos.

El enorme conjunto de herencias recibidas y los intereses patrimoniales hicieron que Carlos V diera prioridad a la política europea. 

El emperador no pretendíó nunca unificar sus Estados, por los que éstos conservaron sus leyes e instituciones particulares. En cada uno de ellos un virrey o gobernador ejercía la autoridad en su ausencia. La administración estaba a cargo de un Consejo Real por cada territorio. Sólo el Consejo de Estado, encargado de asesorar al emperador en cuestiones exteriores, reunía miembros procedentes de los distintos reinos.

La política del emperador, en realidad, obedecíó a dos ideas básicas. Por un lado, tenía la convicción de que su obligación era mantener la unidad de la Cristiandad y luchar contra el islam. Por otro lado, consideraba su deber conservar toda la herencia recibida, sin pérdida alguna. Pero su poder era tan inmenso que inevitablemente suscitó temor y enemistades (Francia, los príncipes alemanes, incluso los papas).

Aunque todos los reinos aportaron sus recursos, el mayor esfuerzo recayó sobre Castilla. Era el territorio más rico, en pleno crecimiento, y sobre él pesó la carga de los cuantiosos impuestos destinados a pagar las guerras europeas. Además, Castilla aportaba los metales preciosos de América, que resultaron decisivos para mantener los ejércitos imperiales. Los consejeros castellanos solicitaron reiteradamente una acción exterior encaminada a defender los intereses peninsulares: detener el avance turco en el Mediterráneo y acabar con las acciones de los piratas berberiscos. Pero fue en vano: una y otra vez la acción europea y los intereses dinásticos se impusieron.

La Corona de Aragón no tuvo que soportar una carga similar en impuestos y dinero, aunque también contribuyó al esfuerzo bélico. Pero sí se vio afectada, por cuanto la lucha contra los turcos y las guerras contra Francia impedían un desarrollo normal de los negocios. Sus costas sufrieron, además, los frecuentes ataques de los piratas berberiscos.

Las luchas en el exterior: Francia, el Imperio Turco y el Imperio alemán

Carlos I y Francisco I de Francia se enfrentaron por el dominio de los reinos y ducados de Italia, fundamentalmente el Milanesado, y por el control de los territorios de Flandes y Borgoña. En una primera fase, las tropas de Carlos I ganaron la batalla de Pavía, en 1525. Más tarde la actitud profrancesa del Papa llevó al saqueo de Roma, en 1527, por las tropas del Emperador.

La lucha contra el islam era continuación natural del espíritu de cruzada, pero también respondía a un hecho concreto: el avance del Imperio turco, que había conseguido reunificar el islam y amenazaba en Europa y el Mediterráneo a los Estados de los Austrias.

En 1529 el ejército turco sitió Viena, la cuna de los Habsburgo. En el Mediterráneo, sin embargo, la posición imperial era mucho más débil. Mientras los turcos conquistan Túnez, el Emperador fracasa en su intento de conquistar Argel.  

En 1517 Martín Lutero publicó en Worms sus tesis contra la Iglesia de Roma, iniciando así la reforma protestante. Su postura encontró rápidamente simpatías en Alemania, donde mucha gente compartía las críticas hacia los papas. Además, muchos de los príncipes alemanes apoyaron a Lutero, porque eran conscientes de que la reforma podía ser un instrumento que reafirmara la independencia que, en la práctica, tenían frente al emperador.

Carlos V, decidido a combatir el protestantismo, convocó en 1521 en Worms una Dieta, reuníón de todos los príncipes alemanes, para condenar a Lutero. Pero la resolución que se aprobó no fue aplicada por varios de los príncipes, que protegieron a los luteranos. En 1531, los príncipes protestantes formaron la Liga de Smalkalda. Durante varios años más se mantuvo el pulso: las guerras contra Francia y contra el turco impedían al emperador enfrentarse al problema. Pero, finalmente, pudo organizar una coalición católica, que en 1547 derrotó a los ejércitos de la Liga en la batalla de Mülhberg, junto al río Elba. En 1552 se fraguó una coalición contra Carlos, en la que participaron los príncipes alemanes y el rey de Francia, Enrique II. El resultado fue una derrota de los ejércitos imperiales y la entrega a Francia de varias ciudades de la frontera alemana, que Carlos intentó en vano recuperar al año siguiente. En 1555, la Paz de Augsburgo establecíó el derecho de cada príncipe a decidir libremente la religión en su territorio.

En 1555 un Carlos V enfermo y desilusionado por los fracasos en Alemania y Francia, tomó la decisión de abandonar el poder. Meses después, Carlos V cumplía su deseo: emprendíó viaje a Castilla y se retiró al monasterio jerónimo de Yuste, en Extremadura. Allí se mantuvo pendiente de los acontecimientos políticos, hasta su muerte en 1558.

Felipe II tenía 28 años cuando, en 1555, se convirtió en rey. A diferencia de su padre, Felipe II fue un rey sedentario, que desde 1559 ya nunca abandonó la Península. Felipe II dirigíó personalmente el gobierno de sus reinos. Fue un rey burócrata, que atendíó directamente todos los asuntos de Estado, y pocos eran los asuntos que delegaba en sus consejeros.

Tras varios años de tranquilidad, el peligro turco se reactivó en el Mediterráneo. En 1570 los turcos conquistaron Túnez y Chipre, en posesión veneciana. La respuesta del mundo cristiano fue la formación de la Santa Liga, compuesta por Venecia, el papa y Felipe II, para enfrentarse al sultán. La batalla tuvo lugar junto al golfo de Lepanto, en Octubre de 1571, y se saldó con la victoria cristiana. 

La rebelión de los Países Bajos habría de ser el mayor de los problemas políticos y militares del reinado. Felipe II no había sido bien acogido como rey de los Países Bajos, donde le veían como un rey extranjero.  A estas tensiones se sumó la amplia difusión del calvinismo, sobre todo en las ciudades del norte y la ortodoxia de Felipe II, que decretó el cumplimiento estricto de las decisiones del Concilio de Trento. En Agosto de 1566 estallaron motines en varias ciudades, causados por el hambre, que degeneraron en quemas de iglesias y profanaciones de imágenes por parte de los calvinistas.

La respuesta de Felipe II fue brutal. En 1567 envió a los tercios al mando del duque de Alba. Algunos nobles, como el príncipe de Orange, optaron por huir y prepararon un ejército en Alemania que entró en los Países Bajos, pero que fue derrotado. La violenta política represiva no hizo sino agudizar el conflicto, consiguiendo que todos los sectores sociales, campesinos, comerciantes y miembros de la nobleza se unieran contra él. Incluso muchos católicos, que al principio rechazaron los actos de los calvinistas, pasaron a oponerse al duque.

Finalmente, en 1579, el sur de los Países Bajos, católico, aceptó la obediencia a Felipe II (Uníón de Arrás), pero el norte, las futuras Provincias Unidas de Holanda, mayoritariamente calvinistas, continuó la lucha por la independencia. La rebelión nunca fue controlada y Felipe II acabó designando a su hija Isabel Clara Eugenia, gobernadora con derecho a sucesión. Pero al no tener ella descendencia, los Países Bajos revirtieron a la Corona española en el Siglo XVII y se reabríó el conflicto.

En 1578, al morir sin descendencia el rey de Portugal, varios candidatos optaron al trono, entre los que el más importante era Felipe II, tío del fallecido. En 1580 se decidíó la invasión de Portugal, y las Cortes portuguesas de 1581 reconocieron como rey a Felipe II.  La anexión se realizó respetando las leyes, las instituciones y la reserva de los principales cargos para los portugueses. La anexión significaba la suma de dos inmensos imperios coloniales y una enorme extensión de los dominios de Felipe II, cuyo peso basculaba de forma definitiva hacia el Atlántico.

Inglaterra había sido desde el reinado de los Reyes Católicos aliada de la Corona española frente a Francia. La muerte sin descendencia de María Tudor, esposa de Felipe II, hizo que el trono recayera en Isabel I, de religión anglicana. Esta apoyó a los protestantes de Flandes y protegíó a los corsarios que atacaban a las flotas españolas procedentes de América. Felipe II decidíó enfrentarse a Inglaterra y preparó una gran flota para atacarla (Armada Invencible), pero la expedición fue un desastre y la Invencible regresó diezmada y vencida (1588).

Durante el reinado de Felipe II los conflictos con Francia continuaron hasta que se produjo la victoria de los tercios españoles en San Quintín (1557) y la firma de la Paz de Cateau-Cambresis (1559), que dio lugar a un período de tranquilidad.  Pero en las guerras de religión que se produjeron en Francia, Felipe II apoyó a los católicos frente a los hugonotes (protestantes seguidores de Calvino), especialmente ante las pretensiones al trono de Enrique de Borbón, que era hugonote. En 1593, Enrique se convirtió al catolicismo, subíó al trono como Enrique IV, y España y Francia firmaron la Paz de Vervins (1598)

  1. ANALIZA LA POLÍTICA CON RESPECTO A AMÉRICA EN EL Siglo XVI Y SUS CONSECUENCIAS PARA ESPAÑA, Europa Y LA POBLACIÓN AMERICANA.

La conquista de América se había realizado mediante expediciones particulares, en las que los conquistadores firmaban unas capitulaciones con la Corona, primero, y más tarde con sus gobernadores. En ellas se fijaban los objetivos y el reparto del botín. Eran, por tanto, expediciones de empresa, en las que primaba la obtención de beneficios rápidos, y donde la exploración y el descubrimiento de nuevas tierras era una motivación secundaria.

En los primeros tiempos, en las grandes islas del Caribe, los conquistadores se dedicaron a extraer la mayor cantidad de oro posible, sometiendo a los indígenas a un trabajo forzado sistemático. El resultado es que en no pocos años se obtuvo todo el oro que los indígenas antillanos habían producido durante cientos de años, de manera que en 1525 el ciclo del oro se había terminado.

La situación fue bien distinta en el continente. Se trataba de una gigantesca extensión de tierras, con suelos fértiles y una gran población indígena más estructurada. Comenzaron a llegar colonos, la mayoría procedentes de la Corona de Castilla, dispuestos a instalarse y a vivir en América. Se adueñaron de las tierras, que fueron distribuidas mediante repartimientos, y obligaron a los indios a trabajarla mediante el sistema de las encomiendas. En virtud de éstas los indios repartidos o entregados a cada colono eran puestos bajo su protección o encomienda. El encomendero podía exigirles el pago de un tributo en trabajo, especies o dinero, a cambio de darles instrucción religiosa. Si bien hubo diversas declaraciones reales en que se reiteraba el principio de la libertad de los indios, aquellos indígenas entregados en encomienda muchas veces eran tratados como esclavos.

La continúa expansión geográfica de los dominios españoles en América, y luego su progresivo desarrollo poblacional y económico obligó a introducir sucesivas formas de organización. Durante la primera fase de la conquista, cuando los territorios anexionados eran unas pocas islas, su gobierno estuvo confiado a Cristóbal Colón. El fin del virreinato colombino en 1524, que se distinguíó por una especial crueldad en el trato a los indígenas (Colón era partidario de la esclavitud del indio), revela cómo el gobierno de la Monarquía, en manos de Carlos I/V, había percibido la necesidad de asumir directamente el control de los países descubiertos.

Así, la América española se dividíó ya en la primera mitad del Siglo XVI en dos grandes virreinatos, el de Nueva España (creado en 1535), que comprendía Centroamérica y las principales islas caribeñas, y el de Perú (creado en 1542), que se extendía por América del Sur, hasta la Patagonia, a excepción de Brasil, que era colonia portuguesa. Conforme la colonización se amplió, se fue extendiendo el ámbito de acción de esos grandes virreinatos, sobre todo del de Perú, que se dilató hasta el Río de la Plata. Los virreyes eran la máxima autoridad en América, por lo que fueron designados entre miembros de la alta nobleza e incluso de la familia real. Aunque su gestión era sometida a inspecciones periódicas (visitas), en la práctica actuaron con enorme autonomía. Por debajo de ellos estaban las Audiencias, que correspondían a los distritos en que se subdividía cada virreinato. La Audiencia era a la vez un órgano administrativo y un tribunal de justicia.

Desde 1502 la Corona establecíó dentro de cada una de esas Audiencias, Gobernaciones dirigidas por un gobernador. En 1524 se crearían también un Consejo de Indias encargado de todos los asuntos relacionados con América (elaboración de las leyes, nombramientos Tribuna Supremo de Justicia), pero con sede en España. 

Además, los conquistadores fueron creando ciudades según avanzaban en la exploración del territorio, habitadas fundamentalmente por colonos castellanos. En ellas se creaba un cabildo, una especie de concejo asambleario dirigido por un alcalde mayor. 

Hasta finales del Siglo XV los europeos sabían muy poco del resto del mundo. Pero en el transcurso de unos cien años múltiples expediciones, casi todas marítimas, pusieron en conexión los mundos y continentes aislados y a todas partes llegaron misioneros, comerciantes y conquistadores europeos. Entre las consecuencias del descubrimiento de América en la España destacamos las siguientes por el especial impacto de las mismas:

  1. El intercambio de productos y gentes. De las colonias del nuevo continente llegaban a Europa y España productos exóticos, hoy en día parte básica de nuestra dieta y de nuestras costumbres: tintes (índigo y la cochinilla), chocolate, vainilla, cacao, tomate, maíz, patata, además del tabaco En contrapartida América recibíó de Europa el trigo, la vid, el caballo, la vaca, el cerdo, etc., pero también el alfabeto o algunas técnicas de cultivo. Igualmente se intercambiaron enfermedades, como el sarampión y la viruela que viajaron a América con los conquistadores, y la sífilis, que entró en Europa procedente del Nuevo Mundo. Además, en los trescientos años que duró la dominación hispánica se calcula que fueron unos 300.000, unos mil por año, los que legalmente emigraron a las Indias.

