TEMA 14º.- EL REINADO DE Alfonso XIII: LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN (1902-1931)
1º
INTENTOS DE MODERNIZACIÓN. REGERACIONISMO Y REVISIONISMO
En 1897 Cánovas del Castillo fue asesinado y en 1902 Sagasta decidíó retirarse de la política. Conservadores y liberales van a carecer de líderes indiscutibles que lleven las riendas de sus partidos.
Ante esta coyuntura se decidíó reconocer la mayoría de edad de Alfonso XIII que tenía 17 años. La actitud del joven rey, partidario de intervenir en el gobierno y sobre todo en la política de ascensos del ejército, creará mayor inestabilidad.
El ejército humillado por las derrotas (1898) se volcará sobre las guerras africanas e intervendrá cada vez más en política apoyado por el monarca. Con apoyo del rey, conseguirán que se apruebe la Ley de las Jurisdicciones por la que todo ataque o crítica al ejército, a la bandera, a la unidad de la patria y al rey, será juzgada por un tribunal militar.
El regeneracionismo trascendíó el ámbito del pensamiento e impregnó la actividad política de buena parte del Siglo XX. Durante todo el reinado de Alfonso XIII ese término resultó decisivo para explicar la actitud de personas y de grupos políticos y sociales. El ansia de superar el retraso y llevar a cabo una modernización en todos los sentidos de la vida española se convirtió incluso en una obsesión.
Esto se concretó en dos ensayos de gobierno regeneracionista, uno de carácter conservador y otro liberal.
El primero fue liderado por el político conservador Maura entre 1904 y 1909, y el segundo por el liberal Canalejas entre 1910 y 1914.
Maura intentó llevar a cabo “una revolución desde arriba”. Se propuso acabar con el caciquismo (reforma electoral y primando más a las ciudades) e incorporar a la política a la pequeña burguésía y a los nuevos grupos políticos nacionalistas y regeneracionistas surgidos con la crisis de 1898. Para intentar atraerse a los nacionalistas burgueses catalanes (Lliga Catalana liderada por Cambó) preparó la «Ley de las Mancomunidades” que permitiría una autonomía municipal, comarcal y provincial, y que hubiese podido solucionar las demandas de autogobierno de Cataluña, País Vasco y Galicia.
El momento de mayor tensión se vivíó en la “Semana Trágica de Barcelona” en Julio de 1909. El motivo inmediato del movimiento fue el descontento producido por el embarque de tropas destinadas a Melilla, pero en el fondo había un rechazo a la política de Maura. En la Conferencia de Algeciras (1906) se había concedido a España el “protectorado” sobre la zona norte de Marruecos. Al intentar ocupar la zona designada se encontraron con la resistencia de los rifeños. El ejército ocupa Barcelona y los líderes del movimiento opositor son encarcelados, juzgados por tribunales de guerra y algunos líderes anarquistas fusilados (el pedagogo Ferrer). Estas acciones provocaron la caída del gobierno de Maura.
Canalejas era un liberal atípico ya que pretendía abrir el sistema a las fuerzas de la izquierda: “Yo solicito el concurso de los republicanos, de los socialistas y de los demócratas españoles”. Además era de un talante reformista y tendente a limitar el poder de los grupos oligárquicos contrarios al cambio. Subíó al poder en 1910 e intentó nuevamente que se aprobase la Ley de las Mancomunidades. Elaboró la Ley sobre Asociaciones Religiosas prohibiendo el establecimiento de nuevas órdenes y la apertura de nuevos conventos (“ley del candado”). Con su muerte se frustró la posibilidad de una regeneración del sistema.
2º
La quiebra del sistema: conflictividad social y crisis de 1909, 1917 y 1921
Con la muerte de Canalejas y la caída en desgracia de Maura, los partidos tradicionales fueron incapaces de intentar nuevas reformas que pudiesen mantener el sistema. Los siguientes gobernantes Romanones (liberal) y Dato (conservador), sin la talla de sus predecesores, trataron de administrar la situación siendo sobrepasados por las circunstancias.
La situación social y política se agravó con el estallido de la I Guerra Mundial (1914-1918). En ella se enfrentaron dos grandes alianzas: la Triple Alianza (Alemania, Austro-Hungría, Bulgaria y Turquía) y la Triple Entente (Gran Bretaña, Francia y el Imperio Ruso con el apoyo deEE.UU.)
En este choque de grandes imperios era evidente que España no pintaba nada. Porque no tenía Imperio y no era una potencia industrial. España fue neutral y la neutralidad fue un negocio para España. Se consolidó un gran salto hacia la industrialización, contando con los capitales repatriados de las colonias tras el desastre de 1898 y con los conseguidos con la venta de alimentos y material a los beligerantes.
No obstante, desde principios de siglo, la agricultura había experimentado ciertas mejoras como nuevas roturaciones, la producción de olivo para la exportación, la implantación de nuevos cultivos como la naranja y la remolacha azucarera, y al uso de nuevas técnicas (se generalizó el arado de vertedera, comenzó a emplearse maquinaria y abonos, se desarrollaron los regadíos), lo que produjo un aumento de la producción. Por otra parte, España continuó con una agricultura eminentemente cerealista y tradicional (uso del barbecho) con los bajos rendimientos.