MANIFIESTO FUNDACIONAL DEL PSOE
Análisis
El texto es una fuente primaria, histórica-circunstancial, de carácter público y contenido políticosocial. Es el manifiesto fundacional del PSOE, dado a conocer el 20 de Julio de 1879. El autor, colectivo, son un grupo de militantes del movimiento obrero de ideología marxista pertenecientes a diversas profesiones (médicos, obreros, tipógrafos ,etc.), entre los que destaca Pablo Iglesias, fundador y presidente del PSOE (1879-1925) y de la UGT ( 1889-1925) así como primer diputado socialista en el Congreso en 1910. Es un documento público cuyo destinatario es el proletariado, con la intención de analizar la sociedad de clases y dotar al partido de un programa político que les permitiera conseguir su objetivo principal: la emancipación de la clase trabajadora y la abolición de las clases sociales. El texto recoge algunos de los principios del marxismo, base ideológica del PSOE. La idea principal, la cual se convierte en objetivo a perseguir, es la aspiración de la clase trabajadora a su emancipación y, con ello, la desaparición de las clases sociales. Comienza haciendo un análisis de la sociedad de clases, la cual consideran injusta debido a la existencia de una clase dominante o poseedora de los medios de producción, la burguésía, y una clase dominada económicamente por aquella, la clase trabajadora, lo cual es fuente de “esclavitud en todas sus formas”. Argumenta que esta desigualdad, viene además respaldada por el hecho de que la burguésía monopoliza el poder político. Todo ello justifica dos aspiraciones por parte del proletariado: en primer lugar, la toma del poder -lucha de clases- como vía para conseguir su emancipación y, en segundo lugar, la transformación de la propiedad privada –“individual o corporativa”-, en propiedad colectiva, con el fin de conseguir una sociedad igualitaria en la cual no existan clases sociales.
Desarrollo y explicación del problema histórico así como su contexto hº
A pesar de la débil y localizada industrialización española del s. XIX, las duras condiciones de trabajo, las desigualdades sociales y la ausencia de legislación laboral generaron el surgimiento de un incipiente movimiento obrero que tendrá sus primeras manifestaciones en el 1/3 del s. XIX con la aparición de los conflictos luditas y agrarios, la recepción de las ideas del socialismo utópico y las primeras asociaciones de trabajadores de socorro mutuo ( como la Asociación de Protección Mutua de Trabajadores de Algodón creada en 1840). Pero el movimiento obrero organizado y con conciencia de clase surgirá a finales del reinado de Isabel II y especialmente a partir Sexenio Democrático gracias al marco de libertad establecido con la Constitución de 1869. En 1870, se creó en Barcelona la Federación Regional Española de la AIT (FRE-AIT) con una fuerte influencia anarquista (bakunista) que construyó federaciones. La división entre socialistas y anarquistas en el seno de la AIT provocó la disolución de la Federación Regional España y su sustitución por la Federación de Trabajadores de la Regíón Española ( FTRE) en 1881, que adoptó las tesis anarquistas (gracias a la acción de un representante de este movimiento, Giuseppe Fanelli) opuestas a la participación política. Antes, en 1871, llegó a Madrid Paúl Lafargue, yerno de Marx, con el fin de impulsar la organización de grupos obreros de orientación marxista. Su influencia se dejó sentir especialmente en la federación madrileña de la AIT. En ella había ingresado el ferrolano Pablo Iglesias en su sección de tipógrafos, convirtiéndose poco después en miembro de su Comité Federal.. La división en el movimiento obrero entre anarquistas y marxistas se reprodujo en España y la federación madrileña fue expulsada de la FRE-AIT. En 1872 se constituyó la Nueva Federación Madrileña, marxista, partidaria de la conquista del poder político con el fin de establecer un estado proletario -dictadura del proletariado- frente a los ideales anarquistas, apolíticos, partidarios de la acción directa y de la huelga general revolucionaria y de la destrucción del Estado. Durante la República (1873-4), se extendíó y radicalizó el movimiento obrero, pero la ilegalización de las asociaciones obreras con la Restauración Borbónica en el marco de la Constitución de 1876, supuso una fuerte represión de éstas y su refugio en la clandestinidad. Tras unos contactos previos, en la taberna Casa Labra de Madrid, el 2 de Mayo de 1879, un grupo de 25 personas ( 16 tipógrafos, cuatro médicos, un doctor en ciencias, dos joyeros, un marmolista y un zapatero) encabezados por Pablo Iglesias deciden fundar un nuevo partido, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). El primer programa del nuevo partido político – el manifiesto fundacional que nos ocupa- fue aprobado en una asamblea de 40 personas, el 20 de Julio de ese mismo año. Utilizan un semanario en 1886, El Socialista, para difundir sus propuestas. El recién creado partido, al igual que otros partidos socialistas europeos (SPD alemán fundado en 1875), se define como un