Movimiento Obrero
El desarrollo de la industrialización y las transformaciones agrarias provocaron una carestía en la vida de la clase trabajadora. Las duras condiciones de trabajo y los bajos salarios fueron los principales motivos de la protesta social. Los obreros emplearon medidas de fuerza para reivindicarse, se asociaron en organizaciones de defensa de los intereses laborales y, más tarde, en asociaciones para la transformación de la sociedad obrera, que en su conjunto se denominaría movimiento obrero.
Los orígenes del proletariado están vinculados al proceso de industrialización, ya que esta supuso una organización del trabajo o sistema fabril, utilizando una mano de obra que al principio se llamaba operarios. Su número era muy reducido y soportaban unas penosas condiciones laborales: un gran esfuerzo con la compensación de un salario bajo, sometimiento al ritmo de las máquinas con largas jornadas, rígida disciplina laboral, lugares insalubres. Mujeres y niños trabajaban duramente sin ningún tipo de legislación laboral reguladora del trabajo. (Doc. 1) Todas estas condiciones provocarían las primeras protestas obreras, que empezarían con la destrucción de máquinas o ludismo, porque los obreros pensaban que eran las culpables de su desgracia. El ludismo fue duramente reprimido por las autoridades, pero fue desapareciendo conforme los obreros se dieron cuenta de que los verdaderos culpables eran los empresarios. Cuando los patrones y trabajadores no se ponían de acuerdo, los obreros empleaban la unidad de acción y la paralización de la producción mediante la huelga, que podía ser de carácter parcial, general o revolucionario. La huelga podría triunfar si era apoyada por los trabajadores y si se tenían los medios económicos para poder atender las necesidades de los obreros.
El proletariado, para la defensa de sus intereses y la coordinación de su actuación frente a los patrones, formó las sociedades de resistencia y los sindicatos por oficios. La legislación liberal promulgó la disolución de los gremios y prohibió la formación de asociaciones, por lo tanto, nacerían las primeras sociedades obreras bajo la apariencia de un carácter mutualista y benéfico.
En 1839, aparecieron los primeros sindicatos, que eran asociaciones que agrupaban a trabajadores del mismo oficio. Luchaban por mejoras salariales, reducción de jornada laboral, reglamentación del trabajo, formaban cajas de resistencia y cooperativas de ayuda. En 1840, se fundó en Barcelona la Asociación de Protección Mutua de Tejedores de Algodón, formada por proletarios; más tarde se agruparían en distintas profesiones. Tenían un carácter sindical, según la tolerancia de los gobiernos progresistas, pero la vuelta de los moderados significó la clandestinidad hasta su autorización en 1887.
Durante el Bienio Progresista se extendió el movimiento obrero y se multiplicaron los conflictos laborales o huelgas, produciendo el comienzo del sindicalismo de clases. (Doc. 2) La primera huelga general fue en Barcelona en 1855, reivindicando la libertad de asociación, la fijación de un horario de trabajo y la formación de una comisión mixta de obreros y patrones. Dos obreros fueron enviados a Madrid para exponer sus quejas a los diputados con un escrito, pero estos finalmente se alinearon con demócratas y republicanos.
Después del Bienio, los gobiernos conservadores reprimieron las asociaciones, pero durante el gobierno de la Unión Liberal destacaron culturalmente algunas asociaciones. En 1863, volvieron las movilizaciones y sus dirigentes participaron en las conspiraciones contra el régimen, siendo decisivos en la revolución de 1868 que supuso el fin del reinado de Isabel II.
Conforme el proletariado se incrementaba, las ideologías específicas de los obreros se iban difundiendo y se analizaron las contradicciones del sistema capitalista.
Durante la primera mitad del siglo XIX, los socialistas utópicos criticaron los efectos sociales de la Revolución Industrial y formularon soluciones, difundiéndolas entre 1840 y 1860. Al mismo tiempo, se difundían las ideas democráticas y republicanas durante el Sexenio Democrático.
En la segunda mitad del siglo, se difundieron el marxismo y el anarquismo, divulgadas por la Asociación Internacional de Trabajadores o Primera Internacional, fundada en Londres (1864) con el objetivo de potenciar la unión y la lucha de los trabajadores por la emancipación.
Marxismo
El marxismo, con su dirigente Marx, tiene como objetivo la conquista de la burguesía por el proletariado, el desmantelamiento sistemático del capitalismo y socialización de los medios de producción, y la implantación de la sociedad sin clases (comunismo). Su proceso revolucionario se basaba en el establecimiento de una dictadura del proletariado con un partido centralizado y disciplinado. Los métodos para el triunfo eran la formación de partidos que dirigieran a los trabajadores y participaran en la lucha política. Su organización económica y social era de arriba-abajo, desmantelando el capitalismo e implantando el socialismo.
Anarquismo
El anarquismo, con su líder Bakunin, quería destruir todo tipo de Estado y de institución y sustituirlo por una federación de comunas autorreguladas e independientes. Sus métodos fueron el apoliticismo y la insurrección general, y tuvo una organización de abajo-arriba, basado en un contrato libre entre comunas que llegarían voluntariamente a un federalismo.
