El Sexenio Democrático:Los progresistas y demócratas pactan (Pacto de Ostende) para derribar a Isabel II y, más tarde, se les une Serrano y la Uníón Liberal. La crisis económica facilitó la participación de las masas populares en la revolución de 1868. La crisis política de la monarquía actúa como detonante final. Surgen las juntas revolucionarias, disueltas por el gobierno provisional (Prim, Serrano). Se eligen por sufragio universal unas Cortes Constituyentes –donde obtiene representación el Partido Republicano Federal-, que aprueba la Constitución de 1869 (soberanía nacional, división de poderes, derechos y libertades del ciudadano, monarquía parlamentaria). Como rey se escoge a Amadeo I de Saboyá. En su breve reinado hubo de hacer frente a diversos problemas: asesinato de Prim, oposición de los monárquicos tradicionales, de los alfonsinos, del republicanismo federalista, agitaciones obreras y crisis colonial. Tras el fracaso de Amadeo de Saboyá se establece la I República (1873-1874), que tuvo cuatro presidentes (Figueras, Pi y Margall, Salmerón, Castelar) y acabó con el golpe militar del general Pavía. La I República contó con la oposición de los sectores conservadores, los carlistas y los alfonsinos. Además, entre los partidarios hubo divisiones (federalistas, unionistas) y confusión sobre los objetivos políticos. Se debatíó en las Cortes un proyecto de Constitución (1873), se abolíó la esclavitud y se suprimieron las quintas. La República hubo de hacer frente a las tensiones sociales (campesinos sin tierra de Andalucía, reivindicaciones obreras), insurrección cantonal, la guerra en Cuba y una nueva guerra carlista. Cánovas prepara la vuelta de los Borbones (manifiesto de Sandhurst), pero es el golpe de Martínez Campos el que permite la llegada de Alfonso XII como nuevo rey.
La repoblación cristiana:
El avance de los ejércitos cristianos sobre territorio musulmán vino acompañado de un movimiento de colonización del mismo, que implicó una nueva organización social, política y administrativa. En algunas zonas permanecieron los musulmanes (mudéjares), merced a unas capitulaciones de rendición generosas. Una parte de la tierra fue entregada a los nobles que participaron en la conquista, a las órdenes militares o a grandes concejos encargados de su repoblación. En determinadas tierras de frontera se otorgaron cartas de población y fueros, en los cuales se concedían ventajas y facilidades a quienes fuesen a poblar las tierras de frontera. Suelen allí fijarse los límites de los términos, las condiciones de acceso a la tierra, la concesión de franquicias y unas normas básicas sobre la vida municipal. Los fueros -a veces incluyen la primitiva carta de población- son instrumentos jurídicos, otorgados por los monarcas, que regulan la vida local. En Aragón, a partir de 1247, se produjo un proceso de unificación foral que dará lugar a los “Fueros de Aragón”, normas legales emanadas del Rey con las Cortes. Al hablar de la repoblación la respuesta podrá centrarse únicamente en Aragón o extenderse al conjunto de España.
El fin de la hegemonía de la Monarquía hispánica:
la Paz de Westfalia: Durante los reinados de Carlos I y Felipe II quedó firmemente asentada la hegemonía de España en Europa y el Mediterráneo.
El reinado de Felipe III transcurre en calma, pero en el de Felipe IV el declive en Europa será un hecho. En el interior hubo de hacer frente a las rebeliones de Cataluña y Portugal. En el exterior, los fracasos en la Guerra de los Treinta Años (lucha por el predominio político en Europa, divisiones religiosas y políticas en Alemania) supone el fin de la hegemonía de los Austrias. Holanda, Dinamarca, Inglaterra, Suecia y, más tarde, Francia, serán los rivales de España y el Imperio alemán. La Paz de Westfalia (1648) reconoce el derecho de los príncipes alemanes a escoger la religión de sus estados y la independencia de Holanda, además de ventajas territoriales para Suecia. En la paz de los Pirineos (1659), se pone fin a la guerra con Francia, a la que se cedían el Rosellón, la Cerdaña y algunas plazas en los Países Bajos. Es el fin de la hegemonía en el continente, que pasa a manos de Francia, mientras el dominio de los mares lo ejercerán holandeses e ingleses.
