Mares argentinos


 
A finales del año 1909, consolidado el gobierno de EMILIANO GONZÁLEZ NAVERO, comenzó a diseñarse en su seno la división que suscitaba el próximo cambio presidencial que debía suceder al año siguiente. Alejados los cívicos y los colorados (sin dirección, por ausencia o prisión de sus principales figuras), los candidatos de la facción liberal que se perfilaban eran el coronel ALBINO JARA, que parecía tener las mayores probabilidades de éxito, siendo el jefe absoluto del Ejército y sobre quien pesaban todas las responsabilidades del «nuevo orden de cosas». Por último, estaba el ministro de Hacienda, VÍCTOR SOLER, sin más bagaje político que su actuación como senador, donde permanecíó poco tiempo, pero que se había destacado por ser uno de los más exaltados miembros del grupo radical y el que con más tesón impulsara la política rigorista del gobierno, regándose a toda transacción o arreglo con los adversarios. El surgimiento del jarismo supuso, para el partido Liberal, una nueva escisión, en tanto su maniobra para hacerse del poder significó el inicio de uno de los períodos de anarquía más agudo que registraría la historia paraguaya. Los mismos excesos del nuevo presidente provocaron el levantamiento de sus propios aliados políticos que lo presionaron para que renunciase, el 5 de Julio de 1911, a cambio de la promesa de ser electo presidente para el período 1914-1918. En su reemplazo llevaron a la presidencia provisional a uno de sus amigos, LIBERATO ROJAS.
Los radicales expulsados o salidos por su propia voluntad durante la presidencia de Jara, instalados en Buenos Aires, cerraron filas en torno al ex presidente GONDRA y al joven ex intendente de Asunción, EDUARDO SCHAERER, cuya energía demostrada en críticos momentos contribuyó para que se perfilase como uno de los nuevos líderes del partido. Schaerer, que ya era un exitoso hombre de empresa, financiaba, desde 1904, El Diario y en estas circunstancias inició una virulenta campaña contra el jarismo y el gobierno de Rojas. En tanto los cívicos, que se constituyeron en el PARTIDO LIBERAL DEMOCRÁTICO, bajo el liderazgo de Antonio TABOADA, y el PARTIDO COLORADO, también se pronunciaron apoyando al gobierno de Rojas. Con estos recursos adquirieron el CONSTITUCIÓN, un barco de ultramar que llegó al Río de la Plata en Noviembre de 1911, y se embarcaron a la ciudad de Pilar, elegida como sede para la instalación del gobierno rebelde, en la que constituyeron una JUNTA REVOLUCIONARIA compuesta por el mismo GONDRA, Manuel Franco, EMILIO GONZÁLEZ NAVERO, JOSÉ P. Desde esa localidad promovieron la organización de montoneras en todo el territorio paraguayo, procuraron adhesiones de civiles y de algunos sectores del Ejército y obtuvieron que el CAÑONERO TRIUNFO, la mejor nave de la flota gubernista, se pasara a sus filas.
                    

Progresos paraguayos

           
El PRESIDENTE ROJAS manifestaba no tener dudas respecto al apoyo argentino a los revolucionarios puesto que ese gobierno no había impedido en ningún momento el paso de los buques rebeldes por sus puertos o que barcos de esa nacionalidad transportasen revolucionarios al Paraguay y por las reiteradas expresiones de simpatía que el representante argentino en Asunción no había ocultado en prodigar a la causa revolucionaria. Mientras se esperaba el arribo de Gondra se formó un TRIUNVIRATO y se organizaron cantones en toda la ciudad, haciendo de la plaza Uruguaya, la estación de ferrocarril y Sansón-Cué, los principales reductos.
Los colorados, que se sintieron descolocados con la suerte de Rojas, resolvieron atacar y recuperar Asunción, ante cuyo empuje los radicales se retiraron momentáneamente a sus barcos y abandonaron la capital, con lo que el partido Colorado quedó dueño de la situación política. El Congreso designó, el 28 de Febrero, al COLORADO Pedro PEÑA como nuevo presidente provisional. También eran reclutados ciudadanos argentinos por estas fuerzas. La situación, a su vez, se volvíó particularmente difícil en la zona de Concepción, la cual quedó aislada porque el gobierno prohibíó a los vapores llevar carga y pasajeros hacia el norte.
Paralelamente, los GONDRISTAS fueron derrotados en Humaitá por el CORONEL JARA, que se manifestaba no sólo dispuesto a luchar contra los revolucionarios sino también contra el gobierno de Rojas en una lucha por el poder sin tregua tal que se había convertido en Guerra Civil, y había fisurado a la sociedad paraguaya.
A principios de Marzo de 1912 el Paraguay tenía tres gobiernos: el de PEÑA, en ASUNCIÓN, la JUNTA RADICAL, instalada en PILAR y en HUMAITÁ, y el de JARA, apoyado por los cívicos. El jarismo había desaparecido, y la revolución radical, iniciada en Noviembre de 1911, había triunfado.
A raíz de los efectos del estado anárquico en que el país se debatía desde 1.908 se inició una serie de reclamos por parte de los dueños, en buena parte argentinos, de las fábricas de tanino situadas en el Alto Paraguay. Ambas cuestiones suscitarían fricciones entre los gobiernos de Paraguay y de Argentina, al punto de llegar a la ruptura momentánea de relaciones diplomáticas. En tal coyuntura; la sociedad THE RIVER PLATE QUEBRACHO COMPANY se había dirigido al ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina, Ernesto Bosch, para solicitar apoyo a su demanda contra el estado paraguayo por los perjuicios que le ocasionaran los revolucionarios, cuyo monto ascendía, según dicha presentación, a $ 28.310,06, además de los daños causados por la destrucción de todas las instalaciones, viviendas y galpones que habían motivado la paralización del establecimiento por más de un año.
Según esa presentación, el 21 de setiembre de 1909, una tropa de setecientas plazas desembarcó en Palmas Chicas, procedente de los vapores Fortuna, Don Thomas, Asistente, Desarrollo, Sastre y 4 de Agosto, y tomaron posesión de todas las viviendas, asaltaron el almacén, arrancaron los rieles de la vía del ferrocarril y estrellaron la locomotora. Esta fue la primera de toda una serie de numerosas presentaciones que las empresas, a través de sus directorios en Buenos Aires, llevaron a cabo ante el ministerio de Relaciones Exteriores por asaltos y perjuicios a propiedades privadas.
Una nueva instancia de esta cuestión se produjo a mediados de 1911 cuando el PRESIDENTE LIBERATO ROJAS tuvo conocimiento fehaciente de los preparativos que llevaban a cabo los radicales en Buenos Aires. En la regíón operaban, desde principios de siglo, una decena de fábricas de capitales argentinos.
La empresa PUERTO CASADO, perteneciente a la familia de CARLOS CASADO poseía, en 1910, un total de 3.225.000 hectáreas en el Chaco paraguayo y su fábrica de tanino producía 4.200 toneladas anuales. Además de la casa particular de los propietarios, había levantado locales propios para comisario, juzgado de paz y escuela elemental donde recibían instrucción los hijos de los obreros, y aproximadamente cien casas para los empleados y peones, contando además con almacenes, boticas, panadería, etc. La sociedad CAMPOS Y QUEBRACHALES PUERTO SASTRE había sido, por su parte, una de las adquirentes de una parte de las tierras que Carlos Casado puso en venta a principios del siglo. En 1911 trabajaban aproximadamente 800 obreros bajo la dirección de Nícolás Mihanovich, presidente del directorio de la empresa que tenía su asiento en Buenos Aires.


