Manifiesto de Sandhurst: La Restauración Borbónica en España

Manifiesto de Sandhurst: Un Llamado a la Restauración

1. Introducción: El Contexto Político

El Manifiesto de Sandhurst, un texto público de carácter político, fue una declaración de intenciones dirigida a la nación española por el príncipe Alfonso. Redactado o inspirado por Antonio Cánovas del Castillo, líder de una parte de la burguesía española partidaria de la restauración de la dinastía borbónica, el manifiesto surgió en un contexto de inestabilidad política tras el Sexenio Democrático (1868-1874). El documento recibe su nombre del lugar en Inglaterra donde el príncipe se estaba formando en la escuela militar, el 1 de diciembre de 1874.

El Manifiesto de Sandhurst es una fuente histórica de fuente primaria, contemporánea a los hechos. Su destinatario era la opinión pública nacional e internacional, y su objetivo era conseguir la aceptación de la monarquía de Alfonso XII por la opinión pública y obtener la adhesión mayoritaria de la sociedad hacia la fórmula política de la Restauración. Esta fórmula se basaba en un sistema político de monarquía parlamentaria liberal, dialogante y moderna, de acuerdo con la propia concepción canovista de la monarquía como parte consustancial de la identidad histórica española.

2. Análisis: Los Principios del Manifiesto

El manifiesto defendía la legitimidad dinástica del príncipe Alfonso, la tradición como garantía de independencia y paz interna, y proponía la recuperación de la monarquía hereditaria y constitucional como solución a la crisis del momento. El príncipe se declaraba partidario tanto de la tradición católica como del liberalismo.

Monarquía Hereditaria y Constitucional

El manifiesto hacía referencia a la tradición histórica del gobierno monárquico en España y recalcaba el origen dinástico de la institución monárquica, cuya legitimidad descansaba en el principio hereditario y no electivo. Al tratarse de una monarquía constitucional, la institución encarnaba no solo la jefatura del Estado, sino también el poder ejecutivo, encargado de gobernar y desarrollar las leyes emanadas de las Cortes.

Cortes

Las Cortes eran el órgano representativo de la soberanía nacional, una evolución de las antiguas Cortes medievales representativas de la sociedad estamental.

Liberalismo

El liberalismo, una corriente de pensamiento político y económico surgida en el siglo XVII (Locke) y continuada en el XVIII (Rousseau, Montesquieu, A. Smith), promovía la superación de la sociedad del Antiguo Régimen y defendía las libertades individuales para todos los ciudadanos.

3. La Restauración: Un Sistema Político Complejo

La inestabilidad política que caracterizó al Sexenio Democrático y la indefinición del gobierno de Serrano, junto con la pérdida de apoyo de las clases bajas y del incipiente movimiento obrero hacia la república, facilitaron el retorno a la monarquía. Aunque Cánovas preparaba una restauración pacífica y confirmada por las Cortes, el pronunciamiento de Martínez Campos en diciembre de 1874 precipitó los acontecimientos. Ni el gobierno ni la población opusieron resistencia, y Cánovas asumió la regencia hasta la llegada de Alfonso XII en enero.

El nuevo gobierno, presidido por Cánovas, se enfrentó a la búsqueda de soluciones para los problemas inmediatos: integrar en el régimen monárquico a las dos grandes corrientes del liberalismo (doctrinario y progresista), alejar de la vida política a los militares (acabar con los pronunciamientos como vía de acceso al poder) y finalizar las guerras carlista y de Cuba.

El sistema político de la Restauración se basaba, además de en la Constitución de 1876, en el bipartidismo político y el turno pacífico en el ejercicio del poder. Se consiguió así eliminar el intervencionismo militar mediante pronunciamientos e integrar en el ejercicio del poder, y por tanto en el sustento del sistema, al conjunto de los liberales monárquicos, desde moderados a demócratas.

Estas tendencias se agruparon en dos partidos:

El país vivió la más larga etapa de estabilidad de su historia contemporánea, y su constitución ha sido la que más años se ha mantenido en vigor hasta la fecha. Sin embargo, dicha estabilidad se basaba en la exclusión de los grupos opositores (republicanismo, nacionalismo y movimiento obrero), además de en el fraude electoral.

Para que el sistema funcionara se sacrificó la democracia. Eran los propios líderes políticos los que pactaban su alternancia en el poder y fabricaban la mayoría parlamentaria indispensable para gobernar (el “encasillado”). Esto se lograba falseando las elecciones, para lo que era necesario el concurso de los “caciques”, quienes se encargaban de que se cumplieran los resultados previstos mediante la coacción, la compra de votos o el “pucherazo”. El analfabetismo y la red de clientelismo de una sociedad rural permitieron el funcionamiento del sistema hasta principios del siglo XX.

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