Los Decretos de Nueva Planta y el fin del foralismo
Tras la muerte de Carlos II sin descendencia se planteó un problema sucesorio, que llevó a la Guerra de Sucesión, donde se enfrentaron los dos pretendientes al trono, Felipe de Anjou y el Archiduque Carlos, apoyados por las distintas potencias europeas, dado que el conflicto se internacionalizó. El triunfo de Felipe V supuso, siguiendo el modelo francés, una reorganización del Estado, que implicó una centralización política y administrativa. Con los Decretos de Nueva Planta desaparecieron las instituciones políticas propias de los diversos territorios forales (Cortes, Diputación, Justicia), con la excepción del País Vasco y Navarra. Sólo pervivieron los fueros civiles en algunas regiones, como es el caso de Aragón. Los Borbones establecieron una estructura político-administrativa uniforme y centralista en todo el territorio, basada en el modelo de Castilla, lo que favorecíó el absolutismo monárquico.
La Ilustración
La introducción de las ideas ilustradas en España fue lenta y tardía, sin duda por la falta de una pujante burguésía y las resistencias de sectores eclesiásticos y aristocráticos. Los ilustrados fueron un grupo reducido de intelectuales (Feijoo, Campomanes, Jovellanos, Aranda, Olavide, Floridablanca…) que analizaron la problemática de la nacíón y propusieron reformas con el objetivo de superar el atraso el país. De su seno, tras la correspondiente evolución, surgirá el pensamiento liberal que triunfará en el Siglo XIX. Critican a la Iglesia, pero aspiran a una práctica religiosa más rigorista y defienden la capacidad del rey para intervenir en asuntos eclesiásticos (regalismo). Por otro lado, confían en el impulso reformista de la monarquía. Entre las preocupaciones de los ilustrados está la educación, pues sólo la cultura podía sacar al país del atraso. En este terreno se enfrentaron a la Iglesia, que controlaba la educación, y defendieron la necesidad de una enseñanza útil y práctica, abierta a las nuevas ciencias y a las novedades del extranjero. El atraso económico también les preocupó y censuraron el fuerte predominio de la propiedad aristocrática y eclesiástica, el excesivo control estatal de las actividades económicas y el desconocimiento de los nuevos avances técnicos que se divulgaban por Europa. Los ilustrados criticaron los privilegios de la nobleza o el elevado número de eclesiásticos y defendieron la dignidad de los oficios mecánicos (fin de la deshonra legal del trabajo).
La II República:La II República se proclamará tras las elecciones municipales del 12 de Abril de 1931. Atravesó por tres fases. Durante el bienio reformista (1931-1933) se aprobó la Constitución de 1931 (libertad religiosa, libertad de expresión, asociación, reuníón, derecho de autonomía, separación Iglesia-Estado…). El gobierno presidido por Azaña realiza importantes reformas: reforma religiosa (divorcio, matrimonio civil, secularización de cementerios…), reforma militar (retiro voluntario, supresión de las capitánías y de la Academia General militar…), reforma agraria (Ley de Reforma Agraria…), reformas sociales (seguros sociales, rebaja de la jornada…), reforma de la educación (nuevas escuelas, incremento del número de maestros, misiones pedagógicas…) y reforma del Estado (estatutos de autonomía de Cataluña y País Vasco). En las elecciones de 1933 triunfa la derecha (CEDA) (1934-1936), que inicia una marcha atrás en las reformas del período anterior y excarcela a los militares sublevados en 1932 (Sanjurjo). En Octubre de 1934 se produce un movimiento revolucionario (Madrid, País Vasco…) y la Generalitat de Cataluña (Companys) proclama el estado catalán en el marco de la república federal española. Los sucesos más graves fueron los de Asturias. Las siguientes elecciones (Febrero 1936) las gana el Frente Popular, en el que participan los partidos y sindicatos más significativos de la izquierda (Enero 1936). El programa incluía la amnistía para los condenados por los sucesos de 1934 y la recuperación de las líneas de actuación del bienio azañista (reforma agraria, estatuto catalán, educación…). Azaña pasó a presidir la República. Se líberó a los presos políticos y se activaron de nuevo las reformas iniciadas en el bienio reformista: estatutos de autonomía, reforma agraria… La inquietud social y la violencia en las calles aumentaron.
Al-Ándalus:
Los musulmanes denominaron Al-Ándalus al territorio hispano que conquistaron. Esta sociedad islámica permanecíó desde principios del Siglo VIII hasta finales del Siglo XV, conociendo tres periodos políticos fundamentales: Emirato independiente, Califato y reinos de Taifas. Las victorias cristianas consiguieron que, desde mediados del Siglo XIII, Al-Ándalus quedara reducido a Granada. Los soberanos andalusíes ejercieron un poder absoluto, concentrando la máxima autoridad política y religiosa. En cuanto a su organización económica y social, cabe destacar la importancia que tuvieron las ciudades. Córdoba fue un gran centro cultural, sobre todo durante la época del Califato. En la agricultura destaca el impulso a los regadíos y la gran difusión de nuevos cultivos (agrios, arroz, algodón, azafrán). Su cultura estuvo influida por la religión, que impregnaba toda la vida pública. Tras ocho siglos de convivencia más o menos pacífica, la cultura islámica dejó huella. Actuaron como transmisores de conocimientos, sobre todo del mundo helenístico y del Oriente, nuestro léxico todavía conserva palabras de origen árabe y la huella de su arte se aprecia en construcciones tan notables como la mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada o la Aljafería de Zaragoza.