  2. La apertura de las comunicaciones entre dos zonas que habían estado herméticamente cerradas y que dispónían de recursos completamente autónomos fue en realidad una de las consecuencias de mayor impacto. El desarrollo del comercio entre Sevilla, que tendría el monopolio del comercio americano y donde se establecíó la Casa de Contratación (1503) para controlar todo el tráfico de hombres y mercancías, y los puertos americanos crecíó rápidamente 

  3. La sed de oro. Pero el impacto más notable del Nuevo Mundo en el Viejo y con ello también en España fue la afluencia masiva de metales preciosos, oro y plata. Tras una etapa inicial en que estos metales fueron simplemente arrebatados a los indígenas, entre 1545 y 1546 se descubrieron las grandes minas del Potosí (en la actual Bolivia) y Zacatecas (México). A lo largo de los dos siglos siguientes, el tesoro americano permitíó que las existencias de plata en el viejo continente se vieran triplicadas. En su punto álgido la producción de plata de América alcanzó las 300 toneladas anuales de las cuales algo más de la mitad se enviaban a Europa a través de Sevilla. El rápido aumento de la cantidad de metal en circulación tanto en España como en Europa, ante una oferta de productos que crecía más lentamente, fomentó el alza sostenida de los precios dando lugar al fenómeno conocido como la revolución de los precios. 

  4. El elevado endeudamiento de la corona española para financiar la expansión primero y el mantenimiento después del Imperio hizo que gran parte de ese tesoro se gastara con tanta rapidez como fue adquirido. Los banqueros alemanes y genoveses avanzaron gran parte de los recursos necesarios para equipar la armada y los ejércitos, que lucharon para mantener el Imperio en toda Europa, de forma que a ellos fue gran parte del Tesoro Americano. Sus efectos dinamizadores de la economía castellana fueron escasos, ya que gran parte de la riqueza que no acabó en manos de los banqueros extranjeros fue acaparada gastada en joyas o bienes de lujo importados.

  1. El impacto en las mentalidades y en la concepción del mundo no fue menos importante. La época del descubrimiento coincide con el surgimiento en Europa de un movimiento general de apertura en todos los campos (cultural, científico, humanístico, artístico y económico), el llamado Renacimiento, por el que el europeo se descubre a sí mismo, descubre la Naturaleza y el mundo que le rodea. El descubrimiento del Nuevo Mundo planteaba muchos retos: si era un continente no previsto por los geógrafos clásicos ni por los Padres de la Iglesia, todo el saber occidental debería ser adaptado a la nueva realidad planetaria y la asimilación de esas novedades implicaba una evolución de los viejos conceptos sobre la unidad y la diversidad de la raza humana, sobre la distinción entre civilización y barbarie. Europa no era el centro de la Humanidad y existían muchas otras civilizaciones humanas.

  1. EXPLICA LOS PRINCIPALES PROYECTOS DE REFORMA DEL CONDE DUQUE DE OLIVARES.

En 1621 Felipe IV fue proclamado rey. El nuevo monarca entregó desde el principio la dirección del gobierno a su propio favorito, el Conde Duque de Olivares, quien actuó durante 20 años en plena armónía con el rey, sin apenas discrepancias. A diferencia de Lerma (valido de Felipe III), Olivares quería el poder para gobernar. Su programa político era simple y nada novedoso: mantener la herencia dinástica y la reputación de la Monarquía. Eso significaba la subordinación de los intereses de los reinos y de la política interna a los de la acción diplomática y militar en Europa.

Olivares trató de modificar en algunos aspectos las carácterísticas del gobierno de los reinos que compónían la monarquía de los Austrias, y así lo expuso al rey en el llamado Gran Memorial, que pretendía tres objetivos:

  • Resolver los problemas de política y gobierno de Castilla mediante la creación de Juntas para recuperar el orgullo, el respeto en política exterior, mejorar la economía con menos impuestos y con medidas mercantilistas de protección a la industria, el comercio marítimo y la agricultura castellanas.

  • Reformar las instituciones de la administración y de la justicia, donde la corrupción y la venalidad (venta de cargos), desarrolladas por Lerma, se manténían.

  • Reformar los demás reinos peninsulares para equipararlos con el Reino de Castilla lo más posible.

En 1626, en plena Guerra de los Treinta Años, esta propuesta quedó recogida en la llamada Uníón de Armas, cuyo objetivo era la creación de un sistema defensivo de carácter militar en el que participasen todos los reinos proporcionalmente, dado que hasta este momento el mayor peso de la financiación de los ejércitos de la monarquía española recaía sobre Castilla. Sin embargo, esta idea suscitó una fuerte resistencia de los reinos, los cuales alegaban que sus fueros impedían el envío de soldados fuera del territorio. Las Cortes se enfrentaron a la Corona, sobre todo en Cataluña, pero también en Flandes, Portugal y Las Indias.

En 1640 finalmente, se produce la quiebra de la monarquía con las rebeliones de Cataluña y Portugal. En este último reino se proclamó rey al duque de Braganza y la rebelión, que duró hasta 1652, significó la definitiva independencia de Portugal de la Corona española. España no reconocerá su independencia hasta 1668, tras sufrir sendas derrotas en Ameixal (1663) y Villaviciosa (1665).

La revuelta de Cataluña se originó cuando Olivares, en plena Guerra de los Treinta Años, abríó un frente militar contra los franceses en los Pirineos, obligando a los catalanes a alojar las tropas y a contribuir al gasto militar, a lo que reiteradamente se habían negado. Los soldados reales cometieron desmanes en Cataluña, lo que provocó la rebelión que culminó con la entrada de los segadores armados en Barcelona durante el Corpus de Sangre (7 Junio de 1640), motín que culminó con el asesinato del virrey y la huida de las autoridades. Más tarde, y ante el avance del ejército castellano, los rebeldes optaron por aceptar la soberanía de Francia (rey Luis XIII), y un ejército francés entró en Cataluña, derrotó al castellano en Montjuïc y en 1642 conquistó el Rosellón y Lérida. La revuelta se había generalizado en Cataluña y el conflicto duró más de 10 años. Finalizó en 1652 con la rendición de Barcelona al ejército real, que estaba al mando de Juan José de Austria. 

A pesar de que las revueltas se iniciaron en Cataluña y Portugal, donde además tuvieron unas repercusiones más importantes, éstas también afectaron a otros territorios (Andalucía, Aragón, Sicilia y Nápoles). Quevedo se refiere a la década de 1640 con esta frase: “Toda España estaba en un tris/ y a pique de dar un tras”

  1. EXPLICA LOS PRINCIPALES FACTORES DE CRISIS DEMOGRÁFICA Y ECONÓMICA DEL Siglo XVII Y SUS CONSECUENCIAS.

El Siglo XVII se caracterizó en toda Europa por una fuerte crisis social y económica: pestes, malas cosechas, guerras, parálisis del comercio y de la industria. En los territorios hispánicos esta crisis fue todavía más profunda y originó la pérdida de la hegemonía política europea. En primer lugar, la población disminuyó, pasando de ocho millones de habitantes en 1600, a siete en 1700. Las causas de este descenso hay que buscarlas en el flujo migratorio al nuevo continente, en las bajas ocasionadas por las continuas guerras, en la expulsión de los moriscos y en el conjunto de epidemias que asolaron al país entre 1601 y 1685. 

En el terreno económico, la agricultura empeoró su ya precaria situación. El hambre, la guerra y las epidemias comportaron la despoblación de las tierras, mientras aumentaban los impuestos. También la Mesta vio cómo se reducía el número de cabezas de ganado, por la falta de pastos y por la destrucción provocada por las guerras peninsulares. Asimismo, la industria y el comercio padecieron una profunda depresión. La tradicional competencia de los productos extranjeros se agravó ahora con la pérdida de territorios en Europa, y por tanto de mercados, el incremento de los impuestos y la pérdida de poder adquisitivo de una población cada vez más arruinada.

La situación de las finanzas públicas no permitía mejorar el panorama. Los impuestos aumentaban, tanto por una Corte que despilfarraba cada vez más, como por las necesidades de las constantes guerras. Ni el aumento de los impuestos, ni las devaluaciones de la moneda, ni la constante emisión de deuda pública pudieron salvar al Estado de la práctica de la bancarrota. Además, el recurso a la plata y el oro americanos fue cada vez más difícil, al agotarse parte de las minas y descender drásticamente la llegada de metales preciosos.

Fue en este momento cuando se evidenció que el mantenimiento de una mentalidad aristocrática había imposibilitado rentabilizar la riqueza proveniente de América. En vez de estimular las actividades productivas, esos bienes fueron dedicados a pagar las empresas imperiales de la monarquía y a consolidar un modelo social nobiliario en el que los capitales se dedicaban a la compra de tierras, casas o gastos suntuarios. Sólo los territorios periféricos, especialmente los de la Corona de Aragón, marginados de la aventura americana, sufrieron la crisis con menor intensidad.

  1. EXPLICA LAS CAUSAS DE LA GUERRA DE SUCESIÓN ESPAÑOLA Y LA COMPOSICIÓN DE LOS BANDOS EN CONFLICTO.

En 1700, el último monarca de la casa de Austria, Carlos II, murió sin descendencia. Dos eran los candidatos que aspiraban a ocupar el trono de España: Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV y el archiduque Carlos de Austria, hijo del Emperador de Austria. Carlos II designó como sucesor al primero, que fue proclamado rey con el nombre de Felipe V. 

El acceso de Felipe al trono español fortalecía el poder de los Borbones en Europa, por lo que Gran Bretaña, Holanda y Portugal prestaron su apoyo al candidato austriaco y entraron en guerra contra Francia y España. La cuestión sucesoria se había convertido en un grave conflicto bélico de dimensiones internacionales. 

La Guerra de Sucesión fue, al mismo tiempo, una guerra europea y una Guerra Civil española. Guerra europea porque participaron en ella todos los países importantes de Europa, y Guerra Civil, porque, en líneas generales, los territorios de la Corona de Aragón se mostraron partidarios del archiduque Carlos, mientras que el resto apoyó a Felipe V 

En España las tropas de Felipe V pronto controlaron casi todo el territorio. Después de 1707, sólo una parte de Cataluña seguía resistiendo. En cambio, en el plano internacional, las fuerzas estuvieron bastante equilibradas y los Borbones eran incapaces de derrotar a las fuerzas aliadas. En 1711, un hecho cambió el curso de los acontecimientos. Murió el emperador de Austria, José I, y el archiduque Carlos tenía que ocupar el trono austriaco. Ahora el peligro para el equilibrio europeo estaba en que un mismo monarca ocupase los tronos de Austria y España. Ingleses y holandeses presionaron para alcanzar una paz negociada que incluía el reconocimiento de Felipe V como rey de España. 

Se puso fin a la guerra con el Tratado de Utrecht (1713), aunque los catalanes se negaron a reconocer a Felipe V y continuaron la lucha un año más.

  1. DETALLA LAS CarácterÍSTICAS DEL NUEVO ORDEN EUROPEO SURGIDO DE LA PAZ DE Utrecht Y EL PAPEL DE ESPAÑA EN ÉL.

La Guerra de sucesión española, provocada por la muerte sin descendencia de Carlos II, finalizó con el Tratado de Utrecht (1713). Los acuerdos tomados en esta ciudad son de una gran trascendencia histórica: 

Francia consiguió que Felipe V fuera reconocido rey de España, previa renuncia a los derechos al trono francés. 

Inglaterra, la gran beneficiada, obtuvo importantes ventajas territoriales: Gibraltar, Menorca, Terranova… Se hizo con el monopolio del tráfico de esclavos entre África y América, mediante el llamado Derecho de Asiento. Otro derecho, el Navío de Permiso, le permitíó participar legalmente en el comercio con las Indias; un barco inglés de 500 toneladas acompañaría a cada flota española. Todas estas ventajas sirvieron de base para el imparable crecimiento económico y político de Inglaterra. 

Austria consolidó sus dominios europeos frente a las pretensiones francesas. España le cedíó lo que le quedaba de los Países Bajos y los dominios italianos. 

Portugal y el Ducado de Saboyá, que también habían participado en la guerra, recibieron sus correspondientes compensaciones territoriales. 

España fue la gran perdedora. Perdíó las posesiones que le quedaban en Europa. Reconocíó la soberanía inglesa sobre Menorca y Gibraltar. Tuvo que admitir la participación inglesa en el comercio con las colonias españolas.

Los sucesos de Utrecht marcaron, en buena parte, el rumbo de la política exterior española del Siglo XVIII. Los Borbones españoles tuvieron dos objetivos prioritarios: recuperar los dominios perdidos y defender las posesiones de ultramar. Para ello buscarían el apoyo de los Borbones franceses. Esta alianza hispano francesa se plasmó en sucesivos pactos denominados Pactos de Familia.  El balance de esta alianza terminó siendo bastante negativo para España, que era el socio débil. El colofón final fue la invasión de la Península por parte de las tropas napoleónicas en 1808. 

  1. DEFINE QUÉ FUERON LOS DECRETOS DE NUEVA PLANTA Y EXPLICA SU IMPORTANCIA EN LA CONFIGURACIÓN DEL NUEVO ESTADO BORBÓNICO.

