Contexto histórico
Este manifiesto, redactado de forma clandestina y hecho público el 29 de julio de 1974, fue el documento que anunciaba la creación de la Junta Democrática, integrada por partidos y organizaciones de la oposición antifranquista. Cabe destacar que en ese momento el general Franco se hallaba hospitalizado y que, por esta razón, se vio obligado a traspasar temporalmente el poder a Juan Carlos. Franco volvió a asumir la jefatura de Estado hasta su muerte el 20 de noviembre de 1975.
El objetivo del manifiesto era ir preparando el cambio de régimen que habría de tener lugar en España cuando muriera el dictador. Existía una división de opiniones respecto a la forma en que se produciría ese cambio por parte de la oposición democrática: la mayoría de los partidos antifranquistas abogaban por la llamada ruptura, un cambio radical del sistema totalitario al democrático, al creer que el sucesor nombrado por Franco, Juan Carlos de Borbón, traería una monarquía basada en los principios del Movimiento.
Puntos clave del manifiesto
En los primeros tres puntos, los miembros de la Junta abogan primero por la formación de un Gobierno provisional que sustituya al sistema franquista. El nuevo régimen ha de ser una democracia auténtica con libertades, derechos y deberes reconocidos por el pueblo español.
En segundo lugar, demanda que todos aquellos dirigentes, representantes y militantes de partidos políticos y sindicatos clandestinos apresados sean puestos en libertad y retirados todos sus cargos. Y en el siguiente punto se propugna la legalización de todas las organizaciones políticas.
A continuación, se reivindica la libertad sindical y la devolución a las organizaciones obreras del patrimonio expropiado durante el régimen franquista. Igualmente, pide el derecho de huelga, de reunión y de manifestación pacífica y la libertad de expresión.
En los siguientes puntos se demanda, de una parte, una condición básica en cualquier Estado democrático: la separación de los tres poderes y, en especial, el Poder Judicial (por ejemplo, mediante el llamado Tribunal de Orden Público, la dictadura juzgaba los delitos políticos). De otra parte, propugnaba la renovación del Ejército con el objetivo de que se encargue únicamente de la defensa exterior y, más importante aún, de evitar que el poder militar estuviera por encima del poder civil.
En los últimos puntos se abre la posibilidad de que, una vez muerto Franco, se pudiera crear un Estado en el que se reconociera la existencia de los distintos pueblos integrantes del Estado Español.
Y se solicitan la separación del poder religioso del poder político y la celebración, una vez instaurada la democracia, de un referéndum donde se decidiera la forma definitiva del Estado (monárquico o republicano), aunque en cualquier caso sería un Estado democrático.
El auge de la oposición antifranquista
Durante los años sesenta creció la oposición antifranquista debido a estos cambios sociales:
- El nuevo movimiento obrero: la UGT y CC.OO, como sindicatos clandestinos, se infiltraron en los sindicatos verticales del régimen franquista. Sin embargo, la CNT prácticamente desapareció en este periodo. El PCE y el PSOE siguieron actuando también en la clandestinidad junto a otros partidos como el PSP, la ORT y el MC.
- La burguesía progresista consiguió reunir por primera vez, en lo que los periódicos franquistas llamaron el Contubernio de Múnich (1962), a representantes de la oposición española del exilio y del interior.
- En la universidad surgen organizaciones estudiantiles de tendencias políticas diversas y relacionadas con los partidos. En esa década de los sesenta hubo manifestaciones masivas en las calles y un gran aumento de la conflictividad laboral.
Todos estos cambios económicos y sociales no estuvieron acompañados de un cambio político del régimen franquista, cuya crisis final se acentúa con el asesinato de Luis Carrero Blanco por la banda terrorista ETA en diciembre de 1973.
La transición
A partir de este momento, dentro del régimen surgieron dos tendencias: inmovilistas y aperturistas. Carlos Arias Navarro, sucesor de Carrero, llegó a anunciar una Ley de Asociaciones Políticas, siempre que respetaran los principios del Movimiento. Uno de los hechos más importantes de esta etapa fue la constitución en la clandestinidad de la llamada Junta Democrática.
Franco falleció después de una larga enfermedad el 20 de noviembre de 1975. Juan Carlos le sucedería en la Jefatura del Estado como estaba previsto en la Ley de Sucesión. La Constitución de 1978 se encargaría de hacer realidad muchas de las reivindicaciones contenidas en el Manifiesto de la Junta Democrática, pero algunas, como la consulta popular para decidir la forma del Estado, nunca se llevó a cabo.