Los Tratados de Paz
1. El Tratado de Versalles (28 de junio de 1919) reguló la suerte de Alemania. Por su dureza hirió gravemente el orgullo nacional alemán y enturbió las futuras relaciones franco-alemanas.
En el plano territorial, Alemania tuvo que ceder Alsacia y Lorena a Francia; a Bélgica los cantones fronterizos de Eupen y Malmédy; y a Dinamarca el Schleswig. Polonia se anexionó Poznania y un pasillo hasta la ciudad libre de Danzig que separó la Prusia Oriental del resto de Alemania. Una de las cláusulas del Tratado de Versalles prohibió la unión de Austria con Alemania. Por último, las colonias alemanas se convirtieron en mandatos de la SDN, que las confiaba a Francia y Gran Bretaña.
En el plano militar se obligó a suprimir el servicio militar obligatorio y a reducir el ejército a 100.000 hombres.
En el plano económico y financiero tuvo que entregar de inmediato su flota mercante, sus locomotoras, sus reservas de carbón y las manufacturas. Alemania, como responsable del desencadenamiento del conflicto, debía pagar reparaciones de guerra. Una Comisión de reparaciones se encargaría de fijar, antes de 1921, el montante definitivo.
2. Por el Tratado de Saint-Germain (10 de octubre de 1919) con Austria, el de Trianon (4 de junio de 1920) con Hungría y el de Sèvres (10 de agosto de 1920) con el Imperio Otomano, se reorganizó la Europa Central, Balcánica y el Próximo Oriente. El Imperio Austro-Húngaro fue desmantelado y dio nacimiento a nuevos estados: Austria, Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia. Polonia fue un Estado independiente y recibió Galitzia. Italia solo incorporó Trieste, Istria y Trentino, que eran una parte de los territorios que reclamaba como nacionales, prometidos por el Tratado de Londres de 1915 por el que Italia entró en la Primera Guerra Mundial al lado de la Triple Entente. El Imperio Otomano quedó reducido a la península de Anatolia y las provincias turcas del Próximo Oriente se convirtieron en mandatos de la SDN administrados por Francia y el Reino Unido. Arabia Saudí se convirtió en reino independiente. Las promesas británicas de crear una nación kurda y una gran nación árabe no fueron cumplidas.
El Deseo de Seguridad Colectiva: la Sociedad de Naciones
Woodrow Wilson impulsó la creación de la Sociedad de Naciones, que nació en enero de 1920.
Era la organización internacional que pretendía resolver pacíficamente todos los conflictos, sobre la base del derecho internacional que debía presidir las relaciones entre los Estados. Otro de sus objetivos y de sus funciones fue controlar la reducción de la producción de armamentos como el medio más eficaz para garantizar un sistema de seguridad colectiva.
Sus órganos rectores fueron tres:
- La Asamblea General, en la que cada miembro tenía un voto y donde se abordaban los problemas internacionales más importantes.
- Un Consejo, integrado por cinco miembros permanentes y cuatro elegidos cada año por la Asamblea.
- Un Secretario permanente que preparaba los trabajos de la SDN.
Otros organismos completaron esta Liga de Naciones: el Tribunal Internacional de Justicia con sede en La Haya, la Organización Internacional del Trabajo y el Alto Comisionado para los refugiados.
La SDN fue desde el principio muy débil. Sus fundadores fueron las naciones vencedoras, los vencidos estaban excluidos de ella y la URSS marginada. Además, EE. UU. no formó parte de la SDN a pesar de los esfuerzos de Wilson, pues en 1920 el Senado norteamericano rechazó la ratificación del Tratado de Versalles y del Pacto de la SDN, que era parte de ese tratado.
Una Paz Inestable: los Problemas de Posguerra
Los tratados de paz y el nuevo mapa de Europa resultante no generaron una paz justa, estable y duradera. No quedó resuelto el problema de las nacionalidades en un ámbito territorial tan complejo como era el del antiguo Imperio Austrohúngaro ni los problemas derivados de las nuevas fronteras germano-polacas, ruso-polacas o de las reivindicaciones nacionalistas italianas.
El problema germano-polaco. A Polonia se habían incorporado territorios en los que vivían 1,5 millones de alemanes. A ellos se agregó el problema de las fronteras en la Alta Silesia y el del corredor polaco, motivos de tensión entre ambos países.
Sobre las reparaciones alemanas, Francia se obstinó en que Alemania debía pagar, mientras que Gran Bretaña y EE. UU. eran partidarios de reducir las reparaciones alemanas para facilitar su recuperación económica.
Los nacionalistas italianos reivindicaron los territorios de Istria y Dalmacia. Un grupo de voluntarios nacionalistas, dirigidos por Gabriele D’Annunzio, ocuparon por la fuerza la ciudad de Fiume en 1919. El propio gobierno italiano, presionado por sus aliados, se vio forzado a evacuar a los nacionalistas de dicha ciudad.