Tan pronto como los Borbones ocuparon el trono, acometieron la tarea de imponer en España el modelo de absolutismo monárquico que Luis XIV ya había implantado en Francia. Dos son los rasgos del nuevo modelo de Estado: centralización, esto es, que las medidas de gobierno debían proceder todas del rey o sus ministros y uniformidad, es decir, que dichas medidas debían aplicarse por igual en todos los territorios del Estado. 

Para conseguir sus objetivos, la monarquía afrontó las medidas y reformas oportunas: eliminó los privilegios regionales, adaptó las instituciones a los nuevos tiempos, modificó la división administrativa del territorio y planteó una profunda reforma fiscal. 

La supresión de privilegios regionales.

Los Decretos de Nueva Planta, que eliminaron las instituciones y los privilegios de los territorios de la Corona de Aragón. Se dividíó el territorio en grandes provincias y, al frente de cada provincia, un Capitán General ostentaba la máxima autoridad. Es verdad que la medida respondía a la nueva concepción borbónica del Estado, pero la actitud que el Reino de Aragón, especialmente Cataluña y Valencia, había tenido en la Guerra de Sucesión, influyó para que las reformas de Felipe V, fueran rápidas y contundentes. Navarra y el País Vasco, que en la misma guerra habían apoyado al candidato Borbón, no tuvieron ningún problema para mantener su régimen especial, sus fueros. 

Las instituciones del Estado.

Unas desaparecieron, otras sufrieron modificaciones y aparecieron algunas nuevas.

El Rey. Ocupa la cúspide de la Administración central y ostenta la soberanía y los tres poderes sin limitación alguna. Felipe V modifica el mecanismo sucesorio tradicional de las Siete Partidas mediante la Ley Sálica, que establece la preferencia del varón. 

Las Cortes. Eran consideradas por los borbones como organismos anticuados que limitaban la capacidad de progreso de los planes monárquicos. Así fueron abolidas las Cortes aragonesas, integrándolas en las de Castilla que se convirtieron en Cortes únicas de España, formadas por dos procuradores de cada una de las 36 ciudades con derecho a representación. Pero sus funciones se vieron tan limitadas que, a lo largo del Siglo XVIII, sólo se reunieron en tres ocasiones, a petición del rey, para tomar juramento al heredero de la corona.

Las Secretarías de Estado. Nuevos organismos de carácter personal preferidos por los Borbones, que fueron sustituyendo a los viejos Consejos. Las secretarías son el más claro precedente de los actuales ministerios. Aunque hubo varias remodelaciones, las más destacadas en el Siglo XVIII fueron estas cinco: Estado, Guerra, Marina, Gracia y Justicia y Hacienda. Carlos III, en 1787, creó la Junta Suprema; la formaban todos los secretarios y era lo más parecido al actual Consejo de Ministros.

El Consejo de Castilla. No sólo no desaparecíó, sino que pasó a serlo de todo el reino, y se convirtió en el principal órgano político de gobierno del país, que ejercía funciones consultivas, tenía facultades legislativas y actuaba como auténtico Tribunal Supremo de Justicia. Su presidente era el cargo político más importante después del rey. 

Nueva división territorial e instituciones locales.   

A imitación francesa, los Borbones dividieron el territorio en intendencias, unidades territoriales y administrativas semejantes a la provincia. Al frente de cada intendencia estaban los intendentes, que dependían directamente del rey, gozaban de amplios poderes y tenían misiones tan importantes como la recaudación de impuestos, la atención al urbanismo y la dinamización económica de su demarcación. A veces, asumían también competencias militares. Debían residir en la capital de la provincia. Son el antecedente de los gobernadores civiles de épocas posteriores. 

La figura del Corregidor, existente ya en Castilla, se extendíó a todo el territorio. En las capitales de provincia, a veces, el intendente asumía también las funciones de corregidor. 

El proyecto de “única contribución”. 

Los Borbones pretendieron implantar un sistema fiscal basado en un impuesto único que obligara a todos los ciudadanos a contribuir en función de sus riquezas. Aprovechando los Decretos de Nueva Planta, se aplicó el impuesto único en los territorios de la corona de Aragón. En Cataluña se dio el nombre de catastro. Ante los buenos resultados, se quiso extender a Castilla, por lo que, en 1749, se inició la redacción de un catastro, que se llama de Ensenada por el nombre del ministro que lo ordenó, para conocer las riquezas y los ingresos de los habitantes de cada población. La oposición de los privilegiados y la caída en desgracia de Ensenada impidieron la culminación del proceso; pero en los archivos han quedado libros del Catastro de Ensenada, que son una magnífica fuente para el estudio de la historia social y económica del XVIII.

  1. COMENTA LAS IDEAS FUNDAMENTALES DE LA ILUSTRACIÓN Y DEFINE EL CONCEPTO DE DESPOTISMO ILUSTRADO.

El Siglo XVIII viene marcado por la difusión de la Ilustración y sus efectos consiguientes, que se pueden resumir en la evolución política hacia el Despotismo Ilustrado y en una permanente actividad reformista. 

La Ilustración. 

Es una corriente de pensamiento que nace en Inglaterra, se consolida en Francia y se extiende por Europa en el llamado Siglo de las Luces. 

La esencia del pensamiento ilustrado es una confianza total en la razón. Ni la autoridad, ni la tradición, ni la revelación pueden sustituir a la razón y todo aquello que ésta no pueda aceptar, debe ser rechazado. Creen los ilustrados que el hombre, conducido por su inteligencia, puede alcanzar el conocimiento, base de la felicidad. Someten a crítica los principios básicos de la Sociedad Estamental y se muestran firmes partidarios de profundos cambios en política, economía, educación…

En España, la introducción y difusión de las ideas ilustradas fue un proceso lento y difícil, debido a la debilidad del sector burgués, al conservadurismo de los grupos intelectuales y a la resistencia de los estamentos privilegiados. Sin embargo, a partir de 1750 – 60, encontramos una generación de pensadores que critican el modelo de sociedad imperante. Son el P. Feijoo, Jovellanos, Campomanes, Aranda, Floridablanca, Olavide… Aunque no formen un grupo homogéneo, coinciden en el interés por la ciencia, en el espíritu crítico, en la idea de progreso. Con la llegada de Carlos III vive la ilustración española su mejor momento. A finales de siglo, ante los acontecimientos que se desatan en Francia, las fuerzas conservadoras ganan terreno y muchos ilustrados se muestran temerosos y desconcertados. El reformismo sufríó un frenazo, cuando no una marcha atrás. 

El Despotismo ilustrado. 

Es la denominación que se da a la forma de absolutismo monárquico en algunos países europeos durante el Siglo XVIII. Es un sistema en el que se hacen compatibles el absolutismo y la ilustración. Sus rasgos carácterísticos son: autoritarismo y reformismo. El monarca mantiene y justifica su poder absoluto, porque lo emplea en beneficio del pueblo, liderando los planes reformistas de los ilustrados. En España, el despotismo ilustrado encuentra su mejor representante en Carlos III. Su reinado será el más pródigo en reformas impulsadas por el propio monarca, que contó con fieles colaboradores como Campomanes, Aranda, Floridablanca…

La obra reformista de Carlos III. 

En el terreno religioso, y en la línea de vencer toda resistencia al poder monárquico, se impuso una política regalista. El monarca se reservaba ciertas atribuciones en asuntos de índole religiosa: proponer candidatos para ocupar las sedes episcopales, autorizar la difusión de documentos papales, posibilitar a los condenados por tribunales eclesiásticos la apelación a tribunales civiles… En definitiva, se trataba de reafirmar la superioridad del poder civil frente al poder temporal de la Iglesia.  En este contexto de debilitar el poder de la Iglesia hay que entender la expulsión de los Jesuitas, una orden de enorme poder, de directa obediencia al Papa y sospechosa de haber participado en el Motín de Esquilache. Este motín es una buena muestra de la resistencia que las reformas ilustradas encontraron en la sociedad española. 

En el campo de la educación se intentó una reforma global, con escaso éxito, por falta de recursos materiales y humanos. Sin embargo, hubo instituciones como las Juntas de Comercio o las Sociedades Económicas de Amigos del País, que crearon aulas en las que se impartían estudios profesionales, útiles y prácticos para el desarrollo económico y se fomentaba la difusión de las ideas modernas. Se prestigiaron, frente a los estudios tradicionales, la química, la botánica, cirugía, estudios técnicos…  

Todos los sectores de la economía experimentaron reformas. El comercio se benefició de medidas liberalizadoras. Los intercambios con América aumentaron al desaparecer el monopolio del puerto de Cádiz. A la agricultura se dedicó una atención especial, como consecuencia de las ideas fisiócratas, que consideran la tierra como principal fuente de riqueza. Jovellanos recibíó el encargo de elaborar el Expediente de la Ley Agraria, detallado informe que recoge una certera visión de los problemas del sector y una propuesta de soluciones que, sólo en parte, se llevó a la práctica: se limitaron los privilegios de la Mesta; se colonizaron zonas de Sierra Morena; hubo algún tímido ensayo de repartir a los campesinos tierras comunales. En la industria, ante la escasa rentabilidad de las Manufacturas Reales, se impulsaron las manufacturas privadas. El Estado facilitaba la creación de estos establecimientos reduciendo los privilegios de los gremios y prestando ayuda económica. 

En el apartado de Obras Públicas, los borbones se dieron cuenta de la urgente necesidad que España tenía de mejorar los caminos y de construir canales. En los primeros reinados se hicieron algunas obras puntuales y, sobre todo, estudios preparatorios. Con Carlos III llegaron las realizaciones. 

Carreteras. La gran operación de crear una red de carreteras sólidas y consistentes a nivel nacional no se puso en marcha hasta el reinado de Carlos III. El plan tenía en cuenta los seis itinerarios básicos contemplados en el Reglamento General de Postas (1720) que enlazaban Madrid con la periferia. En realidad, se trataba de convertir los seis caminos de postas en sólidas carreteras. El ambicioso proyecto se desarrolló con lentitud. A la muerte de Carlos III se habían construido los tramos iniciales. La longitud realizada era muy desigual y en algunos casos ni siquiera pasaba de los límites de la actual Comunidad de Madrid, debíéndose continuar el viaje por caminos sin pavimentar. Pero los brazos de la estrella estaban marcados y el sistema radial definitivamente configurado. El plan se iría completando a lo largo del Siglo XIX. 

Canales. En 1718, Felipe V había dado instrucciones a los intendentes para que facilitaran información sobre las posibilidades de construir canales y de hacer navegables algunos ríos. Pero será también en el reinado de Carlos III cuando se aborden importantes realizaciones. Algunas tuvieron escaso éxito como el Canal del Manzanares entre Madrid y Aranjuez o el Canal del Guadarrama con el que se pretendía nada más y nada menos que unir el Mediterráneo y el Atlántico. Sin embargo, hubo dos grandes realizaciones: el Canal de Aragón y el Canal de Castilla. 

Estándares bloques 5-6

  1. DESCRIBE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA: SUS CAUSAS, LA COMPOSICIÓN DE LOS BANDOS EN CONFLICTO Y EL DESARROLLO DE LOS ACONTECIMIENTOS.

CAUSAS

El rey Carlos IV accedíó al trono español en 1788 e inmediatamente se vio desbordado por la compleja situación creada por la Revolución Francesa (1789). La muerte en la guillotina en 1793 del rey Luis XVI condujo a Carlos IV a declarar la guerra a Francia en coalición con otras monarquías absolutas europeas (1793 a 1795, hasta la Paz de Basilea). Pero, a partir del ascenso al poder de Napoleón Bonaparte (1799), la política española, conducida ya por el nuevo primer ministro Manuel Godoy, vaciló entre el temor a Francia y el intento de pactar con ella para evitar un enfrentamiento con el poderoso ejército napoleónico en triunfante expansión por Europa. Finalmente, Godoy y Carlos IV optaron por esta segunda vía, aliándose con Napoleón. Así, España se convirtió en aliada de Francia, y se enfrentó a Inglaterra. En la Batalla marítima de Trafalgar (1805) perdíó casi toda su flota, al destrozar el almirante Nelson la armada Franco-española, lo que aisló América de España. Al descontento popular por la guerra, se sumaron las intrigas de la Corte, donde se fue gestando un núcleo opositor en torno al Príncipe de Asturias, Fernando, formado por aristócratas recelosos del poder de Godoy y por miembros de la Iglesia. 

En 1807 Napoleón obtuvo el consentimiento de Carlos IV para que sus ejércitos atravesaran España para atacar Portugal, aliada de Inglaterra, a cambio de un futuro reparto de Portugal entre Francia y España y un principado en el Algarve para el propio Godoy (Tratado de Fontainebleau). El Motín de Aranjuez de Marzo de 1808 fue en realidad una consecuencia a este Tratado. En esta localidad madrileña se encontraban los reyes, quienes bajo los consejos de Godoy y ante el temor de que la presencia francesa terminase en una invasión del país, se trasladan hacia el sur. El motín, dirigido por la nobleza palaciega y el clero, perseguía la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando, alrededor del que se habían unido todos quienes querían acabar con Godoy.

Los amotinados consiguieron sus objetivos, poniendo en evidencia una crisis profunda en la monarquía española. Carlos IV escribíó a Napoleón haciéndole saber los acontecimientos y reclamando su ayuda para recuperar el trono que le había arrebatado su propio hijo Fernando VII. El Emperador se reafirmó en su impresión de debilidad, corrupción e incapacidad de la monarquía española y se decidíó definitivamente a invadir España, ocupar el trono y anexionar el país a su Imperio.