partido obrero –de clase, por tanto-, marxista y revolucionario. El punto de partida es la injusticia que genera la sociedad capitalista. A los privilegios de la burguésía oponen la situación de la clase trabajadora a la que consideran sin derechos y sin un poder político que se ocupara de sus necesidades. Con la necesidad de diferenciarse del discurso y estrategia anarquista ( ambos coinciden en la emancipación del proletariado y el igualitarismo) hacia el cual se inclinaban la mayor parte de los trabajadores, entendían que la emancipación de los trabajadores pasaba por la creación de un partido obrero capaz de hacerse con el poder político y, a partir de ahí, construir un Estado fuerte (dictadura del proletariado, según definíó Marx en la I Internacional) que se apropiara de todos los medios de producción (desaparición de la propiedad privada) y diera paso a una nueva sociedad sin diferencias de clase (comunismo). Sus principios marxistas fueron reafirmados con el ingreso del PSOE en la II Internacional en 1889. Para alcanzar esta democracia obrera que diera paso al comunismo era necesario sensibilizar al trabajador para la lucha tomando conciencia de sus posibilidades. Esta lucha estaría apoyada por el sindicato marxista UGT (Uníón General de Trabajadores), creado en 1888 en Barcelona por 42 delegados, entre ellos Pablo Iglesias. El sindicato acabaría aproximándose al PSOE (todo afiliado a la UGT debía estarlo al PSOE y viceversa), llegando a coincidir los líderes de ambas organizaciones, de forma que el partido llevaría la iniciativa política del socialismo y el sindicato la defensa de los intereses laborales de los trabajadores. Entre las reivindicaciones políticas de los socialistas aparecen cuestiones como la defensa del derecho de asociación, la libertad de prensa, voto universal, abolición de la propiedad privada, etc. Y laborales, como la reducción de la jornada de trabajo a ocho horas o la prohibición del trabajo infantil. Los primeros núcleos socialistas importantes surgieron en Madrid, Asturias, Vizcaya y Málaga. En otras zonas industriales, como Cataluña o Levante, así como entre los campesinos de la mitad sur de la Península, el dominio fue siempre anarquista (organizados, como ya hemos señalado, desde 1881 en la Federación de los Trabajadores de la Regíón Española) A pesar de definirse como revolucionarios, siempre mantuvieron posiciones bastante prudentes y moderadas (corriente socialdemócrata) que les permitieron llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas como los republicanos. A comienzos del Siglo XX, los socialistas conseguirían obtener sus primeros cargos como concejales y en 1910, su primer escaño en el Congreso (el de Pablo Iglesias, gracias a la llamada Conjunción Republicano-Socialista), alcanzando lentamente una mayor presencia pública y un incremento de afiliados. Será durante la Segunda República y la Guerra Civil cuando el partido alcance un notable protagonismo. En resumen, este manifiesto representa el nacimiento del primer partido obrero de carácter marxista en España, una corriente ideológica que tendrá una presencia cada vez mayor en la vida política y social coincidiendo con el notable avance del proceso industrializador durante la Restauración y la difusión de las organizaciones obreras en Europa a través de la Internacional. En la defensa del proletariado competirá con el anarquismo primero, y después con el comunismo (en 1921 se crea el PCE como una escisión del PSOE tras la III Internacional o internacional comunista) , a veces de manera muy dura, puesto que cada una de estas corrientes entenderán la lucha obrera de manera muy diferente.
Definiciones
Burguésía
Históricamente, los burgueses son los habitantes de las ciudades, dedicados a actividades mercantiles o industriales, pero desde Marx se identifica con la clase social poseedora de los medios de producción que utiliza al proletariado como un elemento mercantil (mano de obra asalariada) para conseguir una ganancia gracias a su trabajo (plusvalía) con la que acumula capital. Desde la Revolución Francesa se convierte en la clase dominante, identificada con el liberalismo.
Proletariado
Término acuñado por el marxismo para referirse a la clase social más baja que en el capitalismo no es dueña de los medios de producción, por lo que sólo puede ofrecer su fuerza de trabajo, que es explotada por la burguésía, dueña de esos medios de producción. Su condición de clase explotada le obliga a enfrentarse con la burguésía para alcanzar su emancipación en un conflicto inevitable denominado lucha de clases. Está formado por obreros y campesinos.
Poder político
En un sentido muy amplio, se entiende por poder político aquel que organiza y dirige una sociedad, estableciendo las normas y haciéndolas cumplir. En la división clásica del poder en legislativo, ejecutivo y judicial, el poder político se referiría más a los dos primeros (hacer leyes y gobernar). El origen de ese poder se ha entendido de diferentes maneras (divino, hereditario, democrático, etc.) a lo largo de la Historia.