Otro de los importantes establecimientos en el norte del Paraguay, QUEBRACHALES FUSIONADOS, tenía tres fábricas de tanino: PUERTO MARÍA, PUERTO MAX y PUERTO TIROL. En total, la empresa poseía 227.500 hectáreas en el Paraguay y en la Argentina 40.000 hectáreas. Las dos fábricas que operaban en el Alto Paraguay ocupaban más de mil peones, dos centenares de carros y unos tres mil bueyes.
Las comisiones enviadas por el gobierno procedieron a hacer requisiciones en todos los establecimientos que operaban en un radio cercano unos de otros, lo que dio lugar a que los directorios renovaran enérgicas protestas y reclamos por los daños y perjuicios que se ocasionaba a sus intereses. Durante todo el mes de Enero de 1912 una campaña periodística desde Argentina señalaba a la administración de Rojas y al movimiento revolucionario como los responsables de afectar los intereses de argentinos en el Paraguay. El periódico LOS PRINCIPIOS replicó, desde Asunción, a la propuesta de intervención contenida en las hojas argentinas, acusándolas de hallarse «sugestionadas con la idea de que es indispensable que el gobierno argentino intervenga en el Paraguay a título de proteger los intereses argentinos radicados en nuestro país. La idea, por extemporánea, es inamistosa en alto grado y por serlo no comprendemos como puede incurrir en ella esa prensa que acostumbra batir el parche para persuadirnos de sus buenas intenciones. Comenzaba el escrito por indicar el constante «desenfado» con que el «mitrismo» trató siempre al país, y su empeño por «empujar al gobierno argentino a intervenir en el Paraguay en defensa de intereses argentinos que dicen en peligro y cuya magnitud se exagera». En segundo lugar, consideraba vergonzoso aludir al Tratado de la Triple Alianza, pacto que «debíó dejarse envuelto en sus cenizas en homenaje a los que suscribieron el exterminio de un pueblo, y que ellos mismos, por pudor, mantuvieron oculto hasta que la cancillería inglesa lo entregó a la reprobación universal».
En la Argentina, los diarios aducían que los grandes propietarios se veían perjudicados por la intensa anarquía en la cual vivía el país vecino, mientras que en el Paraguay se acusaba a la Argentina de ser la verdadera incubadora de la revuelta, y de apoyarla con elementos, a través de la prensa y del respaldo moral. El flete de las mercaderías de Asunción a Buenos Aires, vale más que de Buenos Aires a Europa». La tensión entre el gobierno paraguayo y el argentino por los reclamos de los establecimientos del Alto Paraguay llegó hasta la ruptura de relaciones diplomáticas aunque poco después quedó zanjada la cuestión y se restablecieron los vínculos interestatales.
Entretanto, numerosos contingentes de paraguayos abandonaban el territorio para ir a aumentar las poblaciones del litoral argentino; en Formosa había, en ese año, cinco mil paraguayos -Clorinda estaba poblada de ellos-, mientras que en Buenos Aires, y en todo la zona del Paraná alto y medio se contaban por cientos.

Desaparecidos los cívicos y los jaristas y con la



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