Carlos IV y Fernando VII fueron llamados por Napoleón a Bayona (Francia) donde, sin mayor oposición, abdicaron ambos en la persona de Napoleón Bonaparte. Legitimado por las abdicaciones, Napoleón nombró a su hermano José rey de España. Para ratificarlo y anunciar sus intenciones de futuro, convocó para Junio Cortes en Bayona, a fin de otorgar una constitución al país, que el emperador consideraba más favorable para el pueblo español que el caduco régimen de la monarquía borbónica.

Con escaso apoyo y una total incomprensión, José Bonaparte intentaría una experiencia reformista que pretendía acabar con el Antiguo Régimen. El Estatuto de Bayona reconocía la igualdad de los españoles ante la ley, los impuestos y el acceso a los cargos públicos. Por último, se abolíó la Inquisición y se inició la reforma de la Administración.

LOS BANDOS EN CONFLICTO

La invasión francesa y la quiebra del modelo social, político y económico del Antiguo Régimen que representaba la monarquía borbónica obligaron a los españoles a tomar una postura frente a la presencia francesa y a la nueva monarquía napoleónica, dando lugar a diferentes corrientes ideológicas.

Una pequeña parte de los españoles, a los que se conoce como afrancesados, y entre los que se hallaban numerosos intelectuales y altos funcionarios y una parte de la alta nobleza, aceptaron al nuevo monarca José Bonaparte y participaron en su gobierno. 

El grueso de la población española formó lo que se conoce como el frente patriótico, es decir, todos los que se opusieron a la invasión. Ahora bien, en este bando encontramos posiciones muy diferentes. La mayor parte del clero y la nobleza buscaba una vuelta al absolutismo bajo la monarquía de Fernando VII (monarquía absoluta, tradición y religión católica). Por el contrario, algunos sectores ilustrados veían en la guerra la oportunidad de realizar una serie de reformas largamente deseadas. La burguésía, los intelectuales, los sectores claramente liberales tenían otros objetivos y distintas aspiraciones:  la transformación de la España del Antiguo Régimen en un sistema liberal-parlamentario. Por último, una gran parte de la población, al margen de posiciones ideológicas claras, afrontó la guerra como un movimiento contra un invasor extranjero. 

DESARROLLO DE LOS ACONTECIMIENTOS

Mientras se desarrollaban los hechos de Bayona, en España se inició un alzamiento popular contra la presencia francesa. El 2 de Mayo, ante las confusas noticias de que Fernando VII había sido secuestrado por Napoleón, el pueblo de Madrid se alzó de forma espontánea contra la presencia francesa. Aunque fue duramente reprimido por las tropas al mando del General Murat3 (Fusilamientos del 3 de Mayo pintados por Goya), su ejemplo cundíó por todo el país y la población se levantó rápidamente contra el invasor. Ante la sorpresa de los franceses, un movimiento de resistencia popular frenó el avance de las tropas imperiales.

En Galicia, Andalucía, Aragón, Castilla, etc., la población reclamó la defensa contra la invasión francesa y surgieron Juntas de Armamento y Defensa.  La Juntas fueron primero locales, pero pronto se organizaron Juntas a nivel provincial que reclamaron la acción de las autoridades y forzaron la reuníón de una Junta Central que coordinase la acción contra los franceses.

Desde el punto de vista bélico, los restos del ejército tradicional español eran incapaces de oponerse al avance de las fuerzas francesas. La guerrilla y los sitios fueron las formas de impedir el dominio francés sobre el territorio español.

Para Napoleón, la invasión de Portugal iba íntimamente ligada al dominio completo de la Península Ibérica. Por ello, dispuso sus tropas estratégicamente en Barcelona, Vitoria y Madrid para que, en su despliegue, ocupasen toda la Península. Napoleón no esperaba encontrar grandes resistencias. Sus informes le hablaron de unas instituciones incapaces de oponerse a su presencia, una vez privadas de los monarcas, y esperaba conquistar el país sin graves problemas. Pero estas previsiones se desbarataron ante la resistencia popular.  Napoleón en persona llegó a España en otoño y coordinó las acciones que condujeron a la toma de Madrid, y a un teórico dominio de casi todo el territorio español. A partir de ese momento, fue esencialmente la guerrilla la única fuerza de resistencia frente al invasor.

Desde mediados de 1812, el curso de la guerra empezó a ser desfavorable a los franceses. La campaña de Rusia obligó a Napoleón a desplazar allí gran parte de su ejército, aprovechando la coyuntura, las fuerzas españolas, apoyadas por un ejército británico al mando del general Wellington, comenzaron a hostigar gravemente a los franceses. Incapaz de mantener los dos frentes, Napoleón decidíó pactar el fin del conflicto con los españoles, y hacia finales del 1813, sus tropas empezaron a abandonar el territorio español. Las batallas decisivas para decantar la guerra del bando de los españoles fueron Arapiles (1812), Vitoria (1813) y San Marcial (1813).

  1. COMENTA LAS CarácterÍSTICAS ESENCIALES DE LA CONSTITUCIÓN DE 1812

El Proceso de formación de las Cortes

Desde el comienzo de la Guerra de la Independencia, en verano de 1808, las Juntas locales y provinciales que dirigían la resistencia enviaron representantes para formar una Junta Central Suprema que coordinara las acciones bélicas y dirigiera el país durante la guerra. La Junta reconocíó a Fernando VII como rey legítimo de España y asumíó, hasta su retorno, su autoridad. Ante el avance francés, la Junta huyó a Sevilla y de allí, en 1810, a Cádiz, la única ciudad que, ayudada por los ingleses, resistía al asedio francés. Fue esta Junta, la que incapaz de dirigir la guerra decidíó unas Cortes en las que los representantes de la nacíón decidieran sobre su organización y su destino. Las Cortes se abrieron en Septiembre de 1810 y el sector liberal consiguió el primer triunfo al forzar la formación de una cámara única, frente a la tradicional representación estamental. Asimismo, en su primera sesíón, aprobaron el principio de soberanía nacional, es decir, el reconocimiento de que el poder reside en el conjunto de los ciudadanos y que se expresa a través de las Cortes formadas por representantes de la nacíón.

La Constitución de 1812

La Constitución promulgada el día 19 de Marzo de 1812 es el texto legal de las Cortes que mejor define el espíritu liberal. Desde un punto de vista formal, la Constitución contiene una declaración de derechos del ciudadano: la libertad de imprenta, la igualdad de los españoles ante la ley, el derecho de petición, la libertad civil, el derecho de propiedad y el reconocimiento de todos los derechos legítimos de los individuos que componen la nacíón española. La nacíón se define como el conjunto de todos los ciudadanos de ambos hemisferios, es decir, se colocan en pie de igualdad los territorios peninsulares y las colonias americanas.

La estructura del estado se corresponde con la de una monarquía limitada, basada en la división de poderes. El poder legislativo, las Cortes unicamerales, representan la voluntad nacional y poseen amplios poderes: elaboración de las leyes, aprobación de los presupuestos y de los tratados internacionales, mando sobre el ejército, etc. El mandato de los diputados se establecía en dos años y eran inviolables en el ejercicio de sus funciones. El sistema electoral quedó fijado en la propia Constitución: el sufragio universal masculino e indirecto.

El monarca es la cabeza del poder ejecutivo, por lo que posee la dirección del gobierno e interviene en la elaboración de las leyes a través de la iniciativa y la sanción, poseyendo veto suspensivo durante dos años. El poder del rey está controlado por las Cortes, que pueden intervenir en la sucesión al trono, y la Constitución prescribe que todas sus decisiones deben ser refrendadas por los ministros, quienes están sometidos a responsabilidad penal.

La administración de justicia es competencia exclusiva de los tribunales y se establecen los principios básicos de un Estado de derecho: códigos únicos en materia civil, criminal y comercial, inamovilidad de los jueces, garantías de los procesos, etc.

Otros artículos de la Constitución contemplan la reorganización de la administración provincial y local, la reforma de los impuestos y la Hacienda Pública, la creación de un ejército nacional y la obligatoriedad del servicio militar, y la implantación de una enseñanza primaria pública y obligatoria. Asimismo, consagra la igualdad jurídica, la inviolabilidad del domicilio y la libertad de imprenta para los libros no religiosos. La religión católica será la oficial del estado. En resumen, el texto establece los principios de una sociedad moderna, con derechos y garantías para sus ciudadanos.

Además del texto constitucional, las Cortes de Cádiz aprobaron una serie de leyes y decretos destinados a eliminar las trabas del Antiguo Régimen y a ordenar el Estado como un régimen liberal. Así, se decretó la supresión de los señoríos, la libertad de trabajo, la anulación de los gremios, la abolición de la Inquisición y el inicio de la desamortización y de la reforma agraria.

A pesar de la importancia de su obra, las Cortes no tuvieron gran incidencia práctica en la vida del país. La situación de guerra impidió la efectiva aplicación de lo legislado en Cádiz, y al final de la guerra, la vuelta de Fernando VII frustró la experiencia liberal y condujo al retorno del absolutismo.

  1. DETALLA LAS FASES DEL CONFLICTO ENTRE LIBERALES Y ABSOLUTISTAS DURANTE EL REINADO DE Fernando VII

El Sexenio absolutista. (1814-1820)

A finales de 1813, Napoleón decidíó firmar la paz con España (Tratado de Valençay), reconocer a Fernando VII como monarca legítimo, permitir su vuelta al país y retirar las tropas del territorio español.

El regreso de Fernando VII planteó el problema de integrar al monarca en el nuevo modelo político, definido por las Cortes de Cádiz en la Constitución de 1812. Fernando VII había abandonado el país como un monarca absoluto y debía volver como un monarca constitucional. Fernando VII, en un principio, temíó enfrentarse a aquellos que durante seis años habían gobernado el país y habían resistido al invasor, y por tanto, mostró voluntad de aceptar sus condiciones. Pero, los absolutistas, nobleza y clero sabían que la vuelta del Monarca era su mejor oportunidad para volver al Antiguo Régimen. Se organizaron rápidamente para mostrar al rey su apoyo incondicional para que restaurase el absolutismo, hecho que se plasmó en el llamado Manifiesto de los Persas, y movilizaron al pueblo para que le mostrase su adhesión (le llamaban el Deseado). Fernando VII, seguro ya de la debilidad del sector liberal, traiciónó sus promesas y al llegar a España protagonizó un Golpe de Estado al declarar mediante Real Decreto de 4 de Mayo de 1814 “nulos y de ningún valor ni efecto” la Constitución y los decretos de la Constitución de Cádiz y anunció así la vuelta al absolutismo. Inmediatamente fueron detenidos o asesinados los principales dirigentes liberales, mientras otros huyeron hacia el exilio.

En los meses siguientes se produjo la restauración de todas las antiguas instituciones, se restablecíó el régimen señorial, y se restauró la Inquisición, Era una vuelta en toda regla al Antiguo Régimen, como estaba sucediendo en la Europa de la Restauración. El rey Fernando VII y su gobierno tuvieron que hacer frente, sin embargo, a un objetivo imposible: rehacer un país destrozado por la guerra, con la agricultura deshecha, el comercio paralizado, las finanzas en bancarrota y todas las colonias en pie de guerra por su independencia, y ello con los viejos métodos del Antiguo Régimen. 

La oposición a la nueva situación no tardó en manifestarse. La burguésía liberal y las clases medias urbanas reclamaban la vuelta al régimen constitucional, mientras el campesinado se negaba a la restauración del régimen señorial. Por último, en el ejército, la integración de parte de los jefes de la guerrilla dio lugar a la creación de un sector liberal, partidario de las reformas. El recurso a la represión fue la única respuesta del gobierno. 

El Trienio Liberal (1820-1823)

El 1 de Enero de 1820 el coronel Rafael Riego, al frente de una compañía de soldados acantonados en Cabezas de San Juan (Sevilla), en espera de marchar hacia la guerra en las colonias americanas, se sublevó y recorríó Andalucía proclamando la Constitución de Cádiz de 1812. Finalmente, el rey tuvo que aceptar el 10 de Marzo de 1820 convertirse en un monarca constitucional. 

Se restauraron gran parte de las reformas de Cádiz. Se pretendía liquidar el feudalismo en el campo, convirtiendo la tierra en una mercancía más, susceptible de ser comprada y vendida, e introducir relaciones de tipo capitalista entre propietarios de la tierra y campesinos arrendatarios. Por último, iniciaron la modernización política y administrativa del país, y se creó la Milicia Nacional, un cuerpo armado de voluntarios, formado por clases medias, esencialmente urbanas, con el fin de garantizar el orden y defender las reformas constitucionales.

Las reformas suscitaron nuevamente la oposición de la monarquía. Más grave fue para el régimen la oposición que le mostraron parte de los campesinos. Las Leyes del Trienio no reconocían ninguna de las aspiraciones campesinas, como el reparto de la tierra o la rebaja de los impuestos. Al contrario, se acababa con el régimen señorial, pero los antiguos señores eran ahora los nuevos propietarios, y los campesinos se convertían en arrendatarios que podían ser expulsados de las tierras si no pagaban, con lo que perdían sus tradicionales derechos sobre la tierra. Además, la monetarización de las tradicionales rentas señoriales y diezmos eclesiásticos, antes pagados con productos agrarios, obligaba a los campesinos a conseguir dinero con la venta de sus productos. En una economía todavía de autosuficiencia, con escasos mercados, los campesinos no conseguían que sus productos alcanzaran el valor suficiente para reunir la cantidad de moneda requerida por los nuevos impuestos. Los campesinos se sintieron más pobres y más indefensos y se alzaron contra los liberales.

