Las Grandes Ideologías del Movimiento Obrero: Marxismo y Anarquismo
1. Los Precedentes: Los Socialistas Utópicos
El espectáculo de la miseria obrera llevó a los primeros pensadores socialistas, a quienes Engels calificó de utópicos, a pronunciarse contra los valores del capitalismo triunfante. Este era ya para ellos un sistema condenable, porque daba lugar a la explotación de los trabajadores y porque estaba sometido a crisis frecuentes que generaban paro. Pero fueron sobre todo las desigualdades provocadas por la concentración de la propiedad privada en manos de una minoría lo que criticaban con más fuerza, ya que las consideraban generadoras de todos los demás males.
Así mismo, si rechazaban la sociedad desigual, los socialistas utópicos se preocuparon por buscar un nuevo sistema social que garantizara el interés general. Aunque hubo una gran diversidad de escuelas y de movimientos, casi todos estaban de acuerdo en unas cuantas proposiciones fundamentales:
- La sustitución de la propiedad privada de los medios de producción por formas de propiedad colectiva (cooperativa, comunal, socialista, etc.).
- La defensa de la libertad, la democracia y la soberanía popular.
- La necesidad de reformas para mejorar la situación de las clases populares: la intervención estatal, la protección de los niños y de las mujeres, la asistencia sanitaria, la igualdad de los sexos, etc.
- La existencia de la lucha social como un hecho inevitable. Definieron los conceptos de burguesía, proletariado y clase social y comenzaron a perfilar la teoría de la lucha de clases, aunque diferían en las fórmulas revolucionarias para la transformación de la sociedad.
De entre los utópicos más significativos habría que citar a Robert Owen, que promovió la creación de un modelo fabril (New Lanark) que mejorara la condición trabajadora; Saint-Simon, que entrevió el concepto de lucha de clases; y Fourier, que propuso un modelo de sociedad sin clases en la organización de falansterios. Por su parte, Proudhon ha sido considerado como el precedente del anarquismo al hacer la crítica radical a la propiedad privada, a la democracia burguesa, al Estado y a las organizaciones políticas.
2. El Marxismo
El pensamiento de Marx y Engels comprende tres aspectos fundamentales que no pueden ser singularizados sin incurrir en el peligro de empobrecerlos notablemente. A pesar de la simplificación que esto conlleva, estudiaremos el marxismo a partir de estos tres aspectos:
El análisis del pasado: El materialismo histórico
Para Marx, el motor que hace evolucionar la historia es la lucha de clases. Toda la historia ha sido una lucha permanente entre las clases opresoras y las oprimidas. De este modo, la historia de la humanidad ha sido la sucesión de diferentes modos de producción: esclavismo, feudalismo y capitalismo. El paso de un sistema a otro tiene lugar cuando las contradicciones y los antagonismos de clase en el seno de un modo de producción acaban destruyéndolo.
La crítica del presente: El análisis económico del capitalismo
La necesidad de analizar el presente, es decir, el modo de producción capitalista, movió a Marx a realizar la crítica de la economía política. Esta labor la llevó a cabo, fundamentalmente, en su obra “El Capital”. Según él, el elemento clave de la explotación capitalista es la plusvalía, que consiste en la apropiación por parte del capitalista de una parte de las ganancias que producen los obreros.
El proyecto de futuro: La sociedad comunista
Para poner fin a la explotación del hombre por el hombre, Marx proclamó la necesidad de que el proletariado, mediante la revolución, conquistase el poder político y económico y crease un nuevo Estado obrero al servicio de los trabajadores. Esto daría lugar a un nuevo modo de producción (socialismo), en el que no existiría propiedad privada, ya que la primera misión de la revolución sería la socialización de la propiedad, que pasaría al Estado. Ahora bien, el socialismo era para Marx tan solo una etapa intermedia, ya que la desaparición de las diferencias sociales supondría la disolución de las clases sociales. Y como no habría clases, el Estado sería innecesario, porque el Estado es la expresión de la dominación de una clase sobre otra. Poco a poco este se iría autodisolviendo para dar paso a la sociedad comunista, es decir, igualitaria, sin clases y sin Estado.