Mudéjares y moriscos
Conocemos con el nombre de mudéjares a los musulmanes sometidos a los poderes cristianos tras el avance de éstos sobre territorio de Al-Ándalus. Se les permitíó conservar su religión, sus costumbres, su cultura y se organizaron en aljamas que gozaron de la protección real. A lo largo de siglos hubo una coexistencia respetuosa entre cristianos y musulmanes. No obstante, son poblaciones sometidas a una cierta segregación social y a unas cargas fiscales mayores que las soportadas por la población cristiana. Con el tiempo, la tolerancia religiosa declinó, especialmente tras la toma de Granada, y se caminó hacia la unidad religiosa. La impronta mudéjar se aprecia en la arquitectura, con ejemplos sobresalientes en Aragón (Seo de Zaragoza, torres mudéjares de Teruel…). A comienzos del Siglo XVI fueron obligados a convertirse al cristianismo, momento a partir del cual se les denomina cristianos nuevos o moriscos. El proceso de integración avanzó en algunas regiones, pero la presencia de los piratas berberiscos y de los turcos como enemigos de la monarquía, les hizo sospechosos. Fueron expulsados a comienzos del Siglo XVII por el rey Felipe III, alegando su condición de malos cristianos y de potenciales aliados de los turcos. La medida afectó gravemente a Valencia y Aragón, dejando multitud de pueblos vacíos que fue necesario repoblar.
Carácterísticas del Antiguo Régimen
La expresión Antiguo Régimen designa al periodo de la historia anterior a la Revolución Francesa, a las revoluciones liberales y a la industrialización. Se caracteriza por la monarquía absoluta como forma de gobierno, aunque mediatizada por la fuerte presencia de la Iglesia en la vida pública (regulación del matrimonio, importancia de la jurisdicción eclesiástica, diezmos, primicias…) y la existencia de las instituciones representativas de los distintos estamentos (Cortes). La economía es fundamentalmente agraria, con una gran presencia de la nobleza y la Iglesia como propietarios. Además, los patrimonios de la nobleza están vinculados, no pueden venderse (mayorazgos), lo q dificulta el acceso a la tierra de los campesinos. Una buena parte de los campesinos vivían en señoríos, sometidos a la jurisdicción de los señores y debiendo abonar los correspondientes tributos por el uso de la tierra. La industria artesanal y el comercio tienen serios obstáculos debido a la lentitud y carestía de los medios de transporte. La sociedad se basa en el privilegio, en la desigualdad jurídica de los grupos privilegiados (nobleza, clero), y en el nivel económico de las personas, cuestiones no siempre coincidentes. Su fin llegó con la irrupción del liberalismo y el triunfo del capitalismo.
El Franquismo:
El franquismo, ideológicamente, se caracterizó por el anticomunismo, el antiliberalismo, el antiparlamentarismo, el nacional catolicismo, el nacional sindicalismo y el tradicionalismo. Políticamente se apoyó en Falange (al principio), los monárquicos, el ejército, la Iglesia y, más tarde, en los tecnócratas del Opus Dei. Socialmente se sustentó en los grandes propietarios de tierras, la burguésía industrial, la aristocracia financiera, la burguésía de empresarios y especuladores surgida durante la autarquía, las clases medias rurales y urbanas y los eclesiásticos. Los primeros años (1939-1950) se caracterizan por la construcción del nuevo orden institucional e ideológico, la represión de los vencidos, el racionamiento, los maquis, la autarquía y el bloqueo internacional. Durante los años cincuenta finaliza el aislamiento internacional (tratado USA, Concordato), se inicia la liberalización económica, llegan las ayudas económicas internacionales, aparecen las primeras protestas (crisis universitaria, oposición obrera), se establece la Ley de Principios del Movimiento Nacional y se descoloniza Marruecos. En el período 1959-1975 se renuevan los dirigentes del régimen (tecnócratas del Opus Dei, reformistas del Movimiento), se produce la expansión económica (Plan de Estabilización, Planes de Desarrollo) y crece la oposición y la apertura del régimen. El entramado institucional del franquismo se basó en una serie de leyes fundamentales: Ley Constitutiva de las Cortes (1942), Ley de Referéndum Nacional (1945), Fuero de los Españoles (1945),Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1946), Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958).