La nobleza tradicional y sobre todo la Iglesia, perjudicada por la supresión del diezmo y la venta de bienes monacales, animaron la revuelta contra los gobernantes del Trienio. 

Las dificultades dieron lugar a enfrentamientos entre los propios liberales. Un sector, los moderados, era partidario de realizar reformas con prudencia e intentar no enemistarse con el rey y la nobleza; los exaltados planteaban la necesidad de acelerar las reformas y enfrentarse con el monarca, confiando en el apoyo de los sectores liberales de las ciudades, de parte del ejército y de los intelectuales, y de la prensa.

La Década Ominosa (1823-1833)

A pesar de todos los obstáculos y de las divisiones internas, el régimen del trienio finalizó debido a la intervención de las potencias absolutistas europeas. La Santa Alianza respondíó a las peticiones de Fernando VII y encargó a Francia intervenir en España para restaurar el absolutismo. En Abril de 1823, unos 100.000 soldados (Los Cien Mil Hijos de San Luis) irrumpieron en territorio español y repusieron a Fernando VII como monarca absoluto.

La vuelta al absolutismo fue seguida, como en 1814, de una feroz represión contra los liberales y de nuevo gran parte de ellos marchó al exilio. Las dificultades de la Hacienda se vieron agravadas por la pérdida definitiva de las colonias americanas.  A partir de 1825, el rey, acuciado por los problemas económicos, adoptó posiciones más abiertas de colaboración con el sector moderado de la burguésía industrial de Madrid y Barcelona 

Esta actitud aperturista del rey fue mal vista por el sector más conservador y tradicionalista de la Corte, la nobleza y el clero. En Cataluña, en 1827 se levantaron partidas realistas (Els Malcontents) que reclamaban mayor poder para los ultraconservadores y defendían el retorno a las costumbres y a los fueros tradicionales. En la Corte dicho sector se agrupó alrededor de don Carlos María Isidro, hermano del rey y además su previsible sucesor, dado que Fernando VII no tenía descendencia.

El conflicto dinástico

En 1830, el nacimiento de una hija del rey, Isabel, dio lugar a un grave conflicto por la sucesión al trono. La Ley Sálica impedía el acceso al trono a las mujeres, pero Fernando VII, influido por su mujer María Cristina, promulgó la Pragmática Sanción, que derogaba la ley Sálica y abría el camino al trono a su hija, la futura Isabel II. Los partidarios de don Carlos (los carlistas) se negaron a aceptar la nueva situación e influyeron en 1832 sobre el monarca, gravemente enfermo, para que fuera repuesta la Ley Sálica.

No era sólo una disputa acerca de si el legítimo monarca era Carlos o Isabel, sino que se trataba de la lucha por imponer un modelo u otro de sociedad. Alrededor de Don Carlos se agrupaban las fuerzas más partidarias del Antiguo Régimen, los defensores de la tradición, los opuestos a cualquier forma de liberalismo. Por el contrario, María Cristina comprendíó que, si quería salvar el trono para su hija, debía buscar apoyos en los sectores más cercanos al liberalismo. En 1833, Fernando VII murió, reafirmando en su testamento a su hija Isabel, de tres años de edad, como heredera al trono, y nombrando regente a María Cristina hasta la mayoría de edad de su hija. El mismo día, don Carlos se proclamó rey, iniciándose un levantamiento absolutista en el norte de España. Fue el inicio de la primera guerra carlista.

  1. IDENTIFICA EL ÁMBITO GEOGRÁFICO DEL CARLISMO Y EXPLICA SU IDEARIO Y APOYOS SOCIALES.

Al morir Fernando VII Isabel II sólo tenía 3 años, por ello su reinado tuvo que iniciarse con una Regencia dirigida por su madre Mª Cristina de Borbón. De esta etapa destacaron dos hechos: el desarrollo de la I Guerra Carlista (1833-1839) y la implantación definitiva del régimen liberal. Estos dos hechos estaban estrechamente relacionados, pues Mª Cristina para defender los derechos de Isabel frente a su tío D. Carlos apoyado por los partidarios del Absolutismo tuvo que recurrir a los liberales e iniciar el cambio político hacia el liberalismo

El carlismo tuvo sus principales apoyos en zonas rurales y pequeñas ciudades del País Vasco, Navarra, y parte de Cataluña, Aragón, sierra del interior de Castellón y Valencia. 

Su ideario se puede resumir en su lema “Dios, Patria y Fueros” bajo el cual se agruparon los defensores de la legitimidad de la monarquía absoluta y de las formas del Antiguo Régimen con un marcado corte tradicionalista y antiliberal. Obviamente se rechazaban las reformas liberales iniciadas en las Cortes de Cádiz fue total, especialmente a las que afectaron a la Iglesia. El foralismo (de ahí el apoyo que recibíó en Cataluña, provincias vascas y Navarra) pedía la devolución de los derechos forales que se habían perdido tras la Guerra de Sucesión. 

En cuanto a los apoyos sociales los encontró en una parte de la nobleza rural, del clero y especialmente en la base social campesina, así como las clases medias defensoras de los fueros.

  1. DESCRIBE LAS CarácterÍSTICAS DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS QUE SURGIERON DURANTE EL REINADO DE Isabel II.

En el período que transcurríó entre 1833 y 1868 se produjo en España, al igual que en gran parte de Europa occidental, la implantación del liberalismo.

La instauración del liberalismo trajo consigo la existencia de órganos representativos (Parlamento, Ayuntamientos, Diputaciones, etc.) y los miembros de los partidos políticos eran los que ocupaban los cargos en dichas instituciones.

Los dos grandes partidos de la época isabelina fueron los moderados y los progresistas. Los moderados eran un grupo heterogéneo formado por comerciantes, terratenientes e intelectuales conservadores, junto a restos de la nobleza, del alto clero o de los altos mandos militares. Defensores a ultranza de la propiedad, encontraron en el sufragio censitario el arma para impedir el acceso de las clases populares a la política. Asimismo, defendieron el principio de la soberanía compartida entre las cortes y la corona, otorgando a ésta amplios poderes, y se mostraron favorables a limitar las libertades, especialmente las de prensa, opinión, asociación y reuníón. Por último, representaban la opción más clerical del liberalismo, al defender el peso y la influencia de la Iglesia católica. 

Entre los progresistas predominaban la media y pequeña burguésía y algunos sectores de la burguésía industrial y financiera. Defendían el principio de soberanía nacional sin límites y el predominio de las Cortes en el sistema político; eran partidarios de robustecer los poderes locales y defendían los derechos individuales y colectivos (libertad de prensa, opinión, religión, etc.). Manténían también el principio de sufragio censitario (reservado a los que poseían bienes o rentas), pero eran partidarios de ampliar el cuerpo electoral. Su posición a favor de la reforma agraria y del fin de la influencia eclesial les hacía contar con base popular de clases medias y artesanos en las ciudades y con parte del ejército, así como con profesionales liberales (médicos, profesores, abogados, periodistas, etc.).

Una escisión de los progresistas dio origen a la formación del Partido Demócrata (1849). Defendían ya el sufragio universal, la ampliación de las libertades públicas, la intervención del Estado en la enseñanza, la asistencia social y una fiscalidad que paliara las diferencias sociales. También, en 1854 se formó bajo el lema de Uníón Liberal un nuevo partido que nacíó como una escisión de los moderados y que atrajo en su seno a los grupos más conservadores del progresismo. 

  1. RESUME LAS ETAPAS DE LA EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL REINADO DE Isabel II DESDE SU MINORÍA DE EDAD Y EXPLICA EL PAPEL DE LOS MILITARES.

Al morir Fernando VII, Isabel II sólo tenía 3 años por ello su reinado tuvo que iniciarse con una Regencia dirigida por su madre Mª Cristina de Borbón. De esta etapa destacaron dos hechos: el desarrollo de la I Guerra Carlista (1833-1839) y la implantación definitiva del régimen liberal. Estos dos hechos estaban estrechamente relacionados, pues Mª Cristina para defender los derechos de Isabel frente a su tío D. Carlos apoyado por los partidarios del Absolutismo tuvo que recurrir a los liberales e iniciar el cambio político hacia el liberalismo. Así pues, la I Gª Carlista, bajo la forma de un conflicto dinástico es en realidad el último episodio del enfrentamiento entre el absolutismo y el liberalismo, y la II Guerra Civil de España. 

Junto a la división de partidos, el peso del ejército es otra de las carácterísticas del régimen liberal español, cuya presencia en la vida política fue una constante. Con todo, no se trataba de un sistema político militar, puesto que el ejército actuaba como mero brazo ejecutor de la conspiración política y nunca arrebató el poder al elemento civil. 

Durante la primera guerra carlista se enfrentaron en realidad dos opciones políticas: 

  1. El carlismo, tradicionalista y antiliberal, englobó a una parte de la nobleza rural, del clero y a una base social campesina de las zonas rurales del País Vasco, Navarra, y parte de Cataluña, Aragón y Valencia. Bajo el lema “Dios, Patria y Fueros” se agruparon los defensores de la legitimidad de la monarquía absoluta y de las formas del Antiguo Régimen.

  2. Ante el levantamiento carlista, la regente contó desde el principio con parte de los absolutistas que habían sido siempre fieles a Fernando VII. Además, Mª Cristina pactó muy pronto con el liberalismo moderado, aunque se vio obligada pronto, ante la situación de la guerra, a acceder a las demandas de las reformas más progresistas.

En cuanto al desarrollo de la guerra, ésta se inició con el levantamiento de las partidas carlistas en el País Vasco y Navarra, donde muy pronto los carlistas controlaron el ámbito rural, pero nunca lograron el control de ciudades importantes como Pamplona o Bilbao a la que D. Carlos quería convertir en capital de su Estado. Desde 1837 la Guerra entró en una fase de desgaste en la que la superioridad del ejército isabelino y la incapacidad de los carlistas para lograr sus objetivos condujo a un acuerdo entre ambos bandos, el Convenio de Vergara (1839). El Convenio supuso: el triunfo definitivo del liberalismo, el reconocimiento de Isabel II por parte de los carlistas, el mantenimiento de los fueros vascos y navarros y finalmente la integración de la oficialidad carlista en el ejército real. Sólo los partidarios de Cabrera resistirían en la zona del Maestrazgo, en una guerra ya perdida, hasta su derrota total en 1840.

  1. La implantación del Liberalismo (1833-43)

La demolición de los pilares del Antiguo Régimen se llevó a cabo de forma total e irreversible entre 1833 y 1843, período en el que destacaremos una serie de hitos importantes: el inicio de las reformas liberales y el Estatuto Real de 1834; Las reformas del período progresista (1834-1837) y la constitución de 1837; la posterior crisis del progresismo y la regencia del general Espartero (1841-1843).

  1. El inicio de las reformas liberales: el Estatuto Real de 1834

Frente al carlismo, el bando isabelino sólo podía encontrar una base social buscando agrupar 

a los absolutistas moderados junto con los liberales. Ese esfuerzo fue confiado a un viejo liberal doceañista, Martínez de la Rosa que promulgó el Estatuto Real de 1834, el cual pretendía reconocer algunos derechos y libertades políticas, pero sin aceptar todavía el principio de soberanía nacional ni la separación de poderes. Pronto se hizo evidente que las reformas del estatuto eran insuficientes, lo que acentuó la división de los liberales entre moderados y progresistas. 

  1.  Las reformas progresistas (1834-1837) y la Constitución de 1837.

En el verano de 1835 los progresistas protagonizaron, a través de las Juntas y de las Milicias numerosas revueltas urbanas.  Ante esta situación, la regente llamó a formar gobierno a un liberal progresista, Mendizábal, quien rápidamente inició un programa de reformas. Cuando decretó la desamortización de los bienes del clero, para así conseguir los recursos financieros para armar al ejército contra el carlismo, la nobleza y el clero consiguieron su destitución en el verano de 1836. Pero, tras el levantamiento progresista de la guarnición de La Granja, la regente se decidíó a volver a llamar a los progresistas al poder y restablecer la Constitución de Cádiz de 1812.

Las reformas progresistas se llevaron a cabo entre 1835 y 1837, y fueron encabezadas por Mendizábal. Las medidas reformistas iban destinadas a desmantelar las instituciones del Antiguo Régimen. Abordaron por tanto la reforma agraria, que incluía la desamortización y otras medidas destinadas a liberalizar la economía.

El gobierno progresista convocó inmediatamente Cortes extraordinarias, que después de un año de discusiones aprobaron una nueva Constitución en Junio de 1837. El nuevo texto aceptaba las tesis del liberalismo conservador y además, el sistema electoral, que remitía a una ley posterior, era censitario y muy restringido (sólo podían votar entre un 2 y un 4% de la población).

  1. La Crisis del progresismo: la regencia de Espartero (1841-1843).

Las elecciones posteriores de Septiembre de 1837 dieron la mayoría a los moderados, que prepararon una ley electoral aún más restrictiva, limitaron la libertad de prensa, mientras una ley de ayuntamientos dio a la Corona la facultad de nombrar a los alcaldes de las capitales de provincia. Al mismo tiempo se tendíó a devolver, en parte, los bienes expropiados a las órdenes religiosas y se pensaba en la reimplantación del diezmo. La regente apoyó esta política de los moderados, lo que provocó un enfrentamiento directo entre los progresistas y la Corona. Un amplio movimiento insurreccional se alzó en numerosas zonas del país y María Cristina dimitíó. Los sectores cercanos al progresismo volvieron los ojos hacia Espartero, vencedor de la guerra carlista, quien asumíó la regencia en 1841.