3. El Pensamiento Libertario (Anarquismo)
El anarquismo no tiene un cuerpo doctrinario tan homogéneo como el que elaboraron Marx y Engels. Detrás del término anarquismo, que etimológicamente quiere decir “sin autoridad”, se esconde un conjunto de propuestas diferentes que responden al pensamiento individual de sus ideólogos. En general, todos los anarquistas critican la sociedad capitalista y todos tienen en común el hecho de proponer un modelo alternativo de estructura política, basado en la ausencia de autoridad. Las características afines a todos los anarquistas son:
- La crítica de la propiedad privada y la defensa de la propiedad colectiva. Los medios de producción han de ser propiedad de toda la comunidad o de cooperativas de obreros.
- La oposición a la existencia del Estado y a la acción política. Su rechazo a la autoridad tiene su exponente más claro en la negación del Estado y el primer acto de la revolución ha de ser su destrucción violenta. Los anarquistas proponen un nuevo modelo de sociedad, en el que la vida social se fundamentaría en un contrato libre entre los miembros de la comunidad. La unión voluntaria de diferentes comunidades llevaría al federalismo, forma organizativa que sustituiría al Estado. Por la misma razón, se oponen a la existencia de partidos y propugnan la abstención en las elecciones.
- La defensa de la espontaneidad de las masas, del individualismo y de la acción directa. Los anarquistas sustituyen la idea de la organización en partidos por la exaltación del impulso individual y popular. Rechazan las organizaciones jerarquizadas y se organizan en grupos autónomos o en confederaciones. Defienden la acción y la participación directa y no la delegación de responsabilidades en delegados o dirigentes. Creen que la revolución no ha de ser dirigida ni preparada por ningún partido, sino que esta ha de ser fruto de un levantamiento espontáneo del pueblo.
4. La Primera Internacional (AIT)
Origen y objetivos de la Primera Internacional
La experiencia acumulada durante la primera mitad del siglo XIX hizo crecer entre las organizaciones obreras de diferentes países la evidencia de que sus objetivos eran comunes y puso de manifiesto la necesidad de fortalecer la solidaridad obrera creando organizaciones de carácter internacional. La celebración en Londres de la Exposición Universal (1864) sirvió a Marx para establecer contactos con los dirigentes obreros del continente. En un mitin celebrado aquel año en Londres se acordó crear la Asociación Internacional de Trabajadores.
La AIT estaba integrada por elementos de diversas tendencias (socialistas, anarquistas y sindicalistas) y se organizaba en federaciones por países miembros. Fue también Marx quien redactó los estatutos y el manifiesto inaugural, en el que dejó claros los dos principios básicos de la nueva organización:
- La emancipación de la clase obrera tenía que ser obra de los mismos trabajadores.
- La conquista del poder político era el primer objetivo de la clase obrera para poderse liberar de su opresión económica.
El primer congreso de la AIT se celebró en Ginebra en 1866 y se tomaron unos cuantos acuerdos que tuvieron una enorme influencia en la formación del programa de las clases obreras:
- La jornada de 8 horas.
- La supresión del trabajo infantil y la mejora de las condiciones de trabajo de las mujeres.
- La lucha contra los ejércitos permanentes.
- La oposición a los impuestos indirectos que perjudicaban a la clase obrera.
El enfrentamiento Marx-Bakunin y la escisión del internacionalismo
Pronto se puso de manifiesto que la Internacional estaba muy lejos de ser homogénea ideológicamente. Las delegaciones de los países más industrializados, como Gran Bretaña o Alemania, apoyaban las ideas de Marx, mientras que las de los países más agrícolas (Francia, Italia, España) estaban bajo la influencia anarquista. El enfrentamiento entre Marx y Bakunin fue el debate más fuerte y el de mayor trascendencia política.
Las diferencias entre Marx y Bakunin dieron el golpe definitivo a la AIT. En el congreso de La Haya (1872), fueron expulsados los bakuninistas de muchas secciones (belga, española, suiza, italiana), que formaron una nueva organización, la denominada Internacional antiautoritaria. Esta tuvo una vida muy efímera, ya que celebró su último congreso en el año 1881.
Por otro lado, Marx, ante la persecución que sufrían en Europa la Internacional y sus miembros por parte de las autoridades, había decidido trasladar el consejo general de la AIT a Nueva York, hecho que provocó su lenta extinción. Además, estaba convencido de que la lucha revolucionaria del proletariado debía fundamentarse sobre un nuevo tipo de organización: los partidos obreros. Con la ruptura de la Internacional se había consolidado la primera gran escisión del movimiento obrero entre marxistas y anarquistas.