Nacionalismo catalán

Uno de los hechos más importantes durante el último cuarto de siglo fue la aparición de
movimientos políticos de carácter regionalista y nacionalista en la periferia peninsular. El
regionalismo consiste en la reivindicación de cierto grado de autogobierno, dentro del Estado.
El nacionalismo tiene como objetivo la creación de un Estado-nacional.
Hasta la Restauración la reivindicación foralista o nacionalista se había canalizado a través del
republicanismo federal, si era progresista, y del carlismo, cuando era conservadora. Debilitadas ambas
corrientes surgen ahora movimientos que reivindicaban los derechos históricos catalanes, valencianos,
gallegos y andaluces. El movimiento regionalista será más fuerte y surgirá antes en Cataluña y el País
Vasco, al existir al mismo tiempo una diferenciación lingüística y una burguesía desarrollada en la que
prendió la ideología nacionalista (vinculada a los deseos de proteccionismo para la industria).
– Nacionalismo Catalán. En Cataluña En la década de los 30 aparece, en el contexto cultural del
Romanticismo, un amplio movimiento cultural conocido como Reinaxença. La finalidad era la
recuperación de la lengua y cultura catalana, y no tenía aspiraciones políticas. A partir de la
Restauración el catalanismo empezó articularse en dos vertientes ideológicas: una de carácter
republicano y federal, más progresista, y otra de carácter conservador y tradicionalista, que acabó
imponiéndose sobre la anterior. El principal representante de los comienzos del catalanismo político
fue el republicano federalista Valentí Almirall, al que se deben las primeras iniciativas para configurar el
movimiento –fundación del Diari Català, el primero en lengua catalana; organización del primer
congreso Catalanista (1880), creación del Centre Català (1882). Pero, sobre todo, destacó por su labor
teórica, como autor de lo Catalanisme, exposición sistemática de un catalanismo interclasista y
aglutinador que debía luchar por la autonomía política y la defensa de las señas d identidad catalanas.
Del Centre Catalâ se escindió el grupo más conservador y fundó la Lliga de Catalunya, que dio origen
posteriormente a la Unió Catalanista (1891), agrupación de diversas asociaciones, periódicos y
personalidades. Cuyo programa fundacional, Las bases de Manresa (1892), constituyó el documento
básico del nuevo nacionalismo catalán: se trata de un movimiento burgués, que no planteaba la
secesión ni una actitud de lucha contra el Estado español, sino una propuesta de estado federal en el
que las regiones obtuvieran un régimen de autogobierno con instituciones propias. El movimiento se
extendió a lo largo de los años noventa, captando a un significativo sector de las clases altas y medias
catalanas. En 1901 aparecería el primer partido catalanista, la Lliga Regionalista, liderada por Prat de la
Riba y por Francesc Cambó, opción conservadora y moderna de amplios sectores de las clases altas y
medias, sobre todo los vinculados a la industria local y durante las dos primeras décadas del S.XX fue el
principal partido de la vida política catalana. Logró romper en Cataluña en turno caciquil. Su gran éxito
fue la creación de la Mancomunidad de Cataluña.
-Nacionalismo Vasco. El nacionalismo vasco no podía tener su origen, como el catalán o el gallego, en la
recuperación y defensa de una cultura y una lengua propia, ya que el Euskera, limitado al ámbito rural, carecía de
tradición literaria. Su aparición en el último cuarto de siglo se debió a:
-La rápida industrialización de Vizcaya a finales de siglo, como consecuencia del desarrollo de la industria
siderometalúrgica, que estaba transformando radicalmente la economía, la estructura social y la cultura
tradicionales, sobre todo por la llegada masiva de inmigrantes no vascos.
-La abolición de los fueros tras la última guerra carlista (1876) que supuso el final de la peculiaridad política
vasca.
A partir de una idealización de su pasado y de la sociedad tradicional (católica y rural), el nacionalismo vasco
rechazó la “españolización” provocada en gran medida por los trabajadores procedentes del exterior. Y como
reacción se exaltó todo lo considerado genuinamente vasco y se reivindicó un Estado propio.
Sabino Arana en 1894 fundaba el Partido Nacionalista Vasco (PNV), en torno a un grupo de reivindicación foral
vizcaíno, de raíces carlistas y claramente conservador, cuyo lema era “Dios y ley Vieja”. Al principio, su apoyo social
fue escaso debido a su radicalismo antiespañol, su tradicionalismo agrario y su limitación al entorno vizcaíno. De
hecho era la expresión de los intereses agrarios y de la pequeña burguesía tradicionalista de Bilbao, ya que la alta
burguesía industrial se sentía bien representada en Madrid. Por ello, desde comienzos del S. XX Arana, líder
indiscutible del movimiento, fue suavizando su postura: renunciaba al separatismo, conectaba con el ideario
cristiano y evolucionaba hacia una opción nacionalista conservadora que arraigó fácilmente en unas clases
medias que veían con temor el crecimiento del socialismo entre la clase obrera vasca.
-El regionalismo gallego: La situación de atraso socioeconómico y por lo tanto la falta de una burguesía que lo
impulsara dificultó la implantación del galleguismo que en sus inicios se limitó a una minoría intelectual que actúo
como su impulsora. Este regionalismo se inició como un movimiento cultural, el Rexurdimiento, que buscó
respuestas al atraso económico y cultural de Galicia y cuyas figuras más destacadas fueron Rosalía de Castro y
Manuel Murguía, exponentes de un liberalismo progresista.

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