El gobierno del Espartero resultó de un marcado autoritarismo, y fue incapaz de cooperar con las Cortes. Al aprobar un arancel que abría el mercado español a los tejidos de algodón ingleses se enfrentó con la burguésía catalana, lo que provocaría levantamientos en la ciudad de Barcelona. Espartero mandó bombardear la ciudad hasta conseguir su sumisión, colocando a Cataluña y a buena parte del progresismo en su contra. Los moderados aprovecharon para protagonizar una serie de conspiraciones encabezadas por los generales Narváez y O´Donell, y en 1843 Espartero abandonó la regencia y se exilió a Inglaterra. Para no nombrar a un tercer regente, las Cortes decidieron adelantar la mayoría de edad de Isabel II y la proclamaron reina a los 13 años.

  1. Inicio del reinado nominal de Isabel II: los moderados en el poder (1843-1868)

Durante el reinado de Isabel II se consolidó el régimen liberal, pero se trató casi siempre de un liberalismo moderado, y por ello conservador y centralista, que contó siempre con el apoyo de la monarquía. Sus principales rasgos fueron: el intervencionismo militar (mediante pronunciamientos o estando al frente del gobierno), la limitación de las libertades, la intervención de la Corona en la vida política, el sufragio censitario y la administración centralista del Estado mediante los Gobernadores Civiles y la elección de alcaldes en manos de éstos o de la Corona.

  1. La década moderada (1844-54)

Las elecciones de 1844 dieron el poder a los moderados en las nuevas Cortes. Al frente del gobierno se situó el general Narváez, quien sentó las bases del nuevo estado moderado y organizó sus principales instituciones. Para poder gobernar, los moderados y la Corona elaboraron un nuevo texto constitucional. La Constitución de 1845 recoge las ideas básicas del moderantismo anteriormente señalados. Los moderados intentaron también mejorar sus relaciones con la Iglesia, que en gran parte se había mostrado partidaria del carlismo. En 1851 se firmó un Concordato con la Santa Sede, en el que se establecía la suspensión de la venta de los bienes eclesiásticos desamortizados, el retorno de los no vendidos y la financiación pública del culto y el clero. A partir de este momento la postura oficial de la Iglesia católica fue la de respaldar el trono de Isabel II. Además, se reformó la Hacienda, se elaboró un Código Penal y se reorganizó la administración partiendo de la división provincial de 1833. Por último, se suprimíó la Milicia Nacional y se creó la Guardia Civil, (1844), un cuerpo armado con finalidades civiles, pero con estructura militar, que se encargaría de mantener el orden público y la vigilancia de la propiedad privada, sobre todo en el medio rural.

Durante la primera década del gobierno moderado la vida política no se desarrollaba en realidad en las Cortes, sino en la Corte, donde los grupos de presión (camarillas) buscaban el favor del gobierno o de la reina al margen de la vida parlamentaria. Además, el escaso número de votantes (apenas un 1,1% de la población), la manipulación y el control electoral del gobierno dejaban sin sentido cualquier oposición por la vía política y parlamentaria. Fuera del sistema liberal el carlismo continuó siendo la fuerza de mayor oposición, sucedíéndose los levantamientos, el más importante el conocido como la “guerra dels matiners” en Cataluña, el cual constituye la segunda guerra carlista (1846-49). También el Partido Demócrata se convirtió en una fuerza de oposición, cada vez más crítico con la política de Isabel II.

En 1854, la actitud del gobierno, partidario de reformar la Constitución para fortalecer aún más los poderes del ejecutivo en detrimento del Parlamento, provocó un levantamiento de progresistas y de parte de los propios moderados, que desembocó en el pronunciamiento de Vicálvaro a cuyo frente se colocó el general O’Donnell. Los sectores moderados y progresistas contrarios al gobierno elaboraron el llamado Manifiesto de Manzanares. Los levantamientos se extendieron a otras ciudades y la reina Isabel II tuvo que llamar a formar gobierno al viejo militar progresista Espartero, nombrando como ministro de la guerra a O´Donnell.

2. El Bienio Progresista (1854-1856)

Durante 2 años, el gobierno progresista intentó restaurar los principios del régimen constitucional de 1837, e inmediatamente restauró la Milicia y la ley municipal progresista, iniciando la elaboración de una nueva Constitución (1856) que no llegó a ser promulgada. El nuevo gobierno emprendíó un ambicioso plan de reformas económicas, con dos líneas principales, la obra desamortizadora y la ley de ferrocarriles.

Sin embargo, las medidas reformistas del Bienio no mejoraron las condiciones de vida de las clases populares ni tuvieron en cuenta sus demandas, lo que generó un clima de conflictividad social. La situación de crisis económica (alza de precios, malas cosechas, etc.) produjo levantamientos obreros en Barcelona en 1855, donde los trabajadores pedían la reducción de los impuestos (consumos), la abolición de las quintas (reclutamiento forzoso en el ejército), la mejora de los salarios y la reducción de la jornada laboral. Por último, en 1856, un grave levantamiento se produjo en el campo castellano y en muchas ciudades del país, con asaltos e incendios de fincas y fábricas. La situación provocó una grave crisis en el gobierno: Espartero dimitíó y la reina confió el gobierno a O’Donnell, que reprimíó duramente las protestas.

3. La Crisis del moderantismo (1856-1868)

O´Donnell restauró el régimen que dos años antes había ayudado a derribar, restableciendo los principios del moderantismo, aun cuando en el gobierno se turnaron moderados y unionistas. Entre 1856 y 1863 la Corona confió la formación de gobierno a los políticos de la Uníón Liberal, primero a O’Donnell y más tarde a Narváez, y se produjo una etapa de cierta estabilidad política. Se restablecíó la Constitución de 1845 y se anuló la legislación progresista del Bienio (por ejemplo, se interrumpíó la desamortización y se restablecíó el impuesto de los consumos).

Los unionistas llevaron a cabo una política exterior activa y agresiva, para desviar la atención de los problemas internos y fomentar la conciencia nacional y patriótica. Se desarrollaron acciones en Indochina o México, pero las de mayor importancia fueron las del Norte de África, especialmente en Marruecos (1859-60), que permitieron a España la incorporación del Sidi Ifni o la ampliación de la plaza de Ceuta.

La crisis del gobierno unionista en 1863 hizo que la reina entregara de nuevo el poder a los moderados, quienes hasta 1868 gobernaron de forma autoritaria, al margen de las Cortes y ejerciendo una fuerte represión. El gobierno moderado fue incapaz de mejorar la situación económica, agravada por la guerra de Secesión en Estados Unidos y la crisis de las finanzas europeas de 1866. A partir de este momento, amplios sectores de la sociedad coincidieron en dar un giro a la situación, que esta vez no podía consistir en un simple cambio de gobierno, sino que implicaba a la propia monarquía isabelina.

  1.  LA REVOLUCIÓN DE LA GLORIOSA DE 1868

A la revolución de 1868 se llegó por el agotamiento y la impopularidad del moderantismo y de la monarquía de Isabel II y por la situación de crisis económica del capitalismo español. 

A) Las Causas de la revolución

A partir de 1860 la crisis económica y la política se aunaron y provocaron una inestable situación en la España isabelina. A la crisis financiera originada por la falta de rentabilidad de las inversiones ferroviarias se le sumó una grave crisis industrial, sobre todo en Cataluña. Por último, la crisis de subsistencia, que se inició hacia 1866 y vino provocado por una serie de malas cosechas que se dieron como resultado de una carestía de trigo, alimento básico de la población española.

Hacia 1868, una gran parte de la población tenía motivos para alzarse contra el sistema isabelino. Los grandes negociantes, ligados a los capitales extranjeros, reclaman al gobierno que tomase medidas para salvar sus inversiones en Bolsa; los industriales reclaman medidas proteccionistas; los obreros y campesinos denunciaban su miseria y demandaban una acción gubernamental para mejorar su situación.

Ante la situación, en Agosto de 1866 la oposición establecíó una plataforma para acabar con el moderantismo en el poder. Se trata del Pacto de Ostende, firmado en dicha ciudad por progresistas y demócratas exiliados, en el que se establecen las bases para una acción revolucionaria. El pacto era claramente anti-isabelino, y la cuestión de la forma de gobierno (monarquía o república) sería decidida por unas Cortes constituyentes elegidas por sufragio universal. A dicho pacto se adhirieron los unionistas (con Serrano a la cabeza) en 1867 tras la muerte de O’Donnell, lo que fue crucial para el triunfo de la revolución, puesto que los unionistas contaban con el apoyo de muchos altos mandos del ejército.

El 19 de Septiembre de 1868, la escuadra que estaba concentrada en la bahía de Cádiz al mando del brigadier Topete se sublevó contra el gobierno de Isabel II. Prim se reuníó con los sublevados y fue sublevando sucesivamente Málaga, Almería y Cartagena. Rápidamente en muchas ciudades españolas se constituyeron Juntas Revolucionarias que organizaron la rebelión y lanzaron llamamientos al pueblo, de manera que el movimiento revolucionario se extendíó sin apenas resistencias. El Gobierno y la Corona se encuentran prácticamente aislados. Cuando las tropas fieles al gobierno fueron derrotadas en Alcolea, el gobierno no vio más salida que dimitir. Isabel II partíó al exilio hacia Francia el 29 de Septiembre de 1868. 

  1. COMPARA LAS DESAMORTIZACIONES DE MENDIZÁBAL Y Madoz, Y ESPECIFICA LOS OBJETIVOS DE UNA Y OTRA.

Las dos grandes desamortizaciones de la España del Siglo XIX, y de la historia de España en general, son las desamortizaciones de Mendizábal de 1836 y la de Madoz de 1855. 

La desamortización General de Juan Álvarez Mendizábal sobre los bienes del clero regular tuvo como objetivo fundamental crear un conjunto de propietarios fieles al liberalismo de primera hora, reducir la deuda de la hacienda pública del estado liberal y, muy especialmente, adquirir recursos para poder conseguir financiación para ganar para el bando isabelino la primera Guerra Carlista. Se desarrolla en el contexto de la regencia de María Cristina de Borbón, en nombre de su hija la reina Isabel II. En pleno Estatuto Real, en base a la actuación revolucionaria del presidente del gobierno, el citado Mendizábal.

La Desamortización General de los bienes Civiles del Estado y del clero secular del ministro Pascual Madoz de 1855 se desarrolla en el contexto progresista del Bienio dirigido por Espartero y O’Donnell. En este caso, el objetivo fundamental de la misma era poner las bases para el desarrollo económico e industrial del país, adolecido desde el principio por una industrialización tardía frente al resto de Europa. Se desarrolla en el contexto de liberalismo propio de la Constitución de 1856 y hay que relacionarla con las otras dos leyes generales fundamentales del Bienio, la Ley general de Ferrocarriles y la Ley General de Sociedades Bancarias y Financieras. El objetivo más inmediato fue la búsqueda de financiación para llevar a cabo el despegue industrial del país a partir de la construcción del ferrocarril.

  1. COMPARA EL ESTATUTO REAL DE 1834 Y LAS CONSTITUCIONES DE 1837 Y 1845

En 1834, durante la regencia de Mª Cristina se promulgó el ESTATUTO REAL (no es una Constitución porque es una concesión real) que establecía un sufragio muy restringido (únicamente vota un 0.15% de la población) sistema bicameral (Cortes divididas en dos 

Cámaras: Cámara alta (formado por personalidades nombradas por la reina) y Cámara baja (elegidos por sufragio censitario). Estas cortes solo tenían carácter consultivo. Además, el Estatuto Real no reconocía derechos individuales

Durante el gobierno progresista, también durante la regencia de Mª Cristina se redactó la CONSTITUCIÓN DE 1837. Es más moderada que la de 1812 pero más progresista que el Estatuto de 1834.  Entre sus carácterísticas destacan:

  • Soberanía Nacional

  • Sistema legislativo bicameral: Cortes con 2 cámaras, Senado propuesto por el rey y Congreso elegido por un sufragio censitario del 2% de votantes.

  • División de poderes

  • Ayuntamientos elegidos por sufragio universal indirecto de mayores de 25 años

  • Amplias libertades: libertad de expresión, reuníón….

  • Reformas: fin diezmo, libertad de comercio…

  • País católico, confesional.

El partido moderado derogó la Constitución de 1837 y redactó otra nueva en 1845.

La CONSTITUCIÓN DE 1845 conservaba varios artículos de la Constitución de 1837, pero otros fueron modificados.

Esta Constitución, basada en una ideología moderada, fue representante de los miembros más ricos y poderosos de la sociedad del Siglo XIX (alto clero, nobleza terrateniente, burguésía adinerada y altos cargos militares). Sus carácterísticas fueron:

  • Declaraba la soberanía compartida entre las Cortes y el Rey.

  • Recogía amplios poderes para la Corona. Era el centro del poder ejecutivo, influía en la labor legislativa y elegía ministros.

  • Establecía unas Cortes bicamerales, con un Senado muy poderoso, nombrado por el rey, que reunía a la oligarquía. El Congreso se elegía por sufragio censitario; los diputados debían poseer altas rentas.

  • Derechos muy restrictivos.

  • Establecía un Estado confesional (la religión de la nacíón española es la católica, apostólica y romana, frente a la Constitución de 1837 que se limitaba a anuncia el hecho de la religión católica era la que profesaban los españoles).