En el contexto del Sexenio Democrático, llegaron a España ideas anarquistas gracias a la labor de Giuseppe Fanelli, miembro de la Alianza Internacional de la Democracia Socialista y discípulo de Bakunin, y se crearon dos núcleos afiliados a la AIT. En 1870, se celebró en Barcelona el primer Congreso obrero español, donde se fundó la Federación Regional Española, que agrupaba secciones obreras que defendían las consignas anarquistas.
(Doc. 3) Las grandes discrepancias entre marxistas y anarquistas provocaron la disolución de la Internacional y la escisión del movimiento obrero. Bakunin fue expulsado de la AIT en el Congreso de La Haya; mientras en España, en el segundo Congreso de la FRE se decidió expulsar a los marxistas.
Durante el Gobierno de Cánovas, hubo una fuerte represión contra las asociaciones, pero con Sagasta se legalizó en 1887. Así se formarían el partido de los anarquistas y de los socialistas. Los anarquistas se caracterizaron por su división de tendencias:
Anarcosindicalismo
Defendían la organización de la clase trabajadora en sindicatos. Fundaron la Federación de Trabajadores de la Región Española, pero fue disuelta tiempo después. Este grupo aprobó las convocatorias de huelga que se celebraban el primero de mayo, pidiendo la jornada de ocho horas. La reacción ante la represión de la Semana Trágica propició la fundación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), con gran expansión, que se negó a entrar en el juego político. En 1923, con la dictadura de Primo de Rivera, se clausuraron los sindicatos y los más radicales fundaron la Federación Anarquista Ibérica (FAI).
Terrorismo Anarquista
defendió la acción directa que consistía en grupos reducidos de activistas como la Mano Negra, que realizaban atentados dirigidos directamente contra el Estado, Iglesia y capitalistas; y que fueron duramente reprimidos como los procesos de Montjuïc.
Al disolverse la 1ª Internacional, Marx aconsejo la fundación de partidos obreros que actuaran con independencia en cada país, asían grupo de la Nueva Federación Madrileña fundó en la clandestinidad el Partido Socialista Obrero Español, impulsado por Pablo Iglesias. Pero tras la Ley de Asociaciones celebraron el primer congreso en 1888. Los objetivos de este partido eran la abolición de clases y emancipación de los trabajadores; la transformación de la propiedad privada en colectivización; y la conquista del poder político por la clase obrera, que mejorarían sus condiciones de trabajo. Estos impulsaron la creación de un sindicato socialista, la Unión General de Trabajadores, que se organizaba en sección de oficios en cada localidad y no estaba vinculado a la política.
En 1890, ambas organizaciones contribuyeron a la fundación de la II Internacional (Socialista) en París, acordando a conquista do poder político por los trabajadores, declarando el 1º de Mayo, día de la clase obrera y la lucha por la ocho horas laborables.
O PSOE, tras los sucesos de la Semana Trágica decidió pactar una alianza electoral con los republicanos, conjunción republicano-socialista, asimilando el discurso anticlerical se convirtió en una fuerza parlamentaria.
En la III Internacional o Komitern (1917) fundada por Lenin, hizo que se produjese un debate sobre si seguir el modelo soviético o no, en España provocaría la fundación del Partido Comunista de España.
La jerarquía eclesiástica intento crear organizaciones obreras desde un punto de vista cristiano, esto hizo que León XIII inaugurará la doctrina social de la Iglesia, que se basará en la justicia, exhortando al Estado a socorres a clases desfavorecidas y alentar el asociacionismo de los trabajadores.
A principios del siglo XX, se extiende un nuevo sindicalismo de masas que tendrá agitaciones obreras con sucesivas huelgas, y la conjetura de la 1ª Guerra Mundial creó un clima de tensión creciente militar (Juntas de Defensa), político (Asamblea de Parlamentarios) y social (huelga revolucionaria). (Doc. 4) La CNT y la UGT en 1917, firmaron un manifiesto conjunto que instaba al Gobierno a intervenir para contener los precios bajo la amenaza de convocar una huelga general, convocando así el 18 de agosto, una de carácter revolucionario, que fracasaría por la represión del Gobierno.
En los años posteriores se produjo un incremento vertiginoso de la afiliación sindical e un aumento constante de la conflictividad social que degeneraría una radicalización extrema, el Gobierno ejerció una represión y aplico la ley de fugas (años del pistolerismo).
El Directorio Militar (1ª fase de la dictadura de Primo de Rivera) prohibió los sindicatos como la CNT y el PCE, mientras la UGT y el PSOE tiñeron una posición de no enfrentamiento y participaron en la elaboración de una nueva legislación laboral, pero o PSOE cambió en el 1923 su posición, y se pronuncio a favor de la República. Durante la dictablanda, participó en la firma del Pacto de San Sebastián.