  1. DESCRIBE LAS CarácterÍSTICAS ESENCIALES DE LA CONSTITUCIÓN DEMOCRÁTICA DE 1869.

La Constitución de 1869, liberal democrática, dibujaba un régimen de libertades muy amplio si se la compara con otras europeas de la época. Fue obra del gobierno provisional tras la revolución que derrocaba a Isabel II. Estas son sus carácterísticas esenciales:

  • Avanzada declaración de derechos individuales, se garantizaba la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia, libertad de imprenta, libertad de culto, libertad de enseñanza, derecho de reuníón y asociación.

  • Sufragio universal masculino.

  • Soberanía nacional.

  • División de poderes. Cortes bicamerales, con amplias atribuciones para legislar, controlar al gobierno y limitar el poder del rey. Total, independencia del poder judicial.

  • Monarquía parlamentaria como forma de gobierno.

  • Libertad de cultos

  • Autonomía de los gobiernos locales (ayuntamientos y diputaciones) y reforma de los gobiernos de las provincias de Ultramar.

ESTÁNDARES BLOQUES 7-8

  1. IDENTIFICA LOS GRANDES CONFLICTOS DEL SEXENIO Y EXPLICA SUS CONSECUENCIAS POLÍTICAS.

Con la Revolución de la Gloriosa de 1868 y la salida del país de Isabel II no se solucionaron muchos de los problemas de España y se sumaron otros que pasamos a explicar.

Cuatro fueron los grandes conflictos del Sexenio:

  • La Guerra Larga de Cuba. En 1868 se inició en Cuba con el llamado “grito de Yara”, la Guerra de los 10 años. Animada por los hacendados criollos cubanos, contó rápidamente con el apoyo popular al prometer el fin de la esclavitud en la isla. Aunque el gobierno intentó sacar un proyecto de abolición de la esclavitud y de concesión de reformas políticas, la negativa por parte de los sectores económicos españoles con intereses en Cuba frustró la posibilidad de una solución pacífica al conflicto y convirtió la guerra en un grave problema para el gobierno y para el rey, Amadeo I.

  • La Tercera Guerra Carlista. La República había acelerado el conflicto carlista. En Julio de 1873 se extendíó por Cataluña, desde donde se hicieron incursiones hacia Teruel y Cuenca, y se consolidó en las provincias vascas y del Maestrazgo. El conflicto (Tercera Guerra carlista (1873-1876)) se prolongaría hasta 1876.

  • El cantonalismo (1873). En las zonas con fuerte implantación republicana, la población, radicalizada por las aspiraciones revolucionarias expandidas por los propagandistas de los núcleos bakuninistas (anarquista) de la Internacional se alzó en cantones independientes. Se proclamó el cantón de Cartagena, Castellón, Málaga, Salamanca, Valencia, Bailén, Andújar, Tarifa, Algeciras y Alicante. Los protagonistas de los levantamientos cantonalistas eran un conglomerado social compuesto por artesanos, tenderos y asalariados dirigidos, en general, por los federales intransigentes, decepcionados con la nueva república. Pi i Margall, al frente del gobierno, dimitíó ante la disyuntiva de tener que sofocar por las armas la revuelta. Fue sustituido por Salmerón, quien inició una acción militar contra el movimiento cantonal. Pero abandonó el gobierno en Septiembre, al sentirse incapaz de firmar las penas de muerte impuestas por la autoridad contra los activistas del cantonalismo. Para sustituirle fue nombrado jefe de gobierno Castelar, representante de la línea más conservadora del republicanismo.

  • El movimiento obrero. Tras muchos años de lucha obrera, la revolución de 1868 despertó las esperanzas de los obreros y campesinos, que creyeron que con ella comenzaría el proceso de reformas sociales largamente esperado. Las huelgas y protestas se extendían por todo el país, siendo especialmente duras las desarrolladas por los jornaleros andaluces, mientras que muchos obreros participarían activamente en la insurrección federalista de Septiembre de 1869. Estos sucesos combinados con los graves altercados de la Comuna de París, provocaron la represión contra la AIT.

  1. EXPLICA LOS ELEMENTOS FUNDAMENTALES DEL SISTEMA POLÍTICO IDEADO POR CÁNOVAS.

El sistema político de la Restauración tenía un carácter muy conservador y se asentaba en un sistema parlamentario liberal, pero escasamente democrático. El nuevo régimen pretendía superar algunos de los problemas del liberalismo precedente: el carácter partidista y excluyente de los moderados durante el reinado de Isabel II, el intervencionismo de los militares en la vida política y la proliferación de enfrentamientos civiles.

 Las bases del nuevo sistema quedaron fijadas en la Constitución de 1876, de carácter moderado e inspirada en parte en la de 1845. Se trataba de una constitución en la que la defensa de los valores tradicionales, como la familia, la religión y la propiedad fuese compatible con la incorporación, a medio plazo, de algunos principios democráticos de 1868.

Los pilares básicos sobre los que se apoyaba el sistema canovista eran la Corona, los partidos dinásticos y el ejército. La monarquía se consideraba una institución incuestionable y permanente que se hallaba por encima de cualquier decisión política. Su papel era ejercer como árbitro en la vida política y garantizar el buen entendimiento y la alternancia en el poder entre los partidos políticos. El poder debía ser compartido de forma alternativa por los dos grandes partidos dinásticos, el conservador y el liberal, que renunciaban a los golpes de fuerza (pronunciamientos) como mecanismo para acceder al gobierno. El tercer pilar era el ejército, al que se quería alejar definitivamente de la intromisión en la vida política. Por ello se establecíó la supremacía del poder civil sobre el militar, pero otorgando al segundo la autonomía de la milicia y la absoluta libertad del estamento militar en sus asuntos internos. A la vez, se potenció la identificación del rey como símbolo y cabeza visible del ejército. Ahora bien, el proceso de despolitización del ejército fue más aparente que real, ya que la autonomía de poder militar acabó convirtiéndose en un instrumento de presión sobre la vida civil.

  1. RESUME EL ORIGEN Y EVOLUCIÓN DEL CATALANISMO, EL NACIONALISMO VASCO Y EL REGIONALISMO GALLEGO.

Uno de los fenómenos más relevantes de la restauración fue la emergencia de movimientos de carácter nacionalista y regionalista en diversas zonas de España, como Cataluña, País Vasco, Galicia…la gestación de estos nacionalismos debe de comprenderse como una reacción frente a las pretensiones uniformizadoras del sistema político y administrativo adoptado por el liberalismo y su pretensión de imponer una cultura oficial que ignoraba la existencia de otras lenguas y culturas.

A) El catalanismo

Hacia 1830, dentro del contexto cultural del Romanticismo y en el marco de un Estado liberal español con dificultades para vertebrar un desarrollo económico armónico, surgíó en Cataluña un amplio movimiento cultural y literario conocido como la Renaixença. Su finalidad era la recuperación de la lengua y de las señas de identidad de la cultura catalana, pero carecía de aspiraciones y de proyectos políticos, siendo sus objetivos puramente culturales. Los primeros formularios catalanistas con un contenido político vinieron de la mano de Valentí Almirall, un republicano federal decepcionado que fundó el Centre Catalá (1882), organización que pretendía sensibilizar a la opinión pública catalana para conseguir autonomía y que en 1885 impulsó la redacción de un Memorial de Agravios, que fue presentado a Alfonso XII. El Memorial denunciaba la opresión de Cataluña y reclamaba la armónía entre los intereses y las aspiraciones de las diferentes regiones españolas.

Un grupo de intelectuales, vinculados al periódico la Renaixença y contrarios al progresismo de Almirall, fundaron la Uníó Catalanista (1891), una federación de entidades de carácter catalanistas de tendencia conservadora. Su programa quedó fijado en las Bases de Manresa, que defendía una organización confederal de España y la soberanía de Cataluña en la política interior.

El impacto de la crisis de 1898 fue decisivo para la maduración y expansión social del catalanismo. La convergencia de intereses entre los sectores catalanistas favorables a la intervención electoral y la burguésía industrial y comercial, cada vez más alejada de los partidos dinásticos y más próxima al regionalismo, cuajó en la creación en 1901 de un nuevo partido, La LLiga Regionalista, que contó entre sus principales líderes a Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó. La Lliga presentaba un programa político conservador, centrado en la lucha contra el corrupto e ineficaz sistema de la Restauración y a favor de un reformismo político que otorgase la autonomía a Cataluña. Sus éxitos electorales en Barcelona a partir de 1901 la convirtieron en la fuerza hegemónica en Cataluña hasta 1923.

B) El Nacionalismo Vasco

En el País Vasco la abolición de los fueros tras la última guerra carlista dio origen al nacimiento de una corriente que reivindicaba la reintegración foral. Por otro lado, el proceso industrializador favorecíó una fuerte inmigración, que supuso la ruptura de la sociedad tradicional vasca. Como reacción, se fortalecíó una corriente de defensores de la lengua y la cultura vascas (euskeros).

Sabino Arana, recogiendo la tradición foralista y euskera, formuló los principios originarios del nacionalismo vasco y fundó el Partido Nacionalista Vasco (1894). La ideología de Arana se articulaba en torno a los principios de la raza vasca, de los fueros y de la religión. Su lema fue “Dios y Antiguas Leyes”, y defendía la vieja sociedad patriarcal desde una perspectiva antiliberal y tradicionalista, a la vez que abogaba por la total reintegración de los fueros. En los últimos años de su vida, el discurso aranista fue moderándose, sobre todo a partir de 1901, cuando fue abandonando sus postulados independentistas para impulsar la creación de un partido autonomista. Más adelante, en 1911 se creó un sindicato nacionalista paralelo al PNV, Solidaridad de Trabajadores Vascos (ELA-STV).

B) El regionalismo gallego

La sociedad gallega, a diferencia de la vasca o de la catalana, seguía siendo eminentemente rural. Presentaba una débil burguésía frente a unas clases dominantes compuestas básicamente por la vieja hidalguía y por la Iglesia. El regionalismo fue más débil y tardío en Galicia, pese a contar con una sociedad mucho más homogénea y con una población mayoritariamente campesina en la que la lengua y las tradiciones culturales estaban muy arraigadas.

A mediados del Siglo XIX, se inició una corriente que dio lugar a O Rexurdimento, que significó el redescubrimiento literario de la lengua y la cultura gallegas. Tan sólo unas minorías cultas, insatisfechas ante la situación del país, empezaron a responsabilizar a la subordinación política de Galicia de su atraso económico, que forzaba a muchos gallegos a la emigración. Fue durante la última etapa de la Restauración cuando el galleguismo fue adquiriendo un carácter político, pero este movimiento se mantuvo muy minoritario a pesar del prestigio de algunas de sus figuras (Manuel Murguía y Alfredo Bañas, entre otros).

  1. ANALIZA LAS DIFERENTES CORRIENTES IDEOLÓGICAS DEL MOVIMIENTO OBRERO Y CAMPESINO ESPAÑOL, ASÍ COMO SU EVOLUCIÓN DURANTE EL ÚLTIMO CUARTO DEL Siglo XIX.

La aparición de la clase obrera industrial, durante el Siglo XIX, era sólo significativa en Barcelona, Madrid y el núcleo siderúrgico malagueño. El resultado del crecimiento de la industria del algodón y de la primera siderúrgica había provocado el crecimiento de los barrios obreros, formados por chabolas construidas precipitadamente, sin saneamientos ni limpieza. El trabajo en las fábricas implicaba jornadas de 12 a 14 horas diarias, en las que el ruido y la inhalación de partículas de ceniza o metal hacían el aire irrespirable. La vida media de los obreros catalanes era de 19 años, frente a los 40 de la clase alta de la ciudad. Además, trabajaban por igual hombres que mujeres y niños. Los salarios eran muy bajos y el analfabetismo estaba generalizado. 

Tras muchos años de lucha obrera, la revolución de 1868 despertó las esperanzas de los obreros y campesinos, que creyeron que con ella comenzaría el proceso de reformas sociales largamente esperado. En las últimas semanas de ese mismo año llegó a España José Fanelli, diputado italiano y miembro de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), con el fin de organizar en España la sección española. La Sección Española de la AIT tuvo dos sedes, Madrid y Barcelona, esta última la más sólida. Al mismo tiempo las huelgas y protestas se extendían por todo el país, siendo especialmente duras las desarrolladas por los jornaleros andaluces, mientras que muchos obreros participarían activamente en la insurrección federalista de Septiembre de 1869.

En Junio de 1870 se celebró en Barcelona el I Congreso de la sección española de la Internacional, donde además de regularse la organización de las federaciones, se fijaron los objetivos sindicales y políticos. La mayoría catalana impuso la orientación anarquista, de no colaboración ni alianza con los partidos burgueses. Pero el impacto de la Comuna de París (1871) fue enorme para el movimiento obrero de toda Europa. En España se tradujo en una serie de medidas represivas contra la AIT: se prohibieron las reuniones y las huelgas, se cerraron los periódicos y fueron detenidos varios líderes obreros.

En Diciembre de este mismo año, llegó a Madrid Paúl Lafargue, yerno de Marx, en compañía de su esposa, Laura Marx, para dar a conocer el Manifiesto Comunista. Su estancia será decisiva para constituir el núcleo marxista, aglutinando a los seguidores de Marx de la Internacional Española. Frente a grupo bakuninista, mayoritarios en España, que preconizaban el abstencionismo político y la lucha sindical como alternativa, el grupo marxista será partidario de la acción política y de la formación de un partido obrero que defendiera al proletariado. Sin embargo, al mismo tiempo que se desarrolla el Movimiento Obrero, se produce la alarma en las clases burguesas que con el apoyo de los gobernantes ponen trabas al derecho de reuníón y de manifestación de los trabajadores y llevan a las Cortes el miedo hacia las organizaciones obreras y la Internacional.

A pesar de ello, a comienzos de 1873 la Internacional española contaba con más de 25.000 afiliados, un tercio de ellos catalanes. Estaba claramente implantada entre los obreros del textil, la construcción, las artes gráficas y parte del campesinado andaluz. Entre los dirigentes había una mezcla de obreros y de clase media, éstos últimos con una ideología más radical y próxima al anarquismo.

La proclamación de la I República provocó una oleada de manifestaciones y huelgas que forzaron a los patronos a hacer concesiones importantes en jornada y salarios. Pero fue la participación obrera en la huelga de Alcoy y en el movimiento cantonal lo que fue utilizado por los sectores conservadores para terminar con la AIT. Tras el Golpe de Estado de Serrano, en 1874 se declaró la disolución de la Internacional, y la mayoría de los dirigentes obreros pasaron a la clandestinidad.

Desde este momento y hasta 1900 dos son las ideologías mayoritarias del movimiento obrero en España:

  1. El anarquismo apolítico, que se reuníó a partir de 1881 en torno a la Federación de Trabajadores de la Regíón Española, con fuerte implantación entre los jornaleros de Andalucía y los obreros de Cataluña. Aumentó su afiliación y desarrolló una acción sindical de carácter reivindicativo, pero la fuerte represión gubernamental favorecíó que una parte del anarquismo optara por la acción directa, es decir, por atentar contra los pilares del capitalismo (el Estado, la Iglesia y la burguésía). Los actos más destacados de violencia social se produjeron entre 1893 y 1897 (asesinato de Cánovas y Martínez Campos, bombas en el Liceo o contra la procesión del Corpus). Al anarquismo se reacusaba de estar de la Mano Negra, una asociación clandestina que actuó en Andalucía en el Siglo XIX y a la que se atribuyeron asesinatos, incendios de cosechas y edificios. Los atentados y revueltas anarquistas fueron seguidos de una fuerte represión, siendo el momento clave los Procesos de Montjuïc, celebrados en 1897 en Barcelona, en los que resultaron condenados y ejecutados 5 anarquistas.  La proliferación de atentados aumentó la división en el seno del anarquismo, entre quienes querían continuar con la acción violenta y quienes propugnaban una acción de masas a través de la creación de organizaciones sindicales. Esta tendencia comenzó a dar sus frutos a principios del Siglo XX con la creación de Solidaridad Obrera (1907) y la CNT (1910).

  2. El Socialismo Obrero. Tras la desaparición de la AIT en 1876, los miembros de la Nueva Federación Madrileña, creada por los obreros de tendencia marxista, decidieron constituir un partido político, el Partido Obrero Español, fundado por Pablo Iglesias en 1879. El partido se definía como marxista, era de orientación netamente obrerista y partidario de la revolución social, Presentaba también un programa de reformas que incluían el derecho de asociación, reuníón, manifestación, el sufragio universal, la reducción de las horas de trabajo, la prohibición del trabajo infantil, etc. El partido crecíó en toda España, y a finales de siglo ya existían agrupaciones socialistas en muchos lugares, pero fue en Madrid, el País Vasco, Asturias y Málaga donde más pronto arraigaron. En 1899, año de la fundación de la Segunda Internacional Socialista, se afilió a esta organización y contribuyó a introducir la Fiesta del Trabajo (1 de Mayo a partir de 1890). En 1888 se fundó la Uníón General de Trabajadores (UGT), muchos de cuyos líderes pertenecían también al PSOE.

Hacia la década de 1880, las duras condiciones de vida y de trabajo de algunos obreros y la creciente presión sindical, empezaron a concienciar a algunos sectores del liberalismo de la necesidad de introducir reformas que mejoraran las condiciones de vida de los trabajadores. En 1878 se aprobaron en España las primeras leyes que regulaban el trabajo infantil, en 1883 se creó la Comisión de Reformas Sociales, un órgano gubernamental cuya finalidad era informar sobre la condición obrera y promover el reformismo social. Pero la mayor parte de las leyes reguladoras de las condiciones de trabajo y de negociación colectiva no vieron la luz hasta las primeras décadas del Siglo XX.

  1. ESPECIFICA LAS CONSECUENCIAS PARA ESPAÑA DE LA CRISIS DEL 98 EN LOS ÁMBITOS ECONÓMICO, POLÍTICO E IDEOLÓGICO.

La derrota de 1898 sumíó a la sociedad y a la clase política española en un estado de desencanto y frustración. Para quienes la vivieron, significó la destrucción del mito del Imperio español; en un momento en que las potencias europeas estaban construyendo vastos imperios coloniales en Asía y en África, España quedaba relegada a un papel secundario en el contexto internacional. Además, la prensa extranjera presentó a España como una nacíón moribunda, con un ejército totalmente ineficaz, un sistema político corrupto y unos políticos incompetentes. Y esa visión cuajó en buen parte de la opinión pública española.

  1. Repercusiones económicas y políticas

A pesar de la envergadura del desastre y de significado simbólico, sus repercusiones inmediatas fueron menores de lo que se esperaba. No hubo una gran crisis política, como se había vaticinado, ni la quiebra del Estado, y el sistema de la Restauración sobrevivíó al desastre consiguiendo la supremacía del turno dinástico. Los viejos políticos conservadores y liberales se adaptaron a los nuevos tiempos y a la retórica de la regeneración y el régimen mostró una gran capacidad de recuperación.

Tampoco hubo crisis económica a pesar de la pérdida de los mercados coloniales protegidos y de la deuda a causa de la guerra. Las estadísticas de la época nos muestran que en posprimeros años del nuevo siglo se produjo una inflación baja, una reducción de la Deuda Pública y una considerable inversión proveniente de capitales repatriados. Así, la estabilidad política y económica que siguió al desastre deja entrever que la crisis de 1898, más que política o económica, fue fundamentalmente una crisis moral e ideológica, que causó un importante impacto psicológico entre la población.

Por otro lado, los movimientos nacionalistas conocieron una notable expansión, sobre todo en el País Vasco y en Cataluña, donde la burguésía industrial comenzó a tomar conciencia de la incapacidad de los partidos dinásticos para desarrollar una política renovadora y reorientó su apoyo hacia las formaciones nacionalistas, que reivindicaban la autonomía y prometían una política nueva y modernizadora de la estructura del Estado.

  1. El Regeneracionismo

La crisis colonial favorecíó la aparición de movimientos que, desde una óptica cultural o política, criticaron el sistema de la Restauración y propugnaron la necesidad de una regeneración y modernización de la política española. Tras el 98 surgieron una serie de movimientos regeneracionistas que contaron con cierto respaldo de las clases medias y cuyos ideales quedaron ejemplificados en el pensamiento de Joaquín Costa, que propugnaba la necesidad de dejar atrás los mitos de un pasado glorioso, modernizar la economía y la sociedad y alfabetizar a la población (“escuela y despensa y siete llaves al sepulcro del Cid”). También defendía la necesidad de organizar los sectores productivos de la vida española al margen del turno dinástico con unos nuevos planteamientos que incluyesen el desmantelamiento del sistema caciquil y la transparencia electoral.

Además, el Desastre dio cohesión a un grupo de intelectuales conocido como la Generación del 98 (Unamuno, Valle Inclán, Pío Baroja, Azorín…). Todos ellos se caracterizaron por su profundo pesimismo, su crítica frente al atraso peninsular y plantearon una profunda reflexión sobre el sentido de España y su papel en la Historia.

Finalmente, la derrota militar supuso también un importante cambio en la mentalidad de los militares, que se inclinaron en buena parte hacia las posturas más autoritarias e intransigentes frente a la ola de antimilitarismo que siguió al desastre. Esto comportó el retorno de la injerencia del ejército en la vida política española, convencido de que la derrota había sido culpa de la ineficacia y corrupción de los políticos y del parlamentarismo.

  1. IDENTIFICA LOS FACTORES DEL LENTO CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO ESPAÑOL EN EL Siglo XIX.

El crecimiento demográfico español fue durante el Siglo XIX menor y más lento que el de la mayoría de los países europeos. El censo que da lugar a la ley electoral de 1837 declara en España una población de 12.200.000 habitantes, mientras que el de 1877 recoge unas cifras cercanas a los 16 millones. En 1900 se alcanzarían los 18,5 millones de habitantes. Las causas más importantes de este crecimiento fueron la desaparición de determinadas epidemias, la mejora de la dieta o la expansión de cultivos como el maíz o la patata, muy populares. Pero siguen vigentes las denominadas crisis de subsistencia, debidas al atraso técnico, los bajos rendimientos y mala distribución de los excedentes regionales por la ineficaz red de transportes, lo que producía la carestía y el hambre. Las tasas de natalidad, aunque altas, fueron relativamente moderadas si se las compara con las de mortalidad. Las hipótesis apuntan hacia la reducción de la nupcialidad y la fertilidad matrimonial, como reacción ante las dificultades de supervivencia. 

La emigración resultó la única válvula de escape en una sociedad tan deprimida (en el exterior los emigrantes fueron principalmente asturianos, gallegos y cántabros, y sus destinos Argentina, Cuba, México o Brasil); continuó la tendencia al abandono de las zonas interiores de la Península a favor de la periferia (Cataluña, Valencia, Murcia, País Vasco). También hay que anotar un segundo movimiento de población, el del campo a la ciudad, que ciertamente no tuvo importancia hasta el Siglo XX.

  1. DESCRIBE LA EVOLUCIÓN DE LA INDUSTRIA TEXTIL CATALANA, LA SIDERURGIA Y LA MINERÍA A LO LARGO DEL Siglo XIX.

Ante el estancamiento agrícola, no es extraño que la producción industrial se mantuviera en niveles muy bajos, porque faltaba mano de obra y sobre todo un mercado para colocar la producción. Sin embargo, y a pesar de que a comienzos del Siglo XX la economía española siguiese siendo fundamentalmente agraria, algunas zonas de la Península iniciaron el camino hacia la industria moderna. Es el caso de Cataluña, donde desde 1770 se había iniciado una incipiente manufactura textil, basada en la elaboración de tejidos de algodón. Hacia 1830 se inició la mecanización de este sector, con la introducción de las primeras máquinas de vapor. Los precios bajaron, con lo que se incentivó la demanda, que se vio aumentada por la protección arancelaria y por la sustitución de las prendas de lana por las de algodón.   Comenzó entonces una nueva fase de expansión que se prolongó hasta 1862, cuando los industriales se vieron con problemas para abastecerse de materia prima (hambre de algodón) a causa de la Guerra de Secesión de EEUU (1861-1864). A partir de 1874 se inicia una nueva fase expansiva, pero si el tamaño del sector algodonero catalán fue suficiente para industrializar Cataluña, no lo fue para arrastrar al conjunto de la industria española.

La producción siderúrgica se mantuvo muy débil, sobre todo porque faltaba demanda de maquinaria que hubiera estimulado las inversiones. Además, el carbón español era costoso y de baja calidad, y el hierro resultaba caro, comparado con el de otros países. Los altos hornos andaluces eran los más importantes hasta 1860, con centro en Málaga, aprovechando los criaderos de hierro de Ojén. Pero desde mediados de siglo, la dificultad para adquirir carbón de coque condujo al declive malagueño, debido a unos costes de producción que no podían soportar la competencia de zonas que se podían abastecer más fácilmente. Así, la existencia de yacimientos de este producto en Asturias, convertiría a esta regíón en el centro siderúrgico de España entre 1864 y 1879. Solo a finales de siglo entrarán en competencia los altos hornos vizcaínos cuando la llegada, a partir de 1876, del carbón de coque galés barato a Bilbao, como contrapartida de la exportación de mineral de hierro, condujo a la consolidación de la siderurgia en Vizcaya.

En cuanto a la minería, estuvo en su mayor parte en manos de capitales extranjeros, a cambio de préstamos a la Hacienda, situación favorecida por la Ley de Desamortización del subsuelo. El aumento de la demanda de carbón vino propiciado por la máquina de vapor y el desarrollo de la siderurgia, pero la escasa calidad y poder calorífico del carbón asturiano hicieron que no pudiera sobrevivir a la competencia del carbón galés. La minería del hierro tuvo expansión sobre todo a partir de la difusión del convertidor de Bessemer, que requería un mineral sin fósforo, como el que se encontraba en el País Vasco. Sin embargo, la mayor parte de la producción fue exportada. Otros minerales, como el Mercurio (Almadén, Ciudad Real), el plomo (Linares o La Carolina) o el cobre (Riotinto, Huelva), aún registraban producciones importantes y eran esenciales para la industria europea.

  1. COMPARA LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL ESPAÑOLA CON LOS PAÍSES MÁS AVANZADOS DE Europa.

El proceso de industrialización no fue tan importante como en otros países europeos, afectó principalmente a las zonas de Cataluña y el País Vasco. A finales del XIX, España era aún un país poco desarrollado industrialmente, continuaba siendo eminentemente agrario.

Este retraso industrial puede explicarse por la falta de poder adquisitivo de la población y por un proteccionismo excesivo, además de la falta de inversiones, las malas comunicaciones terrestres y la falta de redes comerciales para llevar los bienes al consumidor potencial.

Algunos de estos problemas se resolvieron a lo largo del siglo, aunque la expansión industrial fue mucho más débil que en la mayoría de países de Europa Occidental como Inglaterra, Francia, Bélgica o